Una parada súper recomendable y que no todo el mundo hace. Es una ciudad muy pequeñita en las montañas, a la que se llega en trenes regionales.
Tomamos un tren directo desde Osaka (2h) y al comprar el ticket en la estación, te dan la opción de incluir las entradas a los templos principales, un pase para el bus público de un día y el funicular de subida desde la estación de tren hasta Koyasan (es la opción más recomendable, tanto por precio como por comodidad).
El principal atractivo de Koyasan son los templos antiguos y el cementerio budista más grande del país. Además, lo típico aquí es alojarte en un Shukubo, que son templos budistas que habilitan habitaciones para los viajeros. Convives con los monjes y la gente del templo, por la mañana puedes ir a rezar con ellos y además son famosos por los onsen (baños termales, pero ojo, no hay ninguno mixto!).
La mayoría de los templos te dan cena (te la llevan a tu habitación) pero siempre es vegana (no nos gustó mucho, pero tenía su gracia). Las habitaciones son 100% tradicionales, duermes en tatami y no tienen ducha, sino que para bañarte tienes que ir al onsen. Nos encantó la experiencia, súper relajante y muy bonito dormir aquí (es carete pero merece mucho la pena). El nuestro se llamaba Fukuchi-in (fukuchiin.com/lodging/)
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En un día pudimos ver todos los lugares de interés. Comenzamos el día por la parte este de la ciudad, donde está el gran cementerio y el Oku-no-in, en pleno bosque, lo que lo hace todavía más impresionante. Los árboles que lo rodean son altísimos y aún a pesar de que había mucha gente (es un punto muy importante de turismo nacional) el ambiente era muy especial. Es un muy buen lugar para aprender sobre el budismo japonés y sobre sus creencias sobre la muerte, y todos los ritos y costumbres que practican con sus seres queridos. (Como nota, lo que más nos sorprendió es que en muchas de las tumbas aparecía grabado el logotipo de la empresa para la que trabajaban, que deja ver la devoción y la concepción de los japoneses sobre la importancia del trabajo y de cumplir su deber).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Después pasamos a la parte oeste, cerca de donde están todos los Shukubo, done está el gran complejo Garan, con montones de templos impresionantes. Todo está bastante bien señalizado para no dejarse ninguno por ver. Nuestros favoritos: Konjobu-ji y Konpon Daito (y todas las pequeñas pagodas que lo rodean).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Por la tarde, volvimos al templo para relajarnos y para disfrutar del Onsen al aire libre y pasear por los jardines y por las estancias todos con nuestra yakata (kimono) que te dejan preparadita en la habitación.
A la mañana siguiente, nos levantamos a las 6 a.m para ir a rezar con los monjes del templo, tomamos el desayuno (también vegano y a base de tofu hervido bastante poco apetecible jeje) y pusimos rumbo bien tempranito hacia Nara.
Tomamos un tren directo desde Osaka (2h) y al comprar el ticket en la estación, te dan la opción de incluir las entradas a los templos principales, un pase para el bus público de un día y el funicular de subida desde la estación de tren hasta Koyasan (es la opción más recomendable, tanto por precio como por comodidad).
El principal atractivo de Koyasan son los templos antiguos y el cementerio budista más grande del país. Además, lo típico aquí es alojarte en un Shukubo, que son templos budistas que habilitan habitaciones para los viajeros. Convives con los monjes y la gente del templo, por la mañana puedes ir a rezar con ellos y además son famosos por los onsen (baños termales, pero ojo, no hay ninguno mixto!).
La mayoría de los templos te dan cena (te la llevan a tu habitación) pero siempre es vegana (no nos gustó mucho, pero tenía su gracia). Las habitaciones son 100% tradicionales, duermes en tatami y no tienen ducha, sino que para bañarte tienes que ir al onsen. Nos encantó la experiencia, súper relajante y muy bonito dormir aquí (es carete pero merece mucho la pena). El nuestro se llamaba Fukuchi-in (fukuchiin.com/lodging/)
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En un día pudimos ver todos los lugares de interés. Comenzamos el día por la parte este de la ciudad, donde está el gran cementerio y el Oku-no-in, en pleno bosque, lo que lo hace todavía más impresionante. Los árboles que lo rodean son altísimos y aún a pesar de que había mucha gente (es un punto muy importante de turismo nacional) el ambiente era muy especial. Es un muy buen lugar para aprender sobre el budismo japonés y sobre sus creencias sobre la muerte, y todos los ritos y costumbres que practican con sus seres queridos. (Como nota, lo que más nos sorprendió es que en muchas de las tumbas aparecía grabado el logotipo de la empresa para la que trabajaban, que deja ver la devoción y la concepción de los japoneses sobre la importancia del trabajo y de cumplir su deber).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Después pasamos a la parte oeste, cerca de donde están todos los Shukubo, done está el gran complejo Garan, con montones de templos impresionantes. Todo está bastante bien señalizado para no dejarse ninguno por ver. Nuestros favoritos: Konjobu-ji y Konpon Daito (y todas las pequeñas pagodas que lo rodean).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Por la tarde, volvimos al templo para relajarnos y para disfrutar del Onsen al aire libre y pasear por los jardines y por las estancias todos con nuestra yakata (kimono) que te dejan preparadita en la habitación.
A la mañana siguiente, nos levantamos a las 6 a.m para ir a rezar con los monjes del templo, tomamos el desayuno (también vegano y a base de tofu hervido bastante poco apetecible jeje) y pusimos rumbo bien tempranito hacia Nara.