![]() ![]() UNA NOCHEVIEJA DIFERENTE ✏️ Diarios de Viajes de Reino Unido
Como la primera parte del Hobbit, este viaje podría titularse “Un viaje inesperado”. No teníamos previsto viajar en fin de año. Nunca lo habíamos hecho en esas fechas. Ni tampoco teníamos previsto viajar a Inglaterra. Esto si que lo habíamos hecho...![]() Diario: 5 DÍAS DE ENERO DE 2015 POR LOS COTSWOLDS⭐ Puntos: 4.6 (10 Votos) Etapas: 6 Localización:![]() Como la primera parte del Hobbit, este viaje podría titularse “Un viaje inesperado”. No teníamos previsto viajar en fin de año. Nunca lo habíamos hecho en esas fechas. Ni tampoco teníamos previsto viajar a Inglaterra. Esto si que lo habíamos hecho antes. De hecho hacia menos de un año habíamos estado en Gales durante las vacaciones de Pascua. De ahí que no tuviésemos previsto visitar la isla de nuevo. ¡Peeeeeeeero, ……..!, el hombre propone y dios dispone. Refrán que adaptado a nuestras circunstancias sería algo así como, “yo propongo y el jefe de mi mujer dispone”. Y en este caso lo que dispuso el jefe de mi mujer fue que los días 2 y 5 de enero disfrutara de dos días de vacaciones. Si te va bien, te coges estos dos días de vacaciones. Y si no te va bien, te jodes y te los coges de todas formas. Ante esta disyuntiva mi mujer optó por la primera opción; se cogió los días de vacaciones y pasó de lo de joderse. Por cierto, éste es todo el sexo que encontraréis en este diario. Así que obsesos, pervertidos y demás especimenes en busca emociones fuertes, podéis dejarlo aquí. Que esto es un diario de viaje, no las 50 sombras de Grey. Y así de repente, quince días antes de acabar el año nos encontramos con unas mini vacaciones forzadas. Pero vacaciones al fin y al cabo. Y para que son las vacaciones, para viajar. Y como empieza todo viaje, con la pregunta del millón. ¿A dónde vamos?. A donde sea. Si es posible que haga calorcito. Cumplir solo esta premisa resulta sencillo. Pero no lo es tanto si se quiere conjugar con otra premisa básica de ineludible cumplimiento. ¿Y cuál es esa premisa tan importante?. Pues que sea barato. ¡Ahí es nada!. Con tan solo 15 días de antelación, ponte a buscar un vuelo que salga el día 31 de diciembre y regrese el 5 o el 6 de enero. A ser posible que sea un vuelo directo desde Palma. A un lugar caluroso. ¡Casi nada!. Le di vueltas no os creáis. Busqué, busqué y busqué. Realicé mil y una combinaciones, llegando incluso a añadir escalas. Total, ya que estábamos. Pero ni por esas. Al final acabamos donde siempre; con nuestros amigos de Ryanair; que en cuestión de precio no tienen rival. Y volando a donde siempre, a Londres. Aunque parezca mentira, Palma está mejor comunicada con Londres que con cualquier ciudad española. El vuelo no costó 120 euros por persona, ida y vuelta. No es un chollo, pero tan poco está nada mal teniendo en cuenta las fechas y la poca antelación con la que sacamos los billetes. Sin darnos cuenta llegó el día 31. El vuelo de Ryanair (FR8387) salió a las 17:05 con unos quince minutos de retraso. Nada preocupante, sobre todo porque estos pequeños retrasos siempre los recuperan durante el vuelo. A las 18:15 llegábamos a nuestro destino. Si descontáis la diferencia horaria, os saldrán las algo más de dos horas de vuelo. Primer paso realizado con éxito. Estábamos en el aeropuerto de London Stansted. Siguiente paso, el control de pasaportes. Una locura. Colas interminables. ¿Pero de donde ha salido toda esta gente?. Y eso que en el control no le ponían mucho interés. Pasaban el pasaporte por el escáner y para adentro, sin más formalidades. Aún así, había tanta gente, que hasta las siete y media no lográbamos cruzarlo. Y ahora a recoger el coche de alquiler. Lo habíamos reservado a través de Economycarrentals (www.economycarrentals.com). Siempre ofrecen unos precios bajísimos; mucho mejores que si contratas directamente con la compañía que ellos te asignan. Parece absurdo, pero es así. Y no es que me haya pasado solo esta vez. Ya van unas cuantas. Tanto es así que últimamente ya ni comparaba precios. Entraba directamente en su página y a reservar. Sin embargo, al finalizar el alquiler tuve un problema con la compañía que me asignaron y los de Economycarrentals se lavaron las manos. No quisieron saber nada del asunto a pesar de lo evidente que resultaba que nos habían tomado el pelo. Desde entonces no he vuelto a reservar con ellos, ya que tras esa mala experiencia me quedó claro que sus clientes no les importan lo más mínimo. Ellos van a sacarse su comisión y si el cliente tiene un problema que se las arregle él solo. Para mí son tan sinvergüenzas como los de Green Motion, la compañía que nos asignaron. Nunca más volveré a reservar a través de Economycarrentals. Y si no queréis problemas, os recomiendo que hagáis lo mismo, no uséis nunca sus servicios. Al final lo barato sale caro. Ahora que ya me he desahogado, podemos seguir con el diario. Estábamos en ……..; ¡ah! sí, en el coche de alquiler. Para un viaje corto; de cinco días; y siendo solo dos personas, la elección era obvia, un coche pequeño. El más barato que tuviesen. Nos salió por 72 euros los cinco días, con kilometraje ilimitado y seguro a todo riesgo con franquicia de 1.000 euros. A ver quien mejora eso. La compañía que nos asignaron fue Green Motion. ¡Hijos de p……!. Perdón pero con solo escribir su nombre ya me hierve la sangre. De entrada la única pega que les podía poner es el no tener oficina en el aeropuerto. De hecho, nunca están en el aeropuerto, siempre están en algún hotel de los alrededores. En este caso en el Milton Stansted. Tras la devolución del coche, he cambiado de opinión. Lo de menos es lo de su ubicación. Son unos auténticos impresentables. Lo peor de lo peor. Nunca, pero nunca, nunca, reservéis con ellos. Son basura. Pero volvamos al aeropuerto de Stansted. En la reserva nos indicaban como llegar hasta allí. Teníamos que bajar a la planta baja del aeropuerto. Ir a la parada 27, y esperar a que nos recogiera el autobús del hotel Hilton. ¿Sencillo?. Si. ¿Práctico?. En absoluto. Cuando llegamos a la parada, el autobús se acababa de ir hacía menos cinco minutos. Tuvimos que esperar media hora a que llegara el autobús de marras. Y cuando por fin llegó, ¡sorpresa!. Ok, 3 pounds. ¿Qué?. 3 pounds. Por lo visto, la reserva da derecho al traslado gratuito de una persona. El resto paga. Una idea de bombero, pero ponte tú a explicarle al conductor que eso no tiene sentido. Mucho más fácil callar y pagar. Ya llevábamos un buen retraso acumulado. Más el traslado, más la firma del contrato, más contratar la exclusión de la franquicia, más la revisión del coche. Nada, que eran las ocho y media cuando lográbamos ponernos en marcha. Ya teníamos asumido que cenar, no cenaríamos. Pero a ese ritmo también empezaban a peligrar las uvas. O lo que sea que tomen por Inglaterra. Si es que toman algo. Nos quedaban por lo menos dos horas antes de llegar al B&B. Y eso si todo iba bien. Tocamos madera y rezamos un avemaría. Por cierto rebajar la franquicia del seguro a 150 GBP incluyendo un seguro de cristales nos costó 56 GBP. Sé que es caro, pero nosotros preferimos pagar. Más que nada por la tranquilidad que te da. Se conduce de otra manera; sin miedo. Pero sobre todo, al devolver le coche te quitas la presión de que te busquen rayones o golpes que han surgido de la nada. Solo por eso creo que ya merece la pena pagar el extra. A las ocho menos cuarto enchufábamos al tercer miembro del grupo, nuestro inseparable GPS, y rumbo a Highworth. Este GPS nos ha acompañado a tantos viajes que es como si fuera de la familia. Tengo más confianza con la señorita que vive dentro de él, que con alguno de mis primos. Si tuviera que pedir un favor, se lo pediría a ella antes que esos primos. De hecho creo que tengo más posibilidades de que me hiciese el favor esa señorita que mis primos. Salimos disparados, pisando a fondo el acelerador. Eso es correr y no lo que hace Fernando Alonso. ¡Aficionado!. Todo el trayecto por autopista salvo los últimos seis kilómetros. Y lo que es mejor sin apenas tráfico. En total fueron 203 kilómetros que tardamos en recorrer dos horas y media, incluyendo una parada para repostar. Tres cuartos de depósito nos costaron 38 GBP. Gasolina sin plomo, a 1,229 el litro. Aprovechamos la parada para comprar la cena. Dos sándwiches, una bolsa de patatilla, dos sprites, y un paquete de uvas. Como os podéis imaginar, las uvas no eran para la cena. Fue verlas y pensar, están aquí por mí. Me acababan de alegrar la nochevieja. Si alguno se ha entretenido en realizar los cálculos ya sabrá que eran las once cuando localizamos el B&B en la entrada del pueblo. A los que no habéis realizado los cálculos, manifestaros mi más profundo malestar con vosotros y dejaros claro que me habéis decepcionado. Si me molesto en poner distancias y tiempos es por algo. Lo menos que podéis hacer es demostrar un poco de interés y sumar. ¡Qué no se vuelva a repetir!. El B&B que habíamos reservado era el Highlands of Highworth. 220 GBP por cuatro noches con desayuno incluido. Lo reservamos directamente a través de mail, sin intermediarios (karingmartin@btinternet.com). También se puede enviar un mensaje a través de su web, (highlandsofhighworth.co.uk/). Cuenta con cuatro habitaciones. A nosotros nos asignaron la Blue Room. La habitación estaba bastante bien, mejor de lo esperado. De un tamaño adecuado, más grande que una habitación standard de hotel. Con una decoración agradable, muy acertada. No voy a decir que tuviese un encanto especial. Sería mentira, pero si que resultaba muy agradable. La habitación que parecía nueva, de un blanco inmaculado. Y se notaba que estaba limpísima. El cuarto de baño igual de limpio y bien equipado. Con un secador de pelo de verdad. De esos que todos tenemos en casa. De los que cuando los enchufas sueltan un buen chorro de aire. No como esas carracas que tienen colgadas en las paredes de los cuartos de baño de los hoteles que ni secan el pelo ni naa de naa, y que a los dos minutos se paran porque se han sobrecalentado. Los desayunos excepcionales. Para empezar, zumo de naranja, leche, café, diferentes tipos de té e infusiones, acompañados de yogur, cereales, ensalada de fruta casera (no de bote) y algo de fruta. Mientras dábamos cuenta de estas viandas, la propietaria, nos preparaba el plato principal. Para mí un desayuno completo; con huevos fritos, champiñones, tomates y bacon. Para mi mujer sin bacon ni tomate. Productos frescos que cocinaba al momento. Y eso se nota en el sabor. Por ejemplo, el bacon no eran las típicas tiras de tocino sino algo más parecido al lomo, carne de verdad. Y si uno quiere algo diferente lo pide y ya está. Incluso cada mañana le preparaba un expreso de máquina a mi mujer. Pero si algo destacaría del Hihglands of Highworth es a la propietaria, a Karin. Un encanto. Y no exagero. Nunca nos habían tratado tan bien. Siento debilidad por los B&B ya que el trato suele ser más personal. Pero en este caso me sentí especialmente bien atendido. Y no solo porque en el desayuno nos cocinara lo que nosotros le pedíamos. Sino por muchos pequeños detalles que nos hicieron sentir como invitados y no como simples huéspedes. Cada día nos aconsejaba que sitios visitar. Nos ofreció planos y guías de viaje. No de esas de regalo para turistas, sino de las buenas, de las de pago. El único día que llovió nos ofreció paraguas. Botellas de agua gratis en la habitación, amén de las típicas infusiones, té y café. En resumen, un B&B muy recomendable a un precio muy asequible, en el que se recibe más de lo que paga, sobre todo si se compara con otros alojamientos similares. Porque el alojamiento en esta parte de Inglaterra resulta bastante carillo. No tanto como en Londres; pero ya le vale. Cenamos en cinco minutos. Una bolsa de patatilla y dos sándwiches no dan para más. Fue la cena de nochevieja más triste de toda mi vida. Pero que se le va a hacer. ¡Que dura es la vida del viajero!. En ese momento cual Scarlet O’Hara en “Lo que el viento se llevó”, me hice una promesa. “A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre”. A las once y veinte nos montábamos de nuevo en el coche y nos adentramos en el pueblo en busca de un lugar donde tomar las uvas. Un poco a ciegas y sin saber que encontraríamos nos lanzamos a la búsqueda. Directos al centro. Vimos varios locales abiertos. Restaurantes, pubs. Tanto nos daba. Nos metimos en uno al azar, The Globe. Un local pequeño pero con mucho ambiente. Lleno a reventar. Lo que más me gustó fue el puntito frikie que destilaba aquel local. Todos a su rollo, bailando y bebiendo cerveza. Y un tipo tocando música en directo con un violín eléctrico. Vamos, un pub inglés de manual. Eso era lo que buscábamos. Habíamos dado en el clavo. Pedimos dos cervezotas por las que nos cobraron 7 libras. Nos acomodamos en un rinconcito y a disfrutar del ambiente. Por cierto no fuimos capaces de acabarnos las cervezas. El del violín estuvo tocando hasta las doce menos dos o tres minutos. En ese momento conectaron la tele y todo el mundo se dispuso a dar la bienvenida al nuevo año viendo las campanadas del Big Ben. Y digo viendo que no oyendo, porque con el ruido que hacía la gente no se oía nada. Yo esperaba algo parecido a los cuartos. Alguna señal que me anunciase que en pocos segundos empezaría la cuenta atrás. La señal no llegó. Twelve, eleven, ten. Cuando me quise dar cuenta ya iban por el diez. Empecé a tragarme las uvas. Tarde, pero me veía con coraje de remontar. Nine, eight, seven. ¡Ehhhh!, más despacio, que en España entre campanada y campanada dan un respiro. Tuve que aceptar mi derrota. A ese ritmo no es que fuera imposible remontar, es que era imposible seguirles el ritmo. Tiré la toalla y me limité a terminarme las uvas a mi ritmo. Supongo que todo el mundo lo sabe, pero por si queda algún despistado por ahí, os diré que en el Reino Unido no toman nada durante las doce campanadas. Ni uvas, ni lentejas, ni lacasitos ni nada parecido. Más que nada por imposibilidad física. Nadie es capaz de comerse doce uvas o doce de lo que sea al ritmo del Big Ben. Y los ingleses que son gente con sentido común, han optado de manera muy sensata por prescindir de tradiciones culinarias y dedicarse a contar. Mejor eso que llenar masivamente los hospitales con gente a punto de morir atragantada. Después de medianoche se limitaron a poner música de lata. Sin criterio. La misma música que puede escucharse en cualquier lugar del mundo en nochevieja. Unos bailes, unas risas, y a la una nos batíamos en retirada. No era cuestión de trasnochar demasiado. Al fin y al cabo habíamos ido para visitar los Cotswolds, no para salir de fiesta. La cena había sido muy triste, pero la mini fiesta de después resultó genial. Sencilla y divertida. Me encanto el sitio y el ambiente. No estuvimos mucho rato, pero nos divertimos mucho. Una nochevieja diferente. Índice del Diario: 5 DÍAS DE ENERO DE 2015 POR LOS COTSWOLDS
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