Nos levantamos a las siete y media y a las ocho ya estábamos dando cuenta de un suculento desayuno. Como cada día nos enredamos charlando con Karin. Y eso que nuestro inglés no es muy que allá. Pero la mujer era tan agradable que costaba levantarse de la mesa.
Hasta las nueve y media no conseguimos salir del B&B. En esta ocasión con las maletas. Esa noche dormiríamos en Cambridge. Nos despedimos de Karin y a la carretera
Nuestra intención era empezar el día visitando el Blenheim Palace a 52 kilómetros de distancia. Carreteras de un solo carril, aunque bastante anchas. Tardamos 45 minutos en llegar por culpa de la espesa niebla con la que nos encontramos nada más poner un pie en la calle y que nos acompañó a lo largo de todo el día. No llovió; pero frío, madre de dios que frío. Hizo un frío del carajo. De esos que solo hace cuando el grajo vuela bajo. O eso dice el refrán. Personalmente nunca he visto un grajo volando bajo. De hecho ni sé como es un grajo. Pero si que sé lo que es un termómetro, y el del coche llegó a marcar -2º. Que frío pasamos ese día.
Aquel no iba a ser nuestro día. Salimos del B&B más tarde de lo previsto. Hacía un día de perros. Y al llegar al palacio nos topamos con un letrero que de una manera clara, hasta para alguien con un inglés muy limitado como nosotros, dejaba bien a las claras que el palacio y los jardines estaban cerrados. Que lo único que estaba abierto era el parque. ¡Qué broma es esta! Acaso no sabían que veníamos. Entonces, a cuento de que han cerrado el palacio. Habrase visto tamaña desfachatez.
El letrero no dejaba lugar a dudas. Pero como Santo Tomás, si no lo veo no lo creo. Nos acercamos hasta la taquilla y preguntamos lo evidente. No solo estaban cerrados el castillo y los jardines; además para entrar en el parque había que pagar 5 GBP. En realidad entrar al parque era gratis, se pagaba por aparcar. A mí el por qué me daba igual, la cuestión es que había que pagar. Con esa palabra se esfumaron las remotas posibilidades que existían de que entráramos en un parque. Con el frío que hacia lo último que apetecía era ponerse a dar vueltas por un parque helado y cubierto por la niebla. Y eso que el tiempo había mejorado. El termómetro había subido hasta los -1º.
Dimos media vuelta y pusimos rumbo a Oxford. 14 kilómetros de nada. No merecía la pena ni mirar el tiempo que tardamos en recorrerlos. Además al final no se cuantos recorrimos. Antes de entrar en la ciudad vimos un Park & Ride, el Pear Tree. Después de la horrorosa experiencia con el coche en Bath, no lo dudamos. De cabeza al Park & Ride. Tan solo tuvimos que pagar 2 GBP por aparcar todo el día. Y encima tuvimos suerte, no acabábamos de aparcar cuando ya llegaba un autobús. Así me gusta, rapidez. Con el frío que hace no es plan tener a la gente esperando en la calle. Por cierto, antes de que se me olvide, la frecuencia de los autobuses es bastante elevada, pasa uno cada diez minutos.
Los billetes de ida y vuelta del autobús, para dos personas nos costaron 2,50 GBP. Mucho más barato que aparcar en el centro y sobre todo mucho más sencillo. Y según el tráfico puede que hasta sea más rápido. Buscar aparcamiento en las ciudades inglesas es una locura que como descubrimos en Bath puede requerir su tiempo.
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OXFORD
OXFORD
El autobús nos dejó en el centro, exactamente en George St. Es sencillo saber cuando se ha llegado al centro. Solo hay que fijarse en las señales. La primera señal es que el autobús se para. Este detalle es de vital importancia. Nunca hay que bajarse mientras el autobús está en marcha. Hay muchos motivos que lo desaconsejan. Pero muchos. Tantos que no creo que sea necesario enumerarlos.
Segunda señal. Si sois observadores notaréis que en ocasiones cuando el autobús se para se abren las puertas. Si, si, todo a la vez, se para y abre las puertas. Hay que estar muy atento para darse captar todos esos matices. Pero os garantizo que eso pasa. Por lo tanto mientras las puertas no se abran no tenéis que bajar. Nada de saltar por las ventanas, que resulta muy molesto para el que se sienta al lado. Y si encima os toca pasillo no veas que follón. “Perdón que le pase por encina señora, pero es que tengo que saltar por la ventana. Me permite que le ponga un pie en la rodilla y el otro en la cabeza. Gracias, muy amable”. Además todo este procedimiento requiere tener la ventana abierta un buen rato, con el consiguiente riesgo de que vuestro vecino de asiento pille un buen catarro. Que las corrientes de aire son muy traicioneras.
Tercera señal, notaréis que todo el mundo baja del autobús. ¿Coincidencia?. Tal vez. Pero el día que nosotros realizamos este trayecto, todo el mundo se bajó en el mismo lugar. Solo lo hemos hecho una vez por lo que no podemos certificar que siempre sea así. Por favor, si alguien más ha usado este autobús, nos sería de gran ayuda que nos confirmara que a él también le pasó lo mismo.
Pero todavía hay más. Ya sé que son muchas cosas y que no podéis estar en todas. Pero esta última señal es la más relevante. Cuando el conductor se acerque a vosotros y os diga “ya hemos llegado”, no lo dudéis, estáis en el centro de Oxford. Con esta regla debéis ser un poco flexibles. A algunos conductores les gusta improvisar. Que no os coja de sorpresa si en lugar de “ya hemos llegado” os sueltan un “ésta es la última parada”. O un “hay que bajar aquí”.
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OXFORD
OXFORD
Espero que todo esto os sirva de ayuda cuando toméis el autobús en un Park & Ride. Si es así os agradecería que enviaseis un mail a diez personas con las instrucciones. Por favor ayudadnos a mantener viva esta cadena reenviando este mensaje. Es muy importante que su contenido llegue al mayor número de personas posible. Si enviáis el correo a diez personas seréis recompensados. Obtendréis mi gratitud eterna. ¡Pedazo recompensa!. Si rompéis la cadena caerá sobre vosotros una maldición que os vais a cagar. Si, os vais a cagar literalmente. Pillaréis una diarrea que no os vais a levantar de la taza del baño en una semana.
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OXFORD
OXFORD
Tras esta didáctica explicación podemos volver a Oxford. Empezamos dando un paseo por las calles comerciales del centro. No son feas, pero tampoco tienen nada especial. Resultan más interesantes por el ambiente, que por lo que realmente se puede ver en ellas. Tiendas, restaurantes, y alguna que otra iglesia. Porque si de dos cosas va sobrada Oxford es de iglesias y de colleges. Le pegas una patada a una piedra y aparecen tres iglesias y dos colleges.
No nos enredamos mucho por esa zona. Enseguida nos lanzamos a por cotas más elevadas. Si algo nos había llevado a esa ciudad eran sus colleges. Al fin y al cabo tiendas las hay por todo el mundo. Colleges como los de Oxford creo que no abundan tanto.
Para empezar uno de los platos fuertes, el Christ Church College. De camino descubrimos la esencia de la ciudad. Una ciudad salpicada de fachadas de piedra color miel, ventanales ojivales y torreones. Son como pequeños castillos integrados en la ciudad. Y entre fachada y fachada, una iglesia aquí y otra allá. Todo muy llamativo.
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OXFORD – CHRIST CHURCH COLLEGE
OXFORD – CHRIST CHURCH COLLEGE
Sin darnos cuenta llegamos al College. Está situado frente a una amplia explanada. Su fachada es de las más espectaculares. Se nota que es uno de los principales colleges de Oxford. Pero no era nuestro día. Estaba cerrado y no abrían hasta las dos.
Dimos la vuelta al college para llegar al Grove Walk. Un pequeño callejón al que se accede por una verja de hierro. No sé que sentido tiene esa puerta; ellos sabrán. Cuando menos resulta peculiar. Había leído que ese callejón era uno de los rincones con más encanto de la ciudad. Una vez visto creo que exageran. Es coqueto, pero tampoco es para tanto.
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OXFORD - ST. MARY THE VIRGIN
OXFORD - ST. MARY THE VIRGIN
No muy lejos, junto a High St se encuentra una de las principales iglesias de la ciudad, St Mary the Virgin. La entrada es gratuita. Solo hay que pagar si se desea subir al torreón. 4 GBP. Nosotros pasamos. No por no pagar, sino por no subir las escaleras. ¡Qué pereza!. De la iglesia lo único que puedo decir es que es una iglesia más. Más pequeña de lo que aparenta por fuera. La estructura típica, con tres naves alargadas y un altar mayor sobredimensionado. Una iglesia muy luminosa que da sensación de elevación. Lo dicho, una iglesia de las que hay cientos por esta zona. Salimos por la parte posterior, a la plaza en la que se encuentra la Radcliffe Camera. Un edificio redondo muy llamativo, con tres partes perfectamente diferenciadas. La parte inferior de bloques de piedra sin pulir. La intermedia adornada por parejas de columnas corintias. Y la parte superior es una bonita cúpula. Este edificio si que tiene bien ganada su fama. Es diferente, de lo más interesante que puede visitarse en Oxford. Como casi todo, estaba cerrada. Aunque en este caso, creo que eso es lo habitual.
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OXFORD - RADCLIFFE CAMERA
OXFORD - RADCLIFFE CAMERA
Pegada se encuentra la Bodleian Library. Aquí si que pensaba entrar. Pero también estaba cerrada a cal y canto. No había ni un sencillo letrero que informara sobre horarios de apertura. No habíamos pillado ni un solo lugar abierto. Ni uno. Menudo desastre.
La Castle St, en la que se encuentran todos los edificios junto a los que acabábamos de pasar, nos llevó hasta Broad St. Probablemente la calle más monumental de la ciudad, y desde mi punto de vista la de mayor encanto. Al inicio de la calle se encuentran el Sheldonian Theatre y el Museo de Historia de la Ciencia. Dos bonitos edificios muy llamativos. También cuenta con varios colleges, y ya hacia el final de la calle, unos edificios más modestos con fachadas de colores. Por si eso fuera poco, es el punto de partida de la mayoría de los tours gratuitos. Una calle por la que más pronto o más tarde se acabará pasando.
Todos los colleges que habíamos visto hasta ese momento estaban cerrados. En el mejor de los casos abrían a partir de las dos. La mayoría ni eso. Estaban cerrados e iban a seguir así todo el día.
Por eso cuando paseando por Broad St vimos uno abierto, nos tiramos de cabeza. No vaya a ser que se lo piensen mejor y nos den con la puerta en las narices. No sabíamos cual era. Ni falta que nos hacía. La cuestión era poder ver al menos el interior de un collage.
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OXFORD – BALLIOL COLLEGE
OXFORD – BALLIOL COLLEGE
Resultó ser el Balliol College. Nos cobraron 2 GBP por persona de entrada. Un primer claustro no muy grande pero encantador. Un segundo claustro más grande, con árboles y una zona de césped. No había ni un alma. Todos los estudiantes habían huido de ese lugar por vacaciones.
El interior de los edificios no puede visitarse. Está reservado para los residentes en el collage. Una medida muy acertada. Empiezan dejando entrar a los visitantes en las zonas comunes y cuando quieran darse cuenta más de un estudiante se despertará una mañana rodeado de chinos haciéndole fotos. Y es que la gente no respeta nada. No es justo que tengan que pasar por ese mal trago. A los chinos me refiero. La imagen de un estudiante en calzoncillos recién levantado y con legañas en los ojos es algo muy desagradable.
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OXFORD – BALLIOL COLLEGE
OXFORD – BALLIOL COLLEGE
Por fin un poco de suerte, se podían visitar tanto la capilla como el hall. La capilla era chiquitita. Muy inglesa. Con una sola nave, pero muy coqueta ella. El Hall me resultó familiar. ¡Cuando daño han hecho las películas de Harry Potter!. No es que fuera como el de Hogwarts, pero si que se daba un aire. Más pequeño, con las paredes forradas de madera, y retratos de alumnos ilustres colgados de las paredes. Con lo de colgados me refiero a que los retratos estaban colgados de la pared, no a que se tratase de retratos de alumnos ilustres que se hubiesen colgado de las paredes. Esto último me hubiera parecido de muy mal gusto.
La distribución de la estancia, con los alumnos ocupando casi toda la sala en mesas alargadas perpendiculares a la puerta, y los profesores dominando el terreno desde lo alto de una tarima al fondo del hall me recordó mucho a las escenas del Gran Comedor de Hogwarts. El mismo concepto, pero diferente decoración. Me encantó el hall. Me gustaría tener un comedor como ese en casa. No se, tal vez si mi vecino me dejase tirar la pared medianera podríamos hacer un apaño.
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OXFORD – BALLIOL COLLEGE
OXFORD – BALLIOL COLLEGE
La visita del college, me pareció interesante. Estaba vació, no vimos ni un solo estudiante. Así que el ambiente no lo vivimos. Pero aún así tiene su encanto. No me pareció muy grande. Pero tiene exactamente lo mismo que el resto de colleges más grandes.
Al salir, nos dirigimos a George St. donde habíamos visto varios restaurantes. Acabamos en La Bella Italia. Pedimos dos pizzas, un agua y un shandy tamaño industrial. Esta gente no va de bromas con las cervezas- Pagamos 24,60 GBP. Las pizzas eran grandes y estuvieron bastante buenas.
El Balliol Collage nos había gustado. Y eso que no es de los más conocidos. Era hora de subir el listón. El New College fue el elegido para ello. Lo localizamos con rapidez. Una fachada enorme; muy como de college. Pero sin puertas abiertas. Un letrero nos remitió a la entrada del nº 23 de la calle Holywell St. Aquello parecía una broma, el nº 23 no existía, del 22 pasaba al 24. Nos pateamos toda la calle buscando la entrada, pero no apareció. Total, que nos fuimos como habíamos venido, sin ver el college. Bueno, la fachada si que la vimos.
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OXFORD – TRINITY COLLEGE
OXFORD – TRINITY COLLEGE
La búsqueda de colleges abiertos estaba resultando frustrante. La mayoría estaban cerrados a las visitas. Ante ese panorama mejor ir a tiro seguro. Volvimos a Broad St y nos dirigimos al Trinity College, que habíamos visto que si que estaba abierto. La entrada nos costó lo mismo que su vecino, 2 GBP por persona. Y por similitudes que no quede. También cuenta con dos patios, pero en este caso los dos estaban enlosados. Una cosa que nos llamó la atención fueron unos dibujos en las paredes del segundo patio. Tenían algo que ver con las regatas. Un dibujo por cada título conseguido. Pero que una cosa os quede clara, de intuición no vamos sobrados, ni mi mujer ni yo. Así que a lo mejor no eran más que vulgares graffitis, y nosotros montándonos bolas sobre regatas y campeonatos anuales. Detrás del segundo patio, separado por una verja de hierro se encuentra el jardín. Más que jardín es una amplia explanada de césped, con una zona arbolada. El césped lo tienen inmaculado, como si lo acabaran de cortar. En la zona arbolada nos topamos con una plaga de ardillas grises. Estaban por todas partes. Supongo que se habían apoderado del jardín aprovechando que los vándalos de los estudiantes se encontraban ausentes.
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OXFORD – TRINITY COLLEGE
OXFORD – TRINITY COLLEGE
De camino a la salida pasamos junto a la biblioteca, ubicada en una especie de patio abierto. Como en todos los Colleges en los que llegamos a entrar, a la biblioteca solo pueden acceder los residentes. En cuanto al patio era extraño. Una mezcla de elementos antiguos con modernos. No pegaba ni con cola.
El Hall estaba cerrado. Pero al pasar por al lado vimos la puerta entreabierta. Aquello era una provocación en toda regla. Si está cerrado; está cerrado; lo acepto. Pero que me digan que está cerrado y luego dejen la puerta abierta es como si me dijeran “a que no te atreves a entrar”. Y a mí, chulerías las mínimas. ¡Qué no me atrevo!. No sabes tú con quien te estás metiendo. Te vas a enterar. Y me colé. Pero que conste que la culpa es suya, por ir provocando a la gente.
Lo primero que me quedó claro fue el motivo del cierre. No hacía mucho se habían metido una comilona allí mismo. Qué como lo supe. A nadie se le había ocurrido retirar los platos sucios. Los restos de la bacanal esparcidos sobre las mesas daban fe de ello. Y esto me llevó a la siguiente reflexión. Listos, serán muy listos esta gente de Oxford. Estudiarán mucho, y remarán muy rápido en las regatas. Pero guarros también lo son un rato largo. Que les costaba quitar los platos después de comer.
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OXFORD – TRINITY COLLEGE
OXFORD – TRINITY COLLEGE
El Hall me recordó mucho al del Balliol College. Un tamaño parecido y una decoración también similar. Con paredes forradas de madera y retratos colgados de las paredes. Llegados a este punto me voy a permitir daros un consejo. Si alguno tiene pensado enviar a su hijo a estudiar a Oxford, descartar el Trinity Collage. No es por una cuestión académica. Pero con lo guarretes que son, no me extraería que vuestro hijo acabe pillando alguna cosa rara. Además cuando vuelva a casa tendréis que ir todo el día detrás suya recogiendo todos los trastos que vaya dejando por en medio. Las malas costumbres se adoptan con rapidez, pero son muy difíciles de eliminar.
Y para que veáis que no exagero. La entrada de la capilla también la tenían llena de tratos. ¡Qué dejadez!. Como diría mi abuela, menos regatitas y más coger la escoba.
Trastos y polvo aparte, la Capilla me gustó más que la del Balliol College. Son muy parecidas. Ambas pequeñas, de una sola nave, con numerosos ventanales, y sobre todo con un carácter muy inglés. La diferencia, el altar, que aquí estaba totalmente forrado de una madera color marrón oscuro.
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OXFORD – TRINITY COLLEGE
OXFORD – TRINITY COLLEGE
Por lo visto, las capillas de los colleges, salvo alguna honrosa excepción se mueven todas dentro de estas pautas. Tienen su encanto, pero no van mucho más allá. Por si solas no serían gran cosa. Pero si que ayudan a dar una mayor relevancia al conjunto.
En cuanto a los dos colleges que habíamos visitado hasta ese momento, me decanto por el Trinity College. Me pareció más grande y sobre todo más cuco. En lo que si saca ventaja el Balliol College es en la fachada.
Según el refrán, el que la sigue la consigue. Venga pues, un nuevo intento con la Bodleian Library y con la Radcliffe Camera. Sabéis que os digo del refrán, que es una mierda y que es mentira. Tendrían que cambiarlo y decir el que la sigue, se encuentra con la puerta cerrada dos y hasta tres veces. No rima, lo sé, pero se acerca más a la realidad.
En esa misma calle, enfrente de los dos edificios están el Hertford Collage y el All Souls College. Los dos cerrados. Del último pudimos ver el primer patio a través de la verja. Prometía mucho ese college. Lástima que estuviera cerrado.
Dejémonos de experimentos y vayamos a lo seguro. Por la mañana habíamos visto que el Christ Church College abría a partir de las dos. Siendo uno de los principales colleges estaba claro que ese tenía que ser nuestro próximo destino. Volvimos a pasar por el Grove Walk. Cuantas más veces paso menos entiendo para qué narices necesitan la dichosa puerta de hierro.
Y allí estaba, el Christ Church College. A esas alturas del día ya habíamos visto bastantes colleges por fuera. Sin duda éste es uno de los más espectaculares. Al menos en lo que a la fachada se refiere.
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OXFORD – CHRIST CHURCH COLLEGE
OXFORD – CHRIST CHURCH COLLEGE
La entrada son 5,50 GBP por persona. En realidad es un poco más, pero como el Hall estaba cerrado por obras y la galería de los retratos también estaba cerrada no sé porque historias, pagamos una entrada reducida.
Para empezar un patio. Pequeño, pero lo que le faltaba en tamaño le sobraba en encanto. De aquí pasamos el claustro. Diferente, tan solo tiene galerías en tres de sus lados. A mí me gustó, pero como claustro deja mucho que desear. Vamos a ver. Una silla de tres patas podría quedar perfecta en tu comedor. Con ella el comedor quedaría de lo más fashion, pero en cuanto alguien pusiera el culo sobre ella se iría irremediablemente al suelo. Así que por muy fashion que fuese, como silla sería un churro. Pues a este claustro le pasa lo mismo. Por muy chulo que sea, como claustro no funciona. No se puede dar vueltas. Y un claustro en el que no se pueden dar vueltas no sirve para nada.
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OXFORD – CHRIST CHURCH COLLEGE
OXFORD – CHRIST CHURCH COLLEGE
La visita llega aquí al momento cumbre. La escalera principal y tras ella el Hall. Sabíamos que el Hall estaba cerrado, pero no que habían hecho lo propio con la escalera. Tuvimos que conformarnos con verla desde abajo. Desde donde por cierto no se ve nada bien. Lo único que pudimos ver medianamente bien fue el techo. Otra vez será.
A seguir. ¿Qué toca ahora?. El Tom Quad, un patio enorme con la gran torre al fondo, la fachada del Hall a la izquierda, la catedral a nuestra espalda, y una pequeña fuente en el centro. Sin ninguna duda el patio más espectacular de todos los que vimos. Y no solo por sus dimensiones, sino por todos los edificios que lo componen.
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OXFORD – CHRIST CHURCH COLLEGE
OXFORD – CHRIST CHURCH COLLEGE
La entrada a la Capilla se realiza por este lugar. Esto ya es otra cosa. Nada que ver con las que habíamos visto antes. Es mucho más grande. De tres naves, pero sin renunciar a esa forma rara de las iglesias inglesas. Y no solo es más grande, también es mucho más bonita. Algo a lo que ayudan su gran altura, las estilizadas columnas que sostienen unas bóvedas de lo más curioso, y unos inmensos ventanales. Esta Capilla si que se la han currado.
Al salir de la catedral nos encontramos de nuevo en el claustro. Otra vez el mismo camino para acabar de nuevo en el Tom Quad. Una vuelta de lo más tonto. Menos mal que el lugar tiene encanto. Repetir en un lugar así no sabe mal. Hasta se agradece. Alguno pensará que si tanto me gustó y no me importó repetir, podría haber entrado de nuevo en la catedral. Sí, podría, pero no me dio la gana. Y punto.
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OXFORD – CHRIST CHURCH COLLEGE
OXFORD – CHRIST CHURCH COLLEGE
Nosotros optamos por seguir avanzando. Cruzamos el Tom Quad. ¡Qué bonito patio!. Y cuando ya creíamos que habíamos terminado, nos encontramos en un nuevo patio el Peckwater Quad. Un patio de corte más clásico, en el que destaca el edificio de la Biblioteca, con su fachada monumental de enormes columnas blancas.
El último punto del recorrido es la Galería de los Retratos. Pero ese día estaba cerrada, tal y como nos habían anticipado al entrar. Así que hasta ahí habíamos llegado.
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OXFORD – CHRIST CHURCH COLLEGE
OXFORD – CHRIST CHURCH COLLEGE
De los tres colleges que visitamos, el Christ Church College es de largo el más grande y el más bonito. Y eso que no pudimos entrar al Hall. No me extraña que sea uno de los más visitados. Si hay un college que no hay que perderse es precisamente éste.
Todavía nos quedaba tiempo para un college más. Probamos suerte con el Magdalen Collage, al final de High St. lo único que sacamos de este intento fue un agradable paseo por High St. Otra de esas calles con edificios históricos por todas partes. Porque lo que es el Magdalen Collage lo vimos por fuera y poco más. También estaba cerrado. Otro fracaso que sumar a nuestro largo historial de ese día.
La mayoría de los colleges estaban cerrados. No sé si porque era domingo. Por las fiestas de navidad. Por el frío que hacia. Porque sabían que íbamos nosotros y nos quisieron putear. O por todo lo anterior. Pero la cuestión es que estaban cerrados. Y todavía gracias que pudimos visitar tres. En conclusión, las navidades no son la mejor época para ir a Oxford. Y si no preguntarles a los estudiantes. Chicos listos. Todos sin excepción os dirán que en navidad se largan de allí. ¿Por qué?. Porque saben que no es el mejor momento para ir a visitar Oxford.
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OXFORD
OXFORD
Un último paseo por las calles comerciales, que a mí no me llamaron demasiado la atención, y a la parada del autobús. Eran las cuatro menos diez. El autobús nos esperaba en la parada. ¡Qué detallazo!. Lo que no acierto a entender es como supieron a que hora llegaríamos, nadie nos lo había preguntado por la mañana. En cinco minutos estábamos en el Park & Ride montados de nuevo en nuestro coche.
La vista a Oxford había terminado antes de lo previsto. Nos sobraba algo de tiempo que mi mujer pretendió aprovechar conociendo el Bicester village. Un outlet a 18 kilómetros de Oxford. A mí la idea no me entusiasmo. Es más contrariamente a lo que pensaba mi mujer, no me pareció que aquello fuera aprovechar el tiempo. Yo más bien pensaba que era perderlo. Supongo que todos sabéis lo que es ir de compras con la parienta. Una tortura. La ONU está estudiando incluir esta actividad entre las prácticas prohibidas por atentar contra los derechos fundamentales del hombre. Y cuando hablo del hombre, me refiero en concreto al género masculino.
Allí estábamos, decidiendo si ir o no ir al Bicester Village. Ante un dilema como éste, nosotros que nos jactamos de ser grandes demócratas actuamos en consecuencia. Convocamos de urgencia la asamblea de afiliados y simpatizantes, y sometimos el tema a votación. Votos a favor, uno; votos en contra, uno; abstenciones, ninguna. Que rabia, empate. Que cerca estuve de ganar. La única manera de desatascar la situación cuando se produce un empate es recurriendo al voto de calidad. Es decir, el voto del presidente de la asamblea es el que decide. Solo os diré una cosa más, 15 minutos más tarde estábamos en el Bicester Village. La presidenta es mi mujer. Mi cargo en la asamblea es el de secretario, como el del 99% de los varones españoles que viven en pareja con una mujer. Pero que os voy a contar que no hayáis sufrido en vuestras propias carnes. Personalmente hubiera preferido ir de compras a “La Tienda de los Horrores”. Al menos mi sufrimiento hubiera terminado antes.
Del Bicester Village solo os diré que es un outlet como tantos otros. Seguro que no muy lejos de donde vivís hay uno. Pues el de Bicester es exactamente igual. Una calle larga con tiendas de marca ofreciendo artículos a precios rebajados a ambos lados de la calle. Si os gusta el shopping, perfecto. Si solo vais de compras por obligación o por extrema necesidad, éste no es vuestro lugar.
Una visita de estas características siempre supone una seria amenaza para cualquier economía. No me quedó más remedio que poner en marcha los mecanismos de emergencia. Toqué algunas teclas y se convocó de urgencia el consejo de ministros de la unión europea. El orden del día; estudio y aprobación de un rescate para espitoni y familia. Previamente mantuve una corta pero intensa conversación con Mariano y con Ángela. Los dos me prometieron que harían todo lo posible para que el rescate saliera adelante.
Con la tranquilidad que me dieron esas palabras me dispuse a iniciar el recorrido. Toda la calle. Todita toda. Entramos en algunas tiendas al azar. O no tan al azar. Yo que sé. Mi mujer decía aquí. Y ahí entrábamos. Al rato salíamos como habíamos entrado, con las manos vacías. Mi mujer no encontró la inspiración. Llegamos al final de la calle sin haber comprado nada. Ni un triste par de calcetines. Habíamos salido airosos de la opa hostil que nos habían planteado. El rescate no sería necesario. Unos WhatsApp a Mariano y a Ángela agradeciéndoles el apoyo y reunión desconvocada.
Por cierto que gran invento esto del WhatsApp. Ni el fuego, ni la rueda; el WhatsApp es el descubrimiento más grande que ha hecho la humanidad. Esta aplicación es la que ha sentado las bases de nuestra civilización. Y los emoticonos. ¡¡¡Ohhhhh los emoticonos!!!. Eso si que es el no va más. Hay gente que ha escrito libros enteros para contar como se sentía. Mucha más gente que ha dedicado semanas a leer esos libros. Y eruditos que han perdido años analizando hasta el más mínimo detalle de esos libros. Cuanto esfuerzo y cuanto tiempo gastado inútilmente. Hoy en día, con un simple emoticono ese escritor podría expresar toda esa rabia contenida, ese desamor, esa melancolía, ese come come que no le deja dormir. Unos segundos para buscar el emoticono, pulsar enviar, y ya está. Así de sencillo. Un montón de personas se evitarían tener que leer el libro. Un simple vistazo a su móvil y sabrían perfectamente como se siente el pobre escritor y los eruditos podrían dedicar el tiempo a cosas más útiles como descubrir una vacuna contra el moquillo o a averiguar porque la tostada siempre cae por el lado de mantequilla. Si es que lo mires por donde lo mires todo son ventajas.
A las seis menos cuarto dejábamos atrás aquel antro de perdición. Antes repostamos en una gasolinera que hay junto a la entrada. Lleno por 36 GBP, a 114,9 el litro.
Destino, Cambridge. Según el GPS el trayecto más rápido era ir hasta Londres por la autopista para luego subir hasta Cambridge. Estábamos hablando de casi 200 kilómetros. Eso si, todos por autopista. La otra opción era ir directos a Cambridge por carreteras secundarias. 50 kilómetros menos. Sin autopista, y lo que es peor, sin saber que nos íbamos a encontrar por esas carreteras. Esos 50 kilómetros menos me parecieron una buena razón para arriesgarnos. Marcamos el camino corto en el GPS y a rezar para que la carretera estuviera en buen estado.
El tiempo se puso en nuestra contra. La niebla que se había levantado durante el día con el paso de las horas, volvió a caer. Visibilidad limitada que dificulta la conducción y te hace ir más despacio. Los primero 30 kilómetros circulamos por una carretera de un solo carril pero bastante ancha y poco tráfico. A pesar de la niebla le pudimos meter un buen ritmo. Atravesar Aylesbury ya fue otra cosa. Semáforos, rotondas. Un coñazo que nos enredó más de la cuenta. A partir de ahí empezamos a circular por una carretera de doble carril durante unos 100 kilómetros. Lo bueno, el doble carril. Lo malo, que tuvimos que cruzar tropecientas rotondas. Y para acabar, 20 kilómetros de un solo carril. Al final creo que acertamos con la ruta. Eran casi 50 kilómetros menos, y después de todo circulamos la mayor parte del tiempo por una carretera de doble carril. No creo que por la autopista nos hubiéramos dado más prisa. A las ocho menos cuarto estábamos en las inmediaciones de Cambridge. Habíamos tardado dos horas.
Tres kilómetros antes de llegar al hotel, paramos a cenar. Vimos un pub abierto y ahí paramos. Resulto ser el “Eating Inn at the Robin Hood”. Un pub de aspecto moderno sin el encanto de los pubs tradicionales. Pedimos un pastel de salmón, una brocheta de salmón y gambas, un sprite y un shandy. Raciones un poco justas pero exquisitas. Una cena estaba muy buena por 24,30 GBP.
El hotel que teníamos reservado para esa noche era el Holiday Inn Express. Lo habíamos reservado directamente a través de su página (www.expresscambridge.co.uk/). El precio, 50 GBP con desayuno incluido. Un buen hotel con habitaciones grandes, nuevas y limpias. Por ponerle una pega, está a 10 kilómetros del centro de Cambridge. Para alojarse aquí es necesario disponer de vehículo propio.