Madrugamos un montón pues nos venían a recoger a las 6,30 para llevarnos a Paracas y a las Islas Ballestas.
El restaurante del hotel lo abrían a las 6, pero no lo hicieron hasta las seis y veinte y nos dijeron que se habían dormido las camareras. Mientras tanto un grupo de alemanes y nosotros estuvimos esperando en la zona de la piscina, viendo amanecer y haciendo fotos ya que las dunas llegan prácticamente hasta la piscina, aunque se veía poco.
Apenas pudimos desayunar para estar preparados a la hora que habíamos quedado, y resulta que se atrasaron y no llegaron hasta menos cuarto, y con sorpresa. Se presentó un joven con ni nombre, diciendo que era de la agencia. Venía con una chica que nos presentó como una amiga. El coche no era en absoluto un vehículo para turismo, parecía privado, no tenía demasiada buena pinta, estaba bastante sucio y, lo peor, que en el maletero no cabían todas nuestras maletas. Pensé negarme a ir en él, pero protesté bastante por ello y me convenció diciendo que la otra maleta iría en otra furgoneta, con más turistas, que también iba a Paracas.
Tampoco tenía otra opción, era claro que no había otro coche para llevarnos y no queríamos perdernos la excursión a las Islas Ballestas que salía pronto. Otro detalle de la mala organización de la agencia de Paracas.
Paracas está considerada como uno de los lugares más bellos de la costa peruana. Está a 3,30 horas al sur de Lima y a 1 h. de Ica, y es uno de los sitios más visitados por los turistas por su riqueza marina y fauna, y por ser el lugar donde se desarrolló una de las principales culturas del mundo pre-hispano. Su geografía, al igual que su clima, corresponden al desierto subtropical costero, con una temperatura agradable durante todo el año.
Cuando llegamos al puerto, había mucha gente esperando y dijeron que estaban suspendidas las excursiones de momento, por el tiempo, pero que esperásemos un rato que seguramente se daría permiso para hacerlas (los últimos dos días no habían podido salir las embarcaciones por estar el mar muy picado). Tuvimos suerte y enseguida dieron el permiso.
Las Islas Ballestas , son un conjunto de islas con caprichosas formaciones rocosas en donde se aprecian muy de cerca los lobos marinos, gran diversidad de aves guaneras y pingüinos de Humboldt.
Montamos en "lanchas planeadoras"que iban a gran velocidad levantando la parte delantera. La excursión duró 3 horas en total. Es muy aconsejable llevar gorro y protector solar, sobre todo si hace un día como el que nos tocó a nosotros con un sol maravilloso que picaba bastante.
Al poco tiempo de salir nos encontramos con "El Candelabro", una enigmática figura en la ladera de un cerro que parece ser está relacionada con las figuras de Nazca y que solo se puede apreciar desde el mar. En algún sitio leí que en su parte superior las líneas laterales presentan la figura de un reptil, un felino y un simio. Debe de necesitarse una imaginación de la que yo carezco ya que, ni en las fotos ni en el lugar pude apreciar dichas figuras.
Resultó una excursión muy bonita, con preciosos paisajes, pero muy escasa de animales que era uno de los objetivos de haberla hecho. Nos dijeron que era por la época en la que estábamos en la que la mayoría habían emigrado a otros lugares. Nos encontramos unas pocas parejas de lobos marinos, algunos pingüinos y pocas aves.
A la vuelta iniciamos la excursión a la Reserva Nacional de Paracas. Nos subieron en un microbús estrecho, sucio, con los asientos caídos hacía atrás y escasos para todos los que siguieron subiendo, a los que sentaron en los transportines que salían de los asientos llenando el pasillo completamente.
En la primera parada, a la salida de Paracas en el monumento a San Martín, protestamos al guía, y le comentamos que ni siquiera sería legal llevar tanta gente amontonada, por motivos de seguridad. Se indignaron, pero nos acoplaron en una minibús de otra agencia que estaba allí mismo, que tenía asientos libres, y que sí estaba en condiciones.
La Reserva es una maravilla. Desierto y grandes playas salvajes (Playa Yumaque, Lagunillas, La Catedral, Mirador de la Península de Paracas, Playa Roja), la mayoría casi sin acceso, aunque en verano comentaron que es una zona de baños (a pesar de lo peligrosas que parecen) y de acampadas.
Paramos en la "Playa Lagunillas" para comer en el restaurante "La tía Fela"
un sitio que nos pareció paradisíaco, rodeados de playas y en un chiringuito en el que nos recibieron con un pequeño Pisco Sour como bienvenida.
Pedimos la comida y mientras la traían me fui a hacer unas fotos a las playas, con tan mala suerte que, al volver al restaurante, no vi un pequeño escalón de cemento igual que el suelo y me caí de cabeza. Me hice una pequeña herida que sangraba mucho y me golpeé la mano y la rodilla. Me llevaron en un coche privado, junto a los dos guías de la excursión a la entrada del parque en dónde, en teoría, habría un enfermero y en dónde no encontramos ni alcohol. 3 km de ida y 3 de vuelta de desierto y baches para nada. Menos mal que la camarera antes de meterme en el coche me dio una bolsa con hielo y me la puse en la herida que ya había dejado de sangrar. Allí me lavé la sangre de la cabeza, volvimos al restaurante y la camarera me curó con su botiquín y unas tiritas. Menos mal que el hielo impidió que se hiciera mucho hematoma en la cara y el sangrar que hubiese tenido algún problema mayor. Apenas comí para tomar un calmante y , un poco atontada, seguimos la excursión por la Playa Roja que era de las que más me apetecía conocer.
Volvimos a Paracas y estuvimos paseando y mirando los puestos de artesanía del puerto, para hacer hora. A las 4,30 vinieron a buscarnos con un coche, recogimos nuestro equipaje en una minioficina de otra agencia en dónde lo habían guardado, y nos llevaron a la estación de Cruz del Sur para esperar a coger el autobús que nos llevaría a Nazca. La estación que el día de antes me había parecido una cabaña de paja, ahora allí mismo, me parecía algo impensable para esta época. ¡Era de verdad unas cuantas cabañas de paja!
De nuevo viajamos estupendamente, en la línea Cruzero, asientos Vips (creo que es muy recomendable reservar estos asientos). En el camino aproveché para escribir un correo a Inkandina para comentarle lo mal que nos había ido con la agencia en Ica y Paracas.
A las 9,00 llegamos a Nazca, ya de noche cerrada, y al Hotel Oro Viejo, en pleno centro, con muchos detalles de decoración vintage y un poco cutre, pero con jardín y piscina.
La habitación y las camas muy bien.
www.cruzdelsur.com; www.mysteryperu.com; www.hoteloroviejo.net
El restaurante del hotel lo abrían a las 6, pero no lo hicieron hasta las seis y veinte y nos dijeron que se habían dormido las camareras. Mientras tanto un grupo de alemanes y nosotros estuvimos esperando en la zona de la piscina, viendo amanecer y haciendo fotos ya que las dunas llegan prácticamente hasta la piscina, aunque se veía poco.
Apenas pudimos desayunar para estar preparados a la hora que habíamos quedado, y resulta que se atrasaron y no llegaron hasta menos cuarto, y con sorpresa. Se presentó un joven con ni nombre, diciendo que era de la agencia. Venía con una chica que nos presentó como una amiga. El coche no era en absoluto un vehículo para turismo, parecía privado, no tenía demasiada buena pinta, estaba bastante sucio y, lo peor, que en el maletero no cabían todas nuestras maletas. Pensé negarme a ir en él, pero protesté bastante por ello y me convenció diciendo que la otra maleta iría en otra furgoneta, con más turistas, que también iba a Paracas.
Tampoco tenía otra opción, era claro que no había otro coche para llevarnos y no queríamos perdernos la excursión a las Islas Ballestas que salía pronto. Otro detalle de la mala organización de la agencia de Paracas.
Paracas está considerada como uno de los lugares más bellos de la costa peruana. Está a 3,30 horas al sur de Lima y a 1 h. de Ica, y es uno de los sitios más visitados por los turistas por su riqueza marina y fauna, y por ser el lugar donde se desarrolló una de las principales culturas del mundo pre-hispano. Su geografía, al igual que su clima, corresponden al desierto subtropical costero, con una temperatura agradable durante todo el año.
Cuando llegamos al puerto, había mucha gente esperando y dijeron que estaban suspendidas las excursiones de momento, por el tiempo, pero que esperásemos un rato que seguramente se daría permiso para hacerlas (los últimos dos días no habían podido salir las embarcaciones por estar el mar muy picado). Tuvimos suerte y enseguida dieron el permiso.
Las Islas Ballestas , son un conjunto de islas con caprichosas formaciones rocosas en donde se aprecian muy de cerca los lobos marinos, gran diversidad de aves guaneras y pingüinos de Humboldt.
Montamos en "lanchas planeadoras"que iban a gran velocidad levantando la parte delantera. La excursión duró 3 horas en total. Es muy aconsejable llevar gorro y protector solar, sobre todo si hace un día como el que nos tocó a nosotros con un sol maravilloso que picaba bastante.
Al poco tiempo de salir nos encontramos con "El Candelabro", una enigmática figura en la ladera de un cerro que parece ser está relacionada con las figuras de Nazca y que solo se puede apreciar desde el mar. En algún sitio leí que en su parte superior las líneas laterales presentan la figura de un reptil, un felino y un simio. Debe de necesitarse una imaginación de la que yo carezco ya que, ni en las fotos ni en el lugar pude apreciar dichas figuras.
Resultó una excursión muy bonita, con preciosos paisajes, pero muy escasa de animales que era uno de los objetivos de haberla hecho. Nos dijeron que era por la época en la que estábamos en la que la mayoría habían emigrado a otros lugares. Nos encontramos unas pocas parejas de lobos marinos, algunos pingüinos y pocas aves.
A la vuelta iniciamos la excursión a la Reserva Nacional de Paracas. Nos subieron en un microbús estrecho, sucio, con los asientos caídos hacía atrás y escasos para todos los que siguieron subiendo, a los que sentaron en los transportines que salían de los asientos llenando el pasillo completamente.
En la primera parada, a la salida de Paracas en el monumento a San Martín, protestamos al guía, y le comentamos que ni siquiera sería legal llevar tanta gente amontonada, por motivos de seguridad. Se indignaron, pero nos acoplaron en una minibús de otra agencia que estaba allí mismo, que tenía asientos libres, y que sí estaba en condiciones.
La Reserva es una maravilla. Desierto y grandes playas salvajes (Playa Yumaque, Lagunillas, La Catedral, Mirador de la Península de Paracas, Playa Roja), la mayoría casi sin acceso, aunque en verano comentaron que es una zona de baños (a pesar de lo peligrosas que parecen) y de acampadas.
Paramos en la "Playa Lagunillas" para comer en el restaurante "La tía Fela"
un sitio que nos pareció paradisíaco, rodeados de playas y en un chiringuito en el que nos recibieron con un pequeño Pisco Sour como bienvenida.
Pedimos la comida y mientras la traían me fui a hacer unas fotos a las playas, con tan mala suerte que, al volver al restaurante, no vi un pequeño escalón de cemento igual que el suelo y me caí de cabeza. Me hice una pequeña herida que sangraba mucho y me golpeé la mano y la rodilla. Me llevaron en un coche privado, junto a los dos guías de la excursión a la entrada del parque en dónde, en teoría, habría un enfermero y en dónde no encontramos ni alcohol. 3 km de ida y 3 de vuelta de desierto y baches para nada. Menos mal que la camarera antes de meterme en el coche me dio una bolsa con hielo y me la puse en la herida que ya había dejado de sangrar. Allí me lavé la sangre de la cabeza, volvimos al restaurante y la camarera me curó con su botiquín y unas tiritas. Menos mal que el hielo impidió que se hiciera mucho hematoma en la cara y el sangrar que hubiese tenido algún problema mayor. Apenas comí para tomar un calmante y , un poco atontada, seguimos la excursión por la Playa Roja que era de las que más me apetecía conocer.
Volvimos a Paracas y estuvimos paseando y mirando los puestos de artesanía del puerto, para hacer hora. A las 4,30 vinieron a buscarnos con un coche, recogimos nuestro equipaje en una minioficina de otra agencia en dónde lo habían guardado, y nos llevaron a la estación de Cruz del Sur para esperar a coger el autobús que nos llevaría a Nazca. La estación que el día de antes me había parecido una cabaña de paja, ahora allí mismo, me parecía algo impensable para esta época. ¡Era de verdad unas cuantas cabañas de paja!
De nuevo viajamos estupendamente, en la línea Cruzero, asientos Vips (creo que es muy recomendable reservar estos asientos). En el camino aproveché para escribir un correo a Inkandina para comentarle lo mal que nos había ido con la agencia en Ica y Paracas.
A las 9,00 llegamos a Nazca, ya de noche cerrada, y al Hotel Oro Viejo, en pleno centro, con muchos detalles de decoración vintage y un poco cutre, pero con jardín y piscina.
La habitación y las camas muy bien.
www.cruzdelsur.com; www.mysteryperu.com; www.hoteloroviejo.net