Osaka la fuimos viendo por partes: la tarde que volvimos de Koyasan vimos toda la zona de Dotombori, la tarde que volvimos de Nara aprovechamos para ver el atardecer desde el Umeda Sky Building, y a la mañana siguiente disfrutamos del castillo y de la zona de Shinsekai.
Dotombori es el barrio del entretenimiento osakiense por excelencia, llena de neones, restaurantes, bares, tiendas… Es la zona sur de la ciudad, como contrapunto a la zona norte, más de negocios, rascacielos y hombres trajeados. Precisamente por este ambiente, y por su cercanía a los trenes que íbamos a ir cogiendo esos días, elegimos un hotel en esta zona. Y aunque en los mapas todo parece que está cerca, la realidad es que esta parte de la ciudad es enorme, pero afortunadamente existe un pasadizo subterráneo que conecta las distintas estaciones de metro/tren y que viene muy bien para no perderse o para cuando llueve.
Pues bien, al volver de Koyasan decidimos adentrarnos en los neones de Dotombori, ya que la noche anterior (la de nuestra llegada a Osaka) la experiencia no había sido muy buena, entre la lluvia y la desorientación. La parte más famosa es quizás la calle que bordea al canal Dotombori, donde están los famosísimos neones a lo Blade Runner:
Merece la pena dar un buen paseo por la zona, disfrutando del ambiente, de la gente, de las tiendas y de las fachadas de los restaurantes, a veces de lo más curioso:


Pero además de bullicio y luces, en Dotombori hay sitio para un templo de lo más curioso: está medio escondido en un callejón pero viene en todas las guías, se llama Hozenji, es muy pequeñito, y la particularidad que tiene es que todo el que para a rezar en él vierte agua con un cacito sobre la estatua, que está completamente cubierta de musgo. Es muy curioso quedarse un rato observando a los japoneses rezar y luego regar la estatua!
En esta zona también está el barrio de Amerikamura, pero a nosotros no nos pareció nada del otro mundo, simplemente una placita con unas pantallas gigantes echando videoclips, alguna tienda de ropa estilo americano, y poco más. No vimos nada que nos llamara la atención. Pero el resto, toda la parte del canal, la tienda “Don Quixote” con su famosa noria (es la que aparece en la foto de al lado de la vaca colgante, y que por cierto tengo que recomendaros que os deis una vuelta por dentro, es un sitio idea para comprar regalos), los restaurantes (muchos con peceras llenas de fugu o pez globo, una de las especialidades de la zona)… nos encantaron. Tanto, que al día siguiente volveríamos para cenar aquí.
______
La siguiente tarde la aprovechamos para ir a la zona norte de la ciudad y ver quizás el edificio más famoso y espectacular de Osaka: el Umeda Sky Building. Lo curioso de este edificio, a parte obviamente de su peculiar estructura, es el mirador que tiene en la parte superior y las maravillosas vistas de la ciudad que ofrece. Lo mejor es llegar un ratito antes del atardecer para poder disfrutar de vistas tanto de día como de noche. Nosotros llegamos a la estación de Osaka a eso de las 6, y desde ahí son unos 20 minutos de paseo hasta llegar al Umeda. La entrada no es barata, son ¥700 por persona, pero merece mucho la pena si el día está despejado.
La subidita en el ascensor de cristal es de vértigo, y el último tramo, el de las escaleras mecánicas en forma de “V” que se ven en la foto anterior y que te llevan de un lado al otro del edificio, es espectacular, aunque impresiona menos de lo que me esperaba. Las vistas desde arriba, por supuesto, son increíbles, tanto de día como de noche. Juzgad vosotros mismos:



En total estuvimos como 45 minutos ahí arriba disfrutando de las vistas y haciendo millones de fotos. Cuando bajamos ya era completamente de noche, pero todavía pronto, así que decidimos coger el metro para volver a “nuestro barrio” y cenar otra vez en Dotombori. Por cierto, esta fue la única vez que cogimos el metro en Osaka en tres días, porque para los demás trayectos nos apañamos bien con el JRP, y nos pareció súper caro: ¥230 por tres paradas! En Dotombori dimos una vuelta y finalmente nos decidimos por un restaurante de takoyakis y okonomiyakis (se nota que nos encantaron?), que nos pareció un poco caro en relación con la cantidad de comida (¥2875), pero estaba bastante bueno.
______
Al día siguiente ya nos despedíamos de Osaka. El plan era salir relativamente pronto, enviar la maleta con Yamato Transport directamente a Kumamoto para no cargar con ella ese día, y en el camino parar en Kobe. Pero viendo que hacía un día estupendo y que nos quedaba por ver el castillo, y como yo seguía empeñada en encontrar DenDen Town después del chasco de la primera noche, cambiamos de planes y decidimos quedarnos a pasar la mañana en Osaka y luego ya ir del tirón hasta Kumamoto, sacrificando Kobe. Está claro que no se puede hacer todo, y preferíamos ver menos cosas pero bien que intentar abarcar mucho y acabar yendo a la carrera. Así que dejamos la maleta en recepción de nuestro flamante hotel y pusimos rumbo al castillo en la línea circular de JR (Loop line) aprovechando nuestro JRP. Después de un buen rato llegamos a la parada de Osakajokoen, que da a la parte oeste de los jardines (de ahí el nombre: jo=castillo, koen=jardín), y desde ahí hay que dar un paseíto para llegar al castillo. El castillo de Osaka no es espectacular, pero tampoco es decepcionante, quizás demasiado “moderno” o colorido con tanto verde y dorado, pero sobre todo por el ascensor que le han plantificado en una de las esquinas, que queda totalmente fuera de lugar. Pero merece la pena una visita rápida si se tiene tiempo suficiente, porque es bastante agradable y además es gratuito si no quieres entrar dentro.
Nosotros pasamos un buen rato allí, tanto que nos dio el hambre (porque no habíamos desayunado) y decidimos comer allí mismo en una terraza aprovechando que hacía muy buen día. Pensamos que sería una clavada pero qué va!! Comimos muy bien y muy barato, por menos de ¥2000 nos metimos unos señores boles de udon con tempura, con cervecita y coca cola, que nos sentaron estupendamente. Y de postre unos heladitos, que con lo que les gustan a los japoneses no íbamos a ser menos nosotros!
Después de comer volvimos hacia la estación de tren para ir hacia la zona de Shinsekai, en nuestro último intento por encontrar DenDen Town. Aquí tengo que explicar que mi empeño no era por comprar artículos electrónicos (que no son tan baratos como yo pensaba), sino porque quería encontrar alguna tienda con muñecos de Dragon Ball para comprar regalos a mis hermanos, y como no iríamos a Tokyo, mi última esperanza estaba en Osaka. Así que cogimos de nuevo la JR Loop line y nos bajamos en Shinimamiya para ir andando desde allí, y así atravesamos la zona de Shinsekai, no tan famosa como Dotombori pero del mismo estilo (y con bastante peor fama): tiendas, restaurantes y neones, aunque nosotros la vimos de día.

Aquí encontramos una tienda de ropa donde aprovechamos para comprar algunas camisetas y sudaderas muy chulas a buen precio. Seguimos subiendo por Sakaisuji hasta que llegamos, por fin!!, a DenDen Town, que es el equivalente a Akihabara en Osaka, es decir, electrónica y manga. La electrónica no nos pareció especialmente barata, pero fuimos capaces de encontrar una tienda especializada en Dragon Ball que era el paraíso para una friki como yo: muñecos de todos los tamaños y materiales de absolutamente todos los personajes, incluso algunos desconocidos. La pena es que no me dejaron hacer fotos… pero pude comprar un montón de regalos que luego triunfaron en España.
Y para rematar el día, justo en esa zona vimos varias chicas disfrazadas, supongo que estarían anunciando algún “maid café”:
Ahora sí, nos despedimos de Osaka y volvimos al hotel a por la maleta, de ahí a ShinOsaka a coger el shinkansen que nos llevaría hasta Kumamoto en algo menos de 4 horas. En realidad, tardamos más, porque al hacer “escala” en Hakata nos coincidió con la hora de cenar y decidimos parar, maleta en mano, y cenar en el estupendo teppanyaki de la estación que habíamos descubierto en nuestros primeros días en Japón, hacía ya tanto tiempo…

Después de una buenísima cena (¥2180) cogimos otro shinkansen que en 45 minutos nos dejó en Kumamoto, que ya sería nuestra base de operaciones para lo poco que nos quedaba de viaje. Era bastante tarde y sólo queríamos llegar al hotel para descansar que al día siguiente teníamos excursión a Kagoshima.