Oslo ✏️ Diarios de Viajes de Noruega

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Volamos a Estocolmo desde Bilbao con las compañías Lufthansa y SAS. Elegimos como punto de llegada Estocolmo porque alquilar un coche aquí era más de 600€ más barato que hacerlo en el aeropuerto de Oslo. Aunque esto nos supuso meternos más de siete horas de viaje para llegar a Oslo el primer día.

Llegamos al aeropuerto a las tres de la tarde, y nos vamos directamente a la terminal de coches de alquiler. Hemos reservado con Hertz un Ford Focus para 16 días por un coste estimado de 650€. Sin embargo, nos dan un Volvo V50 SW, que casi me asusta cuando lo veo. Es enorme!!!!! Evidentemente no nos podemos quejar porque el coche es de una categoría superior a la que hemos reservado, pero me entran sudores fríos sólo de pensar en la cantidad de diesel que va a consumir…..
Sin embargo, en cuanto empezamos a circular con él, el coche es una sorpresa agradable. Es muy cómodo, y consume poquísimo!!!! A lo largo de los 16 días, el consumo no sube de 4,7 litros / 100km. Y eso se agradece considerando que de media un litro de diesel cuesta 13 NOK (sobre 1.7€)
El viaje hasta Estocolmo es largo pero no se hace nada pesado. El paisaje es bonito; amplias praderas muy verdes, salpicadas de granjas de madera rojo oscuro con las ventanas bordeadas de blanco…. Y desde la mitad del camino, más o menos, mucho lagos de aguas tranquilas. Bonito. No podemos resistirnos a parar un segundo y sacar una foto. Hace un frío bastante majo!!!!!


Cenamos por el camino, en un Burger King (no encontramos nada mejor…) y cuando llegamos a Oslo son casi las once. Nos cuesta bastante encontrar el hotel, Comfort Hotel Express. Primero, porque el GPS se pierde en cuanto entramos en los túneles que rodean la ciudad. Y después, porque todas las calles por las que nos manda (cuando conseguimos salir del túnel) están cortadas. A la mañana siguiente entendimos porqué!!!
En ese momento estamos cansados y con ganas de llegar al hotel, así que aparcamos en un parking cualquiera y nos dedicamos a arrastrar las maletas por media ciudad hasta que al fin llegamos. Desafortunadamente, yo había apuntado la dirección, pero no tenía muy claro dónde estaba en el mapa. Al día siguiente vimos que el hotel estaba al lado del parking!!! y nosotros dimos una vuelta de más de media hora.

La primera impresión de la ciudad es curiosa; es sábado por la noche, y aunque una temperatura muy agradable, vemos poca gente por la calle. Eso sí, oímos música que sale de bastantes ventanas, parece que la gente se monta la fiesta en casa…
Los alrededores del hotel parecen bastante descuidados. Hay muchos edificios llenos de pintadas y montones de ventanas rotas, lo que les da aspecto de locales abandonados. Sin embargo, el hotel está bien, bastante nuevo y la decoración muy moderna. Este ha sido de los hoteles más baratos del viaje (84€/noche). No te limpian la habitación si no lo pagas, pero si vas a estar poco tiempo tampoco importa mucho.

Cuando salimos a la mañana siguiente, entendemos lo de las calles cortadas y las ventanas rotas. El hotel está justo al lado del edificio del gobierno y de la sede del partido laborista, donde fueron los atentados hace un mes. Todas las vallas de los alrededores están cubiertas de flores, y hay bastante gente que se para y saca fotos. Mi chico y yo pasamos lo más rápido posible; a mí la verdad me da bastante respeto, y no me parece que sea como para ponerse a sacar fotos.

El calorcito de la noche anterior se ha desvanecido… de hecho, hace bastante fresco y pronto se pone a llover. Es domingo por la mañana y la Karl Johans Gate (principal arteria comercial de la ciudad) está totalmente vacía. Caminamos un rato largo buscando un sitio para desayunar, y al final acabamos comprando un café y un bollo para llevar en un 7Eleven.
Después de desayunar nos acercamos hasta la Nasjonalgalleriet. Como es domingo, entramos gratis!! No teníamos ni idea, pero nos alegramos. La galería es pequeña, nosotros que nos detenemos bastante en los cuadros le dedicamos apenas dos horas. Además del “El Grito” y otras obras de Munch, que son las que más atraen a la gente, tiene una colección interesante de pintura escandinava, sobre todo paisajistas, que nos gustaron mucho. Merece la pena verla.

Cuando terminamos nuestra visita, es más o menos la una de la tarde, y hay una cola de gente bastante maja para entrar. Además, están cayendo chuzos de punta!!!! El pequeño paraguas plegable que llevamos en la mochila no resulta muy útil, y nos compramos uno enorme en un puesto de souvenirs.

El plan para la tarde es visitar el parque Vigeland (el famoso parque de las estatuas). Nos acercamos a una estación de metro, y sacamos dos billetes, antes de darnos cuenta de que las puertas están abiertas… Hemos hecho el bobo, y nos hemos dejados más de 3€ por cada billete de metro.

Nos bajamos en Majorstuen, y lo primero que hacemos es buscar un sitio para comer. En una cafetería bastante chula, de decoración moderna y llena de gente joven (con pinta de noruegos) tenemos nuestro primer contacto con la comida en Noruega: dos platos de pasta y dos cafés, 400NOK (algo más de 50€). Caro, pero rico.

Buscando el parque Vigeland nos perdemos, porque esta zona no viene en el mapa de la ciudad que tenemos en la guía. Por suerte, una chica nos ve perdidos y se ofrece a echarnos una mano. Resulta que hemos caminado en la dirección contraria; nos acompaña un rato porque vamos en su dirección, y nos comenta (no será la última que lo haga a lo largo del viaje) que está haciendo un tiempo especialmente malo y lluvioso en Noruega este verano. Yupi!!!!! somos vascos y llevamos la lluvia con nosotros.

El parque es un poco sin más, igual es porque llueve y está lleno de turistas españoles que acaban de desembarcar de varios autobuses… pero no acabamos de verle el encanto. Algunas estatuas son curiosas, pero nada más, tampoco son ninguna maravilla. Nos sacamos un par de fotos y nos vamos.


De vuelta a la ciudad, nos acercamos al Palacio Real y a sus jardines, que no tienen absolutamente nada. No entramos en el Palacio. Seguimos caminando por la Karl Johans Gate, ahora algo más animada, y llegamos a la Domkirken, la catedral de Oslo.


El exterior de la catedral está lleno de flores, impone un poco, con estas cosas a mí se me quitan las ganas de reírme y de sacar fotos. Pasamos dentro, no tiene mucho que ver, salvo un bonito fresco en el techo, que es relativamente moderno; se pintó en los años 40, y para ello se destruyeron las pinturas originales de la catedral, lo que parece ser que generó bastante polémica.
Estamos cansados, y aunque es pronto nos vamos al hotel para darnos una ducha y salir a cenar temprano.
Esta noche nos acercamos al Aker Brygge, dando un paseo por la zona del Ayuntamiento. El Aker Brygge es un muelle, sin más, ni bonito ni feo, lleno de restaurantes.


Cenamos, bastante bien y a un precio razonable, un par de pizzas en un italiano. Aquí tenemos una de las mejoras anécdotas del viaje, porque mi chico, que aún no se ha hecho mucho al cambio, deja una propina de 3NOK (que no llega ni a 0.5€).

La mañana siguiente amanece mucho más soleada. Bien!!!! Nos acercamos a la Ópera de Oslo, una visita muy recomendable. El edificio es nuevo, y ha ganado varios premios de diseño internacional. Está construido junto al mar, en mármol blanco, y toda la zona está en obras todavía, así que me imagino que dentro de unos años, cuanto todo esté terminado, será una zona espectacular de la ciudad.

Por 100NOK cada uno, hacemos una visita guiada por el interior de la Ópera, bastante recomendable. Te enseñan todos los entresijos del edificio, sitios que normalmente no vemos, como las salas de vestuario de ballet, los mecanismos que mueven los decorados, etc… curioso.




Una vez terminada la visita, nos acercamos de nuevo al Aker Brygge, dando un paseo por toda la zona del Akershus Slott, pero sin entrar en ningún edificio ni museo, porque la verdad, no nos llaman demasiado.

Compramos un par de bocatas en un Deli de Luca, que nos comemos tranquilamente en un banco al sol. A la una, cogemos un ferry para acercarnos a la península de Bygdoy. Nuestra intención no es visitar ninguno de los museos, sino simplemente darnos una vuelta por la zona, y acercarnos a la playa de Hukkoden. No resulta muy buena idea, el barrio no es más que un barrio residencial, y la “playa” (en fin…. triángulo de arena sucia) parece una buena zona para hacer picnic pero nada más. Nos comemos unos helados sentados en un banco al sol y nos volvemos para el hotel.


Esta noche, nos acercamos a cenar a Grünnerlokka, un antiguo barrio obrero que ahora se ha convertido en lo que podríamos llamar “pijo alternativo”. Buen ambiente, muchas terracitas y parques, y gente joven tomando algo tranquilamente por todas partes. Cenamos en un restaurante francés, y pruebo mi primer salmón desde que estoy en Noruega (me sabe igual que el que compro en España…). Después, en un alarde de atrevimiento, nos tomamos un par de cervezas en una terraza. La cerveza es muy cara, pero nos sienta genial….

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