Hoy el pronóstico del tiempo es horrible a más no poder, no sabemos hacia que zona tirar pues se espera lluvia de continuo a lo largo del día para todo el país .
Al final nos decidimos por ir al norte, lejos de los Alpes, a Basilea, armadas de paciencia y moral para sufrir un día pasado por agua.
Nada más llegar nos precipitamos a visitar el llamativo edificio del Ayuntamiento, es lo único que nos da tiempo a ver antes de que comience a caer una intensa lluvia. Se empleó para su construcción, a comienzos del SXVI, piedra arenisca rojiza que le confiere su característico color.
Bajo una fuerte lluvia recorremos como podemos las calles del burgo medieval.
Con resignación y paraguas en mano ascendemos penosamente hasta el promontorio en el que se encuentra situada la Catedral, en la parte alta de la ciudad. Comenzada a construir en 1019 la mayor parte de la edificación, incluidas las dos torres irregulares de su fachada, se corresponden al estilo gótico.
Subimos a una de las altas torres, cualquier otro día la vista sería impresionante desde allí arriba, pero hoy solo logramos avistar un recodo del Rin, que baja bastante turbio, a través del grueso velo de lluvia que cae sin cesar.
En el interior del Munster se encuentra la tumba del humanista Erasmo de Rotterdam, eminente hijo de la ciudad.
No está el día para florituras, así que nos metemos a comer en el primer sitio que encontramos, en la Barfüsseplaz, que resulta ser un Macdonals. allí secamos un poco la ropa y cavilamos sobre como enfocar la tarde.
Ya más animadas con el estómago lleno y buenas dosis de resignación nos acercamos a la Spalentor, una de las puertas de acceso a la ciudad medieval, que se encuentra entre las más bonitas de Suiza.
Desde allí nos acercamos a una pequeña zona de canales, el barrio de Sant Alban, a mí me recordaba a Colmar, donde se encuentran las casas de los antiguos gremios medievales, están bastante bien conservadas y muchas de las cuales conservan aún en sus fachadas de entramado objetos relativos al oficio que en ella se desempeñaba.
Esta parte nos gusta mucho, a decir verdad fue lo que más disfrutamos en Basel, hay un claro momentáneo y podemos pasear un rato por estas tranquilas callejuelas empedradas antes de que salga el tren para volver a Ginebra.
Al final nos decidimos por ir al norte, lejos de los Alpes, a Basilea, armadas de paciencia y moral para sufrir un día pasado por agua.
Nada más llegar nos precipitamos a visitar el llamativo edificio del Ayuntamiento, es lo único que nos da tiempo a ver antes de que comience a caer una intensa lluvia. Se empleó para su construcción, a comienzos del SXVI, piedra arenisca rojiza que le confiere su característico color.
Bajo una fuerte lluvia recorremos como podemos las calles del burgo medieval.
Con resignación y paraguas en mano ascendemos penosamente hasta el promontorio en el que se encuentra situada la Catedral, en la parte alta de la ciudad. Comenzada a construir en 1019 la mayor parte de la edificación, incluidas las dos torres irregulares de su fachada, se corresponden al estilo gótico.
Subimos a una de las altas torres, cualquier otro día la vista sería impresionante desde allí arriba, pero hoy solo logramos avistar un recodo del Rin, que baja bastante turbio, a través del grueso velo de lluvia que cae sin cesar.
En el interior del Munster se encuentra la tumba del humanista Erasmo de Rotterdam, eminente hijo de la ciudad.
No está el día para florituras, así que nos metemos a comer en el primer sitio que encontramos, en la Barfüsseplaz, que resulta ser un Macdonals. allí secamos un poco la ropa y cavilamos sobre como enfocar la tarde.
Ya más animadas con el estómago lleno y buenas dosis de resignación nos acercamos a la Spalentor, una de las puertas de acceso a la ciudad medieval, que se encuentra entre las más bonitas de Suiza.
Desde allí nos acercamos a una pequeña zona de canales, el barrio de Sant Alban, a mí me recordaba a Colmar, donde se encuentran las casas de los antiguos gremios medievales, están bastante bien conservadas y muchas de las cuales conservan aún en sus fachadas de entramado objetos relativos al oficio que en ella se desempeñaba.
Esta parte nos gusta mucho, a decir verdad fue lo que más disfrutamos en Basel, hay un claro momentáneo y podemos pasear un rato por estas tranquilas callejuelas empedradas antes de que salga el tren para volver a Ginebra.