A las 10 de la mañana habíamos reservado hora por internet para visitar la sima de Padirac (www.gouffre-de-padirac.com), la cual se encontraba a 20-30 minutos de Rocamadour. Cuesta 9,50 euros y si no se reserva la visita con antelación se forman unas filas bastante importantes. Se recorren 2 km a pie y en barco a los largo de un río subterráneo a unos 100 metros bajo tierra; la temperatura es de 13 grados durante todo el año por lo que os recomendamos llevar ropa de abrigo y deportivas o calzado cómodo. A nosotras nos encantó la visita, que dura alrededor de 1hora y 30 minutos.

De allí nos fuimos a Castelnaud la Chapelle que estaba a 1 hora de distancia, pasando por La Roque de Gageac, no pudimos parar por falta de tiempo, pero nos pareció bonito desde el coche. A los pies de Castelnaud paramos a comer junto al rio donde había mucha gente haciendo picnic, bañándose y con canoas. Después subimos a ver el pueblo en coche, siendo obligatorio el pago de 3 euros de parking. Al pueblo se accede caminando, es precioso, medieval con mucho encanto y un casillo que contenía un museo de armas medievales (al que nosotras no entramos).


Después nos fuimos a Beynac, uno de los pueblos considerado de los más bonitos de Francia. El castillo está en la zona alta del pueblo y se puede llegar a él tanto andando como en coche. Nosotras preferimos el coche por el tremendo calor y las empinadas cuestas. Las vistas son inmejorables desde la muralla exterior que es gratuita y se puede acceder al castillo por unos 6,50 euros. En turismo nos dijeron que había otro mirador en la zona alta del castillo que también merecía mucho la pena.

El último pueblo que visitamos ese día fue el de Sarlat, en el que se estaba celebrando un festival de juegos y teatro por lo que había un ambiente estupendo. Resultaba muy agradable pasear por las calles de la ciudad medieval, disfrutando de sus terrazas y sus espectáculos callejeros. Después de cenar en uno de sus numerosos restaurantes nos volvimos a dormir a Rocamadour.

