22 de mayo de 2008, jueves.
Antes de ir a la Ciudad Prohibida, nos queda ver el Mausoleo de Mao Zedong así que cogemos el bus nº 2 y allí nos dirigimos. Esta es la cola para entrar:
Cuando nos ponemos en la cola se acerca un chino a nosotros y, como puede, nos hace comprender que no se puede entrar con nada y que nos acompaña hasta donde se pueden dejar las mochilas que llevamos en una consigna. Es al otro lado de la avenida pero cuando llegamos no nos apetece dejar la mochila de la fotografía, así que le damos las gracias al chino y nos volvemos a la cola.
Decidimos entrar por separado y que el que se queda fuera aguante las dos mochilas. Yo entro primero y quedamos en la puerta de detrás. Esta es la salida:
Decidimos entrar por separado y que el que se queda fuera aguante las dos mochilas. Yo entro primero y quedamos en la puerta de detrás. Esta es la salida:
Se tarda justo un cuarto de hora desde que te pones en la cola, hasta que vuelves a salir por la puerta de detrás. Hay mucha gente y te hacen pasar dos controles de seguridad, pero todo va muy rápido porque no dejan que la gente se pare. Tampoco permiten hacer fotografías dentro. El buen señor está de cuerpo presente en una urna y parece un ninot de cartón piedra.
Cuando los dos hemos salido hacemos las últimas fotos en la plaza, porque seguramente no volveremos aquí y nos encaminamos a la Ciudad Prohibida.
Cuando los dos hemos salido hacemos las últimas fotos en la plaza, porque seguramente no volveremos aquí y nos encaminamos a la Ciudad Prohibida.
Compramos las entradas (60 yuanes) y una guía de esas que tienen un pinganillo, en español claro, y hacemos la visita siguiendo sus indicaciones.
La Ciudad Prohibida es más de lo mismo y está todo un pelín descuidado. Hay dos edificios vallados porque los están arreglando. Aunque las fotos parezcan del mismo sitio no lo son; fijáos en que una valla es roja y otra azul.
La Ciudad Prohibida es más de lo mismo y está todo un pelín descuidado. Hay dos edificios vallados porque los están arreglando. Aunque las fotos parezcan del mismo sitio no lo son; fijáos en que una valla es roja y otra azul.
En general, en la Ciudad Prohibida la distribución es la siguiente: una puerta, un edificio y una gran explanada; otra puerta, otro edificio y otra gran explanada. Así todo hasta que llegas al otro extremo. Las explanadas son de un tamaño mayúsculo y no tienen ni una sola sombra, como no sea que te vayas a los laterales
Lo normal es que no te dejen entrar a los edificios (salvo a algunos que tienen algo expuesto). Esta es la cama de los emperadores que tuvimos que ver a través de un cristal y peleándonos con un montón de gente que quería, como nosotros, acercarse:
Os pongo unas cuantas fotos más pero, como en todo el diario, omito los detalles de historia que cuenta mejor que yo cualquier guía:
Tinajas como esta podréis encontrar en cualquiera de las visitas que hagáis. Tienen una utilidad más allá de lo decorativo porque como todos los edificios son de madera, tenían pavor a un posible incendio y claro, todavía no se había creado el cuerpo de bomberos así que tenían siempre los chismes llenos de agua, por si las moscas. En la foto el tamaño engaña porque pueden caber dentro varias personas:
Esta es una placa conmemorativa, como muchas otras que hay en otros palacios. Esta tiene de particular que pesa no se cuánto montón de toneladas y tiene un metro de grosor. La trajeron desde una cantera a 50 kilómetros de Beijing y tardaron 28 días porque lo hicieron a base de hacer pozos de agua por el camino, la congelaban (no se cómo, la verdad) y hacían deslizar la placa de mármol por el hielo. Todo a base de cuerdas y personas tirando de ella, nada de máquinas claro. Por cierto, también aquí el tamaño engaña porque el puntito azul que se ve al fondo es una persona.
Y este es un árbol resultado de unir un ciprés y un pino. Ya veis que tiene dos troncos y a partir de la unión, sale un solo árbol:
Cuando llegamos al final, la autoguía nos dice que podemos volver de nuevo hacia atrás y que elijamos de los dos laterales, el que prefiramos, para que nos vaya contando lo que vemos, pero como ya hemos andado bastante decidimos no volver atrás así que dejamos el pinganillo, nos devuelven la fianza que dimos por él y nos marchamos.
La puerta Norte, que es la contraria a la de la plaza de Tiananmen tiene una bonita vista del Parque Jingshan:
La puerta Norte, que es la contraria a la de la plaza de Tiananmen tiene una bonita vista del Parque Jingshan:
Llegamos andando hasta el hotel, que está muy cerca, callejeando y viendo las tiendas. Nos llama la atención, sobre todo, cómo venden la comida. Todo está muy sucio, los animales paseandose entre la comida y si además piensas en el asunto de los escupitajos, pues no apetece mucho comprar, la verdad.
Esta es la carnicería:
La venta y transporte de huevos:
Y la frutería:
La venta y transporte de huevos:
Y la frutería:
A las 16:30 nos vamos a ver la Universidad donde estudia nuestro hijo. Nos enseña el campus y nos lleva al despacho que comparte con otros estudiantes y es donde hacen el proyecto de fin de carrera.
Yo quería acercarme al gimnasio que será la sede olímpica de bádminton y gimnasia rítmica pero todos los alrededores están en obras y es imposible. Dice que la semana anterior estaba todo terminado, que no entiende por qué lo han vuelto a levantar.
Nos damos un paseo por las calles adyacentes a la Universidad y vemos más de cerca el día a día de esta ciudad; lo que no ven los turistas. Ponen el quiosco de venta en cualquier sitio (la ventana de su casa, la portería, en misma acera de la calle) y venden de todo (verduras, ropa, música, tabaco, … de todo).
Para cenar, repetimos en el sitio al que ya habíamos ido otro día, donde ponían los tendones de cordero en pinchitos, que a los dos les gustaron mucho y cenamos por 147 yuanes los tres. De ahí al hotel y directos a la cama.
Creo que no lo he comentado hasta ahora, pero tengo que decir que las camas en las que hemos dormido en este país son muy duras. En este hotel un día hasta me asomé al colchón a ver si era de verdad un colchón o una tabla. Cada día nos levantamos con los huesos molidos y con la sensación de haber dormido en el suelo.
Yo quería acercarme al gimnasio que será la sede olímpica de bádminton y gimnasia rítmica pero todos los alrededores están en obras y es imposible. Dice que la semana anterior estaba todo terminado, que no entiende por qué lo han vuelto a levantar.
Nos damos un paseo por las calles adyacentes a la Universidad y vemos más de cerca el día a día de esta ciudad; lo que no ven los turistas. Ponen el quiosco de venta en cualquier sitio (la ventana de su casa, la portería, en misma acera de la calle) y venden de todo (verduras, ropa, música, tabaco, … de todo).
Para cenar, repetimos en el sitio al que ya habíamos ido otro día, donde ponían los tendones de cordero en pinchitos, que a los dos les gustaron mucho y cenamos por 147 yuanes los tres. De ahí al hotel y directos a la cama.
Creo que no lo he comentado hasta ahora, pero tengo que decir que las camas en las que hemos dormido en este país son muy duras. En este hotel un día hasta me asomé al colchón a ver si era de verdad un colchón o una tabla. Cada día nos levantamos con los huesos molidos y con la sensación de haber dormido en el suelo.