Al despertar en Baton Rouge nos empezamos a dar cuenta que el viaje estaba llegando a su fin. Nos tocaba conducir de nuevo a Nueva Orleans y volar a Miami de nuevo, donde habíamos reservado el mismo hotel que a nuestra llegada casi 15 días atrás. Aquello de cerrar los círculos y tal……
Con un poco de pena nos subimos al Impala para una última cabalgada.

Maletas atrás, Creedence Clearwater Revival sonando bien fuerte y camino a Nueva Orleans.
Me llamo mucho la atención lo cerca que pasa la autopista respecto a la pista de aterrizaje.

Una vez llenado el depósito de combustible, camino al parking de alquiler de coches y a despedirse de este compañero de viaje. “Y pensar que cuando me lo adjudicaron no me gustaba en absoluto” Un coche que con alguna pega (Falta de cámara de visión de trasera y falta de fuerza en las salidas) es comodísimo para largos viajes. Muy recomendable si pensáis conducir muchas horas.

Hasta siempre compañero.
Un pequeño paseo hasta los mostradores de American Airlines por el vetusto aeropuerto Louis Amstrong y una pequeña pelea con la máquina de check in después, ya estábamos listos para volar a Miami.


Como no habíamos desayunado nada, decidimos probar los famosos Dunkin' Donuts. No recuerdo el precio de esa media docena, pero no me parecieron caros para tratarse de una franquicia en un aeropuerto.

No estaban mal, pero no llegan al nivel de Krispy Kreme.
Mientras esperábamos por nuestro avión, aproveche para fotografiar los aviones que llegaban y despegaban de la terminal. Mucho movimiento de American Airlines y empresas low cost americanas (Jet Blue, Spirit o Southwest)


Una vez que llego el avión y se abrió el embarque, nueva situación absurda. Una pareja mayor (Unos 60 años), el con aspecto árabe 100% y ella con el típico pañuelo que cubre la cabeza y ropa con la que ni se intuye el cuerpo que hay debajo. Se ponen a pasar el control y ……… que no les dejan subir al avión. Imaginad la situación, Estados Unidos, aeropuerto, y árabes con problemas de seguridad para acceder a un avión. Las caras de todos los pasajeros eran un poema. Delante de mi había un chico con camiseta de Miami Dolphins y gorra del mismo equipo (Mas tarde me conto que volaba a Miami para ir al partido del día siguiente). El chico se giró, miro para mí y resopló. No pude evitar volver a sacar mi encanto sureño. “Creo que vamos a ir todos muy tranquilos en este vuelo” Risas del chico, mías, de Ana y de otra media docena de personas que me habían escuchado……… Pero unas miradas inquisitivas y de mala leche de la pareja árabe y de los empleados que discutían con ellos que metían miedo.
Media docena de codazos de Ana después, subíamos al avión para tener un vuelo de lo más tranquilo. 0 Turbulencias, alguna risa con el fan de Dolphins cada vez que cruzábamos la mirada, y , ¿cómo no?, lluvia y cielo muy negro al llegar a Miami.
Nuevo paseo hasta el centro de alquiler de coches, nueva visita a Alamo y susto. (No podía ser tan sencillo) Como solo íbamos a usar el coche 2 días por Miami, habíamos reservado un coche de categoría Estándar. Un Chrysler 200 o Volkswagen Jetta. Más que de sobra. Firmo el contrato, rechazo seguros adicionales y GPS y bajo al parking. Al mirar el contrato me dirijo al pasillo indicado y susto………….. era el pasillo de los todoterreno.
Busque un empleado de Alamo y le pregunté, pues tenia miedo de marchar con un coche de aquellos y que me cobrasen algo adicional. Su respuesta. “Te han subido de categoría por tener varios alquileres con Alamo en poco tiempo” Pues si, era el tercero en 15 días. “Muchas gracias” Pero, ¿Y ahora que coche elegimos? Las opciones eran Ford Kuga, Jeep Grand Cherokee o Hyunday Santa Fe. Ninguno me convencía mucho hasta que de repente, un empleado de Alamo llegó con un Toyota Four Runner y lo aparcó en ese pasillo. “A por el”
¿No tenéis idea de que coche es? Aquí podéis verlo aparcado junto a un Ford Kuga al día siguiente.

Me había propuesto llevar coches grandes, y lo estaba logrando. Incluso subirse al asiento del conductor era toda una aventura. Y qué decir de la cara de los conductores con los que nos cruzábamos por Miami. Acostumbrados a descapotables o coches muy potentes, cruzarte con este monstruo rural era toda una novedad para ellos. (Que poco me gusta llamar la atención)
Vuelta al mismo hotel que habíamos contratado a nuestra llegada, ducha y llamada a unos familiares con los que habíamos quedado para cenar. Ellos, preocupados por nuestra seguridad, nos dijeron que debíamos tener cuidado al conducir, pues estaban sufriendo tormentas y las carreteras tenían muchos charcos. “Eso no es problema, venimos de Asturias. Allí llueve el 70% de los días, además hemos alquilado un coche que no tiene miedo a los charcos”
El lugar donde cenamos se llamaba Eatting House, en Ponce de Leon Boulevard. Con servicio de Valet en la misma puerta, no recuerdo si eran 7 u 8 $. Para evitar buscar aparcamiento o estar pendientes de parquímetros, dejamos allí el coche. El empleado que recogió el coche nos miró extrañado. Llevar ese coche a un restaurante de cierto nivel, y que quien se baje vaya vestido de manera bastante arreglada, le descolocó mucho.
Al saludar a nuestros parientes, mismo show. ¿Y ese coche? ¿Para que necesitáis ese monstruo en Miami? Está claro que soy un incomprendido.
La cena, genial, es un lugar con mucho ambiente, muy buena comida y recetas originales. Allí fue donde descubrimos algo más adictivo que la cocaína. Pollo frito con bacon, servido sobre un gofre. Si, se que suena empalagoso, pero os aseguro que es una delicia.

Tras una cena en familia, contando anécdotas de familia y de nuestro viaje, fuimos a Pasion del Cielo Coffee. En 100 Giralda Ave Coral Gables. Un lugar donde pudimos tomar café con el sabor al que estamos acostumbrados en España.

Terminamos la noche dando un paseo por bares y clubs de Coral Gables. Mucho ambiente (Era un viernes por la noche) y nula sensación de inseguridad.
Tras despedirnos de la familia nos volvimos al hotel, donde tomamos un par de cervezas viendo la televisión y decidimos como gastar nuestro último día completo en Miami.
Tras pensarlo un poco…….. al día siguiente al Seaquarium