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Nos levantamos y bajamos a desayunar ya que lo que incluía el precio de la habitación de nuestro hotel, el Ibis Styles Tours. El desayuno estaba bien (desayuno continental, no americano), pero si os alojáis en ese hotel, os recomiendo probar una paté como de carne hilada de pollo (en Málaga se le conoce como pringá y se hace con la carne del puchero) que está de muerte. Además podréis hacer vuestro propio zumo de naranja si queréis.
A las 9:00 ponemos rumbo al Castillo d’Ussé, que abre a las 10:00 y se encuentra a 45 minutos de nuestro hotel en Tours.
No tomamos el peaje, así que disfrutamos de una preciosa carretera entre árboles pasando por pueblecitos diminutos y encantadores.
Este castillo d’Ussé inspiró a Charles Perrault para escribir su Bella Durmiente.
Construido en una fortaleza en la Edad Media, cambia a lo largo de los siglos para convertirse en un modelo de la arquitectura del Renacimiento de los siglos XVII y XVIII.
Hoy en día, Le Château d’Ussé sigue siendo una residencia privada. El duque de Blacas y su familia aún residen allí y cuidan apasionadamente este lugar encantador. El jardín francés, diseñado por Le Nôtre, y las terrazas previstas por Vauban, definitivamente transformaron el castillo en un lugar encantador donde vivir.
Son varias la zonas a visitar en el castillo.
Comenzamos por la capilla.
Continuamos por las cuevas, cuyo usos según comprobamos eran para bodegas. Hay varios maniquíes para transportarnos a aquella época.
Por último, de la zona exterior visitamos las caballerizas y la talabartería.
Continuamos la visita entrando a la zona del castillo dedicada a la bella durmiente, donde también encontramos maniquíes en sus estancias contándonos la historia.
Recorremos toda esta zona del castillo por estrechos pasillos y escaleras de caracol.
Especialmente llamativa es la buhardilla de madera, aunque me fue imposible no pensar el peligro de tanta madera en caso de incendio. Debéis tener mucho cuidado con los escalones de esta zona, ya que están muy desgastados y podéis perder el equilibrio.
Esta zona lo tiene todo de castillo antiguo, incluso las telarañas.
Terminada esta parte de la visita entramos a lo que es el castillo en sí. Las habitaciones son totalmente distintas, mucho más ricas en decoración y muebles.
Bajamos a la prisión, oscura, húmeda y desagradable, recordándonos el infierno que debía ser en aquella época.
Y continuamos la visita al palacio y sus dormitorios.
Sus jardines, siguiendo el estilo francés, nos parecieron un poco pequeños.
El precio de la entrada es de 14 €. Tardamos una hora y media en ver el castillo y los jardines. El aparcamiento es gratuito.
Ponemos rumbo al siguiente destino: Castillo de Villandry. Se encuentra a media hora en coche.
El castillo de Villandry es el último de los grandes castillos erigidos durante el Renacimiento en el valle del Loira. La sobria elegancia de su arquitectura se combina con el encanto de sus jardines, que hacen de este monumento una de las joyas del patrimonio mundial.
Estos jardines, de estilo renacentista, incluyen un jardín acuático, flores ornamentales y una gran variedad de vegetación. Están distribuidos con patrones formales creados con arbustos pequeños. Destacan en sus jardines el laberinto, el jardín del sol presidido por una fuente en forma de estrella, y el jardín del agua que se articula alrededor de una enorme estanque con cisnes.
Una de las partes que más me gustó de los jardines fue el río artificial con cascadas que hay cerca del castillo.
Antes de entrar al castillo visitamos la última parte del exterior. En este caso, el bosque de Belvedere. Un auténtico bosque de árboles altísimos y cerrados de belleza 100 % natural.
Tras la visita a los jardines nos disponemos a visitar el castillo por dentro y todas sus estancias.
Leí en muchos foros de viaje sobre este castillo, y no encontré a nadie que lo hubiera visto por dentro.
Teniendo en cuenta que el precio de la visita a los jardines y el castillo era de 10 €, y ver sólo los jardines costaba 6.50 €, no entendía por qué la gente no entraba a ver el castillo, así que mis expectativas de él eran muy bajas.
Sin embargo me sorprendió, porque las habitaciones están muy bien conservadas al estilo de aquella época. Y con bastantes más salas que ver que el Castillo d’Ussé.
Una de las partes corresponde a una exposición de cuadros y estatuas. Nos llamaron la atención el cuadro de los gatos, el del enano (que no bebé), y la cabeza colgando. No olvidéis mirar los techos ya que uno de ellos es espectacular.
Las mejores vistas de los jardines se tienen desde la torre del castillo.
El precio de la entrada del castillo y jardines es de 10 €. Tardamos dos horas en ver el castillo y los jardines. El aparcamiento es gratuito.
El día anterior en nuestro paseo por Tours compramos unos filetes de pollo empanados y precocinados, pan y patatas para almorzar, por lo que nos salió el almuerzo tirado del precio. El problema es que queríamos comer con alguna bebida fría (nos estaba haciendo mucho calor esos días), así que buscamos un sitio al lado del castillo de Villandry donde comprar bebidas: La Granje Aux Pains (a pie de carretera y a tres minutos de la entrada al castillo). En Francia los refrescos y la bebida en general son un bien de lujo. Una lata en un supermercado de España cuesta 33 céntimos y allí 1 €, así que en cualquier bar, restaurante o tienda te cobran de 3.20 a 3.60 € (por una botella o lata de 33 centilitros). Nos decidimos por un zumo de pera y manzana que nos salía más a cuenta (al llevar un litro). ¡Estaba buenísimo! Además nos dimos el capricho de comprar un dulce típico de ese pueblo: Amandine (2.35 €). Es un pastel de pasta flora, almendras troceadas y relleno de confitura de frambuesa. Espectacular.
Comimos en un área de descanso que se encuentra delante del castillo.
Como era muy temprano y teníamos aún la tarde por delante, nos acercamos a ver el Castillo de Langeais, que se encuentra a sólo 15 minutos de Villandry.
Fue originalmente una fortaleza medieval edificada a finales del siglo X por Foulques Nerra sobre un promontorio rocoso que sobresale sobre el valle del Loira.
Bajo la dominación de la dinastía inglesa de los Plantagenet, el castillo es ampliado por Ricardo Corazón de León. Felipe Augusto lo reconquistará en 1206 y más tarde será destruido durante la Guerra de los Cien Años.
Está actualmente considerada como la más antigua de las fortalezas de piedra construida en suelo francés.
Es un castillo bastante oscuro y eso se refleja en sus habitaciones.
Una de las salas estaba teatralizada pero obviamente hablando en Francés, y muy rápido por cierto, no entendimos nada.
En este castillo encontramos suelos de mosaicos muy bonitos y muchos tapices antiguos en los que claramente aún no dominaban el arte de representar animales, lo que nos deja aves volando con las alas como fénix, leones con caras desconfiadas y sonrientes y avestruces con puente en el pico y orejas. Os recomiendo que examinéis los tapices porque no tienen desperdicio.
Finalizando la visita, rodeamos el edificio por la zona de la azotea donde podemos disfrutar de unas preciosas vistas del pueblo.
Se puede subir a esa pared de piedra por unas escaleras de madera que hay por detrás, para disfrutar de la vista completa del castillo de Langeais (un poco afeada por encontrarse en obras).
Su jardín nada tiene que ver con el del castillo d’Ussé y mucho menos el de Villandry; es simplemente un bosque por el que pasear.
Lo más llamativo que encontramos es una espectacular casa en un árbol a la que podemos subir.
El precio de la entrada es de 9 € y se visita en hora y media. El aparcamiento es gratuito.
En la azotea del castillo vimos a lo lejos una preciosa iglesia: Saint Jean Baptiste (San Juan Bautista), así que nos disponemos a visitarla, con la suerte añadida de encontrarla abierta.
Fuimos al hotel, nos duchamos y bajamos andando al centro. El día anterior acabamos llenísimos con las galettes así que no pudimos probar los crêpes dulces. Hoy vamos a Mamma Bigoude a probarlos. Estaban espectaculares (pedimos el Dalí con trozos de Chips Ahoy, y el Rembrandt con trozos de macarons). El sitio por dentro es muy original y los camareros muy amables.
Tras saciar nuestra gula nos volvimos andando al hotel. Al día siguiente nos esperaban tres castillos más.
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