En esta etapa tuve muchos problemas para decidirme por una excursión determinada ya que ofrecen una bajándose en Hellesyt y haciendo un recorrido a pié por un camino lleno de cascadas, etc y por otro este fiordo es el más bonito de todos y si me iba de excursión me lo perdería, así que, al final, decidimos quedarnos en el barco y coger la excursión al monte Dalsnibba. Y fue un acierto. No se lo que vieron los excursionistas que fueron a Hellesyt, pero si se lo que se perdieron.
Todo el camino discurre entre altos muros formados por montes que se agrupan, se agolpan, formando entrantes,
Otras, los montes hacían que todo estuviera en sombra como si el mundo fuera un lugar en blanco y negro, llenos de cascadas
A veces lucía el sol
Otras el arco iris lucía en medio del mar para nuestro asombro
A veces era la niebla la protagonista
Otras eran las gaviotas quienes nos acompañaban en nuestro recorrido
En medio de todo veíamos las cumbres cubiertas por la nieve
El trayecto discurrió en un ir y venir de una borda a la otra, yendo de nuestro camarote a las cubiertas superiores para no perdernos nada
El mejor sitio es, siempre, la proa desde donde se ve el fiordo en su conjunto
Y, por último, sólo te queda mirar, mirar por el placer de hacerlo, sin ninguna intención concreta, sólo esperando que aquelllo no acabe nunca, que se te grave en la memoria, porque en el alma ya está gravado a fuego y nunca podrás perder esa belleza que te rodea, que todo lo abarca.
Las palabras no sirven para expresar lo que sentí y temo que tampoco sean suficientes con las fotografías.
Volvamos de nuevo a nuestro crucero que, al fin y al cabo, es en lo que estamos.
Una vez llegados al pueblecito de Geiranger desembarcamos para realizar la excursión al monte Dalsnibba.
[url=http://i
mg156.imageshack.us/i/dsc0369y.jpg/][/url]
mg156.imageshack.us/i/dsc0369y.jpg/][/url]
Hicimos nuestra primera parada en un mirador desde el que se divisa el fiordo y el pequeño pueblo de Geiranger, con unas vistas impresionantes.
Después enfilamos por una carretera de infarto, estrecha y llena de curvas cerradas, que discurría entre jirones de niebla.
Hasta llegar al lago Djupvat cuyas márgenes se encuentran llenas de nieve
Y un frío que pelaba, menos mal que yo, previsora, me había llevado un anorak de invierno, tanto para mí como para mi marido. Aquí se encontraba uno de los fotógrafos de la naviera para hacer fotos al que quisiera.
Estuvimos un buen rato andando entre la nieve, aprovechando para tirarnos bolas y juguetear como críos, hasta que llegó el momento de pasar a la cafetería donde comimos.
Al regresar, desde el autocar tuvimos la ocasión de ver una familia de renos que estaban plácidamente tumbados en la hierba.
Y tambien pudimos ver algunas imágenes preciosas de los valles
Una vez de vuelta en el barco volvimos a recrearnos viendo el fiordo, esta vez al atardecer
Por fin salimos del fiordo y yo me quedé con la sensación de haber visto el lugar más hermoso de cuantos había visitado hasta ese momento.
Así, con esa pena por dejar este lugar, acabó este día.