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Decidimos tomarnos el día con absoluta tranquilidad. Comenzamos tras un desayuno más pausado de lo habitual, y luego decidimos salir a pasear por la finca, ya que hacía una maravillosa mañana de verano.
A estas alturas de agosto, los racimos de uvas lucían espléndidos, y los niños disfrutaron paseando entre las vides en espaldera y los cipreses.
Después nos fuimos al centro histórico del Colle di Val D'Elsa, que se encuentra a unos 7 kilómetros del agriturismo "Borgo Santinovo". La zona alta de la ciudad es la parte más pintoresca, y se puede acceder a ella mediante un ascensor que hay en la parte baja, y más moderna. Esta obra es de lo más curiosa, ya que al ascensor se accede mediante una gruta, en la que hay expuestas algunas singularidades de la vida toscana.
La zona alta de Colle di Val D'Elsa es agradable, con unas vistas preciosas, y con el mismo aire toscano de los otros pueblos que habíamos ido viendo durante el viaje. No tiene edificios de renombre histórico, pero posee la mágica atmósfera de esta región.
De vuelta al apartamento paramos en una carnicería para comprar un gran chuletón de casi 1,5 kilos, pues esa noche nos esperaba un "bistecca alla fiorentina". Ya en la finca preparamos una barbacoa para cocinar la carne, mientras un nutrido grupo de rusos realizaba su particular cata de vinos debajo de nuestro apartamento.
La cena resultó maravillosa, bistecca alla fiorentina, ensalada caprese, aceitunas, salami y cerveza (Volví con un par de kilos de más de las vacaciones...)
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