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Después del tute del día anterior, para el cuarto día tocaba no madrugar tanto, contando además que la travesía por las islas sería algo bastante más relajado.
A las 9:27 llegamos desde el hotel a la parada San Samuele de la línea 2 del vaporetto. Teóricamente, el primer vaporetto debería de haber pasado a las 9:24. Y digo teóricamente porque el segundo tendría que haber pasado a las 9:34 y no pasó, aunque sí el siguiente de las 9:44. El tiempo de espera sirvió para sacar unas fotos, entre ellas las de un traghetto que cruzaba el Canal Grande por delante del Palazzo Loredan.
A las 9:27 llegamos desde el hotel a la parada San Samuele de la línea 2 del vaporetto. Teóricamente, el primer vaporetto debería de haber pasado a las 9:24. Y digo teóricamente porque el segundo tendría que haber pasado a las 9:34 y no pasó, aunque sí el siguiente de las 9:44. El tiempo de espera sirvió para sacar unas fotos, entre ellas las de un traghetto que cruzaba el Canal Grande por delante del Palazzo Loredan.
Llegamos a Ferrovía pasadas un poco las 10 y cogimos el 52 a las 10:10 que nos llevó a Fondamente Nove pasando por el Canale di Cannaregio, entrada natural a Venecia desde tierra firme antes de que se construyese el puente que la conecta con Mestre.
Palazzo Labia y Ponte dei Tre Archi
Al principio del canal de Cannaregio, a mano izquierda, entre la iglesia de San Geremia y el Ponte delle Guglie, se puede ver el barroco palacio Labia (finales del XVII). Sobre el palacio Labia y sus dueños se cuenta una historia. Los Labia, eran comerciantes catalanes que ayudaron económicamente a la República. En agradecimiento, se les concedió la entrada a la nobleza, pero al no ser de ascendencia veneciana no se les permitió construir sus palacio justo enfrente del Canal Grande, por eso el suyo da propiamente al Canale di Cannaregio. Pues bien, a pesar de todo y para demostrar su poderío, se dice que cuando tenían visita importante, los Labia servían sus cenas en platos de oro, y que al acabarlas, ante el asombro de sus invitados, los tiraban por la ventana porque decían que no valía la pena perder el tiempo limpiándolos. Lo que no sabían estos es que había unas cuantas barcas con redes esperando a que cayesen los platos para recuperarlos. Ya os dije que eran comerciantes catalanes, se supone que hábiles, así que el despilfarro no tendría sentido ni para asombrar a sus comensales.
Palazzo Labia y Ponte dei Tre Archi
Al principio del canal de Cannaregio, a mano izquierda, entre la iglesia de San Geremia y el Ponte delle Guglie, se puede ver el barroco palacio Labia (finales del XVII). Sobre el palacio Labia y sus dueños se cuenta una historia. Los Labia, eran comerciantes catalanes que ayudaron económicamente a la República. En agradecimiento, se les concedió la entrada a la nobleza, pero al no ser de ascendencia veneciana no se les permitió construir sus palacio justo enfrente del Canal Grande, por eso el suyo da propiamente al Canale di Cannaregio. Pues bien, a pesar de todo y para demostrar su poderío, se dice que cuando tenían visita importante, los Labia servían sus cenas en platos de oro, y que al acabarlas, ante el asombro de sus invitados, los tiraban por la ventana porque decían que no valía la pena perder el tiempo limpiándolos. Lo que no sabían estos es que había unas cuantas barcas con redes esperando a que cayesen los platos para recuperarlos. Ya os dije que eran comerciantes catalanes, se supone que hábiles, así que el despilfarro no tendría sentido ni para asombrar a sus comensales.
Hacia el final del Canale di Cannaregio se puede ver el Ponte dei Tre Archi, el único puente con tres arcos que se conserva en Venecia.
A partir de ahí, ya en la laguna de Venecia, igual que delante de los embarcaderos de toda la isla, es muy frecuente ver palos en el medio del mar. Se llaman palina (uno sólo) y bricola (tres palos) y sirven para marcar las líneas navegables separándolas de las zonas arenosas y de las barena, zonas de tierra al ras del agua cubiertas por vegetación particularmente resistente a la sal. Después están los palos que sirven de amarraderos. Estos pueden llevar los colores de sus dueños cuando son privados.
Llegamos a Fondamente Nove a las 10:30. Después de la II Guerra Mundial, algunos muchachos al zambullirse y nadar en las aguas del extremo de la Fondamente hicieron emerger un gran baúl cerrado. Tras ser llevado a la orilla y abierto, el baúl resultó estar lleno de sepias y cangrejos. Los muchachos sorprendidos se abalanzaron sobre la pesca y corrieron a casa con las manos llenas. Un cuerpo de mujer no tardó en aparecer en el fondo del baúl. Eran los restos de Linda Cimetta, traficante de cigarrillos que había sido asesinada. No se sabe si la gente restituyó la pesca, pero lo cierto es que la mayor parte fue arrojada al mar. Desde entonces, los viejos pescadores evitan pescar sepias en esa parte de la laguna, pues aseguran que tienen ojos de mujer.
A las 10:40 cogimos la línea LN (Laguna Nord) hacia Burano, parando previamente en Murano y Mazzorbo. Antes de llegar a la parada de Murano se pasa cerca de la isla cementerio de San Michele.
Llegamos a Fondamente Nove a las 10:30. Después de la II Guerra Mundial, algunos muchachos al zambullirse y nadar en las aguas del extremo de la Fondamente hicieron emerger un gran baúl cerrado. Tras ser llevado a la orilla y abierto, el baúl resultó estar lleno de sepias y cangrejos. Los muchachos sorprendidos se abalanzaron sobre la pesca y corrieron a casa con las manos llenas. Un cuerpo de mujer no tardó en aparecer en el fondo del baúl. Eran los restos de Linda Cimetta, traficante de cigarrillos que había sido asesinada. No se sabe si la gente restituyó la pesca, pero lo cierto es que la mayor parte fue arrojada al mar. Desde entonces, los viejos pescadores evitan pescar sepias en esa parte de la laguna, pues aseguran que tienen ojos de mujer.
A las 10:40 cogimos la línea LN (Laguna Nord) hacia Burano, parando previamente en Murano y Mazzorbo. Antes de llegar a la parada de Murano se pasa cerca de la isla cementerio de San Michele.
Aunque nosotros no las vimos, no es raro que haya esquelas en estos vaporettos que van por las islas, para que la gente de Venecia se entere de los fallecimientos de las islas menores. Asimismo, el entorno de la isla de San Michele es propicio a leyendas de encuentros con los muertos. En las aguas de esta isla, la niña Giuseppina Carmelo murió ahogada en 1904 en un accidente entre un vaporetto y la góndola donde viajaba. Durante las noches de niebla se puede entrever un pequeño ataúd flotante con cuatro velas encendidas en su tapa. Es Giuseppina que se hace ver, para evitar que los navegantes le vayan encima otra vez.
Torcello
A las 11:20 llegamos a Burano.
Torcello
A las 11:20 llegamos a Burano.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
A la izquierda, isla de Torcello desde Burano. A la derecha, zoom de Santa Maria dell’Assunta y Santa Fosca en Torcello.
A la izquierda, isla de Torcello desde Burano. A la derecha, zoom de Santa Maria dell’Assunta y Santa Fosca en Torcello.
Ahí cogimos la línea T que va a Torcello a las 11:33 (salió con 3 minutos de retraso) y a las 11:38 estábamos en Torcello. Toda la exhaustiva relación de horarios que os indico es para que os hagáis una idea de que nos llevó llegar a Torcello poco más de 2 horas y 10 minutos desde la parada próxima al hotel. De todas formas, la ubicación del hotel de cada uno puede hacer que los tiempos varíen ostensiblemente, pero si vais a coger la línea LN desde Fondamente Nove para ir a Burano o Torcello, que supongo que seréis la mayoría, echad cuentas que será sobre una hora de allí a Torcello (40 minutos a Burano) y sumad lo que os llevará llegar a Fondamente Nove más las posibles esperas. Por otro lado, no concibáis el paseo en barco como una pérdida de tiempo sino como un disfrute del paisaje de la laguna véneta.
Al llegar miramos en la parada los horarios de vuelta porque, aunque sólo tarda 5 minutos el vaporetto de Torcello a Burano, su periodicidad es de media en media hora, con lo que decidimos coger el de las 12:45, disfrutando de una horita en la isla, en lugar del de las 12:15 (sólo media hora), porque ya sólo 20 minutos lleva el camino de ida y vuelta andando al centro histórico.
En la mitad de ese camino, a mano derecha está el Ponte del Diavolo, uno de los pocos puentes sin barandillas que perviven en Venecia (antes eran todos así y en la época medieval eran pontones de madera, muchos simples pasarelas de varios tablones), junto con el Ponte Chiodo de Cannaregio. No os pongo la foto porque estaba en restauración y tenía una especie de parapetos y pasamanos hechos de tablones de madera, con lo que el encanto de que carece de barandilla se desvanece. Una leyenda dice que el Diablo lo construyó en una sola noche y que se aparece en el centro del puente, en forma de gato negro, la medianoche de cada 24 de diciembre. En Venecia siempre hubo muchos lugares y ocasiones para ser tentado por el Diablo, por eso hay tantos puentes, calles, cortes, llamados del diavolo.
Unos 5 minutos más andando y se llega a una amplia área herbosa donde hay poquísimas casas y el centro monumental en el que se hallan sólo un restaurante, el “Trono de Atila”, Santa Fosca, la Catedral, el Palacio del Archivo y el Palacio del Consejo. Torcello fue fundada entre los siglos V y VI, convirtiéndose en la primera isla habitada de la laguna y en una próspera colonia, pero al crecer Venecia y la malaria, sus habitantes fueron emigrando y poblando la actual Venecia, de manera que en 2008 no llegan ni a la decena de personas.
Fundamentalmente, por lo que vale la pena ir a Torcello es por su catedral de Santa Maria dell’Assunta. Fundada en 639 (sigue siendo la más antigua de la laguna, aunque el edificio actual es de 1008), presenta en el exterior una fachada sencilla precedida por un nártex, atrio porticado y adosado a la fachada típico de las iglesias paleocristianas, que también se puede ver en San Giacomo de Rialto, aunque el de ésta es algo más pequeño.
Al llegar miramos en la parada los horarios de vuelta porque, aunque sólo tarda 5 minutos el vaporetto de Torcello a Burano, su periodicidad es de media en media hora, con lo que decidimos coger el de las 12:45, disfrutando de una horita en la isla, en lugar del de las 12:15 (sólo media hora), porque ya sólo 20 minutos lleva el camino de ida y vuelta andando al centro histórico.
En la mitad de ese camino, a mano derecha está el Ponte del Diavolo, uno de los pocos puentes sin barandillas que perviven en Venecia (antes eran todos así y en la época medieval eran pontones de madera, muchos simples pasarelas de varios tablones), junto con el Ponte Chiodo de Cannaregio. No os pongo la foto porque estaba en restauración y tenía una especie de parapetos y pasamanos hechos de tablones de madera, con lo que el encanto de que carece de barandilla se desvanece. Una leyenda dice que el Diablo lo construyó en una sola noche y que se aparece en el centro del puente, en forma de gato negro, la medianoche de cada 24 de diciembre. En Venecia siempre hubo muchos lugares y ocasiones para ser tentado por el Diablo, por eso hay tantos puentes, calles, cortes, llamados del diavolo.
Unos 5 minutos más andando y se llega a una amplia área herbosa donde hay poquísimas casas y el centro monumental en el que se hallan sólo un restaurante, el “Trono de Atila”, Santa Fosca, la Catedral, el Palacio del Archivo y el Palacio del Consejo. Torcello fue fundada entre los siglos V y VI, convirtiéndose en la primera isla habitada de la laguna y en una próspera colonia, pero al crecer Venecia y la malaria, sus habitantes fueron emigrando y poblando la actual Venecia, de manera que en 2008 no llegan ni a la decena de personas.
Fundamentalmente, por lo que vale la pena ir a Torcello es por su catedral de Santa Maria dell’Assunta. Fundada en 639 (sigue siendo la más antigua de la laguna, aunque el edificio actual es de 1008), presenta en el exterior una fachada sencilla precedida por un nártex, atrio porticado y adosado a la fachada típico de las iglesias paleocristianas, que también se puede ver en San Giacomo de Rialto, aunque el de ésta es algo más pequeño.
En el interior hay un iconostasio interesante.
Pero lo más destacable son los mosaicos.
Yo iba con la idea de que se trataba de pequeños mosaicos, pero la pared de la fachada (por dentro, se entiende) está totalmente cubierta por un enorme y maravilloso mosaico véneto-bizantino del Juicio Final, de un detallismo y densidad simbólica extraordinarios. En la primera faja (desde abajo hacia arriba y sin orden cronológico), se hallan los elegidos (izquierda) y los condenados (derecha); en el nivel siguiente se encuentran la preparación del Juicio Final con escenas de la resurrección de los cuerpos, Cristo en la Gloria con la Virgen y santos, y Cristo crucificado entre la Madre y san Juan.
También es digno de destacar el de la Virgen en el ábside.
Todos los mosaicos presentan características diferentes de los de San Marco, más propias de épocas anteriores, más sencillos e ingenuistas.
Había por allí un señor de Valencia que estaba sacando fotos de escaqueo. Empezamos a hablar de esa cuestión. Nos contó que ya había estado varias veces en Venecia y que de ésta venía con su sobrino para enseñársela. Después de intercambiar información provechosa para ambos, nos despedimos hasta la próxima porque imaginábamos que nos veríamos en algún otro sitio, como así fue, en la iglesia de Santi Giovanni e Paolo.
Detrás de Santa María, yendo por su costado izquierdo, aparte del campanile (al que se puede subir pero no lo hicimos), se levanta la minúscula Capilla de San Marcos donde, según la tradición, fue colocado temporalmente el cuerpo del evangelista al final de su traslado de Tierra Santa.
Del lado derecho de la catedral está la también antigua iglesia de Santa Fosca (ss. XI y XII), de planta circular.
Había por allí un señor de Valencia que estaba sacando fotos de escaqueo. Empezamos a hablar de esa cuestión. Nos contó que ya había estado varias veces en Venecia y que de ésta venía con su sobrino para enseñársela. Después de intercambiar información provechosa para ambos, nos despedimos hasta la próxima porque imaginábamos que nos veríamos en algún otro sitio, como así fue, en la iglesia de Santi Giovanni e Paolo.
Detrás de Santa María, yendo por su costado izquierdo, aparte del campanile (al que se puede subir pero no lo hicimos), se levanta la minúscula Capilla de San Marcos donde, según la tradición, fue colocado temporalmente el cuerpo del evangelista al final de su traslado de Tierra Santa.
Del lado derecho de la catedral está la también antigua iglesia de Santa Fosca (ss. XI y XII), de planta circular.
Enfrente de la catedral se sitúa el “Trono de Atila”, de piedra, que muy probablemente fuese de los jueces de la isla. Según la tradición, los que se sientan en él se casan antes de un año.
Hay por el suelo y por un muro lateral de la zona restos arqueológicos de construcciones anteriores y de la primera catedral.
Después de la visita, mi mujer se entretuvo en su hobby preferido: en un puestecito de la plaza se dedicó a comprar miniaturas de familias de animales de cristal de Murano.
Burano
El vaporetto de la línea T nos llevó de Torcello a Burano, llegando sobre las 12:50 y pasamos allí una hora (cogimos la línea LN para Murano a las 13:56).
Con unos 3.500 habitantes, es uno de los grandes centros turísticos de la laguna véneta. Comparado con Torcello, a la que llegan menos turistas, Burano está muy concurrida, por lo que no es una zona barata, pero quizá sí buena para comer atendiendo a que hay mayor oferta que en Murano o Torcello y el ambiente es más agradable que en estas últimas.
Aparte de la hostelería y otras actividades inherentes el turismo, una de las actividades predominantes de la isla es la pesca. Destaca por sus casas coloridas y alegres de pescadores a lo largo de toda la isla, como ya dejó escrito alguien en el foro: el muestrario completo de Titanlux. Con esos colores el patrón de la casa quiere poner en evidencia los límites de la propiedad, aunque se dice irónicamente que sirven para que los marineros, cuando vuelven del mar, las encuentren fácilmente y no se equivoquen (podría haber más de una tragedia familiar).
Otra actividad importante de Burano es la elaboración de encajes (merletti). Cuenta una leyenda que en Venecia, una pescadora confeccionó una malla de pescar para su prometido y éste al utilizarla por primera vez, sacó del mar un alga extraordinaria, conocida con el nombre de Encaje de Venus. El muchacho corrió a regalársela a su prometida. Al poco tiempo el pescador partió a la guerra, y era tanta la añoranza que sentía la joven, que todos los días miraba y remiraba el alga que le había regalado, hasta que en una ocasión, y como atraída por una fuerza interior, la reprodujo con los hilos que, rematados en un plomo, colgaban alrededor de la malla. De ahí proviene que en Italia se llama al encaje de bolillos encaje de los piombine.
Al bajar del vaporetto, justo en frente, recorrimos Via Marcello, donde, desde un primer momento ya se ven tiendas de tejidos, encajes y otras compras de recuerdos. Al llegar a un canal, giramos a la izquierda por la Fondamenta de San Mauro. Después cruzamos un puente a mano derecha y más o menos enfrente se encuentra la calle principal de la isla, Via Baldassare Galuppi, que desemboca en la plaza homónima. Esta calle, muy animada, está llena de tiendas y de restaurantes. En nuestro caso, ya era buena hora para comer, pero aprovechando nuestra filosofía del Carpe Diem (“aprovecha el día”), lo tomamos en sentido literal y nos contentamos con entretener algo el estómago para que no se rebelase y así poder continuar con nuestra caminata. De manera que en una pastelería de la Vía Baldassare Galuppi (a mano derecha según íbamos hacia la plaza central) compramos por 9€ unos sándwiches, agua y un par de bolsas de los famosos bussolai buranelli (una especie de pastas típicas de Burano), muy famosos pero bastante secos y sin un sabor especialmente rico, así que podéis pasar de ellos.
En la plaza Baldassare Galuppi se encuentra el interesante Museo del Merletto (escuela y exposición de encajes que estaba cerrado por restauración teóricamente hasta el 1 de noviembre de 2008), el Palazzo del Podestà (Alcalde, ahora sede de la Municipalidad) de construcción gótica, con dos escudos de armas también góticos, y la iglesia de San Martino (8am-12 y 3pm-7pm), con su característica fachada sin portal, pues se entra por un lado, y con bonitas telas dentro del Fontebasso de 1732 y la Crucifixión de G.B. Tièpolo, que nos perdimos porque también estaba cerrada a esa hora. En el centro de la plaza hay una estatua dedicada al gran buranello Baldassare Galuppi, nacido en Burano en 1706, famoso compositor, autor de obras teatrales, de oratorios, de música sagrada, de conciertos y de varias sonatas para clavicémbalo y varios libretos para Carlo Goldoni. A su lado también se puede ver un antiguo mojón de piedra de Istria (XVIII) sobre cuyo pendón una vez se agitó el Gonfalone di San Marco, con un relieve de los dos santos protectores de la isla de Burano, San Martino y Sant'Albano. Al lado hay un pozo de 1588.
Después de la visita, mi mujer se entretuvo en su hobby preferido: en un puestecito de la plaza se dedicó a comprar miniaturas de familias de animales de cristal de Murano.
Burano
El vaporetto de la línea T nos llevó de Torcello a Burano, llegando sobre las 12:50 y pasamos allí una hora (cogimos la línea LN para Murano a las 13:56).
Con unos 3.500 habitantes, es uno de los grandes centros turísticos de la laguna véneta. Comparado con Torcello, a la que llegan menos turistas, Burano está muy concurrida, por lo que no es una zona barata, pero quizá sí buena para comer atendiendo a que hay mayor oferta que en Murano o Torcello y el ambiente es más agradable que en estas últimas.
Aparte de la hostelería y otras actividades inherentes el turismo, una de las actividades predominantes de la isla es la pesca. Destaca por sus casas coloridas y alegres de pescadores a lo largo de toda la isla, como ya dejó escrito alguien en el foro: el muestrario completo de Titanlux. Con esos colores el patrón de la casa quiere poner en evidencia los límites de la propiedad, aunque se dice irónicamente que sirven para que los marineros, cuando vuelven del mar, las encuentren fácilmente y no se equivoquen (podría haber más de una tragedia familiar).
Otra actividad importante de Burano es la elaboración de encajes (merletti). Cuenta una leyenda que en Venecia, una pescadora confeccionó una malla de pescar para su prometido y éste al utilizarla por primera vez, sacó del mar un alga extraordinaria, conocida con el nombre de Encaje de Venus. El muchacho corrió a regalársela a su prometida. Al poco tiempo el pescador partió a la guerra, y era tanta la añoranza que sentía la joven, que todos los días miraba y remiraba el alga que le había regalado, hasta que en una ocasión, y como atraída por una fuerza interior, la reprodujo con los hilos que, rematados en un plomo, colgaban alrededor de la malla. De ahí proviene que en Italia se llama al encaje de bolillos encaje de los piombine.
Al bajar del vaporetto, justo en frente, recorrimos Via Marcello, donde, desde un primer momento ya se ven tiendas de tejidos, encajes y otras compras de recuerdos. Al llegar a un canal, giramos a la izquierda por la Fondamenta de San Mauro. Después cruzamos un puente a mano derecha y más o menos enfrente se encuentra la calle principal de la isla, Via Baldassare Galuppi, que desemboca en la plaza homónima. Esta calle, muy animada, está llena de tiendas y de restaurantes. En nuestro caso, ya era buena hora para comer, pero aprovechando nuestra filosofía del Carpe Diem (“aprovecha el día”), lo tomamos en sentido literal y nos contentamos con entretener algo el estómago para que no se rebelase y así poder continuar con nuestra caminata. De manera que en una pastelería de la Vía Baldassare Galuppi (a mano derecha según íbamos hacia la plaza central) compramos por 9€ unos sándwiches, agua y un par de bolsas de los famosos bussolai buranelli (una especie de pastas típicas de Burano), muy famosos pero bastante secos y sin un sabor especialmente rico, así que podéis pasar de ellos.
En la plaza Baldassare Galuppi se encuentra el interesante Museo del Merletto (escuela y exposición de encajes que estaba cerrado por restauración teóricamente hasta el 1 de noviembre de 2008), el Palazzo del Podestà (Alcalde, ahora sede de la Municipalidad) de construcción gótica, con dos escudos de armas también góticos, y la iglesia de San Martino (8am-12 y 3pm-7pm), con su característica fachada sin portal, pues se entra por un lado, y con bonitas telas dentro del Fontebasso de 1732 y la Crucifixión de G.B. Tièpolo, que nos perdimos porque también estaba cerrada a esa hora. En el centro de la plaza hay una estatua dedicada al gran buranello Baldassare Galuppi, nacido en Burano en 1706, famoso compositor, autor de obras teatrales, de oratorios, de música sagrada, de conciertos y de varias sonatas para clavicémbalo y varios libretos para Carlo Goldoni. A su lado también se puede ver un antiguo mojón de piedra de Istria (XVIII) sobre cuyo pendón una vez se agitó el Gonfalone di San Marco, con un relieve de los dos santos protectores de la isla de Burano, San Martino y Sant'Albano. Al lado hay un pozo de 1588.
Pero realmente, el reclamo turístico de la isla son sus casas de colores, por lo que continuamos por el canal próximo a la iglesia de San Martino hacia la izquierda disfrutando del colorido paisaje, cruzando por el primer puente, siguiendo la Fondamenta di Terranova
hasta cruzar el siguiente puente y adentrarnos algo por el centro de la isla hasta acabar de nuevo en la Via Baldassare Galuppi. Poco antes de llegar a ésta, pasamos por delante de la más colorida de todas las coloridas casas de Burano, la Casa Bepi, que tiene su propia página web (www.casabepi.it) y que está en Via al Gottolo 339. Para que os sea fácil dar con ella, si venís caminando desde el vaporetto por la Via Baldassare Galuppi hacia la plaza del mismo nombre, es una calle estrecha perpendicular a la Via que queda a mano izquierda. A unos pocos pasos está la casa.
Volvimos hacia la parada del vaporetto, paseando un poco por la Calle dei Squeri
y Fondamenta Cavanella.
Antes de embarcar, compramos en un puesto de souvenirs cercano un pequeño gorro de paja de gondolero por 2€.
Murano
A las 1:56 de la tarde cogimos la línea LN y llegamos a la parada de Faro en Murano a las 2:30.
A las 1:56 de la tarde cogimos la línea LN y llegamos a la parada de Faro en Murano a las 2:30.
Murano es el centro de la industria del cristal desde 1291 y principal productor de Europa en los siglos XV y XVI. Avanzamos por la calle que quedaba enfrente de la parada, Bressagio, y a una cierta altura, a mano izquierda se podía ver a dos operarios trabajando el cristal de Murano en un taller de cristal. Estaban haciendo a medias un pez.
Estuvimos unos minutos observando. Mejor eso que pagar (o no) por ver una demostración que dura muy poco tiempo y tiene por finalidad exclusiva que luego vayas a la tienda y compres. Al lado estaba la tienda con figuras desde 1€. Entrada y compra de rigor.
Una vez acabada esta calle se llega a un canal. Nos metimos a mano derecha por la Fondamenta D. Manin, que, a medio camino, tiene unas bonitas casas con soportales de la época medieval,
Una vez acabada esta calle se llega a un canal. Nos metimos a mano derecha por la Fondamenta D. Manin, que, a medio camino, tiene unas bonitas casas con soportales de la época medieval,
aparte de una buena cantidad de tiendas de cristal. Hubo varias paradas y compras. Los precios de las miniaturas son algo más elevados que en Venecia, pero se ven también mejores acabados y más variedad, así que, a quien le guste estas historias, debería pasar por Murano.
Llegados casi a Campo Santo Stefano hay un puente que, cruzándolo, va a dar directamente a San Pietro Mártire en la que están custodiados algunos cuadros de Bellini, Tintoretto y Veronese dignos de ver. Y también es digna de ver, aunque sea pagando 1,50€ la sacristía. Tiene unas tallas realmente buenas que cubren toda la estancia y, continuando el recorrido, hay diferentes objetos procesionales, algunos un tanto naifs, y una curiosa colección de relicarios.
Llegados casi a Campo Santo Stefano hay un puente que, cruzándolo, va a dar directamente a San Pietro Mártire en la que están custodiados algunos cuadros de Bellini, Tintoretto y Veronese dignos de ver. Y también es digna de ver, aunque sea pagando 1,50€ la sacristía. Tiene unas tallas realmente buenas que cubren toda la estancia y, continuando el recorrido, hay diferentes objetos procesionales, algunos un tanto naifs, y una curiosa colección de relicarios.
Continuamos en la misma dirección hasta encontrar el Canale Grande. Cruzamos el único puente de ese canal y al llegar a la otra orilla fuimos hacia la derecha por Fondamenta Cavour. Después de pasar bajo otra casa medieval con soportales, estos más destartalados y apuntalados, al principio de Fondamenta Giustiniani está el Museo del Vetro que, más que nada, como nos salía gratis con la VeniceCard Orange, entramos a verlo. La colección no es gran cosa: algunos diseños tradicionales (sobre todo), entre los que destaca una copa azul, y otros modernos, la indicación de las diferentes técnicas, utensilios y pigmentos para elaborar el cristal de Murano y, lo que nos pareció más interesante, dos centros de mesa que reproducen dos jardines típicos italianos hechos en vidrio (la foto es de escaqueo, la primera y única porque no dejan sacarlas).
Un poco más adelante a unos pasos del Museo surge la Basílica dei Santi Maria e Donato. En su exterior presenta un espléndido ábside con columnas de estilo véneto bizantino que mira hacia el Canal, realmente bonito.
En el interior destacan el techo de quilla de barco del XV, las columnas véneto-bizantinas, el encantador mosaico de la Madonna Orante en el ábside y el suelo de mosaico (1140, de la época de la basílica) geométrico, pájaros exóticos, criaturas míticas y símbolos inexplicables realizados con piedras y piezas de cristal antiguo.
Cogimos el vaporetto en la puerta del museo a las 4:12 y tardó en llegar a Fondamente Nove 23 minutos, porque va parando por varios sitios de Murano.
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