Osaka no era lo que más nos llamaba la atención a priori y de hecho solo fuimos porque era una ciudad de paso para ir a Koyasan, pero la verdad es que nos gustó mucho. Salvo el castillo (al que os recomendamos que no entréis porque no tiene nada y el de Hiroshima es mucho más bonito), el resto es patear ciudad. Es la ciudad de la perdición, millones de luces de neón, barrios de locura, mil restaurantes, garitos… de todo! Es el núcleo más consumista de todo el país y percibimos que la gente era en general más abierta y outgoing que en otras ciudades como Tokyo.
Desde Hiroshima a Osaka tardamos 2h cortas en tren. Una vez allí tomamos el metro para llegar al hotel.
Nos alojábamos en un sencillo albergue en la zona sur, con habitaciones individuales pero de estilo tradicional (tatami). Súper bien de precio (unos 10 euros la noche). Se llamaba Mikado.
Primera parada, el Castillo de Osaka. Los jardines que lo rodean son preciosos y el castillo es una pasada, aunque no recomendamos mucho entrar (no tiene mucho y las vistas desde arriba no son especialmente bonitas). Pero los alrededores y el parque son un paseo estupendo.
Desde allí, fuimos hacia Minami (zona sur), a pasear por los barrios más ajetreados y con más vida de la ciudad. Callejeamos por la zona de Amerika Mura (mucha gente joven a la última, tiendas y mucho rollo alternativo) y desde allí seguimos hacia Shinshaibashi (una galería comercial con millones de tiendas) hasta llegar hasta el río y la gran locura de Dotombori. Dotombori nos recordó a la mítica Khao San Road de Bangkok, es una calle llena de restaurantes, bares, carteles gigantes, luces, gente de todo tipo (¡y mucha!), personal de los restaurantes invitándote a entrar.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Aquí teníamos una misión: catar los Okonomiyakis de Osaka. Para ello, elegimos el restaurante Chibo, especialistas en prepararlos, en Dotombori. Nuestro veredicto final después de haber probado los de Hiroshima y los de Osaka es que estos últimos nos gustaron más. Misión cumplida ☺
Después de cenar, nos tomamos una copita en Zumi, un bar del estilo de Okinawa situado en el último piso de la torre en el cruce de Dotombori con Mido-suji. Un sitio curioso y recomendable para tomar un cóctel por la zona.
Al volver al hotel ya nos había cerrado el metro, así que cogimos un taxi. Y a la mañana siguiente, madrugón y rumbo a Koyasan!
Desde Hiroshima a Osaka tardamos 2h cortas en tren. Una vez allí tomamos el metro para llegar al hotel.
Nos alojábamos en un sencillo albergue en la zona sur, con habitaciones individuales pero de estilo tradicional (tatami). Súper bien de precio (unos 10 euros la noche). Se llamaba Mikado.
Primera parada, el Castillo de Osaka. Los jardines que lo rodean son preciosos y el castillo es una pasada, aunque no recomendamos mucho entrar (no tiene mucho y las vistas desde arriba no son especialmente bonitas). Pero los alrededores y el parque son un paseo estupendo.
Desde allí, fuimos hacia Minami (zona sur), a pasear por los barrios más ajetreados y con más vida de la ciudad. Callejeamos por la zona de Amerika Mura (mucha gente joven a la última, tiendas y mucho rollo alternativo) y desde allí seguimos hacia Shinshaibashi (una galería comercial con millones de tiendas) hasta llegar hasta el río y la gran locura de Dotombori. Dotombori nos recordó a la mítica Khao San Road de Bangkok, es una calle llena de restaurantes, bares, carteles gigantes, luces, gente de todo tipo (¡y mucha!), personal de los restaurantes invitándote a entrar.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Aquí teníamos una misión: catar los Okonomiyakis de Osaka. Para ello, elegimos el restaurante Chibo, especialistas en prepararlos, en Dotombori. Nuestro veredicto final después de haber probado los de Hiroshima y los de Osaka es que estos últimos nos gustaron más. Misión cumplida ☺
Después de cenar, nos tomamos una copita en Zumi, un bar del estilo de Okinawa situado en el último piso de la torre en el cruce de Dotombori con Mido-suji. Un sitio curioso y recomendable para tomar un cóctel por la zona.
Al volver al hotel ya nos había cerrado el metro, así que cogimos un taxi. Y a la mañana siguiente, madrugón y rumbo a Koyasan!