Día 19.- Berna ✏️ Travel Journeys of Switzerland

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Hoy es el único día que amanece lloviendo. Las previsiones son malas para todo el día por la zona, así que seguimos con nuestro plan inicial de dirigimos a Berna. Todo el camino llueve hasta llegar allí. Sin embargo, deja de llover cuando llegamos. Aparcamos el coche en un P+R, en Guisantplatz. Aquí se paga el parking por horas (estima lo que vas a estar) y después se paga el tranvía hasta el centro de la ciudad (caro, 2,3CHF cada billete).

La ciudad de Berna es Patrimonio mundial de la UNESCO, está bordeada por el río Aar y cuenta con 6 km de galerías con arcadas, siendo una de las zonas comerciales cubiertas más largas de Europa. Además, multitud de fuentes con figuras renacentistas y fachadas bien conservadas salpican las calles y plazas.

Cuando llegamos al centro, nos encontramos con que toda la calle principal, Spitalgasse (con sus famosos centros comerciales), Marktgasse, Kramgasse y Gerechtigkeitsgasse, están en obras.

Vemos la Bundesplatz, en la que se encuentra el Palacio Federal, donde se encuentra el Parlamento suizo. Esta plaza tiene de especial el juego acuático ubicado frente al palacio, con 26 chorros de agua que representan a los cantones suizos.

La Kornhausplatz es una plaza que está situada cerca de la famosa Torre del Reloj, está adornada con la fuente más popular de la ciudad, la Kindlifresserbrunnen, que representa al ogro devorador de niños. Es una plaza que está rodeada de terrazas y cafés. Teníamos intención de comer en el famoso Kornhauskeller, el antiguo granero del centro de la ciudad, pero terminando comiendo, y muy bien, con los lugareños, en un pequeño restaurante en la acera de enfrente. Mientras comemos, vuelve a llover, pero de nuevo tenemos suerte y, cuando terminamos y salimos a la calle, solo quedan los charcos.

Después de comer, llegamos a tiempo de ver, en la misma plaza, la que es hoy una de las principales curiosidades turísticas de Berna: la torre del Reloj o Zytgloggeturn. Fue una de las antiguas entradas a la ciudad. La singularidad de este reloj, es que 4 minutos antes de la horas punta, se ponen en movimiento unos muñecos que se encuentran justo al lado. Además hay un reloj astronómico en el que se puede ver la fase lunar, entre otras cosas. Suele encontrarse a todas horas turistas fotografiando y esperando a que empiece el espectáculo.

Continuamos nuestro paseo hasta la Catedral (Munster), que no visitamos y la Munsterplatz. Desde el parque que rodea a la catedral, las vistas son muy bonitas. Hay un pequeño parque infantil y un ascensor que une el parque con Matte, el antiguo barrio de los gremios, con sus caistas situadas a orillas del rio.

Seguimos nuestro paseo hasta el famoso Barenpark o Parque de los Osos, otra de las atracciones de Berna, sobre todo para los más pequeños. Los osos son el animal heráldico de Berna y allí están más o menos en libertad. Se puede ver a los osos, comiendo, jugando, bañándose o trepar. Cuando nosotros fuimos había tres.

Para llegar allí, hay que cruzar el Nydeggbrucke, desde donde se disfrutan también de una de las mejores vistas de la ciudad.

Deshicimos el camino, y volvimos de nuevo al parque que rodea la catedral, donde nuestro hijo se entretuvo un ratito en los columpios del parque infantil. En esta ocasión no había juguetes para los niños, aunque sí que habíamos leído sobre su existencia.

De ahí, vuelta a coger el tranvía hasta donde habíamos dejado el coche.

De vuelta y con nuestro niño dormido, antes de llegar a Brienz, hicimos una incursión para ubicar la Giessenbachfall, que visitaríamos el día siguiente. La carretera sube sobre el lago de Brienz con unas vistas maravillosas.

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