10 de Agosto
Hoy nos esperaba el traslado hacia la segunda base del viaje, Hermanus. Pero como no está muy lejos de Ciudad del Cabo, decidimos pasar el día en la zona de los viñedos cercana a la ciudad. Teníamos pensado visitar Stellenbosch y hacer alguna cata, pero siguiendo los consejos de Cludi del B&B, nos encaminamos hacia Franschhoeck, algo más pequeño y auténtico, al final de un precioso valle rodeado de viñedos y de bodegas con una magnífica arquitectura. Y no fallamos.
Salimos de CPT por la N1 hasta que encontramos la salida de la R45 que nos llevaría hasta Franschhoek. Sabíamos que queríamos hacer alguna cata pero no nos decidíamos por ninguna (la carretera está llena de bodegas a ambos lados). Ante la duda, consulta a la Lonely Planet y decisión tomada: Grande Provence, a unos 4 km antes de llegar a la ciudad.
La verdad que el sitio es precioso: un jardín cuidadísimo con varias esculturas, con varias mesas para degustar sus vinos o, incluso, quedarse a comer (echamos un vistazo a la carta y no tenía mala pinta) y unas instalaciones restauradas pero con mucho gusto manteniendo la estética de arquitectura colonial holandesa. Además, nos acompañaba un tiempo perfecto así que disfrutamos como niños.
Pedimos una visita a las bodegas que nos hizo una de las enólogas. Estuvo interesante, sobre todo la zona donde guardan las barricas (todas de roble francés cambiadas ¡¡cada año!! ) y una sala anexa donde se hacen catas “privadas”. Por R40 por persona más, podíamos hacer una cata de 7 vinos, así que tomamos asiento en una de las mesas del cuidado jardín y empezamos a probar cada uno de los caldos. Conforme avanzaba la lista, el vino y el calorcito hacía su efecto, así que no podíamos acabarnos las copas!!
[align=center]Exterior e interior de la bodega Grande Provence
Hicimos una excepción con la joya de la bodega: The Grande Provence 2006. Delicioso…animados por el amigo Baco, hicimos varios encargos para que nos lo enviaran a España. No fue del todo barato, pero las botellas (que recibimos un par de semanas después en perfecto estado) nos servirán como recuerdo de este maravilloso viaje.
Un poco “tocadillos” salimos hacia el centro Franschhoeck, refugio en su día de los hugonotes franceses (la ciudad conserva un monumento en su memoria), con la intención de buscar un buen restaurante donde meterle algo de calorías al cuerpo que compensaran los excesos etílicos de la mañana. Tiramos de Lonely y fuimos al que figura como mejor restaurante de la ciudad según sus habitantes. Además, esta ciudad es conocidad como la capital de la cocina de Sudáfrica. Así que, más o menos, fuimos al mejor restaurante de Sudáfrica, ¿no? El local se llamaba Reuben’s y no nos defraudó. Dejamos el coche justo en la puerta donde había un muchacho que nos lo cuidó por unos cuantos rands (se veían las maletas desde fuera y, aunque parecía una ciudad muy tranquila, siempre da más confianza). Pedimos unos entrantes para compartir y un pedazo de carne cada uno (springbox para mi). Acompañamos con otro vino (bastante peor que el de las bodegas) y salimos casi en la gloria…qué día más bueno estábamos disfrutando!!
Completamos la tarde antes de salir hacia Hermanus con un paseo por la calle principal donde cayó alguna que otra compra. Tiendas de decoración, artesanía, ropa,…se nota que es una ciudad “bien” con un turismo “muy bien”. Tentaciones para la cartera por todos los lados…
Con un muy buen sabor de boca, nunca mejor dicho, abandonamos esta ciudad camino de Hermanus. Dimos un pequeño rodeo, primero por la R45 que nos ofreció unas vistas magníficas del valle y el primer contacto con otros de los amigos del viaje: los babuinos que campaban a sus anchas en la carretera.
Vistas del valle desde la R45 saliendo de Franschhoeck
Después dimos vuelta atrás hacia Cape Town por la N2, pasando por el Sir Lowry Pass que permite gozar de unas panorámicas fantásticas de False Bay y enlazamos con la R44 que bordeaba la costa oriental de la bahía hasta Hermanus. Ibamos pillados de tiempo y no pudimos parar en la colonia de pingüinos de Betty’s Bay.
Fue un trayecto bastante raro pero recompensado con magníficas vistas de la costa sudafricana. Ya casi de noche llegamos al que sería nuestro alojamiento las próximas tres noches: Cliff’s Cottage en Hermanus.
Cualquier buen calificativo se queda corto ante la calidad de este B&B: una casa preciosa, elegantemente decorada, magnífico trato con sus dueños Check y Dot, desayunos magníficos, a 10 minutos de agradable paseo por la orilla hasta el centro…fue todo un acierto. Y a un precio bastante bueno (60€ habitación doble). Os lo recomiendo al 110%.
Cliff's Cottage en Hermanus
Check nos esperaba algo más pronto y estaba un poco nervioso por si nos había ocurrido algo. Accedió sin ningún reparo a prepararnos el desayuno más pronto de lo habitual pues el día siguiente nos tocaba bucear con tiburones. Nos repartió las habitaciones y nos recomendó un muy buen sitio para ir a cenar. The Fisherman’s Cottage, en pleno centro de Hermanus. Se trata de una antigua casa de pescadores restaurada donde sirven pescado fresco fresco y, además, muy bueno (muy bueno el fish&chips).
El cansancio del día hizo que una de las parejas se quedaran a descansar y fuimos tres a catar este lugar. Pedimos un plato combinado de pescado que incluía calamares, gambas, pescado y chips y, como no, un malva pudding de postre. No os defraudará este sitio.
The Fisherman’s Cottage
Durante la cena, empezamos a pensar en la actividad de mañana: bucear con tiburones. Yo estaba decidido al 100% pero mi pareja y mi amigo no lo tenían tan claro. Estábamos un pelin cagados, jeje…
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