Segundo día en Kyoto. El plan: visitar la zona del Kinkakuji y luego coger el tren hacia Arashimaya. Después de otro delicioso desayuno en starbucks (¥1390) nos pusimos en marcha. Esta vez no compramos pase de bus porque sólo íbamos a hacer un par de trayectos a ¥220 cada uno, así que justito para que no nos compensara el pase. Por cierto, en el starbucks pedimos cambio de un billete de 10000 para el bus, después de haber desayunado ahí, y no nos lo dieron… en Japón es difícil que te cambien, incluso en el banco te cobran!!! Así que tuvimos que comprar una botella de agua (¥110) en el subterráneo de la estación para tener cambio para el bus, y ahora ya sí, nos subimos al bus (valen el 101 y el 205, pero si podéis elegir, siempre el 101 porque es “exprés” y hace muchas menos paradas, y aún así tarda un buen rato…). Llegamos a las 9:30 pasadas, un poco más tarde de lo que me hubiera gustado, pero no había mucha gente todavía. Pagamos la entrada religiosamente (¥400, pero esta era especialmente bonito, con un papel muy chulo con los kanjis en negro) y entramos entre grupos de escolares. La visita es bastante rápida porque hay poco que ver: un lago con el pabellón dorado al otro lado, lo bordeas, y listo. Eso sí, es espectacular, y tuvimos la suerte de que nos hiciera muy buen día sin nada de viento, con lo cual el reflejo en el agua era perfecto:

Después de hacer mil fotos desde todos los ángulos posibles, fuimos hacia la salida, parando en las tiendas para cotillear los múltiples amuletos que venden, como en todos los templos. Al salir vimos que acababan de llegar 3 autobuses turísticos así que nos alegramos mucho de haber llegado antes que ellos.
Desde el Kinkaku lo normal es acercarse a ver el Ryoanji, pero nosotros nos lo saltamos porque nos parecía un poco exagerado pagar ¥500 por barba para ver sólo un jardín zen, después de haber visto ya algunos muy bonitos; las fotos del Ryoanji que habíamos visto en internet no nos habían entusiasmado tampoco, y en todas las guías pone que está petado siempre… así que a otra cosa. Al que sí que fuimos (en bus) es al Ninnaji, que es gratuito, patrimonio de la Unesco y fundado en el siglo IX. Tiene varios edificios, pero quizás lo más impresionante es su pagoda de 5 pisos.
Al salir por un camino lateral nos encontramos de casualidad con un templito pequeño con estatuas de Buda que nos recordaron mucho a Tailandia:
Desde el Ninnaji nos acercamos a la estación de Omuro de Keifuku Railways, que con un trasbordo te lleva a Arashiyama. El tren es muy curioso, sobre todo el del segundo tramo, que es en plan antiguo. El viaje son ¥200 y se tarda unos 20 minutos. Al salir de la estación de Arashiyama nos envolvió la marabunta… ahí sí que había gente! Con el día tan bueno que hacía y todos los cerezos en flor, normal… Fuimos dando un paseo hasta el puente Togetsukyo, que en otoño tiene que ser espectacular por la cantidad de arces (momijis) que se ven al otro lado:

Media vuelta y otra vez hacia la estación para ver el templo que hay justo enfrente: Tenryuji (por el camino fichamos un restaurante para comer después de visitar el templo). Este templo también es patrimonio de la Unesco, y es bastante grande.
Hay dos tipos de entradas: una para el jardín (¥500) y otra para el jardín y el interior de los edificios (¥600). Pensamos que por sólo ¥100 más podíamos coger la combinada, y luego nos dimos cuenta de por qué sólo hay esa diferencia: con la entrada del jardín es suficiente, porque se ve lo mismo (bueno, quizás se vean un poco mejor las puertas de papel de arroz pintadas que hay dentro del templo si compras la entrada combinada). Este simpático ¿monje? te da la bienvenida al entrar al templo principal:
El jardín es bastante bonito y está considerado uno de los más antiguos. Es muy extenso, nosotros no lo recorrimos entero.

Al salir del Tenryuji teníamos ya mucha hambre así que fuimos al restaurante que habíamos fichado antes en la calle principal. Tenía, como todos, los modelos de plástico en el escaparate, y habíamos visto que tenían muchos platos de udon (fideos gordos que nos encantan) y arroz, y muy bien de precio (¥2050). Recuerdo que estaba al lado de una tienda que tenía un par de sombrillas rojas bien grandes en la entrada. Yo me comí unos tempura udon fríos que estaban de muerte:
Después de comer queríamos ver algún templo más de los muchos que hay en la zona. El Daikakuji tenía buena pinta pero quedaba algo apartado, así que nos decidimos por Gioji (¥300) gracias a los comentarios del diario de jbsiena. Por el camino se atraviesa el famoso camino de bambú:
Efectivamente, tal y como cuenta jbsiena, la tranquilidad que se respira en ese templo es impresionante. El bambú, el musgo, las flores… nos encantó. Es muy pequeñito, pero nos quedamos un buen rato haciendo fotos a todo.

Después de este último templo, decidimos dar por terminado el día y volver a la ciudad, esta vez en línea JR hasta la estación central, que para eso teníamos el JRP activo. Como nos sobraba tiempo decidimos hacer la primera colada del viaje en el hotel. En el último piso, además del onsen hay lavandería. La lavadora es gratis (el jabón también) y la secadora cuesta ¥100/20 minutos. Un chollo, vamos. Así que nos tomamos la tarde con calma y nos dedicamos a disfrutar del onsen mientras se lavaba la ropa. Para cenar, como estábamos vagos, bajamos al combini de la entrada del hotel y compramos la cena. Los combinis tienen comida preparada, más que decente y muy barata. Además, el hotel tenía microondas en el pasillo, imaginamos que para estas cosas. Cenamos pollo, sushi y arroz por ¥1025, cerveza incluida. Y con esto se termina nuestro segundo día en Kyoto, pero nos quedaban dos más!!