Décimo día - Miércoles 25 de septiembre de 2013
El miércoles dejábamos Hanoi. Desayunamos como siempre, hicimos el check out y en nada ya teníamos el taxi que habímos pactado con el hotel que nos llevaría al aeropuerto. Vimos con alegría que estaba lloviendo…y pensamos que habíamos tenido mucha suerte en que no nos hubiera pasado hasta entonces. Teníamos un vuelo con Vietnam Airlines con destino a Hue, y como era de esperar facturamos sin problemas y salimos puntuales.
El hotel que habíamos reservado en Hue era el Huong Giang Hotel Resort & Spa, que nos salió por el magnífico precio de 35 USD la noche. El Huong Giang és un auténtico lujo: decorado todo en madera, piscina, zona de masajes, casino, desayuno impresionante...y una habitación de unos 40 metros cuadrados con dos ambientes: un salón con sillas, mesa y TV y la zona de cama con otra TV. Así que después de ver satisfechos nuestra elección, fuimos a comer algo en un restaurante que teníamos enfrente y directos a la ciudadela, al norte del río Huong Giang.
Hue fue la capital de Vietnam Imperial dede 1802 hasta 1945. Su Ciudadela guarda cierto parecido con la ciudad prohibida de Pekín: se trata de una ciudad dentro de otra ciudad, donde vivía el emperador, su familia, colaboradores y los funcionarios de más alto rango. Hue tuvo la mala suerte de encontrarse en la frontera Vietnam del Norte - Vietnam del Sur, la llamada zona desmilitarizada (DMZ) y fue escenario de cruentas batallas. Durante la guerra, la ciudadela fue casi destruída por los bombardeos de los EEUU en la Batalla del Tet.
Sea como fuere, la Ciudadela es una visita imprescindible, y si puede ser con guía mejor. Aún hay un montón de edificios impresionantes que ver y vale la pena dedicarle unas horas.
Tras la Ciudadela, intentamos adentrarnos en la ciudad, pero vimos que no tenía nada destacable. Así que tomad nota: al norte del Huong Giang sólo está la Ciudadela y la Pagoda, nada más.
Nuestra idea era hacer una excursión a Dong Hoi para ver la cueva paraíso, así que preguntamos en el hotel y en alguna agencia local. Habíamos leído maravillas de esa cueva, pero para ir había un autobús que salía muy pronto por la mañana. Estuvimos dudando mucho, pero llevábamos mucho trote del resto de días, estábamos muy cansados, así que planteamos el día siguiente como un día más tranquilo: pagoda por la mañana y piscina por la tarde. Así que fuimos a cenar y a dormir.
Por cierto, la parte sur del río es una zona sólo para turistas. Me refiero a que nos recordó mucho sitios turísticos como Salou o Calafell, es decir tiendas de recuerdos, bares y restaurantes, pero nada interesante que visitar.
Undécimo día - Jueves 26 de septiembre de 2013
Nos levantamos pronto como de costumbre, y pudimos disfrutar de un excelente desayuno bufet. Así que bien nutridos, salimos a la calle y en seguida fuimos asaltados por los tuctuqueros que nos proponían paseos. Nos asaltó uno especialmente pesado que al darse cuenta de donde veníamos nos soltó algunas frases en español e inclusó nos enseñó una libreta con ¡referencias! Vaya, notas de clientes españoles con alabanzas. Así, que viendo que la comunicación sería más fácil nos decidimos a negociar el precio para ir a la pagoda. Long, avisó o otro tuctuquero, ya que al contrario que en Hanoi los cyclos eran individuales y nos pusimos en marcha. Antes, le pedimos que nos llevara a un bar con Internet para poder buscar un hotel en Hoi An, que todavía no teníamos. Nos decidimos por el Hai Au, un hotel normalito pero con buenos comentarios relativos al trato y que nos venían a buscar a la estación de autobús. Total, 30 USD.
Cruzamos el puente y vimos con alegría que la distancia hasta la pagoda era más o menos larga, así que ir a pie desde el hotel no era una opción. La pagoda valió la pena y nos llevó toda la mañana. Una vez terminado, buscamos alguna agencia para ver si podíamos atar una excursión para el día siguiente para ir a ver las tumbas. Vimos una buena oferta en una gencia justo al lado del hotel, Abs Travel & Trade, en Le Loi 51. El precio era correcto, pero la sorpresa vendría después. También aprovechamos para comprar los billetes de autobús para ir a Hoi An.
Comimos algo en el centro y nos dispusimos a pasar una buena tarde de relax en la piscina del hotel. Al final, no pudimos resistirnos y contratamos también unos masajes en el spa que nos sentaron genial.
Cenamos en el centro de nuevo y a dormir.
Dudodécimo día - Viernes 27 de septiembre de 2013
Desayunamos, hicimos en check out y dejamos las maletas en el hotel. Cuando salimos para esperar el autobús de la excursión vimos que caída algo de lluvia, que aunque no era mucha, ya lo hacía todo un poco más incómodo.
Ya enseguida vimos que esa excursión no sería como las del norte. Es autobús era grande, había un montón de gente y la visita era en inglés y vietnamita. Cuando el guía nos hacía las primeras explicaciones, tuvimos la primera sorpresa: las entradas a las tumbas no estaban incluídas, y el precio casi duplicaba el de la excursión. Ahora quedaba clara la razón de lo “barato” que era todo. Vamos a ver, no hay ningún problema porque el coste era correcto, pero creo que este detalle tenía que haberse explicado.
En fin, del montón de tumbas visitamos las quizás más conocidas: Minh Mang, Khai Dinh y Tu Duc. Todos ellos fueron emperadores de los últimos años del imperio y como los faraones, en vida construían mausoleos donde serían enterrados junto su tesoro. Las tumbas son sitios preciosos y un derroche de arte floral, jardinera y constructiva. La de Tu Duc quizás es la menos ambiciosa, quizás porque sólo reinó tres días, pero la de Khai Dinh era la más impresionante. Khai Dinh, educado parcialmente en Europa, quiso una mezcla de estilos en su tumba, que conjugó partes chinas, italianas y francesas. Fue uno de los últimos emperadores, y casi no tenía poder al ser una marioneta en manos de los colonos franceses. Como la construcción de la tumba se completó antes de su muerte, la uso como casa de verano...un tipo práctico, Su Majestad Khai Dinh.
Hay que añadir, que la ubicación de los cuerpos de los Ngyuen o Emperadores siempre es desconocida dentro de la misma tumba.
Terminada la excursión, el autobús nos dejó en el centro donde comimos algo antes de ir al hotel, recoger las maletas y esperar el bus a Hoi An. Y ahí llegó el momento caótico, porque salimos dos minutos tarde y vimos como el bus se iba….¿¿qué haríamos??? Bueno, pues sin saber como, al cabo de un rato llegó un taxi que nos dejó en otro punto de Hue donde el bus hacía la siguiente parada: el paradigma vietnamita, las cosas pueden salir mal, pero ellos pondrán los medios para solucionarlo.
Así que llegó el bus y vimos algo sorprendente….¡al menos para nosotros! Se trataba de un sleepery bus, es decir un bus de largo recorrido donde se podía dormir. No había asientos tradicionales, sino que el bus estaba formado de tres filas de literas una detrás de otra: El asiento era plano para que te pudieras tumbar y dormir. Claro, para nosotros era un viaje de unas pocas horas, ¡pero había gente que venía de Hanoi!
Así que nos tumbamos, casí invadiendo el espacio de los vecinos, unos chavales ingleses que miravan Spiderman en un portátil y que nos ofrecieron algo de bebida y conocimos unas chicas malageñas con las que hablamos un rato y nos dieron algunos consejos sobre Camboya.
El viaje, quizás por la incomodidad, fue largo, pero cuando llegamos a Da Nang supimos que quedaba ya muy poco. Bajamos en la estación de Hoi An y ahi vimos a una chica vestida con un traje tradicional azul que nos venía a buscar. Nos dijo que un motorista llevaría nuestras mochilas y que ella nos acompañaba a pie al hotel, que estava a menos de cinco minutos. Pudimos charlar un rato con ella, muy maja y llegados al hotel nos instalamos. La habitación era algo pequeña, pero correcta y limpia. Vimos un plato de fruta fresca de cortesía cortesía gentileza del Hotel Hai Au.
Hoi An es una pequeña ciudad muy turística del centro del país. El centro de la ciudad es peatonal y el tráfico a motor está prohibido, por lo que presta mucho a dar paseos. Hoi An es famoso por sus calles llenas de farolillos y sobre todo por sus sastrerías. Un montón de turistas acuden a las sastrerías para que les hagan trajes, vestidos o zapatos a medida...y esto es justo lo que hicimos. En el hotel nos recomendaron una tienda justo en frente donde fuimos a tantear. Laura llevaba una revista con un par de vestidos que le gustaban, se los enseñó a la sastre, le tomó medidas, nos preguntó por el tipo de tela y nos dijo que al día siguiente lo tendría hecho. Nos gastamos en total poco más de 1000 000 VND. La idea es que las sasterías pueden copiar en pocas horas casi cualquier modelo que les llevéis, así que si os encapricháis de un vestido de algún famoso/a o de algún catálogo, no lo dudéis. La sastre al final no nos devolvió la revista excusándose en que se la dejó en casa...por mi que se la quería quedar para tener modelos occidentales, ya que los que tienen ahí no tienen mucho que ver con nuestros gustos. Así que como extra point, creo que si les regaláis un catálogo de Mango/Zara quedaréis bien y quizás lo podéis usar para negociar una rebaja.
A continuación fuimos al hotel donde nos obsequiaron con un pastel de bienvenida ya que les chivamos que estábamos de luna de miel. Una auténtica lástima porque por la hora que era no nos lo podíamos comer, así que probamos un poco y el resto lo dejamos en la nevera.
Ahora sí, fuimos a dar una vuelta y confirmamos que Hoi An es y está pensado para los turistas y las compras Para entrar en el centro hay que pagar una entrada, pero vale la pena. Son 150000 VND y también da derecho a entrar a los seis templos que se desee. Las calles muy limpias, sin motos, llenas de farolillos y los comerciantes mucho menos agresivos que de costumbre, aunque no hay que confiarse. La primera parada obligatoria es el puente japonés, que hay que visitar de noche ya que se puede observar iluminado. A continuación se puede cruzar el río y se llega a una calle tipo mercado lleno de paraditas de recuerdos.
Muy recomendable cenar en los locales de al lado del río o incluso dentro de los barcos que hay atracados. Justo lo que hicimos. Después de la cena, dimos un paseo hacia el hotel y a dormir.
Trigésimo día - Sábado 28 de septiembre de 2013
Nos despertamos en Hoi An y fuimos a completar la vuelta por el centro que dejamos a medias en día anterior. La ciudad ya no tenía el encanto de los farolillos iluminados, pero la luz del día nos permitía apreciar muchas otras cosas. Ya que en la entrada al centro también incluía el pase a varios templos aprovechamos para entrar en los que nos parecieron más interesantes.
Fuimos a buscar los vestidos y volvimos al centro para comer algo. Ya quedaba poco rato para disfrutar de la ciudad porque por la tarde un taxi nos llevó al aeropuerto de Da Nang y de ahí volábamos a Ho Chi Minh, la antigua Saigon.
Así que llegamos ya muy tarde a Saigon. Pasamos un mal rato en el taxi porque temíamos que nos timara; yo no paraba de mirar el taxímetro y veía como subía y subía...nos arrepentimos de no haber atado un taxi en el hotel. Creo que llegó a 2000000 VND, pero cuando bajamos, le dimos al taxista 1500000 VND sin mirar el taxímetro y no nos dijo nada.
Desde luego, Saigón ya tenía un aire muy distinto al resto del país. Veíamos una ciudad muy occidentalizada, con grandes y modernos edificios. El hotel, el Hai Long 5, era más normalito que el resto porque los precios en Saigón son mucho más altos.
El hotel está en el Distrito 1, que podríamos decir que es más o menos el centro de la ciudad. Nos permitía ir a pie a casi todos los sitios interesantes que teníamos anotados: el mercado de Ben Thanh, el Palacio de la Reunificación o la Catedral de Nôtre Dame.
Check in hecho y primera sorpresa desagradable. La habitación era interior y no tenía ventana; bueno, en realidad tenía una ventana que daba…¡al pasillo! Así que hablamos con recepción por si nos la podían cambiar. Nos dieron una habitación minúscula y a dormir.
Décimocuarto día - Domingo 29 de septiembre de 2013
El desayuno no estaba nada mal, así que dimos buena cuenta de él y nos preparamos para salir. Teníamos dos misiones igualmente importantes: buscar una agencia para comprar la excursión por el Mekong y encontrar una lavandería porque nos estábamos quedando sin ropa limpia. Así que pusimos la ropa sucia y nos fuimos al equivalente del Old Quarter para buscar una Sinh Cafe. A medida que caminábamos por Le Loi, una avenida principal, veíamos que lo de buscar lavandería sería muy muy complicado. ¡En Hanoi te encontrabas una cada dos puertas! Era como estar caminando por la Diagonal de Barcelona y buscar una lavandería….¡no hay! Y además, se puso a llover a cántaros.
Lo de la agencia de viajes era otra historia. En el Old Quarter había un montón y también te asaltaban por la calle. Buscábamos una excursión al Delta del Mekong con visita a la Isla de la Tortuga. Nos decidimos por una oferta de Kim Travel: la ruta consistiría en un viaje en autobús que nos pasaría a buscar por el hotel hasta My Tho, y desde ahí cogeríamos un barco a motor que haría el recorrido. En total nos cobraron 50000 VND los dos.
Salimos con el trabajo hecho pero con la bolsa de ropa sucia. A eso que un hombre nos ve, nos para en medio de la calle y nos pregunta si estamos buscando una lavandería. Casi desesperados pero con gran recelo le decimos que sí y nos dice que su hermana lava ropa, que le sigamos. Le seguimos, nos lleva por callejuelas y nos deja en una casa particular, donde en la planta baja una mujer viendo la tele nos dice que ella se encarga de lavarlo todo. Estábamos sin palabras. Pasmados, decidimos contar la ropa (calcetines, camisetas) y se la damos. Nos dice que al día siguiente lo tendrá todo...si no llueve, porque tiene la ropa al aire libre. Bueno...ya íbamos preparados para ese riesgo así que pesa la ropa y nos vamos.
Ese día comimos en un Pizza Hut y pedimos una pizza de embutido…!cómo lo echábamos de menos! Ya descansados y repuestos y viendo que no llovía, nos fuimos de visita.
Visitamos el Palacio de la Reunificación, anteriormente la residencia del Presidente de Vietnam del Sur. Cuando las tropas del Vietcong tomaron el palacio, se dio por acabada la guerra. Se dice que cuando los oficiales del Vietcong entraron en el Palacio se encontraron al Presidente Duong Van Minh, que les dijo “Les hemos estado esperando aquí para entregarles el poder”. La respuesta del coronel Bùi Tín fue “No puede entregar lo que ya no tiene”. El Palacio tiene hoy en día uso civil y se utiliza para ceremonias, congresos o encuentros gubernamentales, pero hay muchas salas abiertas al público, y en la planta baja se conserva todo el aparato del cuartel general de las tropas de Vietnam del Sur con sus aparatos de radio y mapas. Definitivamente es un imprescindible de Saigón.
Después fuimos a la Catedral de Nôtre Dame, de un estilo muy muy parecido a su homóloga de París, sin duda a causa de la dominación francesa. Coincidimos con una ceremonia religiosa y era muy curioso ver un rito católico oficiado en vietnamita. La iglesia estaba a rebentar, y fuera había un montón de gente oyendo la misa.
Ahí fuera se nos acercaron dos estudiantes adolescentes y nos preguntaron de dónde éramos. Cuando les dijimos que de Barcelona fliparon...vaya, supongo que la misma reacción que hubiera tenido yo a los 16 años si hubiera podido hablar diez minutos con dos turistas de USA

Estábamos agotados por el calor, así que hicimos una parada en un bar, el Barbecue Garden. Después de un buen rato, nos fuimos a la Bitexco Tower, el edificio más alto de Saigón. El mirador está situado en la planta 49 y la entrada es de 200000 VND. Pero ahí entró en escena el truco que nos explicó la chica que conocimos en el crucero por Ha Long Bay. Hay un bar en la planta 51 con vistas iguales o mejores. Tiene consumición obligatoria pero al final echas cuentas y te sale mejor que la entrada al mirador, así que lo que hay que hacer es tal como nos dijeron “Ask the bar to be shown”. Le preguntas por el bar a cualquier chica de los mostradores: sonríe y muy amablemente te lleva a unas escaleras, donde otra chica te recoge y te lleva a un ascensor, donde otra chica te sonríe y te lleva a la planta 51. ¡Y ahí está el bar!
Definitivamente las vistas valen la pena, y como ya oscurecía, se podía ver toda la iluminación de esta ciudad de 8000000 habitantes. Espectacular.
Bajamos con la boca abierta y nos fuimos al mercado de Ben Thanh, donde por la noche en el exterior hay un montón de restaurantes con terrazas en los que se puede comer buen pescado a precio ridículo. Pedimos un par de peces desconocidos y después de comer, nos fuimos dando un paseo al hotel.
Decimoquinto día - Lunes 30 de septiembre de 2013
Nos despertamos pronto y desayunamos. A las 8h nos pasaba a buscar el autobús que nos llevaría a My Tho. Durante el viaje, el guía nos explicó cuatro cosas de Saigón y del Mekong y al cabo de un par de horas llegamos a destino. Ahí subimos a una barca de motor que nos llevaría a la Isla de la Tortuga. Durante el trayecto pudimos disfrutar del paisaje del delta, que es fuente de vida para todo el sur del país. Ahí se pesca, se comercia y de transporta de todo.
En la Isla de la Tortuga sufrimos la obligatoriedad de visitar comercios de miel y otros engañabobos para turistas. Siempre hay alguien que compra alguna cosa, pero no fue nuestro caso. Acabada la visita, subimos de dos en dos en barcas de remos que nos llevaron de ruta por los canales; en mi opinión fue la parte más impresionante del viaje. Llegamos a un restaurante donde tuvimos que comer la peor comida de todo el viaje, y después de vuelta a My Tho en la barca de motor y autobús hasta Saigón.
Esta parte del viaje fue seguramente la menos interesante. Saigón no deja de ser una ciudad occidentalizada, cara y con pocas cosas que impresionan cuando ya has visto grandes capitales del mundo. El ruido, la cantidad de motos y el cansancio que llevábamos encima no ayudaron mucho.
Bajamos en Kim Travel y no en el hotel porque teníamos que recoger la ropa. ¡Fantástico! Ahí estaba toda doblada y limpia. Sólo lamentamos la pérdida de un calcetín de Laura, que la señora dijo no haber visto ni perdido. En el hotel estaría, nos dijo….pero nada de eso. El calcetín aún debe estar por el Old Quarter de Saigon.
Esa noche cenamos en un italiano al lado del hotel. Cada vez se echa más de menos la cocina de aquí, así que compartimos una lasaña y unos spaguetti deliciosos.
Como conclusión, no sé si vale mucho la pena dedicar tiempo a Saigón. Quizás hubiera sido mejor buscar un hotel en My Tho y hacer el crucero desde ahí, contratándolo en una agencia local claro.