Norte: Hanoi, Sapa, Ha Long Bay y Hoa Lu-Tam Coc-Nin Binh ✏️ Diarios de Viajes de Vietnam

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Primer día - Lunes 16 de septiembre de 2013

El vuelo salía el lunes 16 a las 15:50h del Aeropuerto de El Prat. El avión salió puntual y en unas siete horas ya estábamos en Doha. El avión, un Airbus A330 tenía una configuración de asientos dos-cuatro-dos, y pantalla individual para ver pelis, escuchar música o jugar a juegos simples. La pega es que cada vez que había un aviso por megafonía, se cortaba la peli y cuando éste había finalizado….¡te dabas cuenta que la peli había seguido avanzando!

El aeropuerto de Doha es un enorme hub intercontinental, puente entre Asia, África y Europa. Cuando bajas del avión te suben a un autobús con tres posibles paradas, y hay que estar atento:

1-. La primera es para los viajeros que se quedan en Doha (o bien que se quedan en un hotel para coger un avión al día siguiente).
2-. La segunda, la nuestra, es para los que hacen tránsito hacia otro vuelo.
3-. La tercera….a la que ya no llegamos, es para pasajeros VIP.

Bajamos, control de pasaportes y a buscar la siguiente puerta para coger el vuelo a Hanoi.

En el siguiente vuelo, en un Boing 733, la configuración de sillas era tres-tres-tres, por lo que a Laura y a mi nos separó el pasillo. Ahí tuvimos la primera sorpresa de novatos, porque el vuelo hizo una parada en Bangkok en la que bajaron la mayoría de pasajeros pero nadie subió. Tuvimos que estar una hora dentro del avión esperando a despegar de nuevo. La verdad, no sabíamos que existían estas “semi escalas”.

Segundo día - Martes 17 de septiembre de 2013

Al fin, llegamos a Hanoi a la hora prevista 15:45h. Bajamos del avión y cruzamos los dedos al ir a buscar las maletas…¡y ahí estaban!

Así que primer trámite, gestionar el Visa on arrival. Después, cambiar euros por dongs y de propina, comprar una SIM Vietnamita. Con todo esto hecho, nos lanzamos a la aventura y fuimos a buscar un taxi.

Y ahora vamos a hablar de los taxis, porque salvo en Ho Chi Minh, nunca tuvimos ningún problema. El precio correcto entre el aeropuerto y Hanoi es de 17 USD (340000 dongs) y cuando cogimos el taxi ya nos enseñaron un letrero en el que se indicaba muy claramente que el precio orientativo iba de 300000 a 400000 dongs. Es importante verlo y demostrar que te has fijado, porque luego el taxista (que hablaba inglés), se cambió por otro (que no hablaba nada de inglés) y ahí se perdió cualquier posibilidad de reclamar o discutir. Llegamos al hotel y pagamos los 340000 dongs (bueno, en realidad bajamos del taxi, los botones se llevaron las maletas y el taxi se fue ¡¡¡sin cobrar!!!). Luego en el hotel nos dijeron que se había ido porque ahí no podía parar y había la policía cerca, así que simplemente dio una vuelta y volvió para cobrar. Por un momento creímos que habíamos viajado gratis.

Luego en el hotel nos dijeron que de las varias compañías de taxi, hay tres que son “fiables”: Hanoi Taxi (blanco), Hanoi Tourist Taxi (ni idea) y Mai Linh (verde). Otras compañías pueden tener “problemas” en el taxímetro.

El hotel era el Rising Dragon Legend, en el Old Quarter. Se trata de un pequeño hotel con unas veinte habitaciones y muy correcto que nos salió a 25 USD/noche. El personal muy muy amable y muy majos, y el director (David Trung) muy servicial. Nos dió la bienvenida (ya sabían nuestros nombres) y nos “riñió” por no haber pactado con él el taxi; en realidad nos hubiera salido algo más barato.

Primera lección: siempre que se pueda, pactar con el hotel la recogida en el aeropuerto. Te ahorras taxis piratas y de antemano puedes contrastar el precio. En nuestra experiencia es algo más barato que un taxi del mismo aeropuerto, al menos en los hoteles en que hemos estado.

¡Así que ya estábamos en Hanoi! Algo desubicados por el sitio y por la hora...porque llevábamos volando casi 20 horas y estábamos destrozados. Pero teníamos una misión, que era descubrir la ciudad y, más importante, localizar Vega Travel para atar la excursión a Sapa.

Por lo leído en los blogs, Vega Travel y Sinh Café, son las mejores agencias locales de viajes. Hay un Sinh Cafe en cada calle, pero sólo una Vega Travel….aunque afortunadamente la teníamos a dos minutos del hotel. En realidad, cuando sales a la calle el patrón es: zapatería, Sinh Café, hotel, restaurante y otra vez zapatería, Sinh Café, hotel, restaurante…..ad infinitum!



Cierto que miramos también precios en Sinh Cafe, pero nos convenció más Vega Travel. Ahí es cuando nos dimos cuenta con satisfacción que había valido la pena prepararse el viaje: ya sabíamos que queríamos un viaje a Sapa pasando una noche en una homestay y viajando en un vagón de Livitrans. Para que os hagáis la idea, una homestay es como un bed & breakfast: una casa de nativos habilitada con ciertas comodidades donde los turistas se quedan a cenar, dormir y desayunar y todo con los propietarios. En cuanto a los vagones, tenéis que saber que los trenes son operados por Vietnam Railways pero hay vagones de distintas compañías, siendo la de clase superior Livitrans. El chaval de Vega Travel nos dijo que Livitrans era de lujo, mucho más caro...y que por eso nos saldría el viaje por 10 USD más (de 125 USD a 135 USD por persona). Pagamos con tarjeta de crédito, como hacíamos siempre que podíamos, para así no tener que llevar tanto efectivo. Por cierto, cuando se paga con tarjeta se aplica una comisión de entre 2 y el 3%. De todas formas, si os paráis a pensar sale a cuenta:

Si cambiáis euros por dongs que usaréis para pagar en efectivo ya se pierde dinero, y más que perderéis si os sobran dongs y hay que volver a cambiarlos a euros a la vuelta.
Menos efectivo encima es menos riesgo.

También atamos en Vega Travel la excursión-crucero por Ha Log Bay y además lo encadenamos todo: la noche del 18 dejábamos el hotel y llevábamos las maletas a Vega Travel, ahí nos preparábamos las mochilas pequeñas para la excursión a Sapa y dejábamos las grandes en una habitación común. Al volver de Sapa al cabo de tres noches, nos podíamos duchar ahí mismo, preparar la mochila otra vez pero para Ha Long Bay y volver por la tarde al cabo de dos días. ¡Todo perfecto! Ha Long Bay salió por 105 USD cada uno. Otra vez nos pegamos un capricho y cogimos una de las dos suits de lujo en el barco (encareciendo la excursión de 95 a 105 USD por persona).

Así que con los recibos de las dos excursiones en el bolsillo (conservadlos, os los piden) fuimos a dar una vuelta por el Old Quarter. ¿Y qué vimos?

Para empezar, que a las 18h durante el mes de septiembre ya está todo oscuro. Descubrimos enseguida que esto sería un gran handicap en relación a nuestra planificación, puesto que habíamos pensado en disponer de luz hasta las 20 o las 21h, y es más, muchos edificios como museos o pagodas cerraban pronto.

Segunda lección: en septiembre en Vietnam a las 18h ya oscurece, y a las 17h muchos museos o edificios cierran. Tenedlo en cuenta para según que visitas. Por el contrario, a las 7h ya hay mucha luz y movimiento….así que tocará madrugar.

El Old Quarter, o barrio viejo, es un hervidero de actividad. Es justamente lo que esperábamos y buscábamos: mucha gente, mucho ruido y sobretodo….muchas motos. Vietnam es un país con cerca de 80 millones de habitantes, muchos de los cuales no pueden permitirse un coche, así que el transporte mayoritario es la moto, y la usan para todo: transporte unipersonal, motos con dos, tres, cuatro y hasta cinco personas y transporte de mercancías de todo tipo y tamaño. Las normas de circulación son otra historia: simplemente no existen. Las motos no ceden el paso, raramente obedecen el sentido obligatorio pero aún así, estamos en un caos ordenado. Pitan constantemente, pero no como reproche, sino para avisarse las unas a las otras así que si te fijas, ves constantemente motos que se esquivan entre ellas y peatones que cruzan o caminan por la calle sin problemas.

Para cruzar una calle, basta con mostrar decisión, hacerse ver y cruzar a paso firme y constante. Nunca correr ni retroceder. La teoría es muy fácil, atreverse no tanto….pero con un par de veces ya se domina la técnica. Ojo, los coches no esquivan (porque no pueden) así que si te cruzas con uno ¡sí tienes que parar!



¿Las aceras son para los peatones? Bueno, en principio sí, pero en el Old Quarter no se puede andar por ellas porque están llenas de motos aparcadas, de taburetes con vietnamitas sentados o de productos de la tienda. Así que en realidad, hay que andar por la calle y esquivar motos.

Y cuando empiezas a caminar con la pinta de guiri (pantalón corto, piel blanca, cámara colgando y embobado frente a cualquier tontería) te conviertes automáticamente en el blanco de los vendedores. Los vietnamitas son muy vendedores muy agresivos, y con eso no quiero decir que sean violentos, sino que insisten mucho y son muy muy pesados. Los mototaxis (sí, conductores de motos que se paran y se ofrecen para llevarte) te paran y te preguntan donde vas y te ofrecen una vuelta; si dices que no, insisten. Los conductores de ciclos, lo mismo.

Ah, ¿y qué es un ciclo? Bueno, se trata de una especie de calesa pero empujada por una bici. Está cubierta y caben dos personas (eso en Hanoi, porque en Hue sólo cabía una). El precio depende mucho del servicio; ellos intentaran siempre venderte una vuelta turística, es decir que te lleven a ver varios sitios y así cobrarte entre 100000 y 200000 dongs. Para un viaje punto a punto, creo que es mejor un taxi y más barato.

Más cosas que intentarán venderte es entrar en el restaurante (hay que mirar siempre la carta antes para hacerse una idea de lo que tienen y de los precios) o entrar en una tienda.

Así que nos fuimos a cenar para degustar nuestra primera cena vietnamita. Como hay mucha variedad de restaurantes intentamos seguir las recomendaciones de la Lonely Planet. La cocina vietnamita es de las más reputadas del mundo: es muy sana y hay mucha variedad. La cocina se basa en el arroz, las verduras, el pescado y algo de carne (ternera, pollo y cerdo). Las frutas más habituales son sandía, el fruto de dragón, plátano, mango, papaya y pera. Como en el resto de Asia no esperéis encontrar mucha variedad de lácticos (leche, queso o yogures) y en ningún caso embutidos. La excepción es que tras la etapa en la que Indochina fue una importante colonia francesa, quedó la cultura de la panadería, bollería y cafetería. Así que no es raro encontrar buen pan, croissants, pasteles o café. La bebidas más típicas son los zumos de fruta y la cerveza, ambas a muy buen precio. Eso sí, cuidado porque le meten hielo a todo y si queréis evitar los problemas estomacales, mejor sin hielo.

Después de comer, nos fuimos a dar una vuelta al lago Hoan Kiem, justo al lado del hotel. En una de las calles que lo rodea, hay un montón de tiendas donde venden material Northface. Compramos ahí una mochila grande, que después de regatear un poco nos salió por 250000 VND (menos de 10 EUR).

Tercera lección: si vais a comprar material Northface o Asics y vais a Sapa, mejor hacerlo ahí. Precios mucho mejores y más variedad. Hanoi, segunda opción y en ningún caso dejar las compras para Ho Chi Minh, donde todo es más caro.

Tercer día - Miércoles 18 de septiembre de 2013

Nos dormimos muy rápidamente porque estábamos rebentados y nos despertamos sobresaltados por la música que sonaba en la calle. No sabíamos ni la hora que era, y al consultar los relojes vimos que yo tenía una hora y Laura otra (Laura había retrasado el reloj seis horas y yo cinco copiando la hora del taxista del día anterior). Así que no sabíamos si eran las 9 AM o las 10 AM. Nada, llamada a recepción y confirmado que eran las 9 AM, así que todavía podíamos ir a desayunar.

El desayuno del Rising Dragon estaba bastante bien: zumos de fruta, café, te, tostadas, mermelada, fruta variada, una pequeña carta de crêpes y desayuno vietnamita al gusto (noodles). Desayunamos con avidez y subimos de nuevo para hacer el check out.

Cogimos un taxi para ir al Templo de la Literarura (www.vietnamitasenmadrid.com/ ...etnam.html), cuyo nombre original es Van Mieu, una de las paradas obligatorias en Hanoi. El Templo de la Literarura fue la primera universidad y está formado por cinco patios uno detrás de otro. Cada uno de ellos tiene un bonito jardín y una edificación. Es costumbre para los estudiantes hacerse una foto ahí cuando de gradúan.


Después del templo, nos decidimos por un ciclo para ir al complejo de Ho Chi Minh, formado por el mausuleo (cerrado de septiembre a noviembre), el museo y el palacio. Ho Chi Minh fue un líder revolucionario y uno de los padres del actual Vietnam y es muy venerado. Cuando el mausuleo está abierto, es habitual encontrar colas interminables de vietnamitas. Las reglas para entrar son muy estrictas: silencio absoluto, nada de fotos y cabezas descubiertas. El palacio es el recinto con jardines donde vivía el susodicho.

Después de esta visita, comimos algo (no sin dificultad, ya que en esa zona no fuimos capaces de encontrar muchos restaurantes) y fuimos convencidos por un ciclero que nos llevaría al Tay Lake, el lago del oeste. Ahí pudimos disfrutar de las vistas, de un par de pagodas y de la puesta de sol.

No teníamos mucho tiempo más, ya que teníamos que ir al hotel a recoger las maletas e ir a Vega Travel para dejarlas ahí.

Vega Travel nos ofrecía una habitación (compartida, eso sí) donde podíamos dejar las mochilas grandes y ducharnos antes de irnos a la estación de tren. Ahí preparamos las mochilas pequeñas con lo necesario para la excursión a Sapa (ropa para tres días, jabón, cepillo de dientes, toalla y cámara con la bateria bien cargada). A las 19h salimos bien puntuales con un minibús hacia la estación de tren, donde salía en tren nocturno hacia Lao Cai.

Las cabinas del tren son para cuatro personas, así que no teníamos ni idea con quien nos tocaría compartirla durante las nueve horas de viaje. Teníamos ahí a un chico vietnamita que se puso a dormir y ni siquiera nos dijo hola y a Vanesa, una valenciana que al haber comprado el billete hacia poco rato no pudo compartir cabina con su acompañante y tuvieron que estar separados.

Las camas eran estrechas, duras y muy incómodas. El tren se movía mucho. En consecuencia nos costó un montón dormirnos….pero al final lo conseguimos.


Cuarto día - Jueves 19 de septiembre de 2013

Llegamos muy temprano -creo que poco más de las 5:00 AM- a Lao Cai, casi casi en la frontera con China. Salimos de la estación y vimos que estaba lleno lleno de taxis o vehiculos particulares que se ofrecían para llevarte a Sapa, la ciudad de partida de las excursiones por la montaña. Pero nosotros ya teníamos transporte, así que localizamos (o nos localizó) un chófer que nos llevó a un minibús con más gente. Tras una media hora de carretera con curvas, llegamos a Sapa. Ahí nos dejaron en un hotel donde pudimos desayunar y luego teníamos a nuestra disposición una especie de ducha común (por explicarlo fácil, un baño con ducha) para poder asearnos un poco. A las 9h teníamos que estar a punto en la recepción del hotel para empezar el trekking de unas 9 horas (4 horas, comida y tres horas más).

Así que a las 9h ya estábamos todos a punto: Laura y yo, tres holandesas con las que haríamos buenas migas y cuatro españoles más (Durante nuestro viaje coincidimos con ocho españoles, así que fue mucha casualidad que en el grupo de 9, seis fueramos españoles) . Aunque para nosotros y las holandesas era el primer día, para el resto del grupo era ya el segundo y habían hecho noche en el hotel. Salimos un poco tarde porque a dos de ellos les entraron en la habitación y les robaron unos 1000 EUR en efectivo. Laura y yo nos pusimos las manos en la cabeza….¡¡¡a quien se le ocurre llevar tanto efectivo!!!y mucho menos dejarlo en la habitacion sin caja fuerte!!

Teníamos fuera esperando a nuestra guia, la fantástica May. May es una auténtica H’Mong negra de las montañas y posiblemente la mejor guía que podía habernos tocado, aunque todavía no lo sabíamos. Con ella había unas nueve H’Mong más, cuya función descubriríamos después.

El grupo de 20 personas empezó la caminata, primero por la carretera pero enseguida nos adentramos en el bosque. Ahí empezó todo, porque no podíamos creer lo bonito que era el paisaje: estábamos rodeados de riachuelos y sobretodo de terrazas de arroz. El arroz estaba listo para ser recogido. Cada dos por tres veíamos a nativos en sus casitas cuidando el ganado, transportando sacos de arroz, mirándonos cuirosos. El resto de nativas que nos acompañaban se dedicaban a caminar junto a nosotros, su inglés no era nada bueno...lo justo para preguntar la edad, cuantos años teníamos y poco más. Descubrimos con curiosidad que cada una de ellas se emparejaba con uno de nosotros; Laura y yo las llamamos entonces “las sombras”. De vez en cuando te obsequiaban con algun juguete que habían hecho allí mismo con hojas: un corazón, una barca, un perro...


La caminata fue dura, pero fantástica. A mediodía llegamos a un restaurante; en realidad se trataba de una casa con un altillo donde estaba preparada una gran mesa para comer. El menú era muy típico: arroz blanco, rollitos fritos y no fritos, tortilla, ensaladas, ternera y pollo. Y entonces y sólo entonces se hizo evidente el papel de las mujeres H’Mong: habían estado todo el día contigo con la esperanza que les compraras algo: desplegaron bolsas hechas a mano, pulseras y todo tipo de artesanía. Yo cometí el error de comprar una pequeña bolsa para mi sobrina a la H’Mong de Laura y la “mía” se enfadó y me dijo que ahora tenía que comprarle algo a ella En fin, cuando vieron que ya no podían vender nada más se fueron y desaparecieron. Nos trajeron fruta de postre y ahí se acabó la comida.


Al cabo de una horita, May acompañó a los españoles al lugar donde una van venía a recogerles pera llevarles al hotel, y Laura y yo nos quedamos con las holandesas para acabar de hacer el recorrido. Cuando pensabamos que ya estariamos a punto de llegar, May no dijo que aún quedaba una hora, así que continuamos la caminata, mucho más cansados pero no sabíamos que quedaba la parte más bonita. Llegamos a un río poco caudaloso pero con una cascada muy bonita, y justo ahí al lado teníamos la homestay: donde nos quedaríamos a dormir. Era una casa de nativos con un altillo preparado para los turistas. Como sólo éramos cinco, estábamos muy muy anchos.

Tras una ducha, May nos dijo si queriamos ayudar a preparar unos spring rolls y que luego los freirían y nos comeríamos. Cenamos con la família: una madre, un padre, un niño muy simpático, May, Yoni, Irene, Myrna y nosotros. El padre de família sacó un vino de arroz tipo aguardiente y empezamos con los brindis.

La família se fue y las holandesas y nosotros hicimos una sobremesa con May donde pudimos hablar mucho con ella sobre la vida en las montañas. May es una chica muy curiosa y nos preguntaba sobre nuestra vida en Europa. Fue quizás el momento más interesante de todo el viaje.

Quinto día - Viernes 20 de septiembre de 2013

Tras la noche en el tren y la paliza caminando del día anterior, dormimos estupendamente y nos despertamos totalmente descansados y recuperados. Nos esperaba de nuevo un desayuno casero, esta vez sólo con la compañía de May. Tras el desayuno, cogimos nuestras cosas, pagamos las bebidas y empezamos la marcha no si antes hacer algunas fotos de los los alrededores.


Empezamos la caminata subiendo, y fue muy desalentador notar que sólo al cabo de un par de horas nos sentíamos rebentados y esa sensación de plenitud había desaparecido por completo. No obstante, pudimos disfrutar de nuevo de los paisajes y de las incursiones en las casas de la gente que siempre nos recibían con una sonrisa.

Llegó el mediodía, comimos y seguimos la marcha hasta Sapa. En el hotel pudimos ducharnos, cambiarnos de ropa y comprar un par de bocadillos para el tren. Nos esperaba otra noche incómoda y esta vez compartimos cabina con dos alemanes que venían de China: Maurice y Hass.

Sexto día - Sábado 21 de septiembre de 2013

Tras las incómodas nueves horas, despertamos poco antes de llegar a Hanoi. Llegamos alrededor de las cinco y media de la mañana, y vimos que la ciudad ya estaba en marcha. En los alrededores de la estación, multitud de taxis de acumulaban ofreciéndote sus servicios, pero Laura, los alemanes y yo, preferimos comer algo sentados en unos taburetes de un bar cercano. Maurice y Hass pidieron un bol de pho (fideos de arroz) y Laura y yo no tuvimos estómago y nos conformamos con un té y café. Durante el desayuno, vimos como una cuchara de una mesa con cubiertos preparados para los clientes caía al suelo, un gato la lamía, y la jefa del bar la cogía la limpiaba con un trapo y la ponía otra vez en su sitio. En fin, cosas de Vietnam, aunque para ser justos, la mujer no vio lo que había hecho el gato

El caso es que convencimos a Maurice y Hass de coger la excursión a Ha Long Bay en Vega Travel, así que compartimos taxi hacia el Old Quarter los cuatro. Ahí Laura y yo buscamos una panadería porque teníamos mono de un desayuno tradicional, con croissants. Tras desayunar, fuimos a Vega Travel y en recepción nos despedimos de nuestros compañeros germánicos. Subimos a la habitación, nos duchamos, preparamos las maletas de nuevo y bajamos porque a las 8h el minibús salía para Ha Long. Los alemanes ya no estaban, seguramente porque ya no había plazas para esa excursión.

Así que subimos al minibús y empezamos la marcha de unas cuatro horas, con la parada obligatoria al centro comercial a medio camino.

Durante el trayecto, nuestro guía -Dang- se presentó, y vimos que éramos los únicos hispanohablantes del grupo. El resto, cuatro californianos, dos canadienses, tres ingleses y dos australianas.

Ha Long Bay es una bahía formada por centenares y centenares de islas con origen cárstico que configuran un espectáculo visual impresionante. Se trata de rocas esbeltas de gran tamaño con vegetación, e incluso en algunas de ellas hay monos. Otras son lo suficientemente grandes para albergar alguna playa de arena, un mirador y en algunas hay cuevas enormes en su interior. Prohibido perderse esta excursión.

Es cierto que hay modalidades más simples como una vuelta en crucero de un sólo día, pero el viaje de cuatro horas desde Hanoi merece quedarse más tiempo ahí, como mínimo una noche. El pasar noche en el mar permite al barco alejarse más de la costa y llegar a zonas más tranquilas. Otra opción es pasar dos noches, siendo la segunda en la isla de Cat Ba. A Laura y a mi nos hubiera gustado, pero nuestro tiempo en Vietnam era finito y un día más en Ha Long era un día menos en otro sitio, así que nos conformamos con una sola noche.

Llegamos al puerto, y vimos que había algún problema con el embarque. Dang nos pidió paciencia y nos dijo que el bote que tenía que venir a buscarnos para subir al crucero se había averiado. Así que tocó esperar; mientras, caímos en la tentación y nos compramos un par de sombreros cónicos sin apenas regatear que nos salieron a 30000 dongs cada uno. La chica de la tienda debe flipar todavía.

Pero todo llega, y al cabo de poco subimos al bote, que nos llevó al barco. Ahí vimos con satisfacción que la cabina de lujo estaba muy bien, así que nos instalamos y en nada nos llamaron para comer.

Comíamos todos juntos, en una mesa alargada, y ahí nos sentimos al principio un poco marginados entre tanto anglohablante. Bueno, era cuestión de paciencia y de ir abriéndose. La comida del barco era simplemente impresionante: más o menos lo mismo que en Sapa, salvo que había pescado y marisco, y con una presentación muy muy cuidada.

Después de comer, tuvimos un ratito para relax y enseguida empezó la visita de la cueva Hang Sung Sot (Surprising cave, o cueva de la sorpresa). Cometimos el error de llevar una cámara compacta en lugar de la réflex, porque después de la cueva haríamos un poco de kayak y no queríamos arriesgarnos a caer en el agua con la Nikon. El caso es que las fotos de la impresionante cueva quedaron de pena, y después nos pidieron que dejáramos las cámaras en el bote durante el kayak, así que no dimos ni una. La Cueva de la Sorpresa está en el interior de una de las centenares islas de Ha Long Bay y es enorme, un bonito espectáculo que recomendamos no perderse.


Tras la cueva, subimos al kayak por parejas y pudimos disfrutar de las preciosas vistas de Ha Long Bay. Es un espectáculo impresionante, y la calma y serenidad de verlo desde un kayak no tiene precio. Eso sí, quitaos de la cabeza el salir secos del kayak, ya que en el proceso del remado, es imposible no quedarse empapados.


Bien, tras los kayaks, volvimos al barco donde Dang nos convenció para que nadáramos un rato al lado del barco, que estaba anclado. Subimos a cubierta y nos lanzamos al agua en una caída de unos quince metros; al menos en nuestro caso, nunca habíamos saltado de tan arriba.

Y después del chapuzón, nos duchamos y cenamos. Laura y yo estábamos completamente rotos, ya que llevábamos una noche de tren nocturno levantándonos a las 5 y poco de la mañana, así que tras una alegre sobremesa nos fuimos a dormir. Dang nos avisó que la salida del sol sería a las 5:45h de la mañana y que nos recomendaba subir a cubierta, pero éramos conscientes que era misión imposible para nosotros. Laura se despertó a esa hora y vio desde la cama que las nubes y la niebla impedían ver la salida del sol, así que se volvió a dormir tranquila.

Séptimo día - Domingo 22 de septiembre de 2013

Y llegó el domingo y nos despertamos pronto, había muchas cosas que hacer. Después de otro fantástico desayuno, subimos a la pequeña embarcación de motor que nos servía para los traslados y vimos que íbamos a Tiptop Island. No sé si es una de las mayores islas de Ha Long pero lo cierto es que hay un mirador impresionante en la cima, eso sí, después de subir un montonazo de escaleras. Tantas, que hicieron sufrir a más de uno. Ahí podríamos haber hecho fotos fantásticas….si no se nos hubiera acabado la batería de la cámara Una lástima, porque esa era una de las fotos más esperadas del viaje. Nos tuvimos que conformar con la foto de una compacta que unos compañeros de Blackpool nos hicieron, y que tras darles nuestro correo todavía no hemos recibido, snif

Así que bajamos del mirador y el amable Dang nos dio permiso para hacer un baño en la bonita playa artificial que había en la isla. La arena había sido trasladada desde el continente y daba el pego perfectamente. Creo que hacía mucho tiempo, o quizás no lo había hecho nunca, que no me había bañado en la playa a las 8 de la mañana y sin pasar frío.

Y tras ese baño, nos devolvieron al barco y ahí se acabó Ha Long Bay. Los compañeros que hacían el crucero de tres días (pasando noche en Cat Ba) fueron trasladados a otro barco, y nosotros viramos para volver a la costa. Tuvimos tiempo de ducharnos, comer y pasar un rato tranquilo en cubierta tomando el sol. Ahí quizás recibimos una información muy muy interesante a usar en Ho Chi Minh, pero todavía no lo sabíamos. Una chica británica que vivía en Ho Chi Minh nos habló de sitios interesantes que visitar, y nos quedamos con la Torre Bitexco, que es el edificio más alto con 65 plantas y 262 metros (vaya, algo más del doble de las Torres Mapfre de Barcelona). En ese edificio hay un mirador en el que obviamente hay que pagar entrada, pero el truco es ir al bar de la planta 52, que está casi arriba y sólo hay que pagar la consumición. Pues bien, la chica nos apunto en un papel “Ask to be shown the bar”. En ese momento no le dimos importancia, pero cuando lleguemos a Ho Chi Minh lo veréis.

Pues desembarcamos, subimos al minibús y volvimos a Hanoi tras cuatro-cinco horas de trayecto. Durante el mismo, decidimos no buscar nuevo hotel si no repetir en el Rising Dragon pues nos había parecido bien de precio, bien situado y de trato exquisito.

Llegamos a Hanoi y pedimos al chofer que nos dejara en el Rising Dragon en lugar de Vega Travel, porque así podríamos preguntar si tenían habitaciones libres. Nuestra grata sorpresa fue que cuando bajamos del minibús, los botones nos reconocieron creyeron que aún éramos clientes y nos cogieron las maletas para llevarlas a recepción. Bueno, ¿para qué negarse? Así que vimos con alegría y satisfacción que sí había sitio para dos noches más así que fuimos a Vega Travel para recoger las mochilas grandes y volvimos al hotel. Por cierto, descubrimos con tranquilidad que tras cuatro noches, nadie había tocado nuestras mochilas.

Y no contentos con poder descansar, intentamos atar en ese mismo momento la excursión a Hoa Lu - Ninh Bin - Tam Coc para el día siguiente. Esta vez optamos por Sinh Cafe y tras pagar unos 25 USD por persona fuimos a cenar y a dormir, que mañana había que madrugar de nuevo.

Octavo día - Lunes 23 de septiembre de 2013

El lunes pudimos levantarnos algo más tarde, aunque sin exagerar. Fuimos al Sinh Café donde habíamos contratado la excursión y en poco rato ya teníamos ahí el minibús. Nos alegró saber que había otra pareja de catalanes, ya que quizás así podíamos descansar del estrés de traducir constantemente. El guia, Minh, era un tipo agradable y divertido.

Hoa Lu fue la capital de Vietnam en los siglos X y XI hasta que el emperador emitió una orden de traslado a Thang Long (el actual Ha Noi) en la que se requería a todos los funcionarios y trabajadores cualificados que cambiaran de residencia; de esta forma, Hoa Lu fue conocida a partir de entonces como la antigua capital. De ahí que en Hoa Lu quedan todavía algunos restos de capitalidad, como templos o palacios. Así que visitamos el templo del rey Dinh Tiên Hoan. Minh nos explicó que en Vietnam, como en otros sitios del sudeste asiático, veríamos muchos templos y pagodas, y nos explicó qué diferencia hay entre ellos: los templos son edificios en honor a alguien que puede ser un personaje importante, em cambio las pagodas son sitios de culto a Buda. En este caso el templo de Dinh Tiên Hoan era un templo muy bonito, pero el estar en medio de la naturaleza lo hacía espectacular.

Después del templo, nos llevaron a un restaurante a comer. Era tipo buffet libre que ya teníamos incluído en la excursión y sólo había que pagar la bebida a parte. Nos sentamos con Jaume y Cris y así pudimos dejar de traducir por un buen rato.

Y acabada la comida llegó la parte más deportiva de la jornada. ¡El paseo en bici! Minh nos guió en una pequeña ruta en bici, que nos llevó a un pequeño templo para luego volver al punto de partida. ¡Ahí se notó que hacía mucho mucho tiempo que no llevábamos ninguna!

Pero el punto fuerte de la excursión estaba por llegar: el paseo en barca. Nos llevaron a un embarcadero donde en parejas nos subiríamos a una barca con una remera, que remaba ¡con los pies! Hicimos un recorrido circular donde pudimos ver la espectacularidad del parque natural de Tam Coc. Las montañas entre las que discurría el río son muy parecidas a las islas de Ha Long Bay, es decir impresionantes. La barca atraviesa hasta tres cuevas, y en las dos últimas casi que hay que agacharse. Sin duda uno de los grandes momentos del viaje.


Pero como estaba previsto, la ruta también tiene una parte comercial. A medio camino, la remera se cruzó con otra barca que le dió una gran caja….mmmm, sospechoso. Y en el punto de dar la media vuelta, se nos cruzó otra barca que podríamos bautizar como la barca bar, la remera de la cual nos quería vender bebida. El gancho está en que si le dices que no, te toca la fibra sensible diciéndote que le compres bebida para tu remera, que está sedienta. Bueno, es un truco muy malo, porque evidentemente la vendedora y la remera están compinchadas. Una manera elegante de salir de ésta, es que cuando te dice que compres bebida para tu remera, le ofrezcas a la remera tu propia agua. Verás como te dice que no….así que tanta sed no debe tener. En nuestro caso nos dijo “Agua no, quiero té”. Qué lista

Bueno, la acción comercial todavía no había terminado. Durante la vuelta, la remera se paró, abrió la misteriosa caja y pudimos ver que dentro había souvenirs. Insistió mucho, y estuvimos a punto de comprar una camiseta, pero no la había de mi talla.

Al llegar al embarcadero, le dimos una propina de 10000 VND. Minh ya nos había dicho que era una cantidad correcta y que era opcional…..aunque la remera intentó decirnos que no, que la propina tenía que ser de 1 USD (20000 VND).

Así que terminó el viaje, y volvimos a Hanoi.

Noveno día - Martes 24 de septiembre de 2013

Planificamos el martes para visitar Hanoi, así que los levantamos pronto, desayunamos y nos fuimos a dar una vuelta por el lago. Ahí pudimos comprobar que los rumores eran ciertos: los habitantes de Hanoi estan muy concienciados en estar en forma y cada uno en función de sus posibilidades hace ejercicio por el lago. Se pueden ver coreografías con más o menos gracia, intentos de gimnasia sueca, pistas improvisadas de bádminton con una cuerda entre dos motos...vaya, un poco de todo.

Visto esto, cogimos un taxi para ir al Museo de la Guerra. Este museo intenta explicar las contiendas bélicas en las que ha participado Vietnam a lo largo de la historia, pero sin duda la parte más interesante es la correspondiente al siglo XX, donde se pueden ver artilugios, mapas y explicaciones de la guerra de la Independencia contra los franceses y evidentemente de la guerra civil. Lo más espectacular se puede ver en el patio del museo, donde hay tanques, piezas de artilleria y un una montaña de chatarra con restos de aviones franceses y de EEUU derribados.


La visita nos duró toda la mañana, así que cogimos otro taxi para volver al Old Quarter, donde comimos algo. Lo hicimos en el Little Hanoi, un restaurante recomendado en la Lonely Planet y que no nos decepcionó para nada. Volvimos caminando al hotel no sin antes entrar en el Bach Ma Temple; se trata de un tempo en medio del Old Quarter en el que si no te fijas mucho puedes pasar de largo. Antes de llegar al hotel caímos en la tentación de comprar un par de pastas en una de las muchas panaderías francesas: dos trozos de pastel de chocolate que devoramos en un momento.

Todavía teníamos algo de tiempo antes del teatro de marionetas de agua, así que hicimos un intento de buscar la Catedral de San José. Digo intento porque según la Lonely Planet, para acceder a ella había que entrar en un patio, llegar a una verja y pedir que te la abrieran para poder acceder a la puerta de la catedral. El caso es que encontramos la dichosa verja pero nadie del otro lado nos quiso o pudo abrir, así que cuando ya nos dábamos por vencidos, vimos que para entrar era mucho más fácil. Simplemente teníamos que ir a la fachada principal y en un lateral había una puerta. Suponemos que cuando se escribió la Lonely, la calle lateral todavía estaba cerrada.

En definitiva, cuando entramos en la catedral fue muy curiosa la sensación de estar en un edificio cristiano, oyendo misa en vietnamita y con todos los feligreses con facciones asiáticas. Una combinación -al menos para nosotros- poco habitual.

Y con algo justos de tiempo fuimos al Teatro de Marionetas, que esta al lado del lago; nos costó un poco encontrarlo de nuevo, pero al final llegamos a tiempo. Aquí me gustaría explicar lo que nos pasó para comprar las entradas, porque olió mucho a timo. Nuestro primer intento de comprar las entradas fue el dia 22 (dos días antes); queríamos asegurarnos que teníamos sitio así que fuimos previsores. La chica de la taquilla nos dijo que no era posible, y que había que comprarlas el mismo día. Por esa razón y aprovechando que por la mañana estábamos en el lago, fuimos a taquilla y pedimos entradas. Sin preguntar nada, la chica nos dio dos entradas de las caras (hay dos tipos de entradas, las de 60000 VND y las de 100000 VND que están en las primeras filas). Como ya habíamos leído sobre este engaño y habíamos visto el mapa en el que la chica apuntaba las localidades vendidas, le dijimos que no, que queríamos de las de 60000 VND. Nos dijo con mal humor que no quedaban, pero nosotros a lo nuestro: insistimos mucho y al final nos dio las de 60000 VND. Así que mucho ojo: siempre intentan colar las entradas caras diciendo que no quedan de las baratas, y en realidad se ve igual de bien. Ojo porque se cobra por cada cámara que se entra, como si fuera un equivalente SGAE para poder así grabar o hacer fotos del espectáculo.

Así que pudimos gozar el espectáculo: muy muy bonito. Todo en vietnamita, pero lo importante era la música, la canción y el movimiento de las marionetas. El origen de estas representaciones son los campos de arroz, evidentemente inundados de agua. Los titiriteros movían las marionetas con mecanismos para que pareciera que se movián solas, y con el tiempo la sofisticación era cada vez mayor. Se dice que este conocimiento sólo se transmitía de padres a hijos varones, porque si se transmitía a una hija y ésta se casaba con un hombre de otro pueblo, se darían a conocer las técnicas de representación.

Terminada la función, compramos unas hamburguesas en un Lotteria, que como debéis sospechar es la versión vietnamita del Burger King o Mcdonalds, queríamos variar algo después de tanto menú a base de arroz y pescado.

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