Sale un dia radiante y nos disponemos a recorrer el valle del Rio Vezere. El rio sobresale en un paraje idílico, llevo de cuevas, grutas, y abrigos, que la hace merecedora ser del sobrenombre de capital del paleolítico. Hay unos cuantos reclamos turísticos monotemáticos (prehistoria + dinosaurios) orientados a la chabalería en un radio muy pequeño. Nosotros desistimos de los mismos.
Vamos directamente a contratar la visita a la cueva Font-de-Gaume. Es la última gran cueva policromada reza la publicidad y algunos comentarios que leo.
A pesar de que nos dicen que la réplica de Lascaux es maravillosa, optamos por esta. Tengo vivo el recuerdo de Altamira, la real, no la réplica, y no tengo dudas. Quizás sea una oportunidad única.
Es imposible reservar y solo entran 80 personas al día en grupos de 10/12 máximo. Dependiendo de la hora que nos den, planificamos el día una u otra forma. Tenemos suerte y hay tickets. Elegimos la visita de las 14:30h.
Como tenemos más sitios para descubrir, nos acercamos a La Roque Saint-Christophe, un acantilado jalonado de abrigos a varias alturas excavados por la erosión milenaria en la roca, y después por el hombre, que empezó a ser habitada hace 25.000 años. La visita aunque sencilla, merece la pena. Es curiosa a rabiar, y el lugar donde está enclavado es precioso.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En el parking hay algunas mesas para picar algo pero prefiero acercarme a Saint-Léon-sur-Vézère, espoleado por un comentario de un internauta. Pleno al 15. El pueblo es pequeño y elegante. Destacan la iglesia y el castillo de Chaban. Parece que está todo parado en el tiempo y el conjunto es bastante elegante. Como había leído, nos acercamos a unas mesas en la parte trasera de la iglesia, a la orilla del rio para picar algo preparado. La suerte nos sonrie. Una bandada de patos, aterrizajes imposibles incluidos en el rio, nos amenizan el almuerzo. El sitio rezuma tranquilidad y descansamos tranquilamente.
A las 14h tenemos que estar en Font-de-Gaume. Llegamos puntuales y tras una pequeña cuesta nos acercamos a la puerta de entrada de la cueva. El guia solo habla francés, y un "petit" en castellano :lol:. Todos los visitantes venimos de España, pero afortunadamente hay un par de personas que se defienden bien en francesy de vez en cuando traducen algún comentario.
No me gusta que nos obliguen a dejar los bolsos en la entrada, pero accedemos. La visita es corta porque la parte visitable es pequeña, auqnue jugosa. Algunos frescos se intuyen que tienen extraordinario valor y el guia se vuelca en enseñarnos con los juegos de luces de la cueva y una linterna, cada una de las partes de los animales que se intuyen. De vez en cuando se observan varios grabados. Me pongo en la piel de los que pintaron y grabaron y me resulta fascinante. Seguramente habrá quien haya salido y le haya decepcionado. Para gustos están los colores.
Una pareja, que se les ve puestos en este tema, y van de cueva en cueva, nos informa que Rouffignac es una pasada, por la magnitud de la cueva. En otro viaje será.
Para no darnos un atracón de prehistoria, decidimos no ir a ninguna cueva más por hoy, ni tampoco visitar el Museo nacional de la prehistoria de Francia, que está en Las Eyzes y completamos el día, desplazándonos un poco del objetivo de la mañana, visitando Saint Cyprien y la ciudad medieval de Belves para perdernos entre sus calles.
Anochece, y volvemos al bosque encantado de Sarlat.