Blogs / Diarios 
Después de una noche más que distante de la excelencia, en un lugar llamado Hostal Paracuellos (nada recomendable), nos levantamos, aseamos, vestimos y desplazamos al aeropuerto de Barajas, no sin antes tomar un desayuno ligero a base de café con leche y bollería sencilla en una tasca de Paracuellos del Jarama de cuyo nombre no consigo acordarme.
Son las 9:30h, hemos dejado el coche en el aparcamiento de larga estancia del aeropuerto (65 €- 10 días), y después de haber facturado el equipaje y pasado los controles de seguridad, que se suponían más estrictos de lo que realmente fueron, nos desplazamos animosamente por toda el área comercial curioseando en distintos lugares. Un libro ahora, una revista después y media hora más tarde, y durante un par de horas, nos sumergimos en una sensación, mezcla de aburrimiento soberano, impaciencia y una pizca de irritación por la noche trasnochada.
A las 12:10h embarcamos con el ya conocido hormigueo abdominal, producto de la ansiedad acumulada. Por fin íbamos a viajar a la GRAN MANZANA, pero aún no parecía real. La imagen todavía mostraba un aspecto nebuloso en mi mente. A las 12:30h el avión sale a pista a la hora prevista pero un gran embotellamiento sobre la misma nos retrasa casi media hora.
Ya en el aire intentamos resistirnos al sueño irrefrenable (para intentar evitar el Jet Lag) y algunos lo conseguimos gracias a lecturas varias, gracias a la película “the amazing Spiderman 2” (francamente olvidable) y a las comidas que el personal de Iberia nos sirve a bordo. Son las 13:45h y después de un aviso del comandante divisamos la costa americana, sobrevolamos Boston y recorremos longitudinalmente Long Island, con su maravillosa estampa. Después de un largo rato, a lo lejos parecían dibujarse las siluetas pequeñísimas y desdibujadas de diminutos edificios, aún no reconocibles. Jamaica Bay nos indica que el aterrizaje está próximo y, efectivamente a las 14:30h más o menos tomamos tierra en uno de los mejores aterrizajes que soy capaz de imaginar. Magnífico el comandante, muy competente, constantemente nos mantuvo informados de todos los aspectos relacionados con nuestro vuelo y con la aviación en general. Esperando en la pista ya se reconocen el One World Trade Center, El Empire State Building y el casi acabado 432 de Park Avenue, increíblemente esbelto.
Una vez en tierra, control documental. ¡Madre mía, qué paliza! Una hora en total. Durante nuestra espera, en un televisor cercano a nuestra posición se podía leer subtitulado el intento fallido de un atentado suicida a bordo de un avión en la zona de Chicago. YA ESTÁBAMOS EN EEUU. Como decía, control documental con un funcionario de inmigración bastante cazo, recogida del equipaje y búsqueda de taxi y, ¡HOMBRE! Un taxista Sij en un enorme GMC estadounidense. Curioso y gracioso. Menudo maletero tiene este cacharro.
En fin, arrancamos y recorremos la Van Wyck Expressway y en algún punto nos desviamos hacia, probablemente Main Street. Un paisaje urbano de viviendas unifamiliares nos saluda, todas de madera, de distintos colores y lo más curioso de todo es que en su inmensa mayoría todas presentan un zaguán. Un buen número de árboles nos cobijan del radiante sol cuando pasamos al lado del Flushing Meadows-Corona Park, reconocible porque desde la Long Island Expressway destacan sobre los árboles, las dos torres con plataformas circulares del New York City Pavillion, superviviente de la exposición mundial de 1964.
¡Por fin! Ya se ve Manhatan. Unos minutos más tarde y montones de vallas publicitarias después y ya esperábamos para adentrarnos por el Queens Midtown Tunnel cuándo dos vehículos se tocan en el atasco. Los dejamos atrás al compás de un F*** you! que se dedican los conductores, y que nos anuncia que efectivamente estamos en NYC, que ya no es solo una sensación, que toma forma, forma de imágenes, perspectivas, olores y sonidos. ¡Emocionante!
El taxista (existe la posibilidad de pagar con tarjeta de crédito) nos deja en el hotel y los 66 dólares que le doy parecen dejarle satisfecho puesto que me despide amablemente. Check in y a dejar todo en la habitación. ¡Qué agradable! Limpia y elegante. No demasiado grande pero muy bien equipada. Cafetera y café o infusiones de cortesía. El colchón es estupendo. A ver las vistas… ¡Vaya! Están muy bien. Un octavo piso con unas vist… ¡UAU! Pero si se ve el Chrysler Building, desde mi habitación. Un poco escorado pero increíble.
Bajamos con ganas de explorar más y nos plantamos delante del hotel, en la calle 43 a tomar fotos del Chrysler como locos pero con un poco de paciencia nos desplazamos primero hacia la ONU. ¿De dónde han salido todos estos policías? Vallas por todas partes y el acceso a la ONU impedido y las vistas del edificio principal my limitadas. Lástima. Nos dirigimos a Tudor City, desde donde contemplamos una maravillosa vista de la calle 42 enmarcada por sendos parques a izquierda y derecha. La Woodstock Tower, maravillosos 32 pisos de ladrillo en primer plano, y un poco más lejos el News Building y el Chrysler Building. Me encantan estos rascacielos de ladrillo. Me encanta el art decò. Tudor City es, por cierto, el primer complejo residencial de rascacielos del mundo.
Avanzando por la calle 42 nos detenemos el The News Building para entrar en su elegante recibidor. Es la sede del Daily News y en el centro de la sala se dispone una enorme bola del mundo en un hueco en el suelo, simbolizando la llegada de noticias al periódico desde todo el mundo. El recibidor fue utilizado como decorado del Daily Planet en la trilogía original de Superman.
Avanzamos más y llegamos al EDIFICIO con mayúsculas. Mi favorito. El Chrysler. Una revolución. No hace mucho elegido por un comité de personas allegadas al mundo de la arquitectura como el edificio más bello de Nueva York, se alza con sus 318 m hasta los 77 pisos, por encima de la torre Eiffel. Está decorado con motivos de la industria del automóvil. Terminado en 1930, fue el edificio más alto del mundo durante 9 meses, cuando le superó el Empire State Building, pero para conseguirlo mantuvo una dura pugna con el Trump Building en Wall Street, entonces Bank of Manhatan, que durante un mes también fue el edificio más alto del mundo. Una obsesión que surgía ya entonces.
De formas elegantes está coronado por una estructura rematada con una aguja, denominada vertex, de una aleación especial inoxidable, conformada por 7 arcos que recuerdan los tapacubos que entonces llevaban los Chrysler. Allá por la planta 61 en las esquinas de la fachada presenta una serie de gárgolas de la misma aleación, que adoptan la forma de águila, insignia sobre capó de muchos coches de la marca. Y a la altura del piso 31, en las esquinas de la fachada presenta otra serie de gárgolas en forma de tapón alado de radiador que llevaban otros coches de la marca en el pasado. El interior del vestíbulo es muy elegante, forrado de mármol, el techo representa escenas relacionadas con el mundo de la industria, los primeros vuelos transoceánicos o un perfil del propio edificio.
Frente al Chrysler se encuentra el Mobil Building, curioso por su recubrimiento de losas metálicas, gravadas de esa forma para evitar el convamiento de las mismas.
En la siguiente manzana, haciendo esquina con Lexington avenue, encontramos el Chanin Building, estupendo ejemplo de arquitectura art decò de ladrillo que alcanza las 52 plantas. El friso con motivos vegetales que lo rodea es muy original.
Todavía en la 42, llegamos a Grand Central Terminal, edificio precioso, muy mal acompañado por el MetLife Building, antiguo PanAm Building, auténtico prodigio tecnológico de su época pero ubicado en el peor sitio posible. La estación dispone de un vestíbulo precioso, un gran espacio con mucho trasiego, con una bóveda azul decorada con las constelaciones. En el piso inferior hay un buen número de locales, acompañados de un muy bien surtido mercado en la planta superior. La estación del mundo con mayor número de andenes (44). Lamentablemente esta zona solo es eso, grande. Ni pizca de encanto. Curioseamos un rato en una exposición de Apple, que mostraba toda su gama de productos, y continuamos.
Llegamos al cruce de la 42 con la 5ª avenida. Empezamos a estar hambrientos. Hace horas que no comemos. Hay unos puestos callejeros de perritos y kebabs pero no nos decidimos. Llegamos a la Biblioteca municipal. Preciosa fachada pero lamentablemente cerrada. Unos leones en posición serena guardan la entrada. Continuamos hacia Bryant Park. Es viernes y tiene mucha vida. Es un parque tranquilo, agradable, con muchas sillas y mesas para poder sentarse. Dan ganas pero estamos demasiado excitados para poder sentarnos aún. El cansancio batalla constantemente con el entusiasmo pero éste último aún no cede. Desde el corazón de Bryant Park, hacia el sur se divisa el American Standard Building, curioso y precioso edificio de color negro y pináculos dorados. En estilo neoclásico, contrasta con la aparición, a su lado, entre otros edificios, del Empire State Building, en estilo art decò. En la esquina noroeste se alza la imponente Bank of America Tower. Con un coste superior a los 1000 millones de dólares, su diseño ecoeficiente choca brutalmente con el despilfarro nocturno del propio edificio, con su despliegue de luz, eso sí, como muchos otros edificios en Manhatan.
Nuestras necesidades nutricionales se cubren en uno de esos puestos callejeros, mediante unas italian sausages, salchichas jumbo acompañadas de pimiento, cebolla y no sé cuántas cosas más en el interior de dos panecillos acoplados. Buenas pero caras (8 dólares cada una).
Seguimos por la calle 42 hasta lo que podríamos reconocer como el corazón de Manhatan, Times Square. Entre las calles 42 y 46 y las 6ª y 8ª avenidas se circunscribe este área comercial que refulge como el sol convirtiendo la noche en día. En su centro, la intersección de la 7ª avenida con Broadway, muchísimas tiendas, algunas tan pintorescas como la tienda de los M&Ms, restaurantes y hoteles como el Marriot-Marquis, núcleo del distrito de los teatros, inundado por una marea de turistas y personajes extraños, vestidos desde superhéroes hasta strippers para recibir un par de dólares por las fotos, o predicando el amor a Cristo por la proximidad del día del Juicio. Una oficina de reclutamiento es la nota discordante en este espacio lúdico.
Nos sentamos en unas gradas al norte de la plaza como buenos turistas para contemplar el juego de luces, y localizamos la tienda TKTs con unos descuentos estupendos para los musicales del momento (hasta el 50%). Lástima que no tengan entradas para el musical que queremos (Wicked), y además ya llevábamos las entradas desde casa.
Subimos hacia el norte y giramos hacia el este en la 51. Hace rato que se nos ha acabado el agua. Hemos alcanzado los 27 ºC y compramos en un puesto callejero una botella pequeña de agua por 2 dólares, un timo, pero es lo que hay. Continuamos hasta llegar a los letreros de neón del precioso Radio City Music Hall, perteneciente al Rockefeller Center. Éste es un enorme complejo de 19 edificios en estilo art decò, que abarca desde la calle 51 a la 48 y desde la 7ª a la 5ª avenida. Se disponen sobre un entramado de galerías comerciales con un incalculable número de tiendas que se comunican con la Rockefeller Plaza. En la sexta avenida, además del Radio City Music Hall destaca la continuidad de los números 1251, 1221 y 1211 de la avenida de las Américas. Todos los edificios están construidos con un tipo de piedra veteada muy elegante, y presentan elementos decorativos de temática grecorromana.
Continuamos hasta la Rockefeller Plaza donde en invierno se dispone la famosa pista de patinaje, pero en este momento está repleta de mesas para poder cenar en algún local del complejo. Pero la plaza sigue presidida por la magnífica estatua de Prometeo, el titán, robando el fuego a los dioses para entregárselo a los hombres. Observando la plaza desde el este, sobre Prometeo se alza el imponente GE Building (General Electric Building), actual sede de los estudios de televisión NBC, en cuya cumbre se disponen las tres terrazas de los pisos 68, 69 y 70, que se corresponden con el Top of the Rock. Está oscuro y no se puede apreciar el mural de Zeus que adorna la entrada principal del edificio, pero resulta soberbio.
Saliendo de la plaza, hacia el este, llegamos a la 5ª avenida y delante del International Building del Rockefeller Center, correspondiente con el nº 630 de la 5ª avenida, se alza la famosa estatua de Atlas sosteniendo la bóveda celeste. En frente, decepcionantemente se levanta la San Patrick´s Cathedral, y me expreso en estos términos porque se encuentra en plena restauración y se encuentra oculta por lonas y andamios en su mayor parte, por dentro y por fuera. Una lástima. Cuando los yanquis restauran algo, lo hacen y punto.
Decidimos subir por la 5ª avenida, dando un paseo hasta Central Park, durante el cual nos apenamos al comprobar que la Trump Tower presenta sus parterres escalonados vacíos. Entramos a curiosear en la espectacular tienda de Apple. Como si del Louvre se tratara, la tienda está por debajo del nivel del suelo y se accede mediante un cubo de cristal al estilo de la pirámide de Pei.
El cansancio gana la batalla finalmente y volvemos al hotel dando un paseo por toda la avenida Madison, pasando por delante de las Villard Houses. Al llegar nos vamos a dormir directamente, sin pasar por la casilla de salida, deseando que el temido Jet Lag no aparezca. Mañana promete ser un gran día.
Continuará.
[/align]
Etapa anterior
Tema: 
Ir a tema del foro
