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Llegamos a Mallorca el día anterior, y tras dejar las maletas en el apartamento habíamos quedado con un familiar que nos invitó a comer y estuvimos un poco en su casa y en la casa de una de sus hijas. En este día no visitamos ningún punto de interés, por lo que no merece la pena escribir una etapa.
Lo único destacale turísticamente es que probamos dos los productos más típicos de la gastrónomia malloquina, el pa amb oli (se pronuncia pam boli) y la sobrassada. El primero es una rebana de pan con aceite, jamón y sal;
y la sobradada es un embutido crudo curado, elaborado a partir de carnes seleccionadas del cerdo, condimentadas con sal, pimentón y pimienta negra. Se suele untar en el pan.
Para el primer día de visita teníamos previsto acercarnos a la capital, a Palma de Mallorca y pasar por allí el día.
Si se viene a Palma en coche, es bastante difícil encontrar un sitio céntrico donde sea fácil aparcar y que sea gratis (zona ORA). Nosotros aparcamos en el fin del límite ORA, en una calle paralela a Carretera de Manacor. Quedaba un poco alejada del centro, pero preferimos caminar un poco y ahorrar los 10-15€ que puede suponer un parking céntrico.
Tras unos 10 minutos de paseo, nos adentramos en el centro de Mallorca, y queriendo ir hacia la Catedral, nos encontramos con la Iglesia del Mont-Sion, una típica iglesia mallorquina.
La mayoría de las iglesias de la isla son góticas, y tienen una fachada muy sobria, sin apenas decoración, exceptuando el pórtico central, y con un gran rosetón central.
En el interior son góticas o barrocas, con grandes ventanales, y la mayoría parecen catedrales: tienen diversas capillas a los laterales y están bien conservadas.
Desde la iglesia nos perdimos un poco, y fuimos salir a la Plaça de Santa Eulalia, donde se sitúa la iglesia del mismo nombre. Esta iglesia gótica, con una imponente fachada neogótica remodelada entre 1894 y 1924, fue una de las primeras iglesias importantes que se construyeron tras la conquista de 1229.
Pegada a la Plaça de Santa Eulalia, se abre la Plaça de la Cort, sede del Ayuntamiento de la ciudad.
Entramos al vestíbulo, donde pudimos observar una entrada gótica, una amplia escalera y media docena de gegants (gigantescas figuras de reyes, reinas y otros personajes que se sacan a hombros para desfilar por la ciudad en fiestas).
Enfrente del Ayuntamiento, en el otro lado de la Plaça de la Cort se alza un centenario olivo.
Desde la plaza parten diferentes calles que nos adentran en el centro de Palma, llenas de tienda y comercios.
Muy cerca de aquí empieza el Passeing des Born, un céntrico bulevar, que constituye uno de los principales ejes de la ciudad. La palabra Born es característica de las ciudades de la antigua Corona de Aragón, y defendía un espacio amplio donde se celebran juegos y torneos (de hecho en Barcelona hay una zona parecida).
Tanto al comienzo del paseo, desde la Plaça de Juan Carlos I, y al final, en la Plaza de Isabel II, se hallan dos esfinges que custodian al viandante.
Justo al comienzo del paseo, se localiza Casa Solleric, una magnifica mansión barroca del siglo XVIII. Actualmente es un centro cultural con exposiciones temporales, una librería y una oficina de turismo.
En esta zona se localizan hay numerosas tienda de ropa y comercios de todo tipo. Me recordaron de alguna manera a las Ramblas.
Llegamos al final del paseo, y desde aquí se puede contemplar una perspectiva de la Catedral y el Palacio de la Almudaina, antiguo palacio real.
Un poco más adelante aparecen los jardines de S´Hort del Rei (el jardín del rey). En otros tiempos, estos jardines fueron el huerto del palacio real (quedan justo debajo del Palau de la Almudaiana), conviértanse hoy en día en un espacio ajardinado lleno de fuentes, flores y esculturas de autores como Miró.
Al final de S´Hort del Rey, muy próximo se halla el Parc da Mar, un lago creado artificialmente pare recordar que antiguamente la catedral se reflejaba en el mar.
Desde aquí nos dirigimos a la Catedral, y de camino nos encontramos con el Arc de sa Drassana, uno de los pocos recordatorios del pasado árabe de la ciudad.
Subimos por él y llegamos a Dalt Murada, uno de los pocos trozos de muralla renacentista que queda en la ciudad.
Finalmente llegamos a la Catedral, y después de comprar las entradas nos dirigimos al interior. Con la entrada se incluye un audio-guía muy práctico en forma de Smartphone.
La colosal catedral es el principal hito arquitectónico de la ciudad. Su espectacular estructurada, es puramente gótica, salvo la fachada principal, una deslumbrante mezcla de estilos.
Ocupa el emplazamiento original de antigua mezquita central de Medina Mayurka, capital de la Mallorca musulmana durante tres siglos. Aunque Jaume I y sus tropas la tomaron en 1229, las obras de la catedral (La Seu, en catalán), una de las más grandes de Europa, no empezaron hasta 1300. La mezquita fue utilizada entretanto como mezquita y consagrada a la Virgen María. La obra no se terminó hasta 1601.
La original era una “guinda” renacentista sobre una “tarta” gótica, pero en 1851 un seísmo la dañó seriamente. En lugar de reparar el original, se decidió darle cierto aire neogótico, en el que contribuyeron algunos arquitectos como Antoni Gaudí.
Después de comprar las entradas pasamos a la sacristía, que alberga la parte central del Museo Capitular, en cuyo centro se halla una enorme custodia dorada, que se saca en el Corpus Christi.
Otros objetos de interés de la sala un altar portátil, con pequeños compartimentos, y diversos relicarios.
A continuación se hallan dos salas capitulares. En la sala capitular gótica, destaca la tumba del obispo Gil Sánchez Muñoz y dos pinturas del maestro Mont-Sion; mientras que en la sala capitular barroca, llama la atención la pareja de candelabros de plata, de 243 kg cada uno.
La vista continua al pasar por unas capillas laterales al interior de la nave, donde uno se sorprende por la enorme cantidad de luz que entra a través de las vidrieras y 8 rosetones, uno de ellos considerados como el más grande del mundo.
El mejor espectáculo de luz se produce a las 8:30 los días 2 de febrero y 11 de noviembre, cuando la imagen del rosetón se ve superpuesta bajo el otro.
A ambos lados hay diferentes capillas, y pero en lo que realmente sobresale son en las reformas y en el baldaquino de Gaudí; y en la Capilla del Santísimo de Miguel Barceló.
Una de las más importantes reformas de la catedral fue realizada por el arquitecto Antoni Gaudí entre 1904 y 1924. Gaudí transformó el interior del templo: suprimió el coro central, dividiéndolo en dos y trasladándolo a los laterales y desmoto dos retablos y una tribuna del presbiterio para conseguir mayor perspectiva visual durante la liturgia.
También incorporó un nuevo baldaquino para el altar mayor, formado por un anillo de siete lados y 35 lámparas que nunca llegó a terminarse (el actual, es una maquita del definitivo).
Otras de las intervenciones más recientes en la catedral, es la realizada por el artista mallorquín Miquel Barceló en la Capilla del Santísimo, que ocupa el ábside derecho de la cabecera. Instaurada en el 2006, la obra constaste en una pared policromada de unos 300 metros de altura.
La capilla recrea la iconografía de la multiplicación de los panes y los peces y de los vados de Caná con un trípico de cerámica en el que aparecen referencias a la mar, a la tierra y a la humanidad.
Salimos de la nave central al claustro gótico, donde había una exposición de Junípero Serra, fundador de varias ciudades en California.
Concluimos la visita por la catedral, y decidimos acercarnos al centro para encontrar algún restaurante.
De camino nos encontramos con la Basílica de San Francesc, un templo iniciado en estilo gótico, pero finalizado en estilo barroco.
Hay que pagar 4€ para visitar su claustro y el sepulcro del misionero del siglo XII Ramón Llul, hijo predilecto de Mallorca junto con Rafa Nadal.
No nos interesaba demasiado, y en la plaza contigua a la izquierda se encuentra la Iglesia de Santa Catalina, donde estuvimos por la mañana. En un lateral de la iglesia nos encontramos un restaurante con un menú del día, en el que reponimos energía.
Después de llenar la tripita, retornamos la visita por Palma en dirección a la Plaça Major, y de camino nos encontramos con los Almacenes El Águila, un curioso edificio modernista.
Llegamos a la Plaça Major, un espacio amplio, céntrico y bullicioso que conecta con calles comerciales como la de San Miguel, Sindacat o Colom. La reforma del siglo XIX destruyó el antiguo trazado medieval y edificios como la casa de la Inquisición o casa negra.
Salimos de la Plaça Major en dirección norte, por la comercial C/San Miquel. Lo más destacado de la calle son las numerosas tiendas de ropa que la rodean, aunque también hay diversos puntos de interés.
El primero de ellos es el Museo Fundación Joan March, una mansión del siglo XVII que alberga una importante colección de arte contemporáneo español. La entrada es gratuita.
Un poco más adelante aparece la Iglesia de San Miquel, que da nombre a la calle. Fue una de las 4 iglesias construidas en el antiguo emplazamiento de una mezquita donde se celebró la primera misa de la isla el 31 de diciembre de 1229.
La fachada y la entrada, es un perfecto ejemplo del gótico catalán del siglo XIV, pero por lo demás, es en buena parte el resultado de una reforma barroca.
A modo de curiosidad, en el interior hay una estatua del Papa Juan Pablo II.
Continuando el recorrido por C/San Miquel, nos encontramos con el Claustro de San Antonient, un claustro ovalado de dos plantas, que hoy pertenece al banco BBVA.
Originalmente estaba anexa a la Iglesia de Sant Antoni de Viana, en el portal de al lado.
Girando a mano derecha, llegamos al Mercado del Olivar.
No muy lejos de allí, se localiza la Plaça de Espanya, una zona arbolada en la que se sitúa un importante intercambiador de metro, tren y autobús.
Palma cuenta con una línea de metro, pero para el viajero es de apenas interés. Cuenta con dos líneas, una de ellas comunica la Plaça de Espnaya con la Universidad.
Enfrente se halla la estación de tren del ferrocarril de Sóller, un ferrocarril de 1912 que comunica Palma con esta localidad, como veremos días después.
A partir de ahora bajaríamos en dirección al Palau de la Almudaina, nuestro próximo destino. Para llegar hasta ahí aprovechamos para ver diversas cosas a lo largo del camino, para ello iniciamos el paseo por las Ramblas, un bulevar sin mucho encanto.
Al final de las Ramblas, a mano derecha, aparece el Gran Hotel. Construido entre 1900 y 1903 por el gran arquitecto catalán Domènech i Montaner (autor entre otros del Palau de la Música Catalana en Barcelona), era un punto de referencia en la ciudad, ya que fue el primer edificio de Palma con ascensor y electricidad. Se cerró durante la Guerra Civil y nunca volvió a actuar como tal. Actualmente sirve de sede de la Fundación La Caixa, que organiza exposiciones de arte.
En la cercana Plaça del Mercat, también visualizamos otros edificios modernistas: Can Cassayes y la Pensión Menorquina, construcciones de idéntica factura levantados entre 1908 y 1911.
Pegados a estos edificios modernistas se sitúa el Tribunal Superior de Justica de Baleares.
Llegamos al Paseing des Born, y lo recorrimos de principio a fin y llegamos al Palau de la Almudiana, cerca de la catedral.
Cuando viajo a un sitio siempre miro si hay algún día que algún museo/palacio sea gratis, y a partir de eso intento planificar la ruta. Esta vez para visitar el Palacio de la Almudaina, es gratis de 17 a 20 h solo los miércoles y jueves por la tarde; si no hay que la entrada de 7€.
Originalmente un fuerte islámico, esta imponente construcción frente a la catedral fue convertida en residencia para los monarcas mallorquines a finales del siglo XIII. Ahora reside en ella el rey de España, al menos simbólicamente. La familia real no suele estar en la residencia, salvo para una ceremonia ocasional, pues prefiere pasar el verano en Palau de Marivent (en Cala Major).
Se cree que los romanos construyeron un castrum (fuerte) en este lugar, posiblemente sobre un asentamiento prehistórico. Los valis (gobernantes) de la Mallorca musulmana reformaron el fuerte romano, mientras que Jaime I y sus sucesores lo modificaron en tal medida que apenas queda nada de la versión musulmana.
La primera sala a la que se entra tiene un techo blanco y negro, que simboliza los opuestos de la noche y el día.
Luego se entra en una serie de magníficas salas, en las que destacan los arcos góticos tapados con ladrillos truncados por el medio. En un principio estas tres salas, que eran el doble de altas y formaban una única y enorme sala, se conocía como Saló del Tinell (del italiano tinello, que significa “comedor”), ya que en otra época fueron un enorme salón de banquetes y ceremonias.
Las habitaciones están decoradas con mobiliario, tapices y otros elementos de la época.
Las siguientes habitaciones permiten acceder a la terraza, que pertenecían a la ciudadela árabe original.
De aquí se sale al patio de armas, donde las tropas formaban para un desfile.
En el patio destaca una fuente con un león.
En un lateral del patio, se halla la Capilla Real, una capilla gótica cuya entrada es un magnífico ejemplo del románico tardío mallorquín.
Desde el patio parte una escalera hacia los aposentos regios, una sucesión de habitaciones lujosamente decoradas, cuya pieza central es el Saló Gotic, la mitad superior del Saló del Tinell, que permite descubrir donde terminan estos arcos.
Solo son 3 habitaciones y tras recórrelas finalizamos la vista por el palacio real. A modo de resumen, merece la pena visitarla solo en horario gratuito, ya que como palacio real destaca mucho más el de Madrid o el de Aranjuez.
Salimos en dirección a La Lonja, un edificio gótico de piedra arenisca situado enfrente al paseo marítimo.
Construido en el siglo X como sede del Colegio de Mercaderes, se terminó en 1450 y represa el apogeo de la arquitectura gótica civil de la isla. Entrada gratuita.
Detrás de La Lonja, se sitúa el Consulado del Mar, uno de los pocos ejemplos renacentista de la isla. Fundado como tribunal marítimo, actualmente alberga las dependencias del presidente balear.
Nos acercamos de nuevo a lo zona de la Catedral, y volvimos a pasar por el arco de Sa Drassana y por encima de las murallas medievales. Desde aquí se obtiene una buena panorámica de la catedral y del parc de la mar.
Abandonamos la muralla medieval por la puerta medieval de Sa Portella.
En esta zona, por los alrededores de la catedral se localizan los famosos patios de las casa señoriales la burguesía mallorquina. Edificios en diferentes estilos, la mayoría fueron reformados durante los siglos XVI y XVII, aunque algunos conservan elementos góticos anteriores. Destacan algunos como Cal Marqés de la Torre, Can Enspanya-Serra, Can Salas, Cal Poeta Colom…
En esta zona se localiza los Baños Árabes, el único monumento importante de la época musulmana.
Desgraciadamente estaban cerrados, así que continuamos la visita por el Convento de Santa Clara, de estilo barroco.
Continuamos el paseo por Palma, y nos encontramos con la Porta de l´Almudaina, un arco que seguramente formaban parte de la muralla romana.
Al lado se encuentra otra casa con patio, Can Bordils.
Seguimos por esa calle y fuimos salir a la Plaça de la Cort, donde está situado el ayuntamiento. Como teníamos ganas de descansar un poco, nos sentamos en una terraza en las inmediaciones de la Plaça Major donde pedimos un granizado de almendras, típico de la isla.
Como iba siendo un poco tarde, decidimos terminar la jornada de hoy. Llegamos al coche y pusimos dirección hacia nuestra casa, en Alaró.
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