Nos levantamos pronto porque todavía teníamos 300km hasta LA. Como ya venía siendo habitual, el desayuno se servía en la recepción del hotel. Un “zumo” de naranja y ¼ de muffin, tenían perfectamente contados los trozos, ya sólo quedaban los nuestros y el de algún despistado. El hotel había sido un poco fiasco...
Emprendimos la marcha hacía Santa Mónica por la 101, donde llegamos a media mañana. Aparcamos en el paseo marítimo sin problemas. Había un grupo de típicos universitarios americanos, monísimos todos ellos, jugando a voley. Dudábamos entre contratar un tour en bus por la ciudad o recorrerla en coche. Pero como queríamos llegar pronto a Santa Mónica, finalmente decidimos ir al embarcadero y dar un paseo por allí.


Con poco ambiente y restaurantes caros de pescado, nos volvimos al coche y nos dirigimos rumbo a Santa Mónica a ver a los vigilantes de la playa. Poco después de dejar Santa Mónica, en Camarillo, pum, otro Outlet... Bueno, había que ultimar compras y que mejor que un outlet. Igual que en el resto, estaban todas las marcas americanas habidas y por haber... y como no, el ya mítico In&Out. Esta sería la despedida de sus fantásticas hamburguesas... Con el estomago y el maletero llenos, retomamos el viaje.
Llegamos a Santa Mónica como a las 16:30 de la tarde con un cielo muy gris. Aparcamos en el parking del muelle. Precio fijo del 8$ por aparcar en el muelle. Buena clavada!
Estuvimos paseando por el muelle viendo la famosa noria, los puestos,... y finalmente la playa. Haciéndonos la típica foto en el puesto de vigilancia.



Con nuestro cupones fuimos al Best Western. Era el más barato de los hoteles conocidos, $75 anunciaba el cupón. Pero estaba todo lleno. El siguiente de la lista era el Hollywood Guest Inn Hotel, que salía por $65. Les quedaban 2 habitaciones, teóricamente de no-fumadores, pero la 1ª que nos enseñaron tiraba para atrás de la peste a tabaco. La otra estaba bien. Limpio, baño correcto y espacio suficiente para las mochilas, perfecto para descansar y cerca de Hollywood Boulevard para ir a dar un paseo y cenar algo.
Aparcamos en una calle que desemboca en Hollywood Bvld. Como eran más de las 20h el parquímetro estaba fuera de servicio y el estacionamiento gratuito. Cenamos en Kino Sushi un Japonés a un centenar de metros al este del teatro Kodak, en la misma acera. Tempura Soba Raúl y Arroz yo, con un plato de Gioza para compartir. Buenísimo y por unos 25€ los dos.
Nos fuimos a dormir para ir la última mañana en LA al observatorio Griffith.
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Desayunamos en la recepción un zumo y un donut buenísimo. Ya nos habíamos acostumbrado a estos minidesayunos...
El día era aún peor que la tarde anterior. Llovía con insistencia, el cielo muy gris y con nubes bajas. Nos acercamos al centro comercial colindante al Kodak theatre para ver si valía la pena ir al mirador del observatorio. No se veía ni el rótulo de Hollywood.
Viendo que en el centro comercial no habían tiendas de electrónica ni fotografía, y con la mañana tan nefasta que hacía, nos fuimos al aeropuerto para hacer los trámites con más tranquilidad y ver qué tal estaba la electrónica allí.
Pasamos por el centro financiero, nada interesante, pusimos gasolina en una de las gasolineras cercanas al aeropuerto. He de decir que te encuentras bastantes opciones para llenar el depósito, pero hay alguna que, entre algún que otro con mala pinta, y el mostrador acorazado como un banco, no transmite mucha seguridad.
Devolvimos el coche en National, nos hicieron el chequeo en un abrir y cerrar de ojos. Madre mía! No habíamos sacado las cosas que ya estaban esperando para llevárselo.
Cogimos el shuttle, nos dejó en la vetusta terminal, facturamos las maletas y nos dirigimos a nuestra puerta de embarque para hacer tiempo en las tiendas de dutyfree ya que aún faltaban más de dos horas para embarcar.
Pasamos el ‘control’ de pasaporte. Una mujer en pie que yo creo que miraba simplemente que tuviéramos documentación. A la entrada te cosen a preguntas, pero para salir, te abren las puertas...
En la zona de embarque, donde debían haber unas 8 puertas de embarque, sólo habían un par de tiendas de souvenirs/prensa, un restaurante y un McDonalds (que no falte). Ni una tienda de electrónica ni nada... Así que como despedida, ya que el restaurante era carillo y no tenía pinta de ser una comida muy elaborada, no tuvimos más remedio que comer en el McDonalds como colofón a nuestro viaje.