Nuestra primera mañana en Pensacola amanecíamos mucho más temprano de lo que es habitual para nosotros. A las 7 de la mañana ya estábamos desperezándonos y mirando el canal del tiempo en la TV para comprobar que íbamos a tener día despejado, pero no mucho calor.
Al abrir la ventana de la habitación, las sensaciones de la noche anterior se confirmaban. ¡Que maravilla de vista! Desde la cama teníamos una vista espectacular de la bahía de Pensacola, e incluso algo de fauna se acercaba al embarcadero de la casa.
Como hacía casi 5 años que no nos veíamos, la mañana con uno de mis familiares fue larga. Un desayuno típicamente americano, (zumo, tortitas, bacon, café cubano……) Cuando nos pusimos en marcha eran casi las 11 de la mañana.
El planning del día consistía en conocer un poco de la ciudad de Pensacola. Una pequeña ciudad de unos 50.000 habitantes (500.000 incluyendo toda el área metropolitana), pero tremendamente histórica. Fue la primera ciudad fundada en EEUU (1559), pero dado que un huracán la destruyo por completo en el mismo año, la ciudad fue abandonada en 1561. La ciudad goza de gran fama histórica en EEUU al ser conocida como la ciudad de las 5 banderas, pues allí han ondeado banderas de España, Francia, Gran Bretaña, EEUU y Estados Unidos Confederados de America. Cerca del puerto podemos encontrarnos las 5 banderas en cuestión.
Con un rápido paseo por la zona histórica de Pensacola nos damos cuenta de la gran herencia española del lugar. Encontramos el cruce entre Zaragoza Street y Tarragona Street de camino al distrito histórico.
Tras reservar la visita al distrito (A pie y en inglés), comenzamos a visitar la zona con una guía ataviada con ropajes de época. Si bien la visita resultó muy instructiva históricamente, además de entretenida (Gracias al buen humor de la guía), el acento sureño comenzaba a hacer de las suyas y por momentos nos resultaba un poco difícil seguir su narración.
Aquí tenéis a la guía demostrando prácticamente como hacer fuego a la antigua usanza.
Durante la visita nos acompañaban un par de familias con niños pequeños, así que cuando entrabamos en alguna de las casas históricas que se conservan de diferentes épocas, los niños tocaban todo y preguntaban todo. En un momento dado uno de ellos paso corriendo junto a mi, pisándome. Ante mi mirada de mala leche, la madre le dijo que viniese a pedirme perdón en un tono muy severo. El niño vino hasta delante mia y sin mirarme, me pidió perdón. Yo no pude menos que decirle “No te perdono, ahora quiero pisarte yo a ti” Todo el mundo me miro como si de un psicópata se tratase, en ese momento pise un poco (Solo con la puntera del pie) el playero del niño, quien me miro extrañado. “Ya estamos en paz” El niño se empezó a reír y el resto de los visitantes también. “Kids are the same everywhere”
El resto de la visita discurrió por varias casas particulares, donde se nos mostraban utensilios de época, ropajes, muebles,etc…. Mientras nos contaban la historia familiar de los que allí habitaron.
Como la época navideña se aproximaba, varias de las casas ya lucían decoración propia de la navidad, lo cual les daba un aspecto aún mas autentico.
Si bien las visitas a las casas eran interesantes, a mí me gustó especialmente la visita a una iglesia ya desacralizada. Old christ church
Me llamo especialmente la arquitectura del tejado, pues visto desde el interior de la iglesia parecía el casco de un barco de madera invertido. Tras preguntar a la guía, nos indico que los constructores originales habían sido carpinteros que se dedicaban a reparar barcos, así que la relación que yo hacía era posible.
Me resultó extraño ver la bandera “española” que lucían varias de las casas del distrito histórico de Pensacola. No soy muy bueno en esto, pero no asocio esta bandera a ningún momento histórico de España. Ana, que es mas aficionada a la historia mas contemporánea, tampoco era capaz de identificarla. (¿No será que han metido la pata ellos?)
Al finalizar la visita a pie, teníamos dos opciones. Buscar un restaurante para comer o tomar una cerveza. Mirada furtiva entre Ana y yo…….. cerveza. Con semejantes desayunos, comer a mediodía era gula en estado puro.
Nos metimos en una cervecería con bastante fama, ya que además de venderla, también la fabrican. Gran cantidad de marcas y tipos de cervezas, buen ambiente y una terraza en el exterior que no aprovechamos. Pensacola Bay Brewery
Tras un par de cervezas, de nuevo a la calle. La tarde iba avanzando y decidimos dar un paseo a pie por el centro de la ciudad. Tras cruzar el parque Fernando VII, donde comenzaban a colocar los adornos navideños, llegamos a la calle mas comercial, Palafox St.
La calle tiene mucho encanto. A diferencia de las grandes ciudades americanas, puedes ver gente por la calle paseando o mirando tiendas. Toda la calle esta repleta de cafes, restaurantes, joyerías, tiendas de ropa o salas de música. Si a eso le añadimos los soportales metálicos, se forma un lugar de película.
La decoración navideña era algo con lo que no contábamos en este viaje, pero tengo que decir que le daba un aire mucho mas americano a todo.
El paseo era muy agradable. Pocos coches, poco ruido, buen ambiente en la calle, nula sensación de inseguridad, buena compañía…. Lastima que la tarde iba tocando a su fin.
Volvimos a por el coche y nos dirigimos a una zona más al norte para ver Fort George Park, ubicación histórica de la localidad, donde apenas queda nada original. Eso sí, la imagen de la Primera iglesia Baptista de Pensacola con la luz del atardecer era propia de una película de vampiros.
De vuelta al coche tocaba buscar donde cenar, y el destino elegido fue Fish house.
http://fishhousepensacola.com/
Un lugar elegante, con una terraza con vistas al mar impresionante, y con música en directo en la terraza.
Si la memoria no me falla, Ana cenó trucha y yo unos tacos de pescado, todo regado con vino blanco. La comida estaba espectacular, con raciones muy grandes (O quizás era el desayuno que aún hacia acto de presencia)
La cena fue muy buena, pero como siempre, los camareros cada 3 minutos preguntando si todo está a tu gusto………… malditos buscadores de propinas que no te dejan conversar tranquilo con tus acompañantes.
Por supuesto nos acordamos de la famosa escena de las propinas de Reservoir dogs.