Cuando alquilamos el quad os dije que fue esencial que el establecimiento estuviera casualmente al lado de la estación de autobuses y ahora veréis por qué. El ferry a Mykonos salía del puerto de Athinios a las 9:00hrs, el autobús hacia allí desde Fira salía a las 8:00, a la misma hora que abría Motomanos.
Podríamos haber contratado el transporte al puerto en el hotel pero después de la jugarreta del primer día no nos fiábamos y el precio del taxi eran 30€ además de que no es fácil conseguirlo, así que la solución fue la siguiente: El día anterior le explicamos la situación al dueño de Motomanos y le pedimos que por favor nos dejara devolver el quad 10 minutos antes. Aceptó sin problemas, así que el día D, salimos del hotel a las 7:40 montamos en el quad con nuestra mochila y ¡las dos maletas! y carretera y manta. Rafa me dejó en la estación con las maletas para ir comprando los billetes de autobús (2,30€ cada uno) y fue a devolver el quad. Él lo tenía claro, si no estaba abierto, le dejaba el quad en la calle con las llaves puestas aunque se quedara sin carnet de conducir. Al final, a las 07:58 estaba de vuelta en la estación con su carnet y un frappé y barritas de sésamo para desayunar. Todo en orden.
El trayecto al puerto fue de 20 minutos y en media hora ya estábamos todos listos para zarpar en un ferry sin asientos exteriores y con ventanas no aptas para contemplar una última bonita imagen de la isla, como yo imaginaba. El trayecto de 3:40hrs con tres paradas sirvió para confirmar algo que yo ya venía sospechando: no soy chica de barco.
Llegué a Mykonos con bastante mal cuerpo, pero esta vez sí teníamos la mini-van del hotel para recogernos gratuitamente. Villa Matina nos encantó, teníamos una casita muy “cuqui” blanca y azul, limpia y con una buena piscina.

Desde recepción llamaron para pedirnos un quad y en 5 minutos un chico nos recogió en coche para ir a Euromoto Kinisi a firmar y recogerlo.
Resulta que en Mykonos no vale con tener carnet B para conducir moto, hay que tener el específico, pero si te ven responsable hacen la excepción y nosotros fuimos una. Fue más caro que en Santorini, 30€ al día y con menos potencia. También tuvimos que pagar en efectivo, pero esta vez si nos dieron cascos porque la multa en caso de no llevarlos es importante, aunque luego la gente hacía lo que quería. Es importante tener en cuenta que todas las gasolineras de la isla están alrededor de la capital, nosotros cargamos y gastamos 8,40€ en total.
A continuación fuimos a Chora, la capital. Sus calles son muy bonitas y agradables para pasear, pero estábamos demasiado enamorados de Santorini como para decir que mejores.

Comimos al borde del mar al lado de la pequeña Venecia en un restaurante llamado Nice & Easy con una buena terraza. Aquí la cocina era menos tradicional y más orientada a un turismo digamos de “postureo”, pero estaba deliciosa, eso sí.

Compartimos un queso caramelizado con mermelada de lima y pedimos pasta con setas y espaguetis con salmón. De postre, una mousse de naranja y espuma de natillas. Fueron 57,10€. Esto era otra cosa.

Mientras comíamos vimos pasar al famoso pelícano de la isla y después fuimos hacia los típicos molinos, desde donde se ve mejor que desde ningún otro sitio la “pequeña venecia”.

En Mykonos el sol cae antes que en Santorini, pero aún tuvimos tiempo para pasarnos a echar un vistazo por las playas de Ornos y Agios Ioannis, ambas sin apenas espacio para poner la toalla a no ser que lo hagas en las tumbonas de os beach clubs.

Nos costó llegar a ambas porque en la isla está todo bastante mal indicado, así que estad atentos.
A lo largo de nuestra estancia vemos en que se empeñan en comparar una y otra vez la isla con Ibiza, y como persona que ha estado en ambos destinos con menos de un mes de diferencia, dejadme que os diga que ahí ganamos por goleada en todos los aspectos. A pesar de eso, cada destino tiene su encanto y estábamos muy felices de estar allí y poder descubrirlo.
Con la caída del sol se levantó un poco de aire y volvimos al hotel a descansar un rato, porque yo no terminaba de sentirme al 100% después del trayecto en barco.
Para cenar buscamos el restaurante Fato a Mano que habíamos visto recomendado varias veces, pero como no lo encontramos, fuimos a Casa di Giorgio, otro de los que teníamos en a lista. Repetimos comida italiana ese día, sin embargo yo le dí un toque del país y pedí una pizza griega mientras Rafa seguía con sus ravioli de setas. De aperitivo pedimos unas bruschettas y de postre una pannacotta que estaba espectacular. El precio fue de 57,20€, lo que esperábamos según lo visto.

No vimos la fiesta que se supone que tiene la isla por ningún lado, pero nosotros teníamos ya ganas de descansar y tras un paseo para bajar la comida volvimos al hotel. Por cierto, es una odisea aparcar el la ciudad incluso con moto, tenedlo en cuenta y más si al final os toca reservar un coche; procurad que al menos sea un Smart.
