Bien temprano emprendimos viaje desde Santa Clara a Topes de Collantes, unos 70 Km. de distancia, por unas carreteras complicadas pero de paisajes preciosos. Por fin, parecía que se alejaba el frente frío que nos había traído locos todos aquellos días. Y dentro de lo que cabe no podíamos quejarnos porque el día anterior había estado lloviendo mucho en Topes de Collantes y si nos llega a pillar nos hubiese estropeado la caminata que teníamos prevista.
La carretera que va desde Santa Clara se interna en la Sierra de Escambray, subiendo hasta 700 metros de altitud, en un itinerario final vertiginoso que da vueltas y revueltas, con un paisaje maravilloso, cubierto de exuberante vegetación, y bohíos (cabañas campesinas) increíblemente encaramados a los riscos:
Había zonas en muy mal estado más todavía teniendo en cuenta los días de lluvia anteriores. Tardamos más de dos horas en hacer el recorrido (para los que vayáis desde Trinidad, son apenas 30 minutos aunque la carretera es igualmente retorcida y empinada). Se para en un mirador con estas soberbias vistas, con el embalse de Hanabanilla muy al fondo.
Hicimos la caminata denominada “centinelas del río melodioso”, en el parque Guanayara, de cinco kilómetros de longitud, tres horas de marcha. El día era estupendo porque había nubes y sol y soplaba un poquito de brisa fresca, la temperatura ideal. Con más calor, el bochorno hubiera sido sofocante.
Llegamos hasta el balneario, cerca del cual hay un centro de recepción de visitantes. Allí tomamos un antiguo camión ruso, que nos llevó hasta la zona donde se inicia el sendero a pie.
Hasta aquí no se puede llegar en coche; o bien se va andando (una caminata muy larga) o se va en estos vehículos contratando la excursión en el propio parque. Además, la pista estaba embarrada por las lluvias, sin ese peculiar vehículo hubiera sido imposible pasar.
Desconozco su precio porque lo llevábamos incluido. Hay otros senderos para hacer, quizás más accesibles y baratos si se va por libre. Nos acompañó un guía de ecoturismo, un hombre que conoce todos los secretos del lugar, realmente encantador. Estamos muy acostumbrados a hacer senderismo y casi siempre sin guía, en esta ocasión nos gustó la experiencia: que te vayan explicando de manera super amena qué es cada planta, cada árbol, cada flor, descubriendo los pájaros escondidos en las ramas, que de otro modo no acertarías a ver… realmente resultó una experiencia muy grata. No sabría explicar qué me gustó más, pero la verdad es que localizar en una rama al bonito tocororo, el pájaro con los colores de la bandera nacional cubana, fue muy emocionante; igual que encontrarnos con los diminutos colibrís (aunque a éstos ya los habíamos visto en Viñales).
Caminando entre la espesa vegetación de la selva tropical, cruzando pasarelas de madera suspendidas sobre el río, llegamos a preciosa cascada llamada Salto del Rocío.
También muy bonitas las pozas del Venado, en donde es posible bañarse y tomar un cóctel típico en su pequeño bar. Nos dejamos olvidado el bañador, pero yo metí los pies en el agua y no está tan fría como a lo que estamos acostumbrados aquí en los ríos de montaña.
Nuevamente, el paisaje es encantador, parece que estás en una película de aventuras, con el boscaje con lianas a estilo “tarzán”, sobre todo las zonas de altísimos bambús y cuando casi tuvimos que sacar el machete para pasar entre las ramas porque el sendero se había encenagado por las lluvias de los días anteriores, jaja, en plan aventura y todo.
Al final, después de tres horas, llegamos al final del camino (o comienzo), porque el sendero fue casi circular, donde está enclavado el restaurante “La Gallega”, en el que almorzamos, devorando todo lo que nos pusieron pues teníamos un hambre canina.
Si sobra un poquito de tiempo en una visita a la zona de Trinidad, para los amantes de la naturaleza resulta imprescindible hacer alguno de los senderos de Topes de Collantes.