Al día siguiente, lunes, el tráfico en Roma había cambiado completamente. El típico caos de las grandes ciudades. Dentro del autobús, cada vez que el chofer daba un bocinazo o algún frenazo debido a que se cruzaba indebidamente algún coche o moto, se oía un “vaffanculo”

Nos bajamos en la Piazza Venezia, a los pies del monumento a Víctor Manuel, y enfilamos la Via del Corso hasta llegar a la Fontana di Trevi.



Y aquí tenemos a los alumnos haciendo el paripé de tirar de espaldas la moneda a la fuente Por cierto, el señor que se dedica a meterse dentro de la fuente para recoger las monedas, no estaba (claro, era a primera hora y todavía no habría mucha “recaudación”



De ahí nos dirigimos a este sitio:

Aquí está la embajada de España en la Santa Sede, con su Guardia Civil en la puerta.

¿Eesa ave que se ve, cuál puede ser?

La Fontana della Barcaccia

Y unas fotos de la escalinata


Y otra hecha desde arriba

De aquí nos dirigimos a ver el Ara Pacis, pero estaba cerrado, así que no hay fotos


Y el “agujero” de su cúpula, de unos 9 metros de diámetro.

Una foto del interior

Y de la tumba de Víctor Manuel II, el Padre de la Patria

Como queríamos aprovechar la tarde en el Vaticano, habíamos quedado pronto para comer con los alumnos en la Via di Panico, enfrente del Ponte Sant’Angelo y de camino cruzamos rápidamente la Piazza Navona. Había andamios en los obeliscos y la plaza llena de tenderetes de gente que vendía cuadros, litografías etc etc.

Y después de comer, nos dirigimos a la Plaza San Pedro

Una vez reunidos con los alumnos en la Plaza San Pedro estuvimos decidiendo qué íbamos a ver, ya que éste iba a ser el último día de estancia en Roma.

En plan era entrar a la Basílica para ver las catacumbas y la tumba de Juan Pablo II (de esto no hay fotos), subir a la cúpula, ver el interior de la Basílica y luego entrar en los Museos Vaticanos y en la Capilla Sixtina. Como llegamos pronto, no había mucha cola para entrar.

Como he dicho, de las catacumbas no hay fotos, así que paso a relatar la “escalada” a la cúpula. Para subir hay 551 escalones, pero si haces un tramo en ascensor, se quedan en 352. Como unos alumnos quisieron coger el ascensor, pues yo no tuve más remedio que acompañarlos

Lo bueno es que la subida no es directa, de vez en cuando vas saliendo a unos espacios grandes, como una especie de terraza (que va muy bien para descansar un rato).

Pero el camino hacia el cielo cada vez se iba estrechando más y más. Recuerdo que en el último tramo, el “posamanos” era una cuerda que pendía verticalmente. Además, no tienes más remedio que seguir adelante, ya que no puedes dar la vuelta debido a lo estrecho de las escaleras.
Pero bueno, una vez arriba hay unas vistas de Roma…




Aquí se puede ver la antena de Radio Vaticano

Y el Palacio del Vaticano

Unos detalles de los jardines


Y después de esto, a bajar. La verdad es que aunque creas que bajando no te vas a cansar no es cierto, a mi me llegaron a fallar las piernas, hubo un momento que parecía que me mareaba y consideré más peligrosa la bajada que la subida, así que cuando llegué al ascensor me metí de cabeza dentro del mismo.
Luego entramos al interior de la Basílica, es bueno llevar una guía de viaje de esas de bolsillo porque hay mucho que ver.
La Piedad.

La tumba de la Reina Cristina de Suecia

El cuerpo embalsamado de Juan XXIII, el “papa bueno”

El trono de San Pedro.

Y bueno… mil cosas más.
Salimos, y aprovechamos para tirarles unas fotos a un par de miembros de la Guardia Suiza

De ahí fuimos a preguntarle a un amable carabinieri por dónde podíamos entrar a los Museos Vaticanos, pero éste nos dijo que estaba chiuso, que estaba cerrado vamos, así que nos quedamos con un palmo de narices

Como aún nos quedaban un par de horas hasta que llegara el autobús, dimos un paseo por los puentes del río Tíber, que estaban llenos de puestos de venta ambulante (sobretodo relojes). Empezó a caer un poco de lluvia y fue expectacular ver como recogían todo y a los dos minutos aparecer otra gente… vendiendo paraguas!!
Luego decidimos que a la mañana siguiente, en vez de descansar y acercarnos a un centro comercial antes de embarcar después de comer, volveríamos a Roma para entrar a los Musei Vaticani.