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El gran culpable de la estructura del viaje fue este día. La verdad que desde que decidimos ir a la Toscana, miré la mejor forma posible de cuadrar una visita por la cinco tierras. Mi primera idea era estar un día más fuera de Florencia al inicio de la semana e ir hasta allí. Sin embargo, por la distancia al final creí que era mejor hacer el viaje desde Florencia y no desde San Gimignano. Elegí el sábado para hacerlo ya que sería el día que más turistas habría en la capital aunque lógicamente también el que más habría en nuestro destino.
Para el que no las conozca, le Cinque Terre son cinco pueblos muy pequeños que se encuentran en la provincia de la Liguria, al noroeste de la Toscana. La ciudad grande que está a su lado es La Spezia. Los pueblos se encuentran dentro de un parque nacional, y están bordeando el límite terrestre con el mar Tirreno.
Desde Florencia hay 163km que se tarda en hacerlos un poco más de dos horas y cuarto. Otra opción nada descartable es la de ir y hacer noche por allí, para regresar al día siguiente. Nosotros no la hicimos porque aún nos quedaba alguna cosa en Florencia para el domingo y ya nos íbamos a Pisa, así que volver a Florencia para estar medio día no me pareció la mejor opción.
A las ocho de la mañana ya habíamos desayunado y salíamos hacia Liguria. Tras un viaje sin incidentes, llegamos a la entrada de Riomaggiore, el primero de los pueblos viniendo por el lado de Florencia. Para recorrerlos hay dos opciones; ir entrando con el coche en cada uno o dejar el coche aparcado y sacar la Cinque Terre Card, que permite ir por los senderos que los unen y coger el tren de cercanías que para en cada uno. Optamos por esto último así que aparcamos en el parking que hay a la entrada de Riomaggiore. Dejas el coche y cuando lo recoges te cobran en función de las horas que lo has tenido aparcado. Junto a la entrada hay como una tienda de regalos y mapas donde se puede sacar la tarjeta para hacer uso de los trenes y los senderos.
Nos metimos ya por Riomaggiores que hace bajada en su calle principal en dirección a la zona del embarcadero. Antes de llegar, está la salida para meterse en la Vía dell´Amore, que es la parte del sendero que comunica Riomaggiore con Manarola. En todos los sitios indican que es la parte de todos los senderos que vale más la pena realizarla a pie en vez de en tren. Son unos 800 metros por lo que sin correr mucho se tarda una media hora en hacerlo. Nosotros tuvimos la mala suerte de que el sendero estaba cerrado porque estaban realizando obras de mantenimiento y no pudimos realizarlo. Los senderos van por medio del acantilado por una pasarela de manera que quedan suspendidos junto al mar. Bajamos hasta la zona del embarcadero del pueblo y ahí empieza la constante de todo el día. Las vistas y los paisajes son una maravilla mezclando agua, pueblos y acantilados. Riomaggiore está justo a pie de mar, de manera que parece que vaya a venir una ola grande y se lo vaya a llevar.
Después de estar un rato por allí fuimos hacia la estación del tren para ir hasta el siguiente pueblo. El servicio de tren funciona igual de “bien” que la RENFE de cercanías de aquí. Pasan cuando quieren así que llevar los horarios no sirve de mucho.
El segundo pueblo es Manarola. A mí personalmente fue el que más me gustó, es quizá algo más pequeño y también en la parte inferior tiene un embarcadero. Además hay unas piedras gigantes en las que la gente se coloca para tomar el sol o para lanzarse al agua. Desde Manarola sí que hay un tramo de sendero que permite caminar unos 10 minutos bordeando el acantilado por encima del mar.
Esto se llama el tramo de la transparenze marine por la claridad del agua de la zona. Las fotos de Manarola hechas desde el sendero quedan espectaculares. Tras llegar al final de sendero media vuelta y paramos a tomar un refresco dentro del pueblo. Fuimos hacia la estación y ya cerca de mediodía llegamos a Corniglia.
Es el único de los cinco pueblos que no tiene salida al mar, ya que está situado más arriba. Esto hace que desde la estación se pueda subir a pie o coger un minibús gratuito que está todo el rato subiendo y bajando del pueblo. Nosotros lo cogimos y antes de comer visitamos el pueblo. Hay una calle principal estrecha de la que sale algún callejón y una pequeña plaza en medio del pueblo. Si tenéis que descartar visitar por dentro alguno de los cinco, sin duda Corniglia es el menos espectacular. Las vistas son bonitas como en todos y sí que se obtiene un buen plano de Manarola pero por dentro es el menos intersante. Decidimos comer allí, en la plaza donde para el bus. No recuerdo como se llamaba el restaurante pero no resultó nada del otro mundo. Comimos pasta y la verdad que ninguna de las dos que pedimos valía mucho la pena.
Después de reposar un rato la comida sentados en un banco en la plaza de Corniglia, tomamos el minibús de nuevo para bajar hasta la estación. En la mayoría de las guías indican a Vernazza como el más bonito de todos. Como dije a mí me gusto más Manarola pero la verdad es que cualquiera de los dos resultan visitas imprescindibles. Fue con diferencia el que más concentración de gente había al llegar a la estación. La forma del pueblo se parece un poco a la de Riomaggiore pero con la estación en la parte alta en lugar de abajo. Se baja en dirección a la zona de embarcadero. Vernazza tiene una pequeña porción de arena de playa aunque la gente no estaba tomando el sol allí, sino en las enormes piedras que también hay junto a la orilla. En la punta de la zona de hormigón desembarcan los barcos de turismo que hacen una visita por mar rodeando los cinco pueblos. La verdad que desembarcan atando el barco y poniendo una tabla con barandillas que da un poco de miedo con lo que se mueve el barco. La zona del embarcadero de Vernazza es uno de los lugares de le Cinque Terre más agradables para simplemente sentarse o tumbarse a relajarse y dejar pasar un rato.
Sólo un pueblo nos quedaba ya que visitar y eran las tres de la tarde. Monterosso al Mare es el único de los cinco que tiene la típica playa. Es el más parecido a cualquier destino turístico de mar, pero eso sí a pequeña escala. La playa es de arena pero con pequeñas piedras y por todo el paseo se colocan unas sombrillas amarillas. En la parte de arriba del paseo está el pueblo. Nos tomamos un helado en la parte del paseo que está justo encima de la playa en unos bancos con mesa. La verdad que las piernas empezaban a pesar bastante, y ese rato allí sentados nos sentó de maravilla. Después bajamos un rato a la parte de la arena.
Sobre las cinco y media de la tarde fuimos para la estación de Monterosso para volver hacia Riomaggiore. Resultó que había problemas con los trenes y estuvimos casi tres cuartos de hora esperando para que pasase uno. Tras llegar, a Riomaggiore, la bajada que a las 10 de la mañana había sido como si nada se convirtió en una subida empinadísima. Recogimos el coche en el parking y de vuelta para Florencia.
Para volver también tuvimos que pasar de nuevo por dentro de la Spezia. Esta ciudad es estilo a Mónaco, no con tanto nivel pero se le acerca. Tiene la zona de puerto con los barcos y veleros y el paseo marítimo. Entre la Spezia y Riomaggiore también está Portovenere, otro pueblo para visitar. Como dije al principio, seguramente una muy buena opción para visitar esta zona sea hacer noche en la Spezia después de visitar le Cinque Terre.
La vuelta la realizamos en dos horas ya que no encontramos nada de tráfico al ser sábado. Cogimos unas pizzas al taglio y unas focaccias y nos las llevamos al hotel para cenar, que el día había sido largo.
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