Nuestro segundo día en Osaka lo dedicaríamos a visitar Nara, antigua capital y una de las excursiones de ida y vuelta más recomendables desde Kyoto u Osaka, ya que se encuentra a medio camino entre ambas ciudades. Desde nuestro hotel sólo teníamos que bajar a la estación de JR Namba y coger allí el tren que nos llevaría a Nara, incluido en el JRP. En este trayecto tuvimos nuestra única mala experiencia en los trenes japoneses, y es que nos equivocamos y en algún punto del trayecto teníamos que bajarnos y cambiar de tren (algo que no salía en hyperdia y que por lo visto se anunció por megafonía del tren, pero sólo en japonés, claro), así que cuando nos dimos cuenta tuvimos que bajar y esperar al siguiente tren en el otro sentido. Con todo esto perdimos un buen rato y llegamos a Nara bastante tarde, pero bueno, aún así, no nos quejamos porque ya digo que fue nuestro único “incidente” y en el fondo no fue para tanto.
Al llegar, nos acercamos a la tienda de información turística que hay nada más salir de la estación, donde muy amablemente nos dieron unos mapitas y unos folletos sobre la ciudad, y nos recomendaron qué itinerario seguir (aunque ya lo llevábamos mirado, claro!). Así que enfilamos Sanjo Dori, la calle comercial más importante, y pusimos rumbo al Nara Park, donde se concentran la mayoría de las atracciones de la ciudad. Precisamente esto hace que la visita a Nara se pueda hacer en un día sin problemas, al estar todo juntito en un parque plagado de ciervos es muy agradable de ver dando un paseo entre estos “mensajeros de los dioses”.
Un vez en el parque, el primer templo que te encuentras es Tofuku-ji, que destaca por su pagoda de 5 pisos, aunque a estas alturas ya habíamos visto varias y no nos impresionó tanto. Además de la pagoda, aquí vimos a los primeros ciervos (que también habíamos visto ya en Miyajima) y algún que otro edificio más.
El día no estaba todo lo soleado que a mí me hubiera gustado, pero por lo menos no llovía. Nos dimos cuenta de que los ciervos parecían más interactivos que los de Miyajima, o estarían más acostumbrados a que la gente les diera comida, no sé. El caso es que me animé a comprar una bolsita de galletas de esas de ¥150 y los tíos se volvían locos. Eso sí, bastante respetuosos, nada de robarme el mapa ni cosas de esas! Incluso me hacían las famosas reverencias antes de recoger su galletita sin problemas:
Desde Kofuku-ji fuimos andando por el parque hacia el siguiente gran templo, y en este recorrido tuvimos nuestros 10 minutos de fama del viaje. Se nos acercaron unos chicos que nos dijeron que eran de una tele local y nos querían hacer una entrevista. Claro, nos vieron cara de guiris, obvio, y qué mejor entrevista que a unos guiris! Así que chapurreando inglés, nos preguntaron de dónde éramos, cuánto llevábamos en Japón, qué habíamos visitado, nos dieron la enhorabuena por haber ganado el mundial (este era un tema recurrente, parece que lo hubiéramos jugado nosotros personalmente!!), mencionaron a Messi, Xavi e Iniesta (es increíble lo que les gusta el fútbol español a los japoneses), nos hicieron un par de chistes en japonés que obviamente no pillamos, y se hicieron algunas fotos con nosotros. Con los dos “entrevistadores” iba también un tío disfrazado de la mascota de Nara, algo así como un dios budista con cuernos de ciervo, que también se empeñó en hacerse fotos con nosotros, así que nos llevamos un recuerdo curioso. Cuando terminaron de grabar, nos dieron las gracias y nos regalaron unos cuadernos. Fue una experiencia interesante…
Después de nuestro ratito de fama seguimos caminando entre ciervos hacia el templo Todai-ji. Este templo es quizás el más famoso y espectacular de Nara, y está precedido por la enorme puerta Nandaimon, que no es tan grande como la que vimos en Kyoto, pero aún así impresiona y tiene una pareja de guerreros guardianes de tamaño descomunal.
Una vez que pasas la puerta te encuentras ya con el recinto del templo. Es bastante grande, y en el interior del edificio principal hay varias cosas muy interesantes que hacen que merezcan la pena los ¥500 de entrada. En primer lugar, dicen que es el edificio de madera más grande del mundo, pero además de eso es que alberga la mayor estatua de bronce de Buda de todo Japón. Hay varias estatuas de madera impresionantes, y una atracción muy conocida: un pilar de madera con un agujero en la base del tamaño de un agujero de la nariz del Buda por el que casi todos los visitantes intentan pasar, con mayor o menor éxito. ¿Por qué? Pues porque la leyenda dice que aquel que pase será bendecido con la iluminación. Los niños pasan sin problemas, claro, pero algunos adultos se quedan medio atascados y es bastante cómico ver cómo tienen que empujarles para que salgan. Por si os interesa, os diré que tiene truco: hay que entrar con los dos brazos por delante, estirados, y así no hay problema. Yo pasé, así que espero estar ya iluminada
Después de ver Todai-ji seguimos andando por el parque hasta llegar al tercer y último gran templo, el Kasuga Taisha, que en este caso es shintoísta. La mayor parte del recinto de este santuario es gratuito, pero si quieres entrar en la parte más interna tienes que pagar ¥500 de entrada. Nosotros nos conformamos con lo de fuera:
Aquí pudimos ver más ciervos, terminamos nuestras galletitas y pusimos rumbo de nuevo a la civilización atravesando el parque. Nuestra idea era terminar el día en Horyuji, que está a 12 km de Nara, camino de Osaka en la línea JR que teníamos que coger para volver, porque se supone que es un templo especialmente bonito (y especialmente caro, porque la entrada son ¥1000!). El problema es que es bastante grande y te recomiendan llegar allí poco después de las 3 para verlo bien sin prisas, y a nosotros se nos había hecho tarde y todavía teníamos que comer, y eran más de las 2 cuando salimos del parque. Así que sintiéndolo mucho decidimos tomarnos las cosas con calma en lugar de ir a la carrera y buscar un sitio para comer tranquilos y volver sin prisas hacia Osaka. La cosa no fue tan fácil como parece, a esas horas nos costó un poco encontrar dónde comer, y acabamos en un restaurante que además de comida japonesa tenía algo de comida coreana, y ahí tuve mi primera experiencia con el picante coreano (al final de mi estancia en Japón pude pasar 3 días en Seúl y la experiencia culinaria no fue todo lo bien que a mí me hubiera gustado…). Pedí bibimbap, que es un plato típico coreano que lleva arroz, verduras y carne y va servido en una fuente muy caliente. Por supuesto, también lleva picante, y aunque yo pedí el mío “suavecito”, picaba como no os imaginais. A pesar del picante, estaba bastante rico. La comida nos costó ¥1650.
Después de comer ya cogimos el tren de vuelta a Osaka directos y sin perdernos. Esa tarde aprovechamos para ir a ver la parte norte de la cuidad y el Umeda Sky Building, pero eso, como la noche anterior, ya os lo contaré en la siguiente etapa.