Día dedicado a la sección golosa del grupo, hoy nos vamos a la fábrica de Chocolate de Cailler. Y luego visitaremos la de queso de Gruyeres. Hoy toca día gastronómico.
Llegamos a Broc sin problemas, y vamos directos a la fábrica de Cailler, compramos nuestros tickets y esperamos nuestro turno mientras deambulamos por la tienda de “recuerdos” haciendo listas y listas de todo lo que nos vamos a llevar, es la fiesta del chocolate.
Interior de la fábrica de Cailler
La visita es el castellano y la tienen muy bien organizada, al principio te cuentan la historia del cacao y luego ves como lo fabricaban al principio, los problemas que tuvieron y te cuentan como es la fabricación actual, pero como todo son máquinas tampoco te enseñan mucho más porque no se ve mucho, y entonces justo antes de salir, pasas por una sala en donde te ofrecen una degustación, había gente que al entrar y ver las bandejas de chocolate hasta gritaba !! Tremendo !! Tienen de todos los tipos de chocolate por origen, montón de bombones, muchísimos pralinés, … y están rellenando las bandejas constantemente … lo bueno es que como vamos con niños siempre llevamos agua, que nos vino muy bien para aplacar la sed del atracón de chocolate y poder comer un poco más … vamos, toda una orgía de chocolate.
La sala de degustación
Cerca hay una fábrica de queso de Gruyeres, no hace falta usar el GPS el olor a queso te lleva directo, un poquito pesado. Esta podrían tenerla mejor organizada, porque al final, ver lo que se dice ver, ves poco, una cuba enorme con leche caliente a la que están dando vueltas, y después de oír toda la historia de la vaquita Cerisse y de cómo se hace el queso (oír que no ver), y de esperar más de media hora por si aparecía alguien a hacer algo, y que no apareciese nadie, nos fuimos con nuestras muestras de queso a comer (poco porque algunos todavía les salía el chocolate por las orejas).
Vista del castillo de Gruyeres
La parte cultural del día fue la visita a Gruyeres, la villa está situada en medio de un idílico paisaje, calles empedradas, casitas bajas y un entorno muy verde, una maravilla. Además después de una mañana tristona y medio lluviosa, salió un sol espléndido que le daba una luz preciosa a la ciudad (el seguro del lluvia del coche, que no fallaba).
Por las calles de Gruyeres
Subimos al castillo, y vimos el paisaje, pero no entramos que teníamos muy reciente otro castillo y los peques tenían ganas de correr y saltar.