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Esta etapa se nos queda algo sobrada de tiempo porque íbamos a visitar St Maló inicialmente dado que pensábamos que Dinan nos llevaría más tiempo. Por ello, fuimos a ver Combourg, ciudad con un sobrio castillo sin mayor interés salvo que seas un fanático de la vida de Chateubriand
A continuación y de camino a Dol, vimos el Le Champ Dolent, un menhir de más de 10 metros a pocos kilómetros al sur de Dol de Bretagne. Tiene un merendero sin agua ni servicios ni sombra y es gratis la visita.
Dol de Bretagne: es un pueblo bretón bonito, especialmente la Rue des Stuarts, y muy ambientada si encuentras el mercado mañanero que es una vez a la semana. Un rastro sin más donde puedes comerte un crepe por 55 céntimos en algunos de los puestos que tienen allí. Además de eso se vende ropa, pescado, carne, queso,... Eso sí, a la 1 recogen.
También hay una catedral dedicada a San Sansón, con dos torres asimétricas que cuena la leyenda que lo son porque el Diablo destrozó una de ellas arrojándole el menhir de Le Champ Dolent y, tras romper la torre, cayó en su actual ubicación.
Tras pasar un par de horas en Dol, seguimos para Le Mont St Michel, que si bien no es Bretaña sí lo fue, así que como si lo fuera. Nos alojamos en el hotel Formule Vert, 138,40€ la noche para 4 con desayuno. Hotel correcto sin más, limpio -aunque la moqueta necesitaba un repaso- pero MUY caluroso y al lado de un canal embalsado que se usa para reducir los lodos del río que están anegando las arenas próximas a St Michel y modificando el alcance de las mareas y, por lo tanto, el espectáculo. Agua estancada significa mosquitos, aunque tampoco hubo demasiados a pesar del calor. Eso sí, el personal del hotel más bien borde, viniendo de las casas rurales nos chocó muchísimo, tanto por servicio como por atención, pero claro, poder ver el Monte según sales por la puerta del hotel tiene un precio.
Además hay otra ventaja.
El aparcamiento en St Michel ya no es como se ha comentado en este foro a pie de muros. Todo eso está en obras para llevar un ferrocarril de lanzaderas desde el parking. Por ello, todo el mundo debe aparcar en un parking exterior con un coste de 8,50€ el día y, desde ahí, coger una lanzadera al Monte (gratuita) o bien pagar 4€ para aparcar en la zona de hoteles, pero eso requiere una reserva previa y llamar al hotel al llegar a la barrera de esa zona de aparcamientos (hay trabajadores que te dirigen donde corresponde, no os preocupéis) para que os den un código que el operario introduce. Eso código es de uso único, no se puede sacar el coche y volver a acceder con el mismo.
Para aclarar lo anterior, según se llega de Pontorson por la RD976 se llega a una zona de aparcamientos, a la derecha giras al aparcamiento general pero verás una barrera antes de girar, en el propio cruce, que es la de la zona de hoteles. Ir llamando al hotel porque si no te dan el código cuando llegues al operario te hacen dar una vuelta entera para volver al mismo sitio. No es que tardes más de 5 minutos, pero molesta.
En la zona de hoteles hay una tienda y las lanzaderas que pasan cada 10-15 minutos, también gratuitas.
Otra opción es ir y volver andando del hotel, algunos hoteles ofrecen chalecos reflectantes aunque considero que no hay peligro de ser atropellado salvo por una bicicleta, ya que el camino peatonal y el de las lanzaderas van por sitios diferentes.
El Monte en sí es muy bonito, con algo de cuesta (tampoco inviable salvo si hay limitaciones motóricas, por los escalones, aunque no sé cómo vi gente en silla de ruedas arriba, es posible que tengan un acceso especial, contactar con la Oficina de Turismo del Monte para que os den más información sobre esto abbaye.mont-saint-michel@monuments-nationaux.fr).
Consejos: ir a partir de las 6 de la tarde porque la cantidad de gente es realmente agobiante, estudiaros el horario de las mareas para poder sacar la foto de la bajamar y de la pleamar y, a poder ser, ver la pleamar desde lo alto de Sant Michel, aunque tarde 3 horas en subir el agua a su punto más alto merece la pena. Además, si entras en la abadía a partir de las 7 de la tarde hay juegos de luces, músicos tocando arpas, flautas traveseras, contrabajos,... muy bonito, no se hace nada pesado, al contrario, realmente entretenido y original. También hay servicios dentro de la Abadía.
El acceso al monte es gratuito, pero las mismas galletas que os vende Mme Poulard las encontraréis en el Carrefour de Pontorson un par de euros más baratas, así que contened el ansia consumista si queréis ahorraros un dinero. Por otro lado, se paga por entrar a la abadía 9 €, y desde luego merece la pena.
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