Después de hablar con los amigos la noche anterior, decidimos añadir una parada más en nuestro viaje: Ait-Ben-Haddou, por lo que nos replanteamos, a partir de eso, que hacer este día.
OUARZAZATE
Tras salir de las gargantas del Dades, fuimos siguiendo el río, paralelos al Alto Atlas, en diección a Ouarzazate. En todo este trayecto pudimos ver cientos de poblados, con sus respectivas kasbahs, y fuimos viendo como el color del adobe y de la tierra fue pasando del marrón rojizo al rojo más intenso que reina en Ouarzazate.
Ouarzazate es la capital del cine marroquí. Aquí se encuentran numerosos estudios de cine en los que se han rodado grandes producciones norteamericanas. Pero lo más llamativo para nosotros fue:
- El increíble calor (más de 40 ºC)
- La gran kasbah Taourirt:
Es una gran kasbah del siglo XVII, que más bien parece un verdadero castillo de arcilla roja, en perfecto estado de conservación. Es el escenario de varias películas (tan es así que el día anterior habían acabado de rodar "Prince of Persia" y todavía quedaban decorados) e incluso en su interior hay un anfiteatro.
Con el calor que hacía, decidimos salir de la ciudad, por lo que nos fuimos a conocer otro de los maravillosos valles del sur marroquí, el valle del río Draa.
EL VALLE DEL DRAA
El viaje hacia el Draa tuvo dos partes muy diferentes:
- Una primera parte montañosa, abrupta y pedregosa, pasando por un puerto de montaña (que no he logrado saber como se llama) que más bien parecía un paisaje lunar. Al bajar el puerto, llegamos a la capital del valle del Draa: Agdz; donde se veía que era la ciudad más importante de la zona por el tamaño de la plaza y del bazar, pero donde no habían visto parar un turista jamás (yo creo, ya que los autobuses de Ouarzazate a Zagora no paran ni para mear). Tal es así, que para intentar conseguir un poco de leche, nos las vimos y deseamos en un café.
- Después nos adentramos en el propio valle, yendo por el oasis que crea el río, en dirección al desierto. Decidimos esta vez, más que ver el valle (menos espectacular que los del Dades o el Thodra), meternos por entre los pueblos de la orilla, antiguas kasbahs todavía habitadas al estilo de antaño ¡¡toda una inmersión en el Marruecos más profundo!!
Estuvimos más de una hora por entre las casas de adobe, circulando por pistas alquitranadas, hasta que decidimos salir del oasis y retomar la principal para volver al norte, con un intenso sobrecogimiento tras haber vivido una de las partes más intensas del viaje.
Nuestro objetivo para pasar la noche era Ait-Ben-Haddou, un pueblo patrimonio de la humanidad situado al norte de Ouarzazate en dirección a Marrakech. Pero antes de eso, jeje, tuvimos un pequeño percance al cruzar un pueblo, porque en mi afán de esquivar bicis y peatones, pisé la raya continua ¡¡justo delante de una pareja de policías!!¡¡hala!! multa al canto, menos mal que nos pedía 400 dirhams y yo no hacía más que decirle que no tenía tanto encima, por lo que por no tener que explicarme los trámites para pagarla, me dejó pasar (creo que la intención era sacarme la pasta al momento, pero no se le logró)
En estas, llegamos a Ait-Ben-Hadou, para alojarnos en la casa de huéspedes Lokfel, una pequeña joya de buen gusto en medio del desierto. Regentada por un francés (Pascal), es como un soplo de aire fresco dentro de la hostelería marroquí, más interesada en sacar tajada del dinero extranjero que de hacerte sentir cómodo ¡¡MUY, MUY RECOMENDABLE!!
OUARZAZATE
Tras salir de las gargantas del Dades, fuimos siguiendo el río, paralelos al Alto Atlas, en diección a Ouarzazate. En todo este trayecto pudimos ver cientos de poblados, con sus respectivas kasbahs, y fuimos viendo como el color del adobe y de la tierra fue pasando del marrón rojizo al rojo más intenso que reina en Ouarzazate.
Ouarzazate es la capital del cine marroquí. Aquí se encuentran numerosos estudios de cine en los que se han rodado grandes producciones norteamericanas. Pero lo más llamativo para nosotros fue:
- El increíble calor (más de 40 ºC)
- La gran kasbah Taourirt:
Es una gran kasbah del siglo XVII, que más bien parece un verdadero castillo de arcilla roja, en perfecto estado de conservación. Es el escenario de varias películas (tan es así que el día anterior habían acabado de rodar "Prince of Persia" y todavía quedaban decorados) e incluso en su interior hay un anfiteatro.
Con el calor que hacía, decidimos salir de la ciudad, por lo que nos fuimos a conocer otro de los maravillosos valles del sur marroquí, el valle del río Draa.
EL VALLE DEL DRAA
El viaje hacia el Draa tuvo dos partes muy diferentes:
- Una primera parte montañosa, abrupta y pedregosa, pasando por un puerto de montaña (que no he logrado saber como se llama) que más bien parecía un paisaje lunar. Al bajar el puerto, llegamos a la capital del valle del Draa: Agdz; donde se veía que era la ciudad más importante de la zona por el tamaño de la plaza y del bazar, pero donde no habían visto parar un turista jamás (yo creo, ya que los autobuses de Ouarzazate a Zagora no paran ni para mear). Tal es así, que para intentar conseguir un poco de leche, nos las vimos y deseamos en un café.
- Después nos adentramos en el propio valle, yendo por el oasis que crea el río, en dirección al desierto. Decidimos esta vez, más que ver el valle (menos espectacular que los del Dades o el Thodra), meternos por entre los pueblos de la orilla, antiguas kasbahs todavía habitadas al estilo de antaño ¡¡toda una inmersión en el Marruecos más profundo!!
Estuvimos más de una hora por entre las casas de adobe, circulando por pistas alquitranadas, hasta que decidimos salir del oasis y retomar la principal para volver al norte, con un intenso sobrecogimiento tras haber vivido una de las partes más intensas del viaje.
Nuestro objetivo para pasar la noche era Ait-Ben-Haddou, un pueblo patrimonio de la humanidad situado al norte de Ouarzazate en dirección a Marrakech. Pero antes de eso, jeje, tuvimos un pequeño percance al cruzar un pueblo, porque en mi afán de esquivar bicis y peatones, pisé la raya continua ¡¡justo delante de una pareja de policías!!¡¡hala!! multa al canto, menos mal que nos pedía 400 dirhams y yo no hacía más que decirle que no tenía tanto encima, por lo que por no tener que explicarme los trámites para pagarla, me dejó pasar (creo que la intención era sacarme la pasta al momento, pero no se le logró)
En estas, llegamos a Ait-Ben-Hadou, para alojarnos en la casa de huéspedes Lokfel, una pequeña joya de buen gusto en medio del desierto. Regentada por un francés (Pascal), es como un soplo de aire fresco dentro de la hostelería marroquí, más interesada en sacar tajada del dinero extranjero que de hacerte sentir cómodo ¡¡MUY, MUY RECOMENDABLE!!