Fotos pendientes.
A la hora acostumbrada suena el despertador y nos levantamos, aseamos, arreglamos y bajamos a desayunar. Para hoy habíamos previsto un recorrido que hemos ido arreglando en parte a lo largo de los últimos días, por lo que intentaremos agilizar aquello que ya hubiéramos visto.


Salimos del hotel y avanzamos por la 43 hacia el East River. Queda pendiente ver la ONU y ya no queda rastro del dispositivo policial de los últimos días. Cambiamos de calle y ahora avanzamos por la 44 este, pasando por delante de la misión permanente de Kuwait para las Naciones Unidas. Toda esta zona está repleta de edificios diplomáticos de este tipo, o de consulados o embajadas. Continuamos pasando al lado del enorme hotel One UN New York, y después de cruzar la 1ª avenida nos plantamos en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, donde durante estos días se está reuniendo la Asamblea General. Por este motivo han cancelado todas las visitas al lugar durante nuestra estancia en Nueva York. Al lado del hotel se alza la Oficina de EEUU para misiones en el extranjero, casi tan imponente como el anterior. La construcción más llamativa, el Secretariat Building, es un edificio de 1952 de planta rectangular que se alza 39 plantas, diseñado por dos de los arquitectos más prestigiosos de la historia, Le Corbusier y Niemeyer. Todo el conjunto fue levantado en un solar donado para tal uso por John D Rockefeller.




Regresamos a Tudor City, otra vez, y enfilamos por la calle 42 hacia el oeste, otra vez, pasamos por delante de la Woodstock Tower, otra vez, pero esta vez entramos en la Ford Foundation. Ésta posee un enorme atrio interior con un suntuoso jardín que circunda un estupendo estanque. Salimos de nuevo y seguimos avanzando hacia el oeste. Debo decir que recorrer de nuevo la calle 42 no me ocasiona ningún esfuerzo puesto que es uno de mis lugares favoritos dentro de esta ciudad. Seguimos por el Daily News Building y llegamos a mi adorado Chrysler Building. ¡BUENOS DÍAS! Me detengo por enésima vez a admirar las líneas que lo constituyen, las gárgolas que lo adornan y, como es temprano y aunque parezca mentira apenas he podido asomarme al interior, decidimos entrar al vestíbulo, pasando por las extrañas puertas de acero inoxidable que se abren a Lexington Avenue.



El interior es sumamente elegante, donde dominan los colores cálidos. Enormes murales de mármol adornan el techo de la estancia y las puertas de los ascensores llaman la atención desde cualquier ángulo. En verdad que me apetecería visitar las estancias superiores del edificio y, por qué no, el mirador del que dispone. Pero no puede ser. ¡En fin!



Continuamos y dejamos atrás la Grand Central Terminal, con el MetLife Building detrás, y en el cruce de la 42 con la 5ª avenida me centro en el estupendo nº 500 de la quinta avenida, un rascacielos art decò de 60 pisos de altura diseñado por el mismo estudio que diseño el Empire State Building y acabado en su mismo año. En su planta baja, la enorme tienda de Zara se encuentra en plena remodelación.




Continuamos por la 42 hasta Times Square, otra vez, donde le damos un vistazo rápido, ya que siempre la habíamos visto de noche. Un cambio de luz interesante pero el aspecto general de la plaza ha cambiado ostensiblemente. Una gran superficie de la zona está invadida por un palco y un enorme conjunto de mesas preparadas para cocinar. Parece ser que se están preparando para rodar un programa de televisión en directo, llamado “On the Menu”, para la cadena TNT. Un poco más adelante, en los estudios Times Square, visibles desde la calle, estaban también preparándose para rodar el programa de la ABC “Good Morning America”. Después de una rápida vuelta por la plaza, retrocedemos por la calle 46 hacia el este hasta la 6ª avenida, donde torcemos hacia el sur. En el cruce con la 44, hacia el oeste se puede observar un interesante contador digital que registra la deuda nacional de los EEUU en tiempo real. Curioso, muy curioso.



Después de volver sobre nuestros pasos, llegamos a la preciosa Biblioteca pública de Nueva York, construida a finales del XIX, y los dos leones yacentes nos dan la bienvenida justo antes de entrar. El recibidor es increíble, estupenda la bóveda que lo cubre, así como las dos escaleras laterales de acceso a las plantas superiores. Una vez más estamos en un lugar muy cinematográfico. Este es el lugar donde se refugian los pocos supervivientes del desastre climático narrado en la olvidable “El día de mañana” y es un lugar donde los fantasmas hicieron su aparición en los “Cazafantasmas”, al comienzo de la cinta.
Subimos al primer piso y accedemos a la impresionante McGraw Rotunda, estancia de entrada a la sala más famosa de todas, la maravillosa Rose Room, que lamentablemente se encuentra cerrada por reformas y solo es posible ver un póster a la entrada, cerrada a cal y canto. Continuamos nuestro recorrido pasando por las numerosas colecciones literarias de este fantástico lugar, una de las más importantes bibliotecas del mundo. En un momento dado, un fotógrafo toma repetidas instantáneas de una pareja que se apoya en la repisa de una preciosa ventana. Parece un álbum de compromiso de la susodicha pareja, pero no es más que mera especulación.


Terminamos nuestra visita y abandonamos el lugar con la intención de visitar el Empire State Building, para lo que descendemos por la 5ª avenida, hasta llegar, puesto que no tiene pérdida. El día está nublado pero, después de la lluvia de ayer, la atmósfera está muy limpia y la visibilidad es muy buena. Llegamos y contemplamos la impresionante majestuosidad del edificio antes de entrar por las puertas giratorias al famosísimo vestíbulo al fondo del cual se encuentra un bajorrelieve de la construcción que ya había contemplado en numerosas fotografías antes de venir. Dos escaleras mecánicas se encuentran en determinado punto y ascendemos por la de la derecha al primer piso. Nos ponemos a la cola de seguridad. Por suerte no necesitamos billetes, puesto que ya tenemos nuestro City Pass, que incluye dos entradas en una: Un pase diario válido para cualquier hora y uno nocturno. Pasamos por los arcos y nos retienen los trípodes. Continuamos hacia delante y tenemos la opción de tomar una audioguía, incluida en el precio, que yo declino. Sigue la cola durante un buen trecho hacia los ascensores, mucha más de lo que había creído. Menos mal que la hora no es muy mala porque si no… Por fin accedemos a los ascensores que nos elevan hasta la planta 80 en un minuto aproximadamente (¡Menuda velocidad!).
En el piso 80, más cola hasta otro ascensor. De repente nos ofrecen la posibilidad de subir por las escaleras los 6 pisos que quedan hasta el mirador y no lo pensamos más. 6 pisos no son nada así que conseguimos pasar a la terraza del mirador 45 minutos más tarde de nuestra entrada en el edificio.







Las vistas, sencillamente sensacionales. Como ya hemos estado en numerosos lugares, podemos reconocerlos más o menos fácilmente. Lo primero en lo que me fijo, ¡cómo no!, el Chrysler Building. Se ve increíblemente bien. El East River, los puentes, Queensboro, Williamsboro, Manhattan y Brooklyn, hasta el Verrazzano. El Downtown, impresionante. La 5ª avenida, con el Madison Square Park ¡Hasta se ve el Standard Hotel, en el que tomamos una copa anoche! Completo una vuelta completa a la terraza panorámica y antes de que me dé cuenta ya he completado una segunda. El tiempo pasa muy deprisa y me da igual. Este lugar es mágico, simplemente me encanta. El día es tan claro que se puede ver Conney Island, e incluso más allá.
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Justo antes de que nos vayamos pasamos al lado de una especie de cajero que te permite comprar entradas para subir al piso 102, en la parte alta del amarradero de dirigibles, que por cierto nunca fue estrenado. La verdad es que llevo esperando este momento bastantes años y no me lo pienso. Pagamos 17 $ por cabeza y subimos casi inmediatamente. Arriba la perspectiva es mejor que la del piso 86, en mayor medida de lo que yo hubiera creído. Se nota sobre todo en que la vista alcanza mayor distancia, y en que Central Park está más visible. La superficie de este piso es bastante reducida y se tiene una sensación extraña. A través de las ventanas se pueden ver los puntos de amarre del correaje de los zeppelines. Pensar que este amarradero fue añadido a la estructura para asegurar que éste fuera el más alto edificio del mundo, hace ver la obsesión, la fiebre en la que se vieron inmersos los constructores de la época, casi tanto como la de ahora. En resumen, MARAVILLOSO.
Salimos del edificio y nos desplazamos hacia el oeste por la calle 33. No tenemos demasiado tiempo para llegar al muelle 83 en el río Hudson, entre la 42 y la 43, donde se sitúa Circle Line, la naviera de cruceros para hacer uso de nuestros City Passes en tal empresa. Llegamos al Madison Square Garden, y cambiamos hacia la calle 34. Seguimos y pasamos por la famosa tienda de electrónica B&H y al llegar a la 9ª avenida ascendemos por ella hasta la calle 42, donde giramos al este y continuamos hasta nuestro destino. Canjeamos los billetes y tomamos asiento en la nave esperando que zarpe a las 14:30h, su hora prevista.









Salimos a la hora prevista y durante hora y media hacemos un recorrido sumamente agradable durante el cual incluso sale el sol. Vamos desde la calle 42 hasta Liberty Island, donde volvemos a ver de forma genial la estatua, y remontamos el East River hasta llegar a la ONU, pasando por debajo de los 3 famosos puentes, a saber, Brooklyn, Manhattan y Williamsboro. Durante el recorrido tenemos una excelente vista de todo el skyline de la parte medio sur de la isla, además de Jersey City y Brooklyn.



A las 16:00h desembarcamos y nos desplazamos a ver el Intrepid, portaaeronaves de la segunda guerra mundial, pieza clave en la guerra del Pacífico. Actualmente, y desde 1982 alberga el grueso de la exposición del Sea, Air & Space Museum, que como cierra a las 17:00h no vamos a ver, sencillamente porque no da tiempo. Desde fuera vemos la magnificencia de la nave, y eso que dista mucho de ser la mayor del mundo. También se pueden ver el Concorde y el submarino de los que disponen.Me emociono cuando veo que encima de la proa del barco sobresale la negrísima popa del Lockheed SR-71A, el Blackbird, uno de los aviones más rápidos de la historia, capaz de superar el mach 3. Por ello me voy con una lagrimita en los ojos, por no poder entrar a verlo, pero me repongo casi de inmediato, cuando soy consciente del apetito que tengo. Es tarde y nos paramos en un Subway que hay en la calle 42, para pedir lo que a la postre se demostraron unos bocadillos no muy buenos, aunque tampoco demasiado caros.


Después de llenar el buche, decidimos volver hacia la zona de Herald Square, sin prisa pero sin pausa. Entramos en la tienda B&H Electronics, regentada por judíos ortodoxos, con un extraño sistema de vías aéreas con minivagonetas para desplazar las compras de la gente hacia las cajas. No vemos nada de nuestro interés y seguimos avanzando, esta vez por la 33 para pasar junto a la enorme Central de Correos de NYC, a continuación el Madison Square Garden, hogar de los Knicks, y donde un total de 6 trailers estaban aparcados para montar el escenario de Enrique Iglesias, que actuaba en ese momento. Para el que le guste, sin comentarios.




Subimos por la 7ª y llegamos a Macy’s, los mayores grandes almacenes del mundo. Durante una hora nos perdemos por la enormidad de sus plantas, aunque como antes, no encontramos nada que nos atraiga demasiado para gastarnos el dinero. Salimos del edificio hacia Herald Square, que está bastante animada. Ya ha anochecido, pasan de las 19:00h y debemos ponernos en marcha, puesto que tenemos entradas para ver el musical Wicked, en el teatro Gershwin, a las 20:00h. Ascendemos por Broadway hasta la 51 momento en el que giramos hacia el oeste. Et voilá.



Entramos al teatro Gershwin directamente puesto que ya nos habíamos imprimido las entradas, y en la primera planta nos interesamos por unos aparatos de traducción que ofrecen en régimen de alquiler por 10 $ cada uno. Los cogemos para asegurar que se nos escape el mínimo de entendimiento, y nos metemos a nuestros asientos. Éstos estaban en 2ª fila, muy escorados por lo que no se veía el escenario completamente hasta el fondo, pero la acción se desarrolla sobre todo en el frente del escenario por lo que no nos perdemos nada. Nuestras entradas costaron 65 $, mientras unas centradas pasaban de los 200 $.
La historia de Wicked expone una versión diferente de lo que siempre se había visto en el Mago de Oz, esta vez desde la perspectiva de Elphaba, la malvada bruja del oeste, que realmente no es tan malvada y su especial relación con Glinda, la benevolente bruja del sur. La puesta en escena, increíble, los decorados, una pasada, las actuaciones, conmovedoras, y las voces y las canciones, sencillamente memorables. En un momento dado, la acción se desarrolla tan cerca de mí que podría tocar a Glinda solo con alargar la mano. INOLVIDABLE.
Salimos a las 22:30h después de dos magníficos actos cargados de emoción y buenas canciones. Finalmente los traductores han sido bastante decepcionantes puesto que no traducían los diálogos, si no que de vez en cuando contextualizaban al oyente. Menos mal que no se entendía muy mal y se podía seguir el hilo perfectamente.
Aprovechamos nuestra situación para cenar algo ligero en el ya conocido Café Duke, el deli de la calle 51. Al terminar, nos desplazamos a la estación de la calle 49 para desplazarnos hacia el Downtown y apearnos en Herald Square. Recorremos de nuevo la calle 33 en sentido este, pasando por K-town, con muchísimos letreros en coreano de gran cantidad de restaurantes. Volvemos a entrar en el Empire State Building, un poco cansados por la hora y con un poco de sueño. Ni de lejos la cantidad de gente de esta mañana. No obstante el paso por los arcos de seguridad tiene el mismo resultado que por la mañana, y debemos dejar nuestros trípodes en custodia.








Al llegar arriba mi cansancio se disipa de golpe. La vista es alucinante. No hubiera podido imaginar algo así antes de verlo. Y eso que he visto docenas de imágenes al respecto. Pero no importa. La luminosidad es magnífica, simplemente. Es un derroche energético, ¡sí! Pero es también un espectáculo de primer orden. Y además hay muchísima menos gente. Las grandes avenidas se convierten en ríos de fuego, de lava, que parecen salir de un volcán situado en el Downtown. Jersey City refulge con una insospechada intensidad. Es indescriptible y siento que me podría quedar aquí durante horas hasta el amanecer. Pero mis acompañantes nos opinan lo mismo, por lo que finalmente nos vamos.
Tomamos el metro en la estación de la calle 33, una línea verde hacia el Uptown con parada en Grand Central Terminal. Desde ahí caminando con paso pausado hasta el hotel, y directamente a la cama, puesto que ya son las 2:00h y mañana hay que madrugar.
Continuará.
A la hora acostumbrada suena el despertador y nos levantamos, aseamos, arreglamos y bajamos a desayunar. Para hoy habíamos previsto un recorrido que hemos ido arreglando en parte a lo largo de los últimos días, por lo que intentaremos agilizar aquello que ya hubiéramos visto.


Salimos del hotel y avanzamos por la 43 hacia el East River. Queda pendiente ver la ONU y ya no queda rastro del dispositivo policial de los últimos días. Cambiamos de calle y ahora avanzamos por la 44 este, pasando por delante de la misión permanente de Kuwait para las Naciones Unidas. Toda esta zona está repleta de edificios diplomáticos de este tipo, o de consulados o embajadas. Continuamos pasando al lado del enorme hotel One UN New York, y después de cruzar la 1ª avenida nos plantamos en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, donde durante estos días se está reuniendo la Asamblea General. Por este motivo han cancelado todas las visitas al lugar durante nuestra estancia en Nueva York. Al lado del hotel se alza la Oficina de EEUU para misiones en el extranjero, casi tan imponente como el anterior. La construcción más llamativa, el Secretariat Building, es un edificio de 1952 de planta rectangular que se alza 39 plantas, diseñado por dos de los arquitectos más prestigiosos de la historia, Le Corbusier y Niemeyer. Todo el conjunto fue levantado en un solar donado para tal uso por John D Rockefeller.




Regresamos a Tudor City, otra vez, y enfilamos por la calle 42 hacia el oeste, otra vez, pasamos por delante de la Woodstock Tower, otra vez, pero esta vez entramos en la Ford Foundation. Ésta posee un enorme atrio interior con un suntuoso jardín que circunda un estupendo estanque. Salimos de nuevo y seguimos avanzando hacia el oeste. Debo decir que recorrer de nuevo la calle 42 no me ocasiona ningún esfuerzo puesto que es uno de mis lugares favoritos dentro de esta ciudad. Seguimos por el Daily News Building y llegamos a mi adorado Chrysler Building. ¡BUENOS DÍAS! Me detengo por enésima vez a admirar las líneas que lo constituyen, las gárgolas que lo adornan y, como es temprano y aunque parezca mentira apenas he podido asomarme al interior, decidimos entrar al vestíbulo, pasando por las extrañas puertas de acero inoxidable que se abren a Lexington Avenue.



El interior es sumamente elegante, donde dominan los colores cálidos. Enormes murales de mármol adornan el techo de la estancia y las puertas de los ascensores llaman la atención desde cualquier ángulo. En verdad que me apetecería visitar las estancias superiores del edificio y, por qué no, el mirador del que dispone. Pero no puede ser. ¡En fin!



Continuamos y dejamos atrás la Grand Central Terminal, con el MetLife Building detrás, y en el cruce de la 42 con la 5ª avenida me centro en el estupendo nº 500 de la quinta avenida, un rascacielos art decò de 60 pisos de altura diseñado por el mismo estudio que diseño el Empire State Building y acabado en su mismo año. En su planta baja, la enorme tienda de Zara se encuentra en plena remodelación.




Continuamos por la 42 hasta Times Square, otra vez, donde le damos un vistazo rápido, ya que siempre la habíamos visto de noche. Un cambio de luz interesante pero el aspecto general de la plaza ha cambiado ostensiblemente. Una gran superficie de la zona está invadida por un palco y un enorme conjunto de mesas preparadas para cocinar. Parece ser que se están preparando para rodar un programa de televisión en directo, llamado “On the Menu”, para la cadena TNT. Un poco más adelante, en los estudios Times Square, visibles desde la calle, estaban también preparándose para rodar el programa de la ABC “Good Morning America”. Después de una rápida vuelta por la plaza, retrocedemos por la calle 46 hacia el este hasta la 6ª avenida, donde torcemos hacia el sur. En el cruce con la 44, hacia el oeste se puede observar un interesante contador digital que registra la deuda nacional de los EEUU en tiempo real. Curioso, muy curioso.



Después de volver sobre nuestros pasos, llegamos a la preciosa Biblioteca pública de Nueva York, construida a finales del XIX, y los dos leones yacentes nos dan la bienvenida justo antes de entrar. El recibidor es increíble, estupenda la bóveda que lo cubre, así como las dos escaleras laterales de acceso a las plantas superiores. Una vez más estamos en un lugar muy cinematográfico. Este es el lugar donde se refugian los pocos supervivientes del desastre climático narrado en la olvidable “El día de mañana” y es un lugar donde los fantasmas hicieron su aparición en los “Cazafantasmas”, al comienzo de la cinta.

Subimos al primer piso y accedemos a la impresionante McGraw Rotunda, estancia de entrada a la sala más famosa de todas, la maravillosa Rose Room, que lamentablemente se encuentra cerrada por reformas y solo es posible ver un póster a la entrada, cerrada a cal y canto. Continuamos nuestro recorrido pasando por las numerosas colecciones literarias de este fantástico lugar, una de las más importantes bibliotecas del mundo. En un momento dado, un fotógrafo toma repetidas instantáneas de una pareja que se apoya en la repisa de una preciosa ventana. Parece un álbum de compromiso de la susodicha pareja, pero no es más que mera especulación.


Terminamos nuestra visita y abandonamos el lugar con la intención de visitar el Empire State Building, para lo que descendemos por la 5ª avenida, hasta llegar, puesto que no tiene pérdida. El día está nublado pero, después de la lluvia de ayer, la atmósfera está muy limpia y la visibilidad es muy buena. Llegamos y contemplamos la impresionante majestuosidad del edificio antes de entrar por las puertas giratorias al famosísimo vestíbulo al fondo del cual se encuentra un bajorrelieve de la construcción que ya había contemplado en numerosas fotografías antes de venir. Dos escaleras mecánicas se encuentran en determinado punto y ascendemos por la de la derecha al primer piso. Nos ponemos a la cola de seguridad. Por suerte no necesitamos billetes, puesto que ya tenemos nuestro City Pass, que incluye dos entradas en una: Un pase diario válido para cualquier hora y uno nocturno. Pasamos por los arcos y nos retienen los trípodes. Continuamos hacia delante y tenemos la opción de tomar una audioguía, incluida en el precio, que yo declino. Sigue la cola durante un buen trecho hacia los ascensores, mucha más de lo que había creído. Menos mal que la hora no es muy mala porque si no… Por fin accedemos a los ascensores que nos elevan hasta la planta 80 en un minuto aproximadamente (¡Menuda velocidad!).

En el piso 80, más cola hasta otro ascensor. De repente nos ofrecen la posibilidad de subir por las escaleras los 6 pisos que quedan hasta el mirador y no lo pensamos más. 6 pisos no son nada así que conseguimos pasar a la terraza del mirador 45 minutos más tarde de nuestra entrada en el edificio.







Las vistas, sencillamente sensacionales. Como ya hemos estado en numerosos lugares, podemos reconocerlos más o menos fácilmente. Lo primero en lo que me fijo, ¡cómo no!, el Chrysler Building. Se ve increíblemente bien. El East River, los puentes, Queensboro, Williamsboro, Manhattan y Brooklyn, hasta el Verrazzano. El Downtown, impresionante. La 5ª avenida, con el Madison Square Park ¡Hasta se ve el Standard Hotel, en el que tomamos una copa anoche! Completo una vuelta completa a la terraza panorámica y antes de que me dé cuenta ya he completado una segunda. El tiempo pasa muy deprisa y me da igual. Este lugar es mágico, simplemente me encanta. El día es tan claro que se puede ver Conney Island, e incluso más allá.


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Justo antes de que nos vayamos pasamos al lado de una especie de cajero que te permite comprar entradas para subir al piso 102, en la parte alta del amarradero de dirigibles, que por cierto nunca fue estrenado. La verdad es que llevo esperando este momento bastantes años y no me lo pienso. Pagamos 17 $ por cabeza y subimos casi inmediatamente. Arriba la perspectiva es mejor que la del piso 86, en mayor medida de lo que yo hubiera creído. Se nota sobre todo en que la vista alcanza mayor distancia, y en que Central Park está más visible. La superficie de este piso es bastante reducida y se tiene una sensación extraña. A través de las ventanas se pueden ver los puntos de amarre del correaje de los zeppelines. Pensar que este amarradero fue añadido a la estructura para asegurar que éste fuera el más alto edificio del mundo, hace ver la obsesión, la fiebre en la que se vieron inmersos los constructores de la época, casi tanto como la de ahora. En resumen, MARAVILLOSO.

Salimos del edificio y nos desplazamos hacia el oeste por la calle 33. No tenemos demasiado tiempo para llegar al muelle 83 en el río Hudson, entre la 42 y la 43, donde se sitúa Circle Line, la naviera de cruceros para hacer uso de nuestros City Passes en tal empresa. Llegamos al Madison Square Garden, y cambiamos hacia la calle 34. Seguimos y pasamos por la famosa tienda de electrónica B&H y al llegar a la 9ª avenida ascendemos por ella hasta la calle 42, donde giramos al este y continuamos hasta nuestro destino. Canjeamos los billetes y tomamos asiento en la nave esperando que zarpe a las 14:30h, su hora prevista.









Salimos a la hora prevista y durante hora y media hacemos un recorrido sumamente agradable durante el cual incluso sale el sol. Vamos desde la calle 42 hasta Liberty Island, donde volvemos a ver de forma genial la estatua, y remontamos el East River hasta llegar a la ONU, pasando por debajo de los 3 famosos puentes, a saber, Brooklyn, Manhattan y Williamsboro. Durante el recorrido tenemos una excelente vista de todo el skyline de la parte medio sur de la isla, además de Jersey City y Brooklyn.



A las 16:00h desembarcamos y nos desplazamos a ver el Intrepid, portaaeronaves de la segunda guerra mundial, pieza clave en la guerra del Pacífico. Actualmente, y desde 1982 alberga el grueso de la exposición del Sea, Air & Space Museum, que como cierra a las 17:00h no vamos a ver, sencillamente porque no da tiempo. Desde fuera vemos la magnificencia de la nave, y eso que dista mucho de ser la mayor del mundo. También se pueden ver el Concorde y el submarino de los que disponen.Me emociono cuando veo que encima de la proa del barco sobresale la negrísima popa del Lockheed SR-71A, el Blackbird, uno de los aviones más rápidos de la historia, capaz de superar el mach 3. Por ello me voy con una lagrimita en los ojos, por no poder entrar a verlo, pero me repongo casi de inmediato, cuando soy consciente del apetito que tengo. Es tarde y nos paramos en un Subway que hay en la calle 42, para pedir lo que a la postre se demostraron unos bocadillos no muy buenos, aunque tampoco demasiado caros.


Después de llenar el buche, decidimos volver hacia la zona de Herald Square, sin prisa pero sin pausa. Entramos en la tienda B&H Electronics, regentada por judíos ortodoxos, con un extraño sistema de vías aéreas con minivagonetas para desplazar las compras de la gente hacia las cajas. No vemos nada de nuestro interés y seguimos avanzando, esta vez por la 33 para pasar junto a la enorme Central de Correos de NYC, a continuación el Madison Square Garden, hogar de los Knicks, y donde un total de 6 trailers estaban aparcados para montar el escenario de Enrique Iglesias, que actuaba en ese momento. Para el que le guste, sin comentarios.




Subimos por la 7ª y llegamos a Macy’s, los mayores grandes almacenes del mundo. Durante una hora nos perdemos por la enormidad de sus plantas, aunque como antes, no encontramos nada que nos atraiga demasiado para gastarnos el dinero. Salimos del edificio hacia Herald Square, que está bastante animada. Ya ha anochecido, pasan de las 19:00h y debemos ponernos en marcha, puesto que tenemos entradas para ver el musical Wicked, en el teatro Gershwin, a las 20:00h. Ascendemos por Broadway hasta la 51 momento en el que giramos hacia el oeste. Et voilá.



Entramos al teatro Gershwin directamente puesto que ya nos habíamos imprimido las entradas, y en la primera planta nos interesamos por unos aparatos de traducción que ofrecen en régimen de alquiler por 10 $ cada uno. Los cogemos para asegurar que se nos escape el mínimo de entendimiento, y nos metemos a nuestros asientos. Éstos estaban en 2ª fila, muy escorados por lo que no se veía el escenario completamente hasta el fondo, pero la acción se desarrolla sobre todo en el frente del escenario por lo que no nos perdemos nada. Nuestras entradas costaron 65 $, mientras unas centradas pasaban de los 200 $.
La historia de Wicked expone una versión diferente de lo que siempre se había visto en el Mago de Oz, esta vez desde la perspectiva de Elphaba, la malvada bruja del oeste, que realmente no es tan malvada y su especial relación con Glinda, la benevolente bruja del sur. La puesta en escena, increíble, los decorados, una pasada, las actuaciones, conmovedoras, y las voces y las canciones, sencillamente memorables. En un momento dado, la acción se desarrolla tan cerca de mí que podría tocar a Glinda solo con alargar la mano. INOLVIDABLE.
Salimos a las 22:30h después de dos magníficos actos cargados de emoción y buenas canciones. Finalmente los traductores han sido bastante decepcionantes puesto que no traducían los diálogos, si no que de vez en cuando contextualizaban al oyente. Menos mal que no se entendía muy mal y se podía seguir el hilo perfectamente.

Aprovechamos nuestra situación para cenar algo ligero en el ya conocido Café Duke, el deli de la calle 51. Al terminar, nos desplazamos a la estación de la calle 49 para desplazarnos hacia el Downtown y apearnos en Herald Square. Recorremos de nuevo la calle 33 en sentido este, pasando por K-town, con muchísimos letreros en coreano de gran cantidad de restaurantes. Volvemos a entrar en el Empire State Building, un poco cansados por la hora y con un poco de sueño. Ni de lejos la cantidad de gente de esta mañana. No obstante el paso por los arcos de seguridad tiene el mismo resultado que por la mañana, y debemos dejar nuestros trípodes en custodia.








Al llegar arriba mi cansancio se disipa de golpe. La vista es alucinante. No hubiera podido imaginar algo así antes de verlo. Y eso que he visto docenas de imágenes al respecto. Pero no importa. La luminosidad es magnífica, simplemente. Es un derroche energético, ¡sí! Pero es también un espectáculo de primer orden. Y además hay muchísima menos gente. Las grandes avenidas se convierten en ríos de fuego, de lava, que parecen salir de un volcán situado en el Downtown. Jersey City refulge con una insospechada intensidad. Es indescriptible y siento que me podría quedar aquí durante horas hasta el amanecer. Pero mis acompañantes nos opinan lo mismo, por lo que finalmente nos vamos.
Tomamos el metro en la estación de la calle 33, una línea verde hacia el Uptown con parada en Grand Central Terminal. Desde ahí caminando con paso pausado hasta el hotel, y directamente a la cama, puesto que ya son las 2:00h y mañana hay que madrugar.
Continuará.