TACORONTE. MIRADOR DE JARDINA. MACIZO DE ANAGA. SENDERO DE LOS SENTIDOS. EL BAILADERO. TAGANANA. PLAYA DE BENIJO. CANDELARIA. PUERTITO DE GUIMAR. MALPAIS DE GUIMAR. LA OROTAVA.
Después del desayuno casero que nos pusieron en el hotel, cogimos el coche y nos dirigimos hacia el Macizo de Anaga. Queríamos aprovechar que estábamos cerca e intentar bajar hasta Taganana y la Playa de Benijo. En fin, a ver qué podíamos hacer dependiendo del tiempo.
Itinerario de la jornada en Google Maps.
MIRADOR DE JARDINA.
Desde Tacoronte tardamos una media hora en cubrir los 22 kilómetros que nos separaban del Mirador de Jardina, uno de los más destacados del norte de Tenerife por las espléndidas vistas que ofrece hacia La Laguna y los campos de cultivo adyacentes, incluyendo la costa este. En días claros, se ve el Teide e incluso la isla de Gran Canaria, algo impensable en aquella tenebrosa mañana con la lluvia amenazando, si bien afortunadamente, de momento, no había niebla. Nos lo encontramos justamente en la entrada del Parque Rural de Anaga.
PARQUE RURAL DE ANAGA.
El Macizo de Anaga fue declarado Reserva Mundial de la Biosfera en 2015, un tercio es reserva marina y el resto, terrestre. Cuenta con varios hitos geológicos, como los Roques de Taborno, las Ánimas y Anaga. Asimismo, alberga una gran biodiversidad con especies endémicas, como las palomas de la laurisilva. En cuanto a especies vegetales, las partes bajas están dominadas por matorral tabaibal, sabinas y palmeras se encuentran en las alturas medias y las cumbres están copadas por la laurisilva.
Carretera hacia el Centro de Visitantes de la Cruz del Carmen.
La reserva para el sendero del Pijaral la teníamos para otro día, así que paramos en el Centro de Visitantes, donde se encuentra el Mirador de la Cruz del Carmen, situado en el antiguo punto de confluencia de los caminos que conducían a La Laguna y donde coincidían vecinos y vecinas a la vuelta de sus ocupaciones, aprovechando para charlar y reponer fuerzas. Llegué a tiempo de ver algo en el horizonte, si me hubiese retrasado tres minutos, ya ni eso.
SENDERO DE LOS SENTIDOS.
Como estábamos allí, decidimos hacer el Sendero de los Sentidos, para el que no hace falta reserva. Consta de tres recorridos acumulables y fáciles de realizar, si bien hay zonas empinadas, en las que, si ha llovido, puede haber barro y poner el terreno resbaladizo. Aunque es sencillo, no hay que olvidarse de llevar calzado adecuado.
Paneles informativos del Sendero de los Sentidos.
- El primero (“despierta tus sentidos”) es accesible para personas con alguna discapacidad física y sensorial. Tiene 400 metros de longitud y una duración de 20 minutos.
- El segundo (“déjate sorprender”) tiene 544 metros y 45 minutos de duración. Sigue una parte del antiguo camino de las montañas.
- El tercero (“lo que encierra el Monteverde”) tiene 1.272 metros y una duración de hora y media. Accede al Mirador del Llano de los Loros. En realidad, éste sería el recorrido que podríamos definir como “completo”y que integra los tres. Fue el que nosotros hicimos.
El Mirador del Llano de los Loros estaba de lo más tétrico.
Un bonito y agradable itinerario sin importar demasiado que estuviese cayendo una lluvia muy fina que, en este lugar precisamente, no menoscababa el paisaje sino todo lo contrario. Es lo que tiene el bosque, al que el mal tiempo le favorece, y la laurisilva, a la que alimenta la lluvia. Como dice su nombre, un recorrido más para sentir que para contar.
Lo veo especialmente recomendado para que se lleven una idea las personas que no tengan intención de hacer otras caminatas por el Parque, pero lo cierto es que no me terminó de fascinar como lo habían hecho otros senderos de laurisilva, los del Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera, por ejemplo.
Panel informativo con la red de senderos del Parque Rural de Anaga.
HACIA EL BAILADERO
Una vez realizado el sendero, seguimos por la carretera rumbo hacia el lugar llamado “El Bailadero”, que cuenta con un bonito mirador. De camino, nos detuvimos varias veces para ver las vistas hacia la costa noreste, con el puerto de San Andrés muy al fondo, que apreciábamos más hermosas y claras en vivo que en las fotos, aunque sin librarnos del toldo de nubes.
La carretera es estrecha, pero tampoco resulta peligrosa, pese a que la lluvia y la niebla en algún tramo complicaban el asunto un poco. Por fortuna, al cabo de unos minutos dejó de llover y se aclaró un poco el panorama.
El Mirador del Bailadero ofrece unas panorámicas espléndidas hacia el valle de Taganana, algunas de ellas aparecen en muchas guías turísticas de Tenerife. Un panel informativo nos cuenta muchas cosas de este lugar mágico, flanqueado por afiladas aristas rocosas y extintos volcanes, cuya orientación hacia el norte atrae las nubes empujadas por los vientos alisios, que provocan brumas, nieblas y lluvia que favorecen su exuberante vegetación. Sin embargo, entre sus acantilados se esconden algunas playas de arena negra, consideradas entre las más agrestes y bellas de Tenerife.
Estos recónditos lugares, para ir a los cuales no existía carretera hasta hace unos cuarenta años, basaron su economía en el cultivo de la caña de azúcar y la producción de vino, sobre todo de malvasía.
TAGANANA. PLAYA BENIJO. PLAYA ALMACIGA.
Desde el Bailadero, tomamos la vertiginosa carretera que desciende hasta Taganana y la costa. En el camino nos detuvimos para contemplar las fabulosas vistas que habíamos admirado en fotos y postales. Asimismo, descubrimos la famosa roca conocida como el León de Taganana, con su melena y todo.
La cabeza del león de Taganana arriba, a la derecha.
El Mirador del Risco Magoje nos ofreció perspectivas de la costa con sus aguas inmensamente azules y sus imponentes roques.
Al llegar a la costa, seguimos hacia la derecha, en dirección a Playa Benijo, donde, en lo alto de una pequeña loma, hay tres restaurantes que ofrecen pescado fresco y unas vistas estupendas de la playa y la línea costera. Almorzamos en un comedor interior, mirando al mar.
En esta zona hay una interesante red de senderos que, quizás, exploremos en alguna próxima ocasión. Tras el almuerzo, retrocedimos hasta el Roque de las Bodegas y la Playa de Almaciga, que ofrece un paseo majo entre las rocas, con túnel y pasarela incluidos, y con panorámicas preciosas de un mar embravecido. Son buenas playas, pero seguro que hay que tener cuidado con las corrientes y el oleaje.
Volvimos a subir la empinada carretera que conduce al Bailadero, pero allí en vez de volver por donde habíamos venido, enfilamos hacia el este, por la ruta paralela al Barranco de las Huertas que, en última instancia, lleva hasta San Andrés y Santa Cruz de Tenerife, ciudad que atravesamos sin detenernos, pues ya la conocíamos de otro viaje (lo cuento en otra etapa). Como por arte de magia, al salir a la costa este, volvió el sol y el buen tiempo. Menudo cambio.
CANDELARIA.
Esta población de 28.000 habitantes está considerada como el lugar sagrado y de peregrinación por excelencia de las Islas Canarias, ya que allí se custodia la imagen de la Virgen de la Candelaria, la Patrona General de todo el archipiélago. La historia cuenta que los aborígenes guanches encontraron la talla de la Virgen en la playa de Chimisay hacia 1390 y en 1446 la trasladaron a la Cueva de Achbinico, en municipio actual, que no fue independiente hasta 1812. En 1458, tres religiosos franciscanos fundaron una ermita en torno a la talla de la Virgen y se relacionaron con los nativos, a muchos de los cuales bautizaron y enseñaron su lengua, lo que facilitó su apoyo posterior a los conquistadores castellanos. Durante los siglos siguientes, la cueva se convirtió en un lugar sagrado, al que acudían fieles de toda la isla. La talla original que hallaron los guanches se perdió durante unas inundaciones que acaecieron en 1826 que arrasaron la localidad, por lo cual la imagen que se conserva en la actualidad es una réplica.
Candelaria cuenta actualmente con 28.000 habitantes y resultó ser más grande de lo que nos imaginábamos, así que fuimos directamente a la Plaza de la Patrona, donde se encuentra lo que nos interesaba ver, la Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria, construcción de mediados del siglo XX, erigida sobre una antigua iglesia y que, al albergar la imagen de la Patrona, se ha convertido en el principal centro mariano de las Islas Canarias. La Cueva de Achbinico se encuentra detrás de la Basílica y a ella acuden los peregrinos. En las inmediaciones se encuentra el Real Convento Dominico de Nuestra Señora de la Candelaria que sustituyó al que se llevó las riadas de 1826.
Por lo demás, la Plaza de la Patrona es un espacio muy amplio, uno de cuyos laterales da al Paseo Marítimo, donde se han colocado las varias estatuas de gran tamaño en bronce que representan a los nueve menceyes o reyes guanches que gobernaban la isla en el momento de su conquista por los castellanos.
MALPAIS DE GUIMAR.
No nos entretuvimos demasiado tiempo en Candelaria porque, entre otras cosas, antes de que se hiciera de noche queríamos hacer al menos un trozo del sendero del Malpais de Guimar. Así que nos dirigimos hacia el Puertito de Guimar, al final del cual, en la Calle Almirante Cervera, se encuentra el inicio del sendero circular y de dificultad media, 6,11 kilómetros de longitud y 3 horas y media de duración. Como sabíamos que no nos daría tiempo a hacerlo completo, empezamos a andar por una senda que contaba con miradores y paneles informativos, dejando a un lado la ruta que iba pegada al mar, ya que nos pareció menos interesante.
Sendero.
Este malpaís es una Reserva Natural Especial de gran importancia ecológica y protegida desde 1987. El paisaje volcánico resultó sorprendente y muy bonito, presidido siempre por la llamada Montaña Grande, un cráter de 276 metros de altura. Mientras las nubes abrazaban las montañas de la parte central de la isla, durante nuestra caminata pudimos admirar conos y lavas, así como varias especies endémicas y multitud cardonales y tabaibales, así como muchos tipos de líquenes. Un paseo de lo más interesante, en el que pude obtener fotos de lo más resultonas.
EL PUERTITO DE GUIMAR.
Ya casi de noche, regresamos al Puertito de Guimar, donde habíamos dejado el coche, y dimos una vuelta por el Paseo Marítimo, muy animado por grupos de turistas, sobre todo extranjeros.
Una atracción muy concurrida en la cercana Guimar (no en el Puertito de Guimar) es un conjunto de seis pirámides escalonadas de piedra volcánica, cuyo origen y antigüedad suscitan muchas teorías contrapuestas, desde que se trata de un amontonamiento casual de piedras hasta que fueron construcciones llevadas a cabo por antiguas civilizaciones con finalidades diversas, como astronómicas o de culto al sol. La hipótesis más aceptada sugiere que fueron erigidas por campesinos en el siglo XIX para delimitar los campos de cultivo. Se encuentran en un Parque Etnográfico con museos y jardín botánico, para acceder al cual hay que pagar una entrada que para un adulto no residente en Canarias está en torno a los 12,50 euros. No opino si merece o no la pena porque nosotros no lo visitamos. Y tampoco recuerdo haberlo hecho en viajes anteriores.
Después, nos dirigimos a nuestro punto de alojamiento de la jornada, en La Orotava. Teníamos que hacer 53 kilómetros, unos 50 minutos de viaje en el coche. Pero eso lo cuento en la siguiente etapa.