No todo el grupo que hicimos este viaje salimos del mismo sitio ni a la misma hora y ni siquiera el mismo día. De Madrid salimos los 7 primeros, con la idea de encontrarnos en el aeropuerto con las dos chicas procedentes de Barcelona. Los otros tres llegarían por la noche (aunque uno de ellos que hacía escala en París, se topó con la huelga de controladores franceses, le cancelaron su vuelo y tuvo que coger otro al día siguiente). En cualquier caso, nada más bajarse del avión hay que pasar por los trámites fronterizos, una cola para comprar el visado (12€), y otra para pasar el control de pasaportes. Después de cambiar algo de dinero en el aeropuerto para poder coger el metro nos fuimos hacia el centro. Para llegar a Sultanahmet es necesario coger el metro (M1) y el tranvía (T1), y se tardan unos 40 minutos. Nada más bajar ya teníamos delante la majestuosa imagen de la Mezquita Azul, por lo que ya aprovechamos para hacer unas cuantas fotos (las previsiones del tiempo decían que no volveríamos a ver el sol), y de ahí al hostal, que nos costó un poco encontrarlo.
Tras discutir un rato en inglés con el gerente del hostal por un error en una reserva (luego resultó que el gerente entendía español, pero que había decidido reírse un rato de nosotros…), nos acoplamos en nuestras habitaciones y subimos a la terraza para comprobar que las vistas a Santa Sofía de la foto de Hostelworld, estaban modificadas por Photoshop… Esa noche uno de los compañeros de viaje había quedado con una lugareña (que si mal no recuerdo había conocido a través del couchsurfing) para cenar, y ya nos acoplamos todos. Esta chica nos llevó a probar uno de los platos típicos de Estambul, los bocadillos de pescado en Eminönu, en unos rococós barcos junto al Puente de Gálata. No estaba nada mal y era baratillo. Tras hacer unas cuantas fotos nocturnas regresamos al hostal para decidir que hacer al día siguiente y descansar.

Tras discutir un rato en inglés con el gerente del hostal por un error en una reserva (luego resultó que el gerente entendía español, pero que había decidido reírse un rato de nosotros…), nos acoplamos en nuestras habitaciones y subimos a la terraza para comprobar que las vistas a Santa Sofía de la foto de Hostelworld, estaban modificadas por Photoshop… Esa noche uno de los compañeros de viaje había quedado con una lugareña (que si mal no recuerdo había conocido a través del couchsurfing) para cenar, y ya nos acoplamos todos. Esta chica nos llevó a probar uno de los platos típicos de Estambul, los bocadillos de pescado en Eminönu, en unos rococós barcos junto al Puente de Gálata. No estaba nada mal y era baratillo. Tras hacer unas cuantas fotos nocturnas regresamos al hostal para decidir que hacer al día siguiente y descansar.