Nos levantamos a las siete y media. Media hora más tarde estábamos desayunando. Un bufete de hotel mejor de lo esperado. Sin pasarse, tampoco os vayáis a pensar.
A las nueve menos veinte salíamos del hotel. Disponíamos de unas pocas horas antes de que saliera nuestro avión. No era mucho, pero al menos podríamos dar una vuelta por la ciudad y compararla con su eterna rival, Oxford.
En Oxford lo del Park & Ride nos había funcionado de maravilla. Y cuando una cosa funciona hay que aprovecharla. Buscamos un Park & Ride en el GPS y nos encomendamos a su sabiduría. El elegido fue el Trumpington Park & Ride. El precio, una libra por aparcar hasta 18 horas. Gratuito si se aparca menos de una hora.
Tanto el ticket del parking como los billetes del autobús se compran en una máquina. Y al indicarle la matricula del coche va y nos enseñó una foto para que confirmásemos que era el nuestro. ¡A eso se le llama control!. Si le dices a la máquina que marca de papel usas, tiene narices de sacar en la pantalla una foto de tu culo. Que nadie se escandalice, no lo comprobamos. No por falta de ganas, sino por falta de tiempo. En total, parking y autobús, ida y vuelta para dos personas, nos costaron 6,40 GBP.
El autobús tardó diez minutos en llegar al centro. Nos dejó junto a Saint Andrew St. Eran las nueve y diez. Lo primero que teníamos que hacer era orientarnos. Algo que nos resultó sencillo gracias a los numerosos mapas que hay repartidos por todo el centro.
Como en Oxford, empezamos dando un paseo por las calles comerciales. Y como en Oxford tampoco les vi la gracia. En este sentido me pareció mucho más interesante Oxford.
No perdimos mucho tiempo por esa zona. Enseguida pusimos rumbo al King’s College. Mucho mejor. En el eje formado por Kings Parade y Trinity St se encuentran la mayoría de los colleges. O al menos los más conocidos. Y se nota. Los colleges vienen casi seguidos y le dan a esta calle una apariencia muy señorial.
Nuestra relación con los colleges seguía siendo difícil. El King’s College estaba cerrado. Me cagüen todos los que deciden los horarios de apertura de los colleges. Gente sin corazón.
A la derecha o a la izquierda. Difícil decisión. Izquierda, si izquierda. Pasamos por delante de alguna facultad, varios colleges y por lo menos una iglesia. Como era lo único que estaba abierto me asomé a la iglesia. Tenía poco que ofrecer. Un vistazo rápido y de nuevo a la calle.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
CAMBRIDGE – ST. CATHERINE COLLEGE
CAMBRIDGE – ST. CATHERINE COLLEGE
De los colleges recuerdo el Corpus Christi College y el St. Catherine College. En el Corpus Christi College me llamó la atención la fachada. Muy de college. Y ya que estábamos nos asomamos a los dos patios de entrada, uno a cada lado de la entrada. Parecía que estaba abierto. Y por ningún lado ponía que hubiese que pagar. No lo teníamos muy claro, y ante la duda preferimos no meternos en un fregado. Me gustaron mucho.
Por el contrario el St. Catherine estaba cerrado. Una verja de metal dejaba ver un bonito patio de ladrillos rojos. Un college diferente. Ni mejor ni peor, diferente.
Al llegar a Mill Lane nos desviamos en dirección al río. A ver que hay por allí. Salimos junto a un puente con numerosas barcazas amarradas. De esas que sirven para pasear turistas a un precio desorbitado. Poco movimiento de barcas se veía. Cruzamos a la otra orilla para intentar ver algo de los Backs. Ni fu ni fa. Tal vez en otro punto sean la pera, pero allí, que queréis que os diga. No me pareció que merecieran ni el esfuerzo de una foto. Me gustó mucho más la gran explanada que se veía a ese otro lado del río. Por desgracia no disponíamos de tiempo para ella.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
CAMBRIDGE
CAMBRIDGE
Cruzamos hasta el Silver Bridge, que era el puente al que realmente queríamos ir. El motivo, otro puente, el Mathematical Bridge. El famoso puente de madera construido sin clavos. El lugar desde donde mejor se ve es desde el Silver Bridge. Se ve tan bien, que hasta me pareció ver alguna pieza metálica. Es curioso, pero no deja de ser un puentecillo. Sin duda hay que ir a verlo, pero sin esperar nada espectacular. Por cierto, el puente está dentro del Queen’s College, que como no, también estaba cerrado.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
CAMBRIDGE – MATHEMATICAL BRIDGE
CAMBRIDGE – MATHEMATICAL BRIDGE
Volvimos a la calle de los colleges. El King’s College seguía cerrado. Pues yo no me iba sin ver por lo menos el primer patio. Y menos mal. Uno de los patios más impresionantes. Grande y espectacular, con la King’s Chapel a la derecha. Me quedé con las ganas de ver el college, pero por lo poco que vi, creo que debe ser de lo mejorcito de Cambridge.
Ahora tocaba el otro lado, la derecha. Pegado al King’s College se encuentra el Senate House Hill, con sus fachadas de color blanco y que no sé que narices es. Eso sí, es diferente y por eso llama la atención. Con un corte más clásico que nada tiene que ver con la mayoría de colleges.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
CAMBRIDGE – CAIUS COLLEGE
CAMBRIDGE – CAIUS COLLEGE
Seguido, el Caius College. No lo había oído nunca con anterioridad. Pero estaba abierto y era gratis. No lo dudamos; para adentro. Por lo menos visitaríamos el interior de un college en Cambridge. Una vuelta rápida por los cuatro patios que lo componen. También se podía visitar la capilla, pero nos la saltamos, tras ver las de Oxford, no nos mereció la penar perder el tiempo con ella. Lo que si que pudimos ver, aunque fuese de refilón a través de alguna puerta entreabierta, fueron varias salas comunes que hay por los bajos de los edificios del college. Salas forradas de madera bastante chics. No nos colamos, hubiera sido ir demasiado lejos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
CAMBRIDGE – CAIUS COLLEGE
CAMBRIDGE – CAIUS COLLEGE
A partir de aquí, la Trinity St se estrecha, perdiendo parte de su encanto. Pasamos junto al Trinity College. Un nuevo fracaso, otro college cerrado. Y por último el John’s College. De ladrillo rojo. Premio, éste si que estaba abierto. La entrada cuesta 5 GBP por persona. Pasamos por cuatro patios, todos de ladrillo rojo visto. Con ventanas ojivales junto a otras cuadradas. Portadas. Torreones. Muy, muy bonitos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
CAMBRIDGE – JOHN’S COLLEGE
CAMBRIDGE – JOHN’S COLLEGE
Esta vez si que entramos en la capilla. No es una simple capilla, es una iglesia en toda regla. Grande, con bonitas cristaleras laterales, bancos de madera oscura adosados a las paredes, y el techo pintado de un color ocre anaranjado. De las mejores que vimos en los diferentes colleges que visitamos. A mí me gustó incluso más que la de Christ Church College de Oxford.
Tras cruzar los patios aparecimos junto al río. Una nueva oportunidad para ver los Back. La impresión mejoró algo, pero como que no. No me acaban de decir nada.
Enseguida nos olvidamos de los Backs y pasamos a otra cosa, el Puente de los Suspiros. Un puente de piedra cubierto con celosías. Es cuco pero poco más. Una curiosidad más.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
CAMBRIDGE – JOHN’S COLLEGE – PUENTE DE LOS SUSPIROS
CAMBRIDGE – JOHN’S COLLEGE – PUENTE DE LOS SUSPIROS
Al otro lado del río, el college cuenta con una amplía extensión de césped. Un buen lugar para dar un agradable paseo. Por desgracia no disponíamos de tiempo para recorrerla. Nos limitamos a visitar un nuevo patio que hay a mano derecha. De piedra color miel, totalmente diferente al resto del college. Hasta dispone de una galería abovedada. Si lo que había visto del John’s College me había gustado, este patio me encantó.
En teoría la salida se encuentra al fondo del jardín. Nosotros para ganar tiempo volvimos a la entrada y salimos por allí. Empezábamos a ir un poco justos de tiempo, y nos convenía acortar todo lo que pudiésemos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
CAMBRIDGE – JOHN’S COLLEGE
CAMBRIDGE – JOHN’S COLLEGE
Directos a la parada del autobús. Llegamos un poco antes de las once. Cinco minutos y apareció el autobús. 15 minutos más tarde estábamos en el aparcamiento. Corre, corre, corre, que llegamos tarde. Por suerte el aparcamiento estaba a tan solo un kilómetro de la autopista. De hecho por la mañana habíamos elegido un aparcamiento por esa zona para tener una mejor salida a la hora de irnos.
Directos al Hotel Hilton Stansted donde teníamos que devolver el coche. Íbamos bien de tiempo, pero no nos sobraba nada. Como siempre, apurando hasta el último minuto. 37 kilómetros. Todos por autovía y con poco tráfico. Así da gusto. 20 minutos y ya estábamos.
En ese preciso momento nos vimos envueltos en uno de los episodios más lamentables que hemos vivido en todos los viajes que hemos realizado.
El sujeto del rent a car empezó a revisar el coche como si le fuera la vida en ello. Solo le falto tirarse al suelo y meterse bajo el coche. Más de diez minutos dando vueltas al coche en busca del golpe perdido. Tanto buscó, que al final lo encontró. Un rasguño imperceptible en una llanta. Para verlo había que agacharse y pegar la cara a la rueda. ¿Eeeeeeeso?, ¡Venga ya!. Y el tipejo aquel, que si, que si, y que si. A mí se me llevaban los demonios. Veía que nos estaban tomando el pelo. Dudo mucho que eso lo hiciéramos nosotros. Y tras leer comentarios sobre el proceder de esta gente no me extrañaría que lo hubieran hecho ellos mismos. Porque curiosamente cuando alquilas el coche te ofrecen seguros para todo menos para la llantas. Y durante la revisión del vehículo, puso un énfasis especial en las llantas. Nunca había visto a nadie repasarlas con tanto interés. Cada vez lo tengo más claro. Le hacen una marca a una llanta. Algo que a simple vista no se vé. La gente cuando recoge un coche de alquiler no se lo mira con tanto ahínco. Y si encima te lo entregan a oscuras como a nosotros, ni te cuento. Luego al devolver el vehículo, te cae el palo. Ya tienen excusa para cobrarte. Pero lo peor es que no lo arreglan. Así el siguiente incauto que cae en sus manos vuelve a pagar por la misma chorrada. Y así una vez y otra. Esta práctica va más allá de la mala fe. Es algo que roza la estafa.
La discusión subió de tono. Los acusé de ladrones. O al menos lo intenté. Con la tensión y los nervios, no podía pensar con claridad y el inglés se quedó atascado no sé donde. En esos momentos todo me salía en castellano. Y casi mejor así.
Mi mujer más calmada le preguntó que cuanto nos cobrarían. A ver si estábamos discutiendo por nada. ¡Por naaaaada!. Nos pidió exactamente el importe de la franquicia, 150 GBP. Lo máximo que nos podían cobrar. El impresentable aquel ya sabía a lo que venía. Para mear y no echar gota.
Llegados a este punto lo enviamos primero a la mierda, y después a algún lugar más lejano todavía. Por amor de dios, con esa cantidad casi podían cambiar las cuatro ruedas del coche. Nos estaban robando en nuestras propias narices. ¡Impresentables!
Para rematar la jugada, el tipejo con una actitud muy arrogante, nos amenazó con incluirnos en una lista negra. No podría volver a alquilar un coche en el Reino Unido. Nos echamos a reír. ¡Uuuuuhhhhh qué disgusto!. Cuando vio que su terrible amenaza más que miedo nos daba risa, contraatacó. No podrás volver a alquilar un coche en toda Europa. ¡Fantasma!.
Aquello no tenía solución. Esa gente tenía claro que nos iba a pegar el palo. Es más, ya sabían con antelación lo que nos iban a cobrar. Cambio de estrategia. Le pedí la hoja de reclamaciones, o lo que sea que tengan por Inglaterra. Aquí no hay hoja de reclamaciones. Por un queja por la web. Que si que tenéis. Que no. ¡Me cagüen to lo que se menea!. Vale, pues si no hay hoja, no te firmo el parte con el daño. Tienes que firmarlo. No me da la gana.
Mi mujer que suele conservar la calma en situaciones como ésta, tuvo la brillante idea de sacar unas fotos de la llanta. El tipo cuando la vio, le entraron las prisas por irse de allí. Sinvergüenzas. No tienen otro nombre. Mentira, si que lo tienen, pero no me parece un buen lugar para exponerlo, que estamos en horario infantil.
Menos mal que al recoger el vehículo habíamos contratado una extensión del seguro rebajando la franquicia. Si no lo hubiéramos hecho estoy convencido que la broma nos hubiera salido bastante más cara. Total puestos a robar y a engañar a la gente, que valga la pena.
Por un error de cálculo devolví el coche con más gasolina de la que tenía cuando lo recogí. Nos lo entregaron con el depósito a un tercio de su capacidad. Nosotros lo devolvimos con tres cuartos. Sé que eso es mi problema. Pero ya que estábamos les reclame que me pagasen el exceso. Ya os podéis imaginar la respuesta. Ni de coña.
Recordad, huid de Green Motion. Son unos auténticos estafadores. No es solo cosa mía. Os aconsejo que antes de alquilar con esa chusma os informéis por internet. No tendréis que buscar mucho. A la que pongáis Green Motion, os saldrán varias páginas de gente que ha sufrido en sus carnes los trapicheos de esta gentuza.
Y ya que estamos, evitad también a los de economycarrentals. Probablemente sean los que os ofrezcan un precio más barato al alquilar un coche. Pero lo barato sale caro. Para ofrecer esos precios no dudan en trabajar con auténticos piratas. Luego se desentienden del problema. No alquiléis nunca a través de ellos. De entrada os parecerá más barato, pero os acabará saliendo más caro.
Puntualmente, a las doce y cuarto salió apareció el autobús que debía llevarnos al aeropuerto de London Stansted, donde nos dejó diez minutos más tarde. Como a la ida, uno viajaba gratis, el otro tuvo que pagar 3 GBP. Mi mujer y yo nos pasamos el trayecto discutiendo quien era el que tenía que pagar. Ante la falta de acuerdo, no nos quedó más remedio que volver a votar. De nuevo empate. Es que no hay manera de ganar una votación, siempre me quedo a un paso. Y como ya os he explicado, en caso de empate decide el voto de calidad de la presidenta. Otra vez que quedé a las puertas. No entiendo porque tengo tan mala suerte con esto de las votaciones.
Pasamos los controles de pasaportes sin problemas. Y a volar con Ryanair (FR8386). El vuelo salió a las 13:45, con diez minutos de retraso. Retraso que recuperó durante el vuelo para llegar puntual a las 17:00.
Y colorín colorado este viaje se ha acabado.