Lo cierto es que mientras organizábamos el viaje dudamos mucho entre ir a Disneyland Paris o no. Al final, más que las verdaderas ganas de ir nos animó la convicción de pensar que si no íbamos nos íbamos a quedar siempre con esa pena, la de no haber ido. No se si me entendeis (no es fácil, a veces ni yo mismo me entiendo

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Así que, invocando conscientemente al espíritu de Peter Pan que otras tantas veces se apodera de mi sin llamarlo, rescatamos a ese niño que afortunadamente aún llevamos dentro y nos dispusimos a pasar un buen día en el parque temático más famoso de Europa.
Compartir paseos con Goofy y Pluto no era mi concepto de un día ideal en Paris, pero algo me empujaba a ir. Ese “algo” es más bajita que yo, tiene una sonrisa encantadora y un genio tremendo

Hotel a la entrada del parque Disney
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Las entradas las compramos por internet a través de la web www.billetfrancilien.com/ , web de la que tuvimos noticias gracias a la impagable información del foro. La web está destinada al público francés y sólo aparece en su idioma. El hecho de no entender yo ni papa de francés me hizo sudar un poco para conseguir imprimir las entradas, pero el sufrimiento mereció la pena ya que las entradas para un día suelen rondar los 54 euros cada una y en esta web las conseguimos por 30 euros cada una. Eso sí, sólo valen para un día concreto, el que indiques al comprar la entrada (las otras te permiten ir el día que tu quieras). Sólo compramos entrada para visitar Disneyland Paris ya que consideramos que en un día no nos iba a dar tiempo a ver también Walt Disney Studios (la diferencia de precio entre las entradas para uno o dos parques era muy pequeña, de unos 5 euros).
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Para desplazarnos hasta Disney desde Paris compramos unas tarjetas Mobilis para las zonas 1-5 (27,50 euros las dos). Estas tarjetas, además del viaje de ida y vuelta, nos facultaban para usar el metro, RER, bus, etc tantas veces como quisiésemos el resto del día.
En alguno de los días sucesivos también compramos tarjetas Mobilis, en este caso para las zonas 1-2. Según nuestros cálculos con 6 viajes en metro amortizábamos ya las Mobilis (todo es cuestión de analizar el planning y calcular las veces que se va a tomar el metro o RER ese día).
Volvamos al día Disney. Tomamos la línea A del RER en dirección a Marné La Valle. Desde la estación de Chatelet tardamos unos 40 minutos hasta Disneyland Paris.
Al bajar del tren la mobilis nos daba error y no nos dejaba salir del anden. Vimos una familia a nuestro lado que abrió un portón para salir y salimos con ellos (ya arreglaríamos a la vuelta el asunto de la tarjeta).
En la puerta del parque nos recibe una diminuta cola para pasar un somero control de seguridad y seguimos rumbo al acceso. Nuestras entradas eran sendos folios nominales impresos en casa y con un código de barras que resultará muy importante más adelante, ya vereis. Pasamos sin esperar ninguna cola por uno de los innumerables tornos y nos sumergimos en el mundo Disney.
Main Street
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Entramos al parque por Main Street, una calle que evoca una localidad estadounidense con casas de estilo victoriano. Bonita calle y con todas las casas atestadas de tiendas y restaurantes. Sonaba una música muy americana, muy acorde con el decorado. Luego nos percatamos que en cada zona del parque temático suena una música diferente y adecuada a la ambientación correspondiente. Pasamos de largo las tiendas de Main Street (ya habría tiempo después) y llegamos hasta la plaza Central junto a Castillo de la Bella Durmiente. Aún no eran las 10:00 y aunque se podía entrar al parque y las tiendas, no se podía aún disfrutar de las atracciones, que en las primeras horas de la mañana (creo que de 8:00 a 10:00) se reservan en exclusiva para las personas alojadas en los hoteles Disney colindantes o para quienes sacan un pase especial para disfrutar de este tiempo extra.
Bueno, dieron las 10:00, sonaron fanfarrias por megafonía y nos invitaron en todos los idiomas a disfrutar del día, pero eso sí, sin correr (nos rogaban por los altavoces).
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No teníamos organizada la visita al parque, así que como estábamos junto a la entrada de Frontierland, nos dejamos llevar por la marea humana. Frontierland está ambientada en el lejano oeste americano. Según entramos mucha gente tiró hacia la izquierda, hacia una casa similar a la de la película Psicosis de Hitchcok y para allá que nos fuimos sin saber qué era. Un espectacular inicio: entramos en una habitación muy oscura cuyo suelo comenzó a hundirse llevándonos poco a poco hacia abajo entre rayos, truenos y los desgarrados llantos de algún crio. Luego montamos en unos cochecitos que nos dieron un supuestamente terrorífico paseo.
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Salimos de Phantom Manor y fuimos hacia Big Thunder Mountain, una espectacular montaña rusa ambientada en una mina en mitad de un lago artificial en el que navega un gran vapor del estilo a los que surcaban las aguas del Mississipi.
Hay una manera para evitarse las enormes colas, recurrir a los Fast Pass (pases rápidos). Con nuestros folios-entrada con su código de barras nos acercamos a las máquinas del fast pass donde te dan un ticket con la hora en la que has de regresar para acceder sin apenas cola a la atracción en cuestión. Hay que hacer un poquito de cola para coger el fast pass, pero apenas fueron 5 minutos. Nos dieron vez para una hora después, así que nos fuimos a curiosear por ahí.
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Tiramos hacia Adventureland. Atravesamos el inestable puente de cuerdas, vimos el barco de los piratas y pasamos bajo un cartel que decía “Pirates of the Caribbean”, pensamos que era un acceso a otra zona, pero era la entrada a otra atracción. Como ya estábamos allí, hicimos un poco de cola, unos 15 minutos y montamos en unos barquitos que, en una especie de montaña rusa acuática, te muestras diversos escenarios de los tiempos de los piratas, con explosiones y luchas. Bonito.
Salimos de la atracción y vimos que cada vez había más gente, y más gente, y más gente….. Sin duda la Semana Santa es una fecha puntera en el parque y posiblemente, no la más adecuada para visitarlo.
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Vimos un baile de Peter Pan y los piratas de Garfio y nos fuimos hasta la Big Thunder Mountain que llegaba nuestro turno. La cola era tremenda y muy lenta, pero con el fast pass entramos por otro acceso que nos llevó casi directamente hasta la cabeza de la cola. Cinco minutos de cola y un acceso muy controlado y organizado a la atraccion (como en el resto de atracciones). Divertida la montaña, buen sistema el del fast past y perfecta organización. El personal del parque siempre al quite de cualquier contingencia.
Caminamos por el pasaje de Aladdin y en ocasiones el gentío nos hacía detenernos. Los cochecitos con niños pequeños, los globos de Minnie, los despistados fotógrafos con viseras de Pluto, los apelotonamientos ante carruseles o incontables puestos ambulantes hacían en ocasiones muy dificil el libre tránsito.
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Subimos a la cabaña de los Robinsones (una casa construida en un gigantesco árbol artificial que parece real). No merece mucho la pena.
Tras la fugaz visita al arbol, cogimos Fast Pass para El vuelo de Peter Pan, eran las 12:30 y nos daba turno para las 15:20, así que nos fuimos a ver el resto del parque, tiendas, el Castillo, vimos algún personaje (bastante menos de los que esperábamos), también un tren del que bajaron bailarines y personajes y pusieron a bailar a toda la crialada…
Montamos en unos barquitos que te llevan por paisajes de cuentos infantiles (bastante soso pero no había que esperar cola). Entramos en tiendas e hicimos alguna compra. Comimos y nos llegó el turno para el vuelo de Peter Pan. Una gran decepción, sin duda. Después de tantas horas de espera, no nos pareció nada del otro mundo.
Pero bueno, de momento, la cosa pitaba bien. Dada nuestras particulares fisonomías yo tenía miedo de que algún crio nos confundiese con la Bella y la Bestia

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Hasta que no usas un fast pass, no es posible sacar otro y tampoco todas las atracciones tienes fast pass, con lo cual, al final lo usas un número muy limitado de veces (en nuestro caso, sólo dos veces). Puedes montar en las atracciones sin fast pass, pero te exponías a colas de 50 minutos (el parque estaba hasta la bandera) y no estábamos dispuestos a estar una hora en una cola para montar 3 minutos en una atracción de feria.
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Así que una vez usado el fast pass anterior, fuimos hasta un simulador de vuelo de Stars Wars en Discoveryland, pero… ¡¡daba un turno para casi cinco horas despues!! Un reloj indica para cuando dan turno en ese momento y si cogíamos a las 15:30 que eran ya, daba para las 20:50 y lo cierto es que no teníamos ganas de estar mucho tiempo más en el parque así que no lo sacamos. Entamos en el Nautilus del Capitán Nemo y nos parece un auténtico bluff.
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La afluencia de gente no cesaba y comenzaba a ser realmente agobiante. Eran las 16:00 y la gente ya se empezaba a sentar en las aceras de Main Street para tomar sitio desde el que ver la cabalgata de las 17:00. Entramos en un par de tiendas más y a las 16:30 abandonamos el mundo Disney.
No me arrepiento de haberlo visto, pero tampoco me encantó. Seguramente, el gentío me impidió disfrutar algo más del parque y de sus atracciones. Puede que tampoco sea un sitio para visitar sin crios, posiblemente verlo con la ilusión de un niño al lado hubiera cambiado mucho nuestra perspectiva del parque.
Fuimos a la estación del RER y la maldita Mobilis nos volvió a dar problemas, no se abría la puerta. En la taquilla, una operaria comprobó las tarjetas y estaba todo correcto. Nos abrió un portón para que pasásemos al andén. Tomamos el tren y nos fuimos hasta la zona de Les Halles.
Pza Joachim du Bella y Centro Comercial Forum Les Halles
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En la Plaza Joachim Du Bella se concentraba mucha gente joven de color charlando, viendo y dejándose ver. Mucha actividad en esa plaza. Entramos en el Centro Comercial Les Halles. Un enorme centro comercial subterraneo en el centro de Paris, parece ser que ocupa el espacio del antiguo mercado de la ciudad. No estuvimos demasiado tiempo, las tiendas no tenían ningún encanto especial.
Nos sentamos en una terraza de la zona a disfrutar de la Happy Hour y nos tomamos unos buenos cancarros de cerveza (50 cl) a 5 euros o 4,5, según el bar al que acudas. Como cada noche, fuimos a cenar al Barrio Latino.
Pero antes hicimos una parada casi obligatoria para todo forero que se precie de serlo. La muy recomendada por los foreros visita a la librería Shakespeare & Co, frente a Notre Dame, en el 37 de Rue Bucherie.
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La librería en cuestión la abrió en 1951 el norteamericano George Whitman, quien tras tomar parte en la 2ª Guerra Mundial se instaló en Paris. Aunque antes que George, Sylvia Beach regentó otra librería con el mismo nombre en la rue Odeon entre los años 1914-41 que fué punto de encuentro de autores como Hemigway, Fitzerald o Joyce. De hecho Sylvia Beach fue la primera editora del Ulises.
El establecimiento actual es un delicioso caos de dos pisos, donde se agolpan libros nuevos y de segunda mano. Ha sido siempre centro de reunión de los buenos aficionados a la literatura. En una pared hay montones de notas y fotos clavadas por los visitantes. Busqué entre las notas, fotos y dibujos algún recuerdo de miembros del foro (que se que los han dejado en sus visitas) pero no logré encontrar ninguno.
Abandonamos el histórico establecimiento y nos fuimos a cenar al Barrio Latino. Era jueves y nos percatamos de que en locales que los días previos ofrecían menús por 12 euros, los ofrecían ahora, con la llegada del aluvión de Semana Santa, a partir de 16 euros (franceses si, tontos no!). De todas formas, algún local aún mantenía combativamente precios de temporada baja, y elegimos otro con menú de 12 euritos.
Cantando a la luna de Paris
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Cenamos y cruzamos la carretera para acercarnos hasta la orillas del Sena. Ojo con los pasos de cebra en Paris, creo que tienen una función meramente ornamental

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Así que compramos billetes y subimos al barco. Mientras esperábamos a que llegase la hora de salida (22:30) vi lo que me pareció uno de los mejores planes para la noche de Paris. Una pareja descansaba a la orilla del Sena, sentados en el murito del paseo, con los pies colgando y contemplando el precioso lateral de Notre Dame mientras charlaban tomándose unas cervezas. Parece una simpleza, pero seguro que no lo es. Un buen plan, sin duda.
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El paseo es muy agradable y conviene abrigarse (yo iba con un par de camisetas dado la buenísima temperatura y navegando por el rio y con la velocidad del barco pasé un poquito de frio).
Desde Notre Dame fuimos llegando hasta la Torre Eiffel. Era la primera vez que la veíamos iluminada, por la noche, y la verdad es que es aún más bonita que de día.
Y, subitamente, por toda la torre, de arriba a abajo empiezan a chisporrotear destellos azules. Algo inolvidable e inesperado, un auténtico espectáculo que primero te deja con la boca abierta y luego te hace sonreir.
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Una chica sentada a nuestro lado nos comentó que a las horas en punto (eran las 23:00) encienden esas lucecitas que hacen aún más espectacular si cabe la torre.
La singladura transcurrió con normalidad y nos apeamos en el mismo muelle en que tomamos el barco. Camino al hotel atravesamos un puente, mejor dicho, una pasarela peatonal a la altura del Louvre que estaba absolutamente tomada por grupos de gente joven haciendo botellón. Pero centenares de personas, toda la pasarela al copo, al igual que en las orillas del rio (la verdad, no me extraña, con los precios de los bares cuando no hay happy hour...)
Botellón Parisino
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