Debe ser la 1 de la madrugada y me resulta imposible dormirme. Es tal el frío que siento, a pesar de la ropa que llevo, y del edredón, que no me entra sueño. Por si fuera poco, mi compañero de tienda está roncando, por lo que estoy con los ojos abiertos como platos. El tiempo parece que no pasa, y voy contando cada uno de los minutos y de los segundos que faltan para el amanecer. Sigue de noche y empiezo a estar desesperado. En un momento determinado, la temperatura ha debido de bajar varios grados. Debe de faltar menos de 1 hora para que amanezca. El frío ahora es terrible. Empiezo a sufrir temblores, una tiritona de campeonato. Me entra por los huesos y no lo soporto más, no sé si lo voy a resistir. Creo que jamás en mi vida lo he pasado peor durmiendo. Le empiezo a dar vueltas a la cabeza y ya me veo con una pulmonía, hipotermia o algo peor. Por fortuna empiezan a salir los primeros rayos de sol, así que serán sobre las 6 de la mañana. La temperatura ya ha subido algún grado y dejo de temblar. También empiezo a conciliar el sueñecillo. Sin embargo, el protestón del grupo ya está levantado y pegando gritos . ¡No sé ni qué le haría!. Poco me ha durado la siesta, toca levantarse y comprobar si sale agua caliente de las duchas. Cuando se queda libre una de ellas, entro, abro el grifo y comienza otra tanda de gritos e improperios por mi parte . El agua caliente ha debido de durar bien poco y no me queda más remedio que ducharme con agua fría, como buenamente puedo. ¡Y creedme! El agua de las duchas en el campamento de Wadi Rum, en el mes de Diciembre y a las 6:30 de la mañana, está condenadamente fría.
En la hora del desayuno, que hacemos fuera, en la explanada, comentamos la experiencia de nuestra primera noche durmiendo en el campamento. Los que llevaban saco de dormir o fueron listos y se echaron varios edredones, no han pasado frío y han dormido de un tirón. Los demás parece que nos hemos congelado un poco.
El día de hoy lo tenemos dividido en dos partes: por la mañana el recorrido en 4x4 para conocer algunos de los lugares más interesantes del desierto, y por la tarde una caminata corta para admirar la puesta de sol.
Los 4x4 llegan al campamento. Bien, en realidad son camionetas, y nosotros tenemos que ir subidos en la parte trasera en los laterales. Comienza el viaje. Atravesamos un mercado que hay en las afueras de desierto y llegamos al primer punto. Se trata de un mapa del desierto grabado sobre una roca situada en el interior de una cueva. Este mapa fue realizado por tribus nómadas prenabateas. Continúa el viaje y ya estamos en pleno desierto, atravesando el cañón de Siq El Barrah a toda velocidad en las 4 camionetas en las que vamos distribuidos. No paramos de hacernos fotos de una camioneta a otra y de chillar. Se diría que estamos un poco descontrolados por la emoción Atravesamos las primeras dunas de arena roja junto a un campamento beduino temporal. ¡Sencillamente maravilloso!
En la hora del desayuno, que hacemos fuera, en la explanada, comentamos la experiencia de nuestra primera noche durmiendo en el campamento. Los que llevaban saco de dormir o fueron listos y se echaron varios edredones, no han pasado frío y han dormido de un tirón. Los demás parece que nos hemos congelado un poco.
El día de hoy lo tenemos dividido en dos partes: por la mañana el recorrido en 4x4 para conocer algunos de los lugares más interesantes del desierto, y por la tarde una caminata corta para admirar la puesta de sol.
Los 4x4 llegan al campamento. Bien, en realidad son camionetas, y nosotros tenemos que ir subidos en la parte trasera en los laterales. Comienza el viaje. Atravesamos un mercado que hay en las afueras de desierto y llegamos al primer punto. Se trata de un mapa del desierto grabado sobre una roca situada en el interior de una cueva. Este mapa fue realizado por tribus nómadas prenabateas. Continúa el viaje y ya estamos en pleno desierto, atravesando el cañón de Siq El Barrah a toda velocidad en las 4 camionetas en las que vamos distribuidos. No paramos de hacernos fotos de una camioneta a otra y de chillar. Se diría que estamos un poco descontrolados por la emoción Atravesamos las primeras dunas de arena roja junto a un campamento beduino temporal. ¡Sencillamente maravilloso!
Prosigue la excursión y visitamos una pequeña tumba nabatea, tras lo cual llegamos a los famosos puentes de Burdah y Umm Fruth, donde suben algunos compañeros.
En la siguiente parada vemos unos canales nabateos para llevar el agua en un lugar donde probablemente hubo un asentamiento de esta tribu.
Llegamos a un punto más de la ruta de las caravanas, donde además hay una inscripción en la roca que representa a un dios árabe pagano y una piedra que actuaba como piedra de sacrificios. La representación del dios pagano me parece muy divertida. Es un monigote con un aspecto bastante cómico a mi parecer.
Después de ver este curioso altar empieza el espectáculo en las camionetas. Empezamos a recorrer las dunas de arena roja a toda velocidad, adelantando unas camionetas a otras, en plan rally Dakar y pegando botes cada vez que pasamos por una duna. Estamos que nos salimos de la emoción y gritando sin parar como locos. Y eso sin haber bebido alcohol . Somos como niños estrenando zapatos nuevos.
Tras pasar otra duna no me lo puedo creer. Ahí está otra vez el cocinero que ya ha montado en la misma mesa del día anterior el buffet. Todo perfectamente preparado y bien tapadito esperando nuestra llegada. Sin palabras una vez más y todo delicioso. Tras la sobremesa continuamos en las camionetas a toda velocidad (ahora no hay dunas), adelantándonos y pegando gritos.
Llegamos al campamento y a los pocos minutos comenzamos otra caminata para admirar la puesta de sol desde otro punto del desierto. El paseo dura 1 hora y pico ó 2 y es prácticamente llano, aunque nuevamente muy cansado, porque se hunde uno en la arena. La pena es que llegamos demasiado tarde, cuando el sol ya casi ha traspasado el horizonte y la luz ya es muy floja, aunque aún así el paisaje es de gran belleza.
Llegamos al campamento y a los pocos minutos comenzamos otra caminata para admirar la puesta de sol desde otro punto del desierto. El paseo dura 1 hora y pico ó 2 y es prácticamente llano, aunque nuevamente muy cansado, porque se hunde uno en la arena. La pena es que llegamos demasiado tarde, cuando el sol ya casi ha traspasado el horizonte y la luz ya es muy floja, aunque aún así el paisaje es de gran belleza.
Estamos lejos del campamento y probablemente se nos va a hacer de noche antes de llegar, por lo que salimos pitando del lugar donde hemos visto la puesta de sol. Inevitablemente, en media hora ya se nos hace de noche. Algunos llevamos linternas, entre ellos yo, así que al menos puedo ver el suelo que piso, aunque no mucho más. Al final terminamos desperdigados porque tenemos prisa de llegar lo antes posible. Como yo no puedo andar rápido termino solo durante un rato. Escucho voces delante y detrás de mí, pero no veo a nadie. Ni siquiera sé cuánta gente va por delante ni dónde están los guías. Al rato se empiezan a vislumbrar muy al fondo algunas luces, que supongo que son del campamento. Me da alcance otra persona y ya vamos juntos por el camino que suponemos que es el correcto. Cuando llegamos al final resulta que nos hemos desviado más de la cuenta a la derecha del campamento, pero por suerte no demasiado, y otros compañeros que ya habían llegado nos ven y nos conducen hasta el nuestro. ¡Uff, qué susto!.
Después de la experiencia por la mañana con el agua gélida de la ducha decido pasar de un lavado y aclarado a fondo y me conformo con el del gato . Nos sentamos nuevamente a la hoguera con nuestros amigos beduinos, y para ser sobre las 7 de la noche hace un frío que pela, que ni con el forro polar. A las 8 de la noche tenemos la cena, que por ser de despedida es una cena especial. Una barbacoa zerf. En el suelo hacen un agujero donde se pone la carne, que en nuestro caso es pollo, ternera y cordero, y se cocina a la brasa durante varias horas. Esto, unido a las típicas ensaladas que nos han puestos estos días, las sopas y los pasteles árabes, hace que sea una cena única. Además, es el cumpleaños de una chica del grupo, así que le dan una sorpresa y han preparado una tarta riquísima. ¡Exquisito!.
Acabamos la cena y volvemos a nuestro sitio favorito: la explanada con la hoguera. Seguimos durante varias horas de cháchara con el "Qué fuerte" y tocando de nuevo sus instrumentos musicales. Hasta un compañero de viaje se anima a tocar uno de ellos y no lo hace nada mal. Tiene bastante ritmo. A pesar de lo agradable de la charla, estamos muy cansados. Las excursiones de Petra y las que hemos hecho en el desierto, el calor y el frío, ya hacen mella. Por si fuera poco esta noche hace mucho más frío, tanto que en cuanto la hoguera se empieza a apagar y quedan sólo rescoldos se queda uno helado. Al final vamos cayendo uno a uno y nos vamos acostando. Eso sí, viendo el panorama de la noche anterior, ahora soy más precavido y me voy derecho a la carpa donde están las mantas y edredones. Ni corto ni perezoso cojo 2, con lo que entre tanta capa y la propia ropa que llevo puesta, consigo dormir como un bebé sin pasar pizca de frío.
Después de la experiencia por la mañana con el agua gélida de la ducha decido pasar de un lavado y aclarado a fondo y me conformo con el del gato . Nos sentamos nuevamente a la hoguera con nuestros amigos beduinos, y para ser sobre las 7 de la noche hace un frío que pela, que ni con el forro polar. A las 8 de la noche tenemos la cena, que por ser de despedida es una cena especial. Una barbacoa zerf. En el suelo hacen un agujero donde se pone la carne, que en nuestro caso es pollo, ternera y cordero, y se cocina a la brasa durante varias horas. Esto, unido a las típicas ensaladas que nos han puestos estos días, las sopas y los pasteles árabes, hace que sea una cena única. Además, es el cumpleaños de una chica del grupo, así que le dan una sorpresa y han preparado una tarta riquísima. ¡Exquisito!.
Acabamos la cena y volvemos a nuestro sitio favorito: la explanada con la hoguera. Seguimos durante varias horas de cháchara con el "Qué fuerte" y tocando de nuevo sus instrumentos musicales. Hasta un compañero de viaje se anima a tocar uno de ellos y no lo hace nada mal. Tiene bastante ritmo. A pesar de lo agradable de la charla, estamos muy cansados. Las excursiones de Petra y las que hemos hecho en el desierto, el calor y el frío, ya hacen mella. Por si fuera poco esta noche hace mucho más frío, tanto que en cuanto la hoguera se empieza a apagar y quedan sólo rescoldos se queda uno helado. Al final vamos cayendo uno a uno y nos vamos acostando. Eso sí, viendo el panorama de la noche anterior, ahora soy más precavido y me voy derecho a la carpa donde están las mantas y edredones. Ni corto ni perezoso cojo 2, con lo que entre tanta capa y la propia ropa que llevo puesta, consigo dormir como un bebé sin pasar pizca de frío.