Cisjordania
Continuando la carretera hacia el sur nos adentramos en Cisjordania. Aunque no somos historiadores, ni mucho menos expertos en el tema judeo-palestino, comentaremos qué son exactamente los Territorios Palestinos y Cisjordania, porque es algo que nosotros desconocíamos antes de llegar a Israel y que nos parece interesante puntualizar antes de continuar con el relato y con lo que nos encontramos. Los Territorios Palestinos están formados por Gaza y Cisjordania. La conocida como franja de Gaza es una pequeña zona situada en la vertiente mediterránea, al sur de Tel Aviv. Cisjordania es otra zona más amplia que está dividida en tres áreas: A, B y C. El área A es territorio completamente palestino; el área B está controlada de manera compartida por la Autoridad Palestina y el Estado de Israel; y el área C es en la práctica territorio israelí. Aproximadamente el 3% del territorio que se conoce como Cisjordania es área A; el 27% es área B, y el restante 70% es área C. Hacemos esta pequeña aclaración porque cuando iniciamos nuestro trayecto hacia el sur por la carretera que discurre por el valle del río Jordán, nos adentrábamos en Cisjordania y no sabíamos realmente lo que nos íbamos a encontrar.
Nosotros habíamos decidido visitar dos ciudades cisjordanas, una del área A y otra del área B, un poco con la idea de ver la diferencia entre ambas áreas. Del área A habíamos elegido Jericó y del área B, Hebrón.
A los pocos kilómetros de transitar por dicha carretera nos encontramos con un puesto de control israelí, en el que no nos hicieron parar ni enseñar los pasaportes: conforme nos acercábamos, redujimos la marcha, pero el policía o militar que había nos hizo un gesto con la mano de que avanzáramos. Seguimos hacia el sur y encontramos un desvío a Jericó. Tomamos dicho desvío y nos encontramos con un auténtico puesto fronterizo (el anterior parecía de broma), con una enorme barrera doble. Llegamos hasta él, donde un policía israelí nos hizo señas impidiéndonos el paso. Como dimos muestras de no entender a qué se refería, fue a pedir ayuda a un conductor de autobuses palestino, quien nos explicó que esa entrada era solamente para autobuses, ya que los coches debían entrar por otro acceso situado más al sur.
Continuamos dirección sur por la carretera y en el siguiente desvió volvimos a probar suerte. En ese acceso a la ciudad ya no vimos ningún control israelí, y si un pequeño puesto fronterizo palestino. Conforme nos fuimos acercando, vimos que los coches pasaban sin parar, pero nosotros decidimos detenernos por si acaso. Un policía palestino se nos acercó sonriendo y ante nuestra pregunta de si podíamos entrar en la ciudad, nos preguntó de dónde éramos. Respondimos que de España, y después de respondernos “Real Madrid”, nos hizo una seña de que pasáramos. Había quedado claro que éramos unos novatos en eso de atravesar fronteras palestino-israelíes.
La ciudad de Jericó estaba muy animada y nos pareció un tanto caótica. Queríamos visitar el monasterio enclavado en la montaña y encontramos un cartel con direcciones que nos ayudó. En Israel, todos los carteles indicativos estaban en hebreo, árabe e inglés. En Jericó el hebreo había desaparecido, quedando solamente el árabe y el inglés. Una vez encontramos el funicular que conduce al monasterio, aparcamos el coche. Al Monasterio de Qurantul, situado en la ladera del Monte de las Tentaciones, se puede acceder en funicular o caminando. Nosotros optamos por la vía fácil.
Nosotros habíamos decidido visitar dos ciudades cisjordanas, una del área A y otra del área B, un poco con la idea de ver la diferencia entre ambas áreas. Del área A habíamos elegido Jericó y del área B, Hebrón.
A los pocos kilómetros de transitar por dicha carretera nos encontramos con un puesto de control israelí, en el que no nos hicieron parar ni enseñar los pasaportes: conforme nos acercábamos, redujimos la marcha, pero el policía o militar que había nos hizo un gesto con la mano de que avanzáramos. Seguimos hacia el sur y encontramos un desvío a Jericó. Tomamos dicho desvío y nos encontramos con un auténtico puesto fronterizo (el anterior parecía de broma), con una enorme barrera doble. Llegamos hasta él, donde un policía israelí nos hizo señas impidiéndonos el paso. Como dimos muestras de no entender a qué se refería, fue a pedir ayuda a un conductor de autobuses palestino, quien nos explicó que esa entrada era solamente para autobuses, ya que los coches debían entrar por otro acceso situado más al sur.
Continuamos dirección sur por la carretera y en el siguiente desvió volvimos a probar suerte. En ese acceso a la ciudad ya no vimos ningún control israelí, y si un pequeño puesto fronterizo palestino. Conforme nos fuimos acercando, vimos que los coches pasaban sin parar, pero nosotros decidimos detenernos por si acaso. Un policía palestino se nos acercó sonriendo y ante nuestra pregunta de si podíamos entrar en la ciudad, nos preguntó de dónde éramos. Respondimos que de España, y después de respondernos “Real Madrid”, nos hizo una seña de que pasáramos. Había quedado claro que éramos unos novatos en eso de atravesar fronteras palestino-israelíes.
La ciudad de Jericó estaba muy animada y nos pareció un tanto caótica. Queríamos visitar el monasterio enclavado en la montaña y encontramos un cartel con direcciones que nos ayudó. En Israel, todos los carteles indicativos estaban en hebreo, árabe e inglés. En Jericó el hebreo había desaparecido, quedando solamente el árabe y el inglés. Una vez encontramos el funicular que conduce al monasterio, aparcamos el coche. Al Monasterio de Qurantul, situado en la ladera del Monte de las Tentaciones, se puede acceder en funicular o caminando. Nosotros optamos por la vía fácil.
Una vez arriba tuvimos que caminar un poco y subir unas escaleras hasta llegar a la puerta del monasterio, que estaba cerrada. Había otra pareja esperando que nos informó de que alguien había salido diciendo que abrirían en un rato. Afortunadamente, el rato no fue muy largo y pudimos entrar en el monasterio. La zona que se puede visitar está compuesta por un pasillo que transita pegado a la roca de la montaña: a la derecha hay una pequeña cueva, a la izquierda están las habitaciones de los monjes, y al fondo la iglesia. En el interior de la iglesia nos pidieron que no hiciésemos fotografías, lo cual fue una pena, porque era un lugar realmente curioso.
En realidad, todo el monasterio es curioso, empezando por el enclave en el que se encuentra. Una vez terminamos la visita, volvimos a tomar el funicular que nos llevó de vuelta a nuestro coche. Aprovechamos para comer, y comprobamos que la comida israelí y palestina son realmente parecidas.
En realidad, todo el monasterio es curioso, empezando por el enclave en el que se encuentra. Una vez terminamos la visita, volvimos a tomar el funicular que nos llevó de vuelta a nuestro coche. Aprovechamos para comer, y comprobamos que la comida israelí y palestina son realmente parecidas.
Salimos de Jericó y volvimos a la carretera para seguir bajando hacia el sur, en dirección al Mar Muerto. La siguiente parada fue el Parque Nacional de Qumrán, sitio arqueológico famoso por ser el lugar en el que fueron hallados los manuscritos del Mar Muerto, considerados el mayor descubrimiento en la historia del pueblo judío. Allí vimos un vídeo explicativo de la zona y luego visitamos las excavaciones.
Afortunadamente, gozamos de una temperatura bastante agradable durante toda nuestra estancia en Israel. De hecho, esa tarde incluso hacía calor. Eso permitió que nos pudiéramos bañar en el Mar Muerto: el gran momento lúdico del viaje. Paramos en Ein Gedi, donde nos dijeron que había una zona gratuita de acceso al mar. Nos pusimos los bañadores y nos fuimos a flotar.
Y sí, podemos asegurar que es cierto, en el Mar Muerto se flota. Hay que tener cuidado de que el agua no entre en los ojos porque escuece bastante (lo decimos por experiencia…), pero se pasa un momento bastante divertido. A la salida hay unas duchas de agua dulce, donde conviene esmerarse bien para no dejar ningún rastro de la sal por el cuerpo.
A la mañana siguiente madrugamos un poco para visitar la fortaleza de Masada. Esta fortaleza (o lo que queda de ella), es encuentra en lo alto de una colina, a la que se puede acceder por dos sitios: hay una entrada por la zona del Mar Muerto, desde donde se puede subir caminando o en teleférico; y hay otra entrada en la zona del desierto de Judea (la llamada entrada oeste), desde donde solamente puede accederse a la fortaleza a pie. Nosotros esa noche habíamos dormido en Arad, en un magnífico Bed & Breakfast llamado Zimmer Mantur, y desde esta población hasta la entrada oeste hay solamente 16 kilómetros; aunque están llenos de curvas y son en su mayoría atravesando el desierto, era una opción más cómoda que bordear el desierto para acceder por la entrada principal. Habíamos leído que la subida era dura, pero en realidad no lo fue tanto.
A la mañana siguiente madrugamos un poco para visitar la fortaleza de Masada. Esta fortaleza (o lo que queda de ella), es encuentra en lo alto de una colina, a la que se puede acceder por dos sitios: hay una entrada por la zona del Mar Muerto, desde donde se puede subir caminando o en teleférico; y hay otra entrada en la zona del desierto de Judea (la llamada entrada oeste), desde donde solamente puede accederse a la fortaleza a pie. Nosotros esa noche habíamos dormido en Arad, en un magnífico Bed & Breakfast llamado Zimmer Mantur, y desde esta población hasta la entrada oeste hay solamente 16 kilómetros; aunque están llenos de curvas y son en su mayoría atravesando el desierto, era una opción más cómoda que bordear el desierto para acceder por la entrada principal. Habíamos leído que la subida era dura, pero en realidad no lo fue tanto.
Como habíamos madrugado, el sol estaba todavía al otro lado, con lo que el ascenso lo hicimos casi todo el rato en sombra. Desde lo alto de Masada pudimos contemplar una amplia vista del Mar Muerto y del desierto de Judea.
Entre las ruinas de la fortaleza destacan restos de murallas y diversas estancias, algunas reconstruidas y con bonitos mosaicos. A nosotros lo que más nos gustó fue el Palacio norte de Herodes, al que se accede por unas empinadísimas escaleras de hierro, y una cisterna (vacía) subterránea, a la que se accede por unas escaleras.
En general, se puede apreciar con bastante claridad lo bien que se las ingeniaban los antiguos romanos para sobrevivir en lo alto de una meseta en medio del desierto. Nos pareció una de las visitas más interesantes del viaje.
En general, se puede apreciar con bastante claridad lo bien que se las ingeniaban los antiguos romanos para sobrevivir en lo alto de una meseta en medio del desierto. Nos pareció una de las visitas más interesantes del viaje.
De ahí pusimos rumbo a Jerusalén, principal motivo de nuestra visita a Israel. Durante nuestra estancia en la ciudad tres veces santa hicimos una pequeña excursión a Hebrón, que relataremos ahora, ya que estamos hablando de Cisjordania.
Como aún no teníamos claro si podíamos o no transitar por áreas A y/o B de Cisjordania con el coche de alquiler, y ni siquiera estábamos seguros de haber cometido o no una temeridad yendo a Jericó, decidimos no tentar a la suerte. Así que en Jerusalén, fuimos en nuestro coche hasta la frontera con la zona Cisjordania, lo aparcamos, y decidimos atravesar el muro caminando y alquilar un taxi al otro lado que nos condujera hasta Hebrón.
Aquí abriremos otro pequeño paréntesis para hablar del muro/barrera/valla que el Gobierno israelí está construyendo en torno a Cisjordania. Nosotros lo denominaremos barrera, ya que se supone que un 10% del proyecto es un muro de hormigón y un 90% una o varias alambradas. La construcción de esta barrera es un tema terriblemente controvertido: para el Gobierno de Israel es imprescindible para frenar las incursiones de terroristas palestinos en su territorio, mientras que para la Autoridad Palestina es un foco de efectos negativos para su población y su economía, especialmente teniendo en cuenta que dicha barrera separa Jerusalén Este del resto de Cisjordania. Son muchos los organismos internacionales (ONU, Amnistía Internacional, UNICEF, Intermón-Oxfam, Human Rights Watch… incluso la Corte Internacional de Justicia) que han instado al Gobierno de Israel a desmantelar la barrera.
El caso es que, siguiendo con nuestro relato, en la zona de Jerusalén es un muro de hormigón por el que no tuvimos ningún problema en pasar.
Como aún no teníamos claro si podíamos o no transitar por áreas A y/o B de Cisjordania con el coche de alquiler, y ni siquiera estábamos seguros de haber cometido o no una temeridad yendo a Jericó, decidimos no tentar a la suerte. Así que en Jerusalén, fuimos en nuestro coche hasta la frontera con la zona Cisjordania, lo aparcamos, y decidimos atravesar el muro caminando y alquilar un taxi al otro lado que nos condujera hasta Hebrón.
Aquí abriremos otro pequeño paréntesis para hablar del muro/barrera/valla que el Gobierno israelí está construyendo en torno a Cisjordania. Nosotros lo denominaremos barrera, ya que se supone que un 10% del proyecto es un muro de hormigón y un 90% una o varias alambradas. La construcción de esta barrera es un tema terriblemente controvertido: para el Gobierno de Israel es imprescindible para frenar las incursiones de terroristas palestinos en su territorio, mientras que para la Autoridad Palestina es un foco de efectos negativos para su población y su economía, especialmente teniendo en cuenta que dicha barrera separa Jerusalén Este del resto de Cisjordania. Son muchos los organismos internacionales (ONU, Amnistía Internacional, UNICEF, Intermón-Oxfam, Human Rights Watch… incluso la Corte Internacional de Justicia) que han instado al Gobierno de Israel a desmantelar la barrera.
El caso es que, siguiendo con nuestro relato, en la zona de Jerusalén es un muro de hormigón por el que no tuvimos ningún problema en pasar.
Al otro lado, un sinfín de taxis palestinos esperan pacientemente la llegada de clientes. Convinimos con uno de los taxistas una visita a Hebrón de unas tres horas de duración por 40 euros.
El taxista, que se llamaba Abu, nos condujo directamente hasta la tumba de los Patriarcas, emplazada en la Mezquita de Abraham. En ese lugar están enterrados Abraham, Isaac y Jacob, junto con sus esposas, siendo por tanto un lugar sagrado muy importante para las tres principales religiones monoteístas.
Aquí haremos un último paréntesis para explicar la peculiar situación de Hebrón. La ciudad, como ya hemos comentado, pertenece al área B, es decir, la administración es compartida entre israelíes y palestinos. Ahora bien, lo que hace de Hebrón una ciudad diferente es la presencia de colonos judíos en el centro de la ciudad, quedando ésta dividida en dos zonas: H1, que supone aproximadamente el 80% de la ciudad y bajo control palestino, y H2, que abarca el 20% restante y se encuentra bajo control militar israelí. La zona israelí está acotada por edificios, vallas, alambradas y puestos de control.
La Mezquita de Abraham está dividida también en dos partes y tiene dos accesos totalmente independientes: uno en cada lado. Entramos primero por el lado musulmán, donde pudimos ver el interior de la mitad de la mezquita y la tumba de los Patriarcas. Cuando salimos, Abu nos explicó que para ver la zona judía debíamos pasar el control israelí, y desde ahí después podríamos pasear por la zona H2. Como él era palestino, no podía acceder y se quedó esperándonos. Pasamos el control militar sin mucho problema, pero no nos dejaron entrar en la mezquita por el lado judío. Adujeron que ya estaba cerrada; cuando le comentamos al militar que se veía gente entrando, nos dijo que no, que estaba cerrada. No insistimos más, así que fuimos a pasear por la zona H2. Estaba prácticamente desierta, suponemos que porque era sábado por la tarde y los judíos estaban celebrando el Sabbath. Lo que sí vimos fueron soldados armados por los tejados, cámaras de seguridad por todas partes. También nos cruzamos con varios grupos de militares, que suponemos estaban patrullando las calles.
El taxista, que se llamaba Abu, nos condujo directamente hasta la tumba de los Patriarcas, emplazada en la Mezquita de Abraham. En ese lugar están enterrados Abraham, Isaac y Jacob, junto con sus esposas, siendo por tanto un lugar sagrado muy importante para las tres principales religiones monoteístas.
Aquí haremos un último paréntesis para explicar la peculiar situación de Hebrón. La ciudad, como ya hemos comentado, pertenece al área B, es decir, la administración es compartida entre israelíes y palestinos. Ahora bien, lo que hace de Hebrón una ciudad diferente es la presencia de colonos judíos en el centro de la ciudad, quedando ésta dividida en dos zonas: H1, que supone aproximadamente el 80% de la ciudad y bajo control palestino, y H2, que abarca el 20% restante y se encuentra bajo control militar israelí. La zona israelí está acotada por edificios, vallas, alambradas y puestos de control.
La Mezquita de Abraham está dividida también en dos partes y tiene dos accesos totalmente independientes: uno en cada lado. Entramos primero por el lado musulmán, donde pudimos ver el interior de la mitad de la mezquita y la tumba de los Patriarcas. Cuando salimos, Abu nos explicó que para ver la zona judía debíamos pasar el control israelí, y desde ahí después podríamos pasear por la zona H2. Como él era palestino, no podía acceder y se quedó esperándonos. Pasamos el control militar sin mucho problema, pero no nos dejaron entrar en la mezquita por el lado judío. Adujeron que ya estaba cerrada; cuando le comentamos al militar que se veía gente entrando, nos dijo que no, que estaba cerrada. No insistimos más, así que fuimos a pasear por la zona H2. Estaba prácticamente desierta, suponemos que porque era sábado por la tarde y los judíos estaban celebrando el Sabbath. Lo que sí vimos fueron soldados armados por los tejados, cámaras de seguridad por todas partes. También nos cruzamos con varios grupos de militares, que suponemos estaban patrullando las calles.
Volvimos donde Abu nos había dejado, pasamos nuevamente el control militar, igualmente sin mucho problema, y nos adentramos con nuestro guía-conductor por la calle del zoco. Había también muchas tiendas cerradas, y las que estaban abiertas no tenían precisamente mucho ambiente.
Nos cruzamos con un grupo de estudiantes judíos que iban acompañados por un rabino que portaba un Kalashnikov al hombro, y que iban rodeados por un numeroso grupo de soldados israelíes armados hasta los dientes. Al final de la calle, llegamos a una plaza donde vimos a otro grupo de militares israelíes parar un coche en el que iban dos palestinos, a los que hicieron bajar, pusieron de espaldas a la pared y registraron. Les dejaron en esa posición mientras realizaban un exhaustivo registro del coche.
Tras esos dos violentos momentos, volvimos al coche e iniciamos el camino de vuelta hacia la frontera de Jerusalén. Abu nos llevó antes a lo alto de una colina, desde donde pudimos observar la barrera antes mencionada (que por esa zona seguía siendo un muro de hormigón). Nos mostró diferentes asentamientos de colonos judíos y nos comentó un poco la situación actual del conflicto, siempre desde su punto de vista. Antes de dejarnos en el control, pudimos contemplar un mural de Banksy que se ha hecho bastante famoso por la zona.
Nos cruzamos con un grupo de estudiantes judíos que iban acompañados por un rabino que portaba un Kalashnikov al hombro, y que iban rodeados por un numeroso grupo de soldados israelíes armados hasta los dientes. Al final de la calle, llegamos a una plaza donde vimos a otro grupo de militares israelíes parar un coche en el que iban dos palestinos, a los que hicieron bajar, pusieron de espaldas a la pared y registraron. Les dejaron en esa posición mientras realizaban un exhaustivo registro del coche.
Tras esos dos violentos momentos, volvimos al coche e iniciamos el camino de vuelta hacia la frontera de Jerusalén. Abu nos llevó antes a lo alto de una colina, desde donde pudimos observar la barrera antes mencionada (que por esa zona seguía siendo un muro de hormigón). Nos mostró diferentes asentamientos de colonos judíos y nos comentó un poco la situación actual del conflicto, siempre desde su punto de vista. Antes de dejarnos en el control, pudimos contemplar un mural de Banksy que se ha hecho bastante famoso por la zona.
Nos despedimos de Abu, deseándole toda la suerte del mundo en la vida, y pasamos por el control. Esta vez tuvimos que hacer cola, ya que todos los palestinos que entran en territorio israelí tienen que enseñar su tarjeta de identidad. Nosotros con nuestro pasaporte no tuvimos ningún problema, volvimos donde habíamos dejado aparcado el coche y nos fuimos.
Como hemos indicado antes, la visita a Hebrón se produjo durante nuestra estancia en Jerusalén. Ahora retomamos el relato donde lo dejamos cronológicamente: tras la visita de Masada nos fuimos a la capital.
Como hemos indicado antes, la visita a Hebrón se produjo durante nuestra estancia en Jerusalén. Ahora retomamos el relato donde lo dejamos cronológicamente: tras la visita de Masada nos fuimos a la capital.