Teníamos casi 600 km por delante, así que desayunamos algo rápidamente y nos pusimos en camino.
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La ruta no se te hace pesada porque combinamos autovía con carreteras secundarias y se pasan por pueblos muy bonitos; y cuando llegas al estado de Pennsylvania, ves los grandes campos y pastizales verdes desde la carretera, con las enormes granjas con sus depósitos para cereal.
A eso de las 14.30 llegamos a Lancaster y fuimos directamente al hotel, el Red Roof Inn, en la carretera general. Un motel de carretera más que correcto, con desayuno y piscina (que no llegamos a tiempo para utilizar).
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Tras hacer el check-in, el recepcionista nos dio un mapa y unas indicaciones con buenas localizaciones para ver a los amish, así que nos volvimos al coche y nos pusimos a ello.
Los Amish, (o menonitas amish) son un grupo étnico cristiano con una doctrina llamada si no me equivoco anabaptista. Creen en el nuevo testamento y los más “radicales” se aíslan por completo del mundo exterior. Viven de forma sencilla, sin electricidad e incluso en muchas ocasiones sin agua corriente. Muchos de ellos (al ser un grupo de procedencia germano-holandesa) hablan una especie de dialecto alemán (muchos de ellos también inglés). Visten con ropa tipo al siglo XVII, y dentro de su comunidad los hay menos “radicales” (no se malinterprete la palabra radical) que por ejemplo si tienen agua corriente, o usan baterías de 12V; o incluso algunas mujeres trabajan fuera de la casa (vendiendo productos artesanales).
En la película “Único testigo” protagonizada por Harrison Ford se refleja muy bien esta comunidad.
Son muy celosos de su intimidad, y no les gusta nada que les fotografíen. Es lógico, deben estar hasta el gorro de turistas como nosotros que vamos a quedarnos como bobos con nuestras cámaras de fotos a ver cómo viven. Por eso no hice muchas fotos y algunas salieron muy movidas, intenté respetar esa parte lo máximo posible y las que hice las hice muy estilo paparazzi.
Ya en la carretera general se ven muchos de ellos con los carros, o mujeres esperando que sus maridos o padres las recojan.
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Pero lo mejor de todo es salirse de la carretera general y perderse por los caminos y carreteras secundarias para ver sus granjas que son una auténtica maravilla. Los campos son preciosos y las granjas son típicas de película.
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Te resulta muy curioso verlos, y cada vez que veíamos uno decíamos “mira mira, uno”; “mira, un carro”… Ellos pensarán que los bichos raros y los pecadores somos nosotros claro…
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Por cierto, todos los caballos que vimos, eran una verdadera maravilla. Todos preciosos ¡!
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Fuimos a una tienda que Alberto había visto en la carretera (encontraréis varias). No sé deciros si los vendedores eran Amish, si lo eran no eran de los más tradicionales. Allí compramos unos botecitos de mermelada casera y algún recuerdo. Pero sobre todo probamos la típica tarta casera de los Amish. Increíblemente deliciosa!!!! Primero nos dieron amablemente a probar un trozo y estaba tan rica que nos compramos un buen trozo para llevarlo al hotel…
En Lancaster hay otro Outlet, de la cadena Tanger… y se nos ocurrió que como eran casi las 4 y no habíamos comido, daríamos una vuelta por allí para comer… ya ya… para comer… JAJAJAJA madre mía ¡!!!!!! De nuevo la locura de las compras ¡!!; aunque esta vez fuimos mucho más comedidos, pero creo que tenemos un problema de adicción ¡!!. De nuevo precios muy muy buenos y esta vez sí que compramos cosas que necesitábamos…
Cuando terminamos con las compras (madre mía y con la tarjeta… que estaba ya transparente jajaja) nos fuimos de nuevo a perdernos por las carreteras esta vez no solo para ver Amish, sino para ver también los famosos Covered Bridges (puentes cubiertos), algo que a mí me encanta…
Por cierto no hicimos visita guiada ni nada por el estilo porque nos apetecía más verlos a nuestro aire y en su ambiente... Tampoco entramos en la granja que hay para visitar porque la encontramos cerrada ya (tampoco me apetecía demasiado porque había leído ya en algún sitio que no era demasiado auténtica).
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La verdad es que toda la región es una preciosidad, con la imagen de los puentes, las granjas, los campos…
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Seguimos perdiéndonos por las carreteras de las granjas, viendo más carros, señoras en su casa…
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Y sobre todo también, hombres trabajando en el campo de forma artesanal:
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Cuando ya se fue el sol volvimos hacia el hotel. Muy satisfechos, y sobre todo muy sorprendidos por ver la forma de vida que tiene esta gente. Me gustó mucho ver cómo los niños jugaban y se reían con una simple pelota (y no con tanta maquinita ni tanto teléfono…).
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Fuimos a cenar a un restaurante al lado del hotel, muy buena cena por cierto y muy satisfechos nos fuimos a dormir. Terminaba otro día perfecto en nuestra aventura americana