Nos levantamos más tarde de lo que esperábamos y tras desayunar, recoger todo y hacer el checkout, ponemos rumbo al primer pueblo que teníamos marcado en la ruta del día, Malpica. No sé si el GPS se volvió loco, si la actualización que nos metieron en el coche no estaba “tan actualizada”…pero el caso es que nos dio una buena vuelta para llegar. Pero bueno, al final llegamos a Malpica.
Aquí la liamos… Lo que voy a decir es obvio: las señales de tráfico están por una razón y para ser cumplidas. Nos metimos en el caso viejo y seguimos las indicaciones de parking gratuito, pero en lugar de aparcar en la zona, decidimos meternos un poco más hacía el centro a pesar de que había una señal de calle sin salida. El caso es que nos quedamos sin poder salir en una calle con una cuesta increíble y que había que salir marcha atrás. Y de repente catástrofe; al dar marcha atrás y forzar el coche empezó a salir humo negro y a oler a quemado, todo acompañado de un vecino que nos dijo que en esa calle ya se habían cargado varios “madrileños” el embrague. Así que acojonados paramos el coche y llamamos a la grúa para nos dijera si podíamos seguir o no. Después de 45min llegó la grúa, yo estaba acojonado! Pero el tío le metió caña, subió una cuesta y dijo que no nos preocupáramos, que no pasaba nada y que lo dejáramos un rato enfriar. Al menos el viaje no se había chafado.
Pues nada…nos dimos una vuelta y nos tomamos algo para hacer tiempo. Aquí empezó nuestra decepción de la zona de la Costa da Morte: los pueblos nos parecieron que tenían bastante poco personalidad, poca armonía y desde luego no nos gustaron mucho. Y la costa no es lo escarpada o impresionante que esperábamos; no hay comparación con mi Asturias. Obviamente es una opinión muy personal.
Como tuvimos que esperar un rato para que enfriara el coche y además ya llevábamos algo de retraso, nos dimos cuenta que debíamos dejar alguna cosa sin ver.
Seguimos a Corme y nos sucedió la misma decepción, así que seguimos al faro de Roncudo. Es un faro muy pequeño, pero el entorno es bonito; además hacía muchísimo viento y el mar estaba un poco revuelto, A la perra incluso le costaba caminar por el viento.
Seguimos camino a Laxe y nos paramos en el camino en un mirador sobre la ría. Merece mucho la pena.
En Laxe decidimos comer en una terraza y después nos acercamos a la playa a echar unas carreras con la perra y que ella se hiciera unos cuantos agujeros. Nos dijeron que no ponen problemas a que los perros entren a la playa.
Y de aquí seguimos a Camelle. Nos costó un poco encontrarlo porque nuestro GPS no lo localizaba, pero siguiendo las señales en la carretera llegamos sin problema. De nuevo el pueblo nos decepcionó bastante y lo del museo de alemán…no sé si es que estaba sucio por el temporal y perdía encanto, pero el caso es que nos gusto poco o nada.
A penas estuvimos 10min y nos fuimos rumbo al Cementerio de los Ingleses. La carretera es muy estrecha, y a pesar de que en algún momento hay carteles por la carretera, como ayuda diría que hay que seguir siempre a la izquierda.
La zona del cementerio es muy bonita y merece la pena un buen paseo por la zona. La perra disfrutó un montón corriendo.
En lugar de volver atrás, seguimos la carretera estrecha rumbo a Muxía por la costa y sorpresa, nos encontramos con un barco encallado en la costa. Estaba lleno de gente que se había acercado a verlo.
Aun nos faltaba una parada en el faro del cabo Vilán.
Y ya empezaba a oscurecer cuando llegábamos a Muxía. Poco íbamos a poder ver, así que nos acercamos a ver el Santuario da Barca (o lo que queda después del incendio). Es una zona muy bonita y desde luego necesita bastante más tiempo del que le dedicamos.
Así que con pena nos fuimos a buscar el alojamiento que teníamos a poca distancia en Lires. Cenamos, un poco de tele y a la cama.