El traslado a Praslin desde Mahe dura 1h10´. Recomiendo tomarse antes una biodramina pues mucha gente se pegó todo el trayecto pidiendo bolsas para el mareo, el chico no daba abasto. Puedes elegir viajar arriba, al aire libre, o en la cabina de abajo. Al principio todo el mundo habla y ríe con las grandes olas, pero al rato todo cambia, cuando el mareo hace efecto. Nosotros llegamos justos, pero sin consecuencias. Recomiendo no desayunar mucho…
Praslin es una isla más pequeña, más asequible, todo está más cerca. Elegimos para los tres días un alojamiento cerca del ferry y de un take away, que nos sirvió para algunas comidas. Volvimos a alquilar un coche (45 €/día) y así pudimos llegar el primer día a Anse Lazio, hermosa playa pero que de nuevo una marea alta dificultaba poderla disfrutar.
Llegamos también a Cote D´Or, donde puedes ver algunas tiendas y sobre todo puedes negociar la excursión full day a Curiose, la islita reserva de las tortugas gigantes. Tras regatear acordamos 80 euros los dos para el día siguiente.
Y allí, en Cote D´Or, está la fantástica Anse Volbert, larguísima playa de arena fina y aguas tranquilas y cristalinas, que recorrí en una mañana, casi solo, y en donde pude ver como un pequeño tiburón merodeaba por esas aguas de escasa profundidad. Puro relax. Inolvidable paseo sin duda.


El segundo día lo dedicamos a ver las tortugas gigantes de la reserva de Curiose, donde acaricias las tortugas dándoles de comer, caminas sobre manglares, comes en una playa y luego te llevan, de regreso, a hacer snorkeling en St. Pierre, un islote repleto de barcas y sin nada que ver aparte de un agua muy movida.
Esa noche la festejamos con una cena en un restaurante bien en Cote D´Or y una cerveza frente al mar.
El tercer día decidimos cambiar de tercio, y en lugar de ver playas nos fuimos a Ford Ferdinand, que es la alternativa al Valle de Mai, mucho más caro y donde se ve lo mismo. Se trata de un parque privado (125 rupias) donde un guía te lleva dos horas por senderos boscosos donde ves las famosas palmeras endémicas de Praslin con el enorme coco de mer, su semilla con forma de sexo femenino y que si quieres llevarte de recuerdo debes pagar una barbaridad pues cada semilla está registrada y controlada para su venta. También se ven loros negros, anguilas… y subes hasta un punto alto con hermosas vistas de la isla.
Como había tiempo (y luz) nos dirigimos, siguiendo la sinuosa carretera plagada de curvas de infarto a Anse Georgette, preciosa playa pequeña que alcanzas tras conseguir la autorización pertinente, pues debes atravesar el enorme y gigantesco hotel Lemuria con sus campos de golf, praderas.... Veinte minutos andando para llegar, y aunque es bien bonita una fuerte marea volvía a frustrar el plan de baño. Menos mal que para regresar un amable chico del hotel nos llevó a la puertas en su carrito de golf.

Ese día terminaba con otra cerveza frente al mar y una cena en la pizzería Da Luca (47 euros los dos).