Día 4 de junio ✏️ Diarios de Viajes de Noruega

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El objetivo principal de nuestro segundo día en Noruega fue la subida al Preikestolen (El Púlpito).

Nos alojamos en el hotel Park Inn By Radisson Stavanger, el desayuno buffet bestial. En el hotel, al igual que en el resto de hoteles Rica y Radisson de Stavanger, tienen información sobre la subida al Preikestolen. Además, un autobús hace un recorrido por estos hoteles recorriendo turistas y llevándote al punto del puerto en el que se coge el ferry a Tau.
Nosotros cogimos este bus (que salía sobre las 9 de la mañana) y fue un error. Para ir al Preikestolen en transporte público lo mejor es:
Ir al puerto, subirse en el transbordador a TAU y allí comprar la combinada para el Preikestolen. Esto incluye el transbordador y un bus que va directo desde Tau hasta el pie del Preikestolen.
La opción que nosotros excogimos te salía más cara y el bus que coges en TAU es un bus urbano que se va parando en muchísimas paradas.

Ya una vez en el inicio a la subida, puedes encontrar una tiendecita, un restaurante y WC.

Para subir al Preikestolen no hace falta tener una forma física enorme, la nuestra no lo es, pero lo que nos sorprendió realmente fue que vimos subir gente de características bastante sorprendentes:
- Niños
- Padres subiendo bebés a sus espaldas
- Señoras de más de 65 años y con sobrepeso
- Y hasta un hombre de más de 50 años con muletas.

Con esto no quiero decir que la subida sea sencilla, de hecho, tienes 5 o 6 cuestecitas que vas subiendo por auténticas piedras enormes que cuestan bastante, pero al final subes.

Como ya he dicho, nuestra forma física no es la ideal, nos fuimos parando varias veces a descansar, a hacer fotitos y a coger agua de los arroyos y tardamos menos de 2 horas y media, así que alguien en buena forma física y que no se pare puede tardar perfectamente 1:30, pero lo lógico en este lugar es pararse.

La recomendación es llevar algunas capitas, por si en algún momento el calor aprieta (que lo hará) o si el viento frío nos pide más ropa, además de una mochilita con una botella de agua y comida. Comer en el Púlpito lo hace muchísima gente, nosotros incluso vimos gente haciendo barbacoas allí arriba.

En bajar tardas algo menos, aunque hay que tener cuidado con los tobillos, seguro que más de uno se habrá fastidiado el pie al bajar entre tantísima piedra enorme.

No lo he comentado, pero en todos los transbordadores se puede comer, de hecho, muchos noruegos salen disparados a la cocina cada vez que entran en uno.
Los precios no son caros (excepto para la cerveza). Recomendaré los hotdogs (por su precio aceptable) y los softice (unos cucuruchos de nata que cubren de chocolate o varias cosas raras) y que están realmente buenos.

A la tarde llegamos a Stavanger, recorrido por la ciudad (tiempo más que de sobra para ver el viejo Stavanger, la catedral y el puerto).

A pesar de que el sol no se había ocultado a las 23:00, nos fuimos para el hotel a descansar, que el día había sido bastante completo.

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