En nuestro anterior viaje a Bélgica, cuando aún circulaban las pesetas y los francos, no visitamos Amberes, por lo que hoy tendremos que mantener los ojos más abiertos.
Afortunadamente luce el sol pero tendremos que comprarle unos zapatos a la niña ya que no se le han secado todavía.
Amberes, la ciudad de Rubens, la ciudad de los diamantes y últimamente también la ciudad de la moda.
El nombre de esta ciudad en neerlandés es Antwerpen que etimológicamente significa mano lanzada.

Cuenta la leyenda que un gigante llamado Druoon Antigoon hacía la vida imposible a los barcos que navegaban por el río Escalda, exigiéndoles el pago de un abusivo peaje.
Si el barco no podía pagar el gigante cortaba la mano del capitán y la arrojaba al río.
Finalmente, un centurión romano consiguió cortar la mano del gigante y lanzarla también al río. Desde entonces los marineros pudieron vivir en paz.
La propia estación de trenes es una preciosidad y desemboca en una calle repleta de comercios y vida.
Lo primero comprarle las zapatillas a la niña en una tienda de deportes que estaba en liquidación
- Pero qué pasada de rebajas! Si está todo al 70% de descuento...
Total, acabamos comprando chaquetas de marca, mallas de correr, camisetas y las zapatillas de deporte de la niña.
Si no fuera porque teníamos que volver en avión y no cabía en las maletas hubiésemos saqueado la tienda.

En Amberes se encuentra la comunidad judía más importante de Europa y fueron ellos los que iniciaron el comercio de diamantes, que hoy en día supone el 85% de la producción mundial.
Hay lujo y riqueza en este barrio próximo a la estación.

Bajando por esta misma calle, a la izquierda encontramos la casa de Rubens (Rubenshuis). Está bien indicado y es una calle peatonal.
Rubens, aunque había nacido en Alemania, paso gran parte de su vida en esta ciudad, de donde procedían sus padres y es aquí donde encontramos algunas de sus más bellas pinturas.

Nos gustó bastante la visita. Tiene dos plantas donde se distribuyen los aposentos privados y el taller del gran pintor.
Siempre en linea recta hacia el río llegamos a la Plaza Mayor (Grote Markt) con sus edificios gremiales de los siglos XVI y XVII. En el centro se encuentra la estatua de Brabo, el centurión que cortó la mano al gigante y el edificio del Ayuntamiento.

Y la Catedral, la más grande de Bélgica y una de las más importantes iglesias góticas de Europa, cuenta con una torre de 123 metros de altura y en su interior alberga maravillosas pinturas de Rubens.
Absolutamente recomendable la visita.

Casi hemos llegado al río, pero antes descansaremos y comeremos algo en estas fantásticas terrazas. Nos sirven dos típicas De Koninck servidas en copa redondeada que nos saben a gloria porque hoy hace calor.
El castillo de Steen (literalmente La Roca) es el edificio más antiguo de la ciudad y tiene un tenebroso pasado.

Fue una terrible prisión y durante 500 sirvió de escenario a la Inquisición para sus torturas y ejecuciones masivas.
Tubo un papel especial en el saqueo de Amberes porque en su interior se refugiaron las tropas leales españolas ante el asalto de las tropas flamencas, resistiendo y rechazando el asalto de los amotinados.
Vamos a dejar Amberes que tenemos que visitar Malinas, a medio camino de Bruselas.
Es una ciudad pequeña pero a la vez grandiosa y por cualquier esquina surgen monumentos.

Creo que merecerá más tiempo del que le vamos a dedicar.
Nos gusta mucho la plaza mayor, llena de edificios históricos y un suntuoso Ayuntamiento.

Todo está muy limpio y bien cuidado, incluso con flores.
Nos apetece probar la cerveza local, Gouden Carolus, que nos sirvió un camarero español que llevaba muchos años viviendo aquí.
Muy cerca está la catedral de San Rumoldo, con su imponente torre que domina la ciudad desde sus 97 metros de altura y sus dos famosos carillones con 49 campanas. No nos va a dar tiempo a subirla.

Circula una leyenda sobre los habitantes de esta ciudad que creyendo ver fuego en lo alto de la torre subieron sus 500 escalones cargados con cubos de agua para descubrir que el fuego no era sino un reflejo rojizo de la luna llena. Desde entonces se les conoce como "apagalunas"
Nota mental: tengo que matar a la amiga que me dijo que con un par de horas teníamos bastante para ver Malinas.
Regresamos a Bruselas a cenar y cerrar maletas. Mañana nos vamos a Brujas a pasar 2 días en compañía de unos amigos del norte de Francia que se reunirán con nosotros aquí