Bajamos a desayunar sobre las 9:00 y descubrimos la única diría yo sorpresa agradable que el hotel Galia nos tenía reservada: el salón de desayunos. Es como un bar antiguo muy bien decorado y el desayuno bastante completo con bollería, embutidos, fruta… eso sí, el zumo malísimo, no sé de qué era pero no fui capaz de tomármelo. Lo único que en comedor no estábamos sólo los huéspedes del hotel desayunando sino que también había puerta desde la calle y entraba gente de afuera que supongo que pagaría el desayuno y punto, el ambiente era un tanto extraño, como el hotel en general…
Después del desayuno inciciamos nuestra ruta turística por Bruselas: empezamos por el Palacio de Justicia, barrio del Sablon, iglesia de Notre Dame du Sablon…

Museos, Mont des Arts, edificio Old England (alberga el museo de los instrumentos de música)…

Palacio Real, Parque de Bruselas, Parlamento Belga...
Catedral de San Miguel y Santa Gúdula, Museo del Comic (no entramos porque lo que más nos apetecía ver era el edificio de Horta y en el vestíbulo se ve bastante y la tienda, donde hay un montón de muñequitos cuyo tamaño no es para nada proporcional a su precio)…


A la hora de comer teníamos pensado ir a Fritland a probar las famosas metralletas, a las que deberían cambiarles el nombre por bombas de relojería, muy ricas, yo pensaba que no me iba a gustar la carne esa rara pero me encantó, eso sí, llenan muchísimo…

Para la hora de comer prácticamente teníamos visto todo, asíque la tarde la dedicamos a saborear las delicias belgas: fresas con chocolate en Godiva (6 fresas por 5,30€), cervezas Delirium Tremens en Café Delirium (2 por 6,40€), cervezas en A la Morte Subite (2 por 8,25€ – probad la de frambuesa que está buenísima).

También aprovechamos la tarde para hacer el recorrido de los comics en las fachadas y vimos unos cuantos:

Cuando ya se hizo de noche dimos una vuelta por la zona de Santa Catherina donde estaba parte del mercadillo navideño (había otra parte junto a la Bolsa) y comprobamos que el Mer du Nord (local con una barra que da a la calle que sirve pescado y marisco bastante bien de precio) estaba cerrado pues sólo abría para las comidas, así que decidimos intentar ir al día siguiente antes de irnos para el aeropuerto.
Para cenar ese día (ya que el Mer du Nord estaba cerrado) elegimos el Amadeus, ya que en Gante se nos había quedado la espinita. Menos mal que era pronto porque al llegar había sitio pero cuando nos fuimos estaba totalmente lleno y ya había lista de espera. Lo normal en Amadeus es comer costillas “au volonté”, es decir, hasta que revientes. Las primeras vienen con patata asada con salsa de curry y una ensalada para acompañar, para las siguientes ya te preguntan si quieres la patata o no. Los huesos se van echando en una lata grande que hay en la mesa, nosotros sólo pudimos comernos dos raciones, también es verdad que fuimos sin mucho hambre. La cuenta de costillas para los dos y dos cervezas nos salió por 33,90€.

Después de la cena nos dimos una vuelta por el mercadillo navideño y tranquilamente nos fuimos yendo hacia el hotel para descansar.