Llegué a Budapest en tren desde Viena. En la misma estación de tren hay un cajero donde saqué dinero para no tener que cambiar.
Un pequeño apunte de supervivencia:
2000 florines en el cajero : 63 euros
318 florines: 1 euro
1 florín=0,0031 euros
1000 florines: 3 euros
Budapest es una ciudad bastante barata, pero cuidado, que te pueden timar en cualquier sitio. Prohibidos los taxis, además es un ciudad que te la haces andando perfectamente. No merece la pena sacar ningún tiquet de metro ni tampoco veo recomendable ninguna tarjeta turística.
Budapest esta separada en dos por el Danubio, de una parte Buda, donde se encuentra el famoso castillo y el bastión de los pescadores (visita obligada) y de la otra Pest, donde la ciudad bulle y te atrapa.
Tuve la suerte de pillar el hotel muy cerca de la Gran Sinagoga, así que mi primera visita fue allí.
La Sinagoga Judía de Budapest es la segunda más grande del mundo, sólo superada por la de Jerusalén. Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis hicieron de los alrededores de la sinagoga un ghetto judío que posteriormente se convirtió en un campo de concentración. Desde este lugar muchos judíos fueron enviados a los campos de exterminio.
De los judíos que sobrevivieron, fueron más de 2.000 los que murieron de hambre y frío. Sus cuerpos fueron enterrados en el cementerio de la Gran Sinagoga. Al salir se encuentra el cementerio judío y el árbol de la vida, un sauce llorón en el que cada hoja lleva escrita el nombre de un judío asesinado durante el Holocausto.

Muy cerca había un restaurante "español" donde probé un vino tinto que se llamaba "Iniesta corazón loco", luego me enteré que era de sus bodegas (la verdad que estaba bueno).
Como estaba bastante cansada del viaje me fui a dormir y así prepararme para la pateada del día siguiente.