Salimos del hotel y vamos a desayunar a la cafeteria Covadonga, en el Paseo de Pereda, muy cerca del Banco de Santander. Es una delicia para los sentidos. Un chocolate suizo, una palmera grande y deliciosa, un batido enorme con nata y chocolate y un pedazo de tarta de chocolate costaron 8,45 euros pero vale la pena porque está todo muy rico.
Luego seguimos caminando por el paseo a lo largo de aproximadamente 3,5 kilómetros para llegar a la Península de la Magdalena. Los que no se animen a caminar tienen a su disposición varios autobuses que salen del Paseo de Pereda.
La Península de la Magdalena es uno de los parques más bellos y significativos de la ciudad, que cuenta con una superficie de 25 hectáreas y una gran variedad de árboles. Su nombre se debe a que en el lugar se levantaba una ermita dedicada a la advocación de Nuestra Señora de la Magdalena. Podemos encontrar un antiguo campo de polo y un parque infantil, frente al que se encuentra el monumento a Félix Rodríguez de la Fuente. Desde aquí tenemos estupendas vistas de la playa del Puntal y la isla de los Ratones o de la Torre, tomada por la escuela de vela, y vemos también de La Horadada, el islote rocoso al que según la tradición llegaron las cabezas de san Emeterio y san Celedonio, patrones de Santander. Muy cerca podemos ver el Paraninfo y las Caballerizas Reales, hoy transformadas en residencia de los estudiantes extranjeros y aulas de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Más allá encontramos el embarcadero de la Reina, uno de los lugares preferidos por los pescadores.

La torre y la disposición de los diferentes cuerpos del palacio conforman un edificio esbelto y de porte elegante. En el interior destacan la escalera principal y las dependencias, salones y despachos. La colección de muebles, fotografías y cuadros conforman una bella decoración de los primeros decenios del siglo XX. Entre las obras pictóricas sobresalen cuadros de maestros de la época como Sorolla o Sotomayor. En verano es residencia de la UIMP, donde se realizan los prestigiosos cursos, convertidos hoy en día en referente cultural tanto nacional como internacional, al que vienen expertos, profesores de universidad, profesionales y alumnos de todo el mundo. Esta nueva función la decidió el gobierno republicano en 1932, tras intervenir el edificio. Pero como la propiedad seguía siendo real, el Ayuntamiento de Santander compró la península y todas sus instalaciones a Don Juan de Borbón en 1977 por 150 millones de pesetas. Es posible hacer visita guiada (nosotros entramos a las 10 y estuvimos con una guía 45 minutos; cuesta 3 euros). No se pueden visitar las habitaciones porque están reservadas a posibles visitas de la familia real. Vale la pena hacer esa visita (se pueden hacer fotos en el interior) y luego recrearse admirando el exterior (y haciendo tantas fotos como sea posible).
static.panoramio.com/ ...200851.jpg
En la Península de la Magdalena encontramos también las tres carabelas con las que el marino cántabro Vital Alsar rememoró el viaje de Francisco de Orellana por el océano Pacífico. Se conserva también el precioso mascarón de proa de La Marigalante, una réplica de la Santa María, la carabela que usó Colón en su primer viaje a América. Vital Alsar la usó para hacer una travesía de Veracruz a España para conmemorar los 500 años del descubrimiento. Según indica una inscripción esa figura se hizo en Alvarado, pueblo de Veracruz (México) en el que viven algunos amigos. También el navío se hizo allí. A continuación encontramos un peculiar mini-zoo que alberga, en espacios naturales que reciben el agua directamente del mar, patos, focas y pingüinos. Fue lo primero que visitamos. La península también cuenta con una obra dedicada a las víctimas del terrorismo, de 6 metros de altura.
Una vez terminada la visita cogimos el autobús número 13 (aunque paran muchos para ir al centro) y bajamos cerca del ayuntamiento. El Ayuntamiento es un edificio construido entre los años 1897 y 1907, que mezcla los estilos neorrenacentista, neobarroco e incluso modernista. Originalmente era la mitad del actual, ya que hasta 1936 se conservó la iglesia del convento de San Francisco. Una vez derribada la iglesia se construyó otra ala del edificio y ambas partes se unieron con una espadaña.
esphoto980x880noname.mnstatic.com/ ...12e0a4ee54
Atravesamos la calle y pasamos por el llamado Pasaje de Peña o Túnel (podría llamarse el túnel helado por el frío que hace), que conecta el centro con el Puerto. Llega justo a la Plaza de las Estaciones.
Vamos a RENFE y compramos una tarjeta de transportes recargable (0,50€) y los billetes a Muriedas (3 paradas en tren)- 3,30 euros (2,20 euros para poseedores de tarjeta dorada). Una vez allí subimos hasta encontrar la calle Héroes Dos de Mayo. Subiendo la calle a la derecha encuentras el Museo Etnográfico, situado en la casa natal de Velarde, militar de la Guerra de Independencia. A las 13:00 horas hicimos una visita guiada gratis al interior que apenas conserva algunas cosas de su ilustre dueño (entre ellas la cama donde nació). Básicamente lo que se ve es una colección de objetos cotidianos de las casas cántabras del siglo XIX.
www.cantabriarural.com/ ...bria-A.jpg
Después de la visita volvimos a RENFE y cogimos un tren a las 14:28 de regreso a Santander. Como era ya de sobras la hora de comer fuimos al restaurante Picos de Europa, en la calle Vargas. Por 13 euros comí una ensalada de queso de cabra y frutos secos, cordero al horno con patatas panadera y compartí el postre para probar tanto el yogur con arándanos como las fresas con nata. Los demás comieron garbanzos con espinacas y bacalao y cordero como yo o pollo en pepitoria.
Después de comer descarté la posibilidad de coger un barco para llegar hasta la zona del Cabo Mayor porque estaba algo mareada y el mar muy revuelto y decidimos ir a pie. Cogimos el autobús nº 1 hasta casi el final de la línea. Luego nos encaminamos al Parque de Mataleñas y fuimos caminando por un paseo bien señalizado hasta llegar al Cabo Menor. Las vistas desde allí son fantásticas (incluso las del barco que teníamos que haber cogido peleando con las olas y dando la vuelta antes de llegar al Cabo Mayor). Luego continuamos caminando un poco más hasta que llegamos al Cabo Mayor, donde destaca su faro. Si desde al Cabo Menor las vistas son preciosas, desde aquí no se quedan atrás. Vale la pena caminar hasta la misma punta y observar todo lo que te rodea (y si tienes la suerte que un gaitero esté ensayando cerca, mejor). Hay demasiada gente y eso rompe un poco el encanto pero el paisaje bien podría parecerse al de Escocia o Irlanda. También aprovechamos para ver por dentro el faro, que alberga una exposición de pintura y otra sobre faros, ambas gratis.
www.canonistas.com/ ...Mayor1.jpg
Luego seguimos el paseo hasta la segunda playa del Sardinero (con la marea alta apenas si se veía arena), los Jardines de Piquío y la primera playa del Sardinero. Nos acercamos al blanco e inmaculado Casino Real y luego subimos una calle empinadísima para ver el Gran Hotel Real (muy bonito pero demasiado arriba como para subir y bajar a menudo por esas cuestas).
Delante del Casino cogimos el bus nº 13 (uno de los muchos que paran allí) para ir al centro. Para cenar nos decantamos por Casa Lita, un famoso local al final del Paseo Pereda (nº 37) y compramos unos pinchos para llevar. Elegimos dos de morcilla con queso gratinado y tomate, una hamburguesa de pollo y otro pincho de jamón con queso brie para llevar. Nos costaron 2€ cada uno. Los comimos en el paseo, en la zona de Puerto Chico, frente a la estatua de los “raqueros”. Los raqueros eran niños huérfanos o muy humildes que frecuentaban los muelles de la ciudad allá por el siglo XIX o principios del XX y que se tiraban al mar para recoger las monedas que los turistas les tiraban.
Para comer el postre volvimos a Covadonga. Yo me tomé un chocolate bombón con leche condensada y Javi un batido con nata y un croissant con cobertura de chocolate blanco relleno de nata. Nos costó 7,20€.