Nuestra llegada a Cusco no nos dejó indiferentes.
Habiamos volado desde Arequipa y en apenas una hora estabamos con las maletas en el hotel. El vuelo sin problemas, como todos los que hicimos en Perú con la compañía LAN que incluía un refresco y aperitivos.
El hotel en Cusco era el Casa Andina Private Colletion, una encantadora casona típica pero con todas las comodidades de un hotel de lujo. Era nuestra estancia en esa zona de Perú donde estaríamos varios días y regresaríamos después de la visita al Machu Picchu.
Tras el check-in, nuestra guía nos estaba esperando en el hall para comenzar la visita a las 4 ruinas arqueológicas próximas a Cusco y que estabamos deseando ver.
Es un recorrido por varios fortalezas y santuarios que suponen un primer contacto con la arquitectura monumental de los inca que nos impresionó bastante, sobre todo Saqsayhuaman , donde vimos por primera vez los enormes bloques de piedra tallados que luego encontrariamos también en la propia Cusco.
El lugar era realmente impresionante y transmitía una sensación casi mágica a pesar de ser una fortaleza defensiva. Había mucha gente pero la inmensidad del espacio nos hacía parecer "pequeñas hormiguitas" salpicadas aquí y allá.
Nos contaron que es aquí donde los alumnos que se graduan en los colegios de Cusco celebran su fiesta y desde luego es un recuerdo imborrable!!
Continuamos hacia Qenqo y Puka Pukara Qenko, ambos muy próximos y que forman un conjunto ritual construído en un afloramiento de roca caliza. Los incas consideraban estas rocas como mágicas y no es de extrañar porque destacan de forma extraodinaria en el paisaje, así que es fácil pensar que los dioses tuvieron algo que ver con ellos.
Puka Pukara o la fortaleza roja, se compone de escalinatas y grandes muros pero de menor tamaño que Saqsayhuaman y finalmente, se visita Tambomachay también conocida como los Baños del Inca donde encontramos un balneario de periodo inca bastante ingenioso.
Las canalizaciones permitían llevar el agua por todas las terrazas sin desperdiciar ni una gota, y el sistema de "grifos" consistía en tallar la roca de una manera especial. Nuestra guía nos enseñó el truco: si pasabas las mano por el borde de la piedra, el agua dejaba de correr como si hubieras cerrado el grifo...y si volvías a pasar la mano, de nuevo caía el agua al siguiente canal.
Increíble!! Estos incas eran unos ingenieros fantásticos y todo eso tallando una piedra


Ya estaba atardeciendo y volvimos hacia Cusco. El coche nos dejó en el mirador de San Cristobal donde se tiene una bonita panorámica de la ciudad y las montañas de alrededor. La leyenda cuenta que la ciudad tiene forma de puma, el animal sagrado, pero nosotros la verdad es que no se la vimos aunque daba igual porque las vistas eran muy chulas.
Si os apetece podeís ir buscando estas señales por las calles de la ciudad donde hacen referencia a esa leyenda.



Desde el mirador había dos opciones: una bajar en coche y la otra, hacerlo paseando por el barrio bohemio de San Blas. Evidentemente, queríamos pasear y disfrutar de la tarde por esos callejones con encanto así que estaba clara la decisión!!
No hay pérdida, una calle principal baja directamente a la Plaza de Armas pero lo mejor es salirse un poco del recorrido turístico y buscar los estrechos callejones llenos de pequeñas tiendas de artesanía abarrotadas de cuadros de arcángeles, azulejos, espejos de madera y tallas religiosas. Imposible no entrar en alguna de ellas buscando un recuerdo

Os recomiendo que no esperéis a otro sitio porque allí es donde compramos los mejores regalos!!
La llegada a la Plaza de Armas impresiona sobre todo conociendo la historia del lugar. En ella han ocurrido los principales acontecimientos políticos y religiosos de la ciudad, desde las ceremonias sagradas de lnti Raymi o fiesta del Sol hasta el ajusticimiento en manos de los españoles de Túpac Amaru. Su figura dorada preside la fuente central aunque es imposible hacerse una foto decente

La plaza está rodeada de la mejor arquitectura cusqueña: la Catedral, la Capilla de la Sagrada Familia, la Capilla del Triunfo y como no, la Iglesia de la todopoderosa Compañía de Jesús.

Nosostros visitamos el interior de la Catedral con una amplia colección de pintura cusqueña, incluída una Sagrada Cena donde el "plato principal" es el famoso conejíllo de indias o cuy

Luego nos dirigimos atravesando varias calles de piedra hasta la Qoricancha o Templo del Sol, el principal centro religioso de la ciudad que sin embargo es prácticamente irreconocible tras la intervención española. Sobre el que los incas consideraban "el ombligo del mundo", los conquistadores construyeron el Convento de Santo Domingo

Aún así todavía es posible disfrutar de restos antiguos como el Templo de la Luna o los muros exteriores que formaban la terraza principal de la construcción. La mezcla de estilos es muy interesante y dan carácter al edificio.
Leimos que hay un espectáculo nocturno en el patio central pero el horario no nos venía bien porque preferíamos seguir viendo la ciudad, así que no nos quedamos.
De vuelta a la plaza subimos a la famosa calle Hatunrumiyoc, junto al Palacio Arzobispal donde se encuentra la piedra conocida como "La Piedra de las 12 puntas" que era parte del palacio del Inca. Curioso ver cómo pudieron tallar con tanta habilidad ese enorme bloque de piedra, ya sólo moverlo tuvo que ser una pesadilla


Sin embargo, la cantidad de turistas y la presencia de un guardián que custodiaba la piedra disfrazado de inca de dudoso gusto, le hizo perder mucho encanto...


Ya era hora de descansar de tanta cultura y de tanta piedra así que una paradita en el hotel no nos venía mal.
Había sido un día largo y aunque sorprendidos de no sufrir todavía ningún sintoma por el "mal de altura" no era plan de arriesgarse. Parecía que llevásemos toda la vida a esa altura pero es que como yo digo: "tu dame vacaciones y se me quitan tó los males" jajajaja...
De todas formas no queríamos tentar a la suerte, y ya habíamos tomado la costumbre de beber mucha agua, por si acaso!!
Por la noche volvimos a los alrededores de la plaza de Armas, donde estaba la mayoría de los restaurantes recomendados. Sin embargo, había demasíado menú turístico, o al menos eso es lo que nos pareció, así que al final nos alejamos algo más y fuimos al restaurante El Virrey.
Tampoco fue un acierto total porque el local tenía una decoración bonita pero la comida no era nada del otro mundo.

Menos mal que el día siguiente nos desquitamos!!!


