Hoy haremos nuestra última excursión en Perú. Que pena, con lo bien que lo hemos pasado y esto ya se acaba pero aprovecharemos este último día como los anteriores, a"tope".
A las 08:00, después de desayunar nos pasan a recoger por el hotel y con dos chicas valencianas vamos a visitar las Chulpas de Sillustani, que estan a unos 40 kms. de Puno, dirección Juliaca, otra ciudad importante de la región.
Llegamos al sitio arqueológico, que consiste en una serie de torres funerarias, casi todas medio derruidas y que datan de la época pre-inca. Están en una pequeña meseta en un itsmo de la laguna Umayo.
El guía nos explica que las torres están medio derruidas porque en ellas, a lo largo de los años han ido cayendo multitud de rayos que las han ido rompiendo poco a poco, a parte de que con la llegada de los españoles a la zona también fueron saqueadas en busca de oro y otros metales preciosos. En la zona hay varios para-rayos. Deducimos que o bien en el suelo y subsuelo de la zona hay minerales férricos o magnéticos, o que las mismas torres están hechas con rocas con un alto contenido de estos minerales.
En estas torres, de unos 10 mts. de alto y unos 6 de diámetro, ponían a los muertos en su interior y luego los tapaban con rocas y tierra hasta arriba del todo. Las rocas con las que están hechas las torres, de unas dimensiones y peso considerables, están encajadas milimétricamente y en las juntas no entra ni un palillo de los de los dientes, comprobado.
El guía, de camino a la salida del recinto nos enseña una piedra con el dibujo de una serpiente y acerca una brújula. La aguja se vuelve loca lo cual nos corrobora la presencia de magnetita en el lugar. Yo hice la misma prueba con la brújula electrónica del GPS del móvil y también alteraba la indicación cardinal.
A la entrada del recinto arqueológico también hay multitud de puestos de recuerdos y artesanía. Una constante en todos los lugares que hemos visitado en nuestro viaje.
Regresamos a Puno y vamos a comer al restaurante Los Balcones, al lado de la plaza de Armas, por recomendación del guía. La comida, Cebiche de trucha del lago Titicaca y filete de llama, muy buena y muy bien hecha y presentada.
Nos queda, aún, toda la tarde y la dedicamos a pasear sin rumbo fijo por Puno y comprar los últimos recuerdos para la familia y los amigos intentando calcular el peso de las maletas para no pasarnos y tener problemas a la hora de facturarlas.
Por la noche, después de cenar salimos a pasear y tomar una copa de despedida en la zona turística. Hace un frío que pela, estamos a 1 grado positivo.
A las 08:00, después de desayunar nos pasan a recoger por el hotel y con dos chicas valencianas vamos a visitar las Chulpas de Sillustani, que estan a unos 40 kms. de Puno, dirección Juliaca, otra ciudad importante de la región.
Llegamos al sitio arqueológico, que consiste en una serie de torres funerarias, casi todas medio derruidas y que datan de la época pre-inca. Están en una pequeña meseta en un itsmo de la laguna Umayo.
El guía nos explica que las torres están medio derruidas porque en ellas, a lo largo de los años han ido cayendo multitud de rayos que las han ido rompiendo poco a poco, a parte de que con la llegada de los españoles a la zona también fueron saqueadas en busca de oro y otros metales preciosos. En la zona hay varios para-rayos. Deducimos que o bien en el suelo y subsuelo de la zona hay minerales férricos o magnéticos, o que las mismas torres están hechas con rocas con un alto contenido de estos minerales.
En estas torres, de unos 10 mts. de alto y unos 6 de diámetro, ponían a los muertos en su interior y luego los tapaban con rocas y tierra hasta arriba del todo. Las rocas con las que están hechas las torres, de unas dimensiones y peso considerables, están encajadas milimétricamente y en las juntas no entra ni un palillo de los de los dientes, comprobado.
El guía, de camino a la salida del recinto nos enseña una piedra con el dibujo de una serpiente y acerca una brújula. La aguja se vuelve loca lo cual nos corrobora la presencia de magnetita en el lugar. Yo hice la misma prueba con la brújula electrónica del GPS del móvil y también alteraba la indicación cardinal.
A la entrada del recinto arqueológico también hay multitud de puestos de recuerdos y artesanía. Una constante en todos los lugares que hemos visitado en nuestro viaje.
Regresamos a Puno y vamos a comer al restaurante Los Balcones, al lado de la plaza de Armas, por recomendación del guía. La comida, Cebiche de trucha del lago Titicaca y filete de llama, muy buena y muy bien hecha y presentada.
Nos queda, aún, toda la tarde y la dedicamos a pasear sin rumbo fijo por Puno y comprar los últimos recuerdos para la familia y los amigos intentando calcular el peso de las maletas para no pasarnos y tener problemas a la hora de facturarlas.
Por la noche, después de cenar salimos a pasear y tomar una copa de despedida en la zona turística. Hace un frío que pela, estamos a 1 grado positivo.